Hoy por fin iba a dar las vacaciones que me merecía, es decir, me había pasado años manejando una empresa de inversiones, la empresa que mi padre me había heredado, y si bien no me estaba desconectando completamente, no estaría 24/7 sentada en mi escritorio, sentía que tenía que vivir mi vida, tenía veintinueve años y me estaba perdiendo mucho, me apasionaban las finanzas y manejar mi empresa pero el estrés y las ganas de viajar por el mundo, de descansar me estaban comiendo viva. ¿Cómo me di cuenta de esto?, simple, comencé a ver imágenes de otros países, miré por mi ventana una ciudad tan conocida para mí, me sabía las calles al revés y al derecho, era hora de disfrutar de mi vida.
Así que comencé a preparar a mi hermano menor, bueno, unos cuatro años menor, quería que se hiciera cargo por un tiempo, primero sería solo un mes, luego dos meses, y ahora había decidido darme un maldito año. Él estaba feliz, era una oportunidad que siempre espero, y aunque sabía que no era para siempre lo iba a disfrutar de sobremanera, también había estudiado finanzas así que cada cosa que le explique no le costó nada entender.
—¿Por que no vienes para acá?, Amiga, es soñado este lugar —me dice Roberta, una de mis mejores amiga, ella vivía en París, la ciudad del amor, ella había encontrado el amor con un simpático francés, y se había quedado allá, hace dos años no nos veíamos en persona pero siempre que podíamos hacíamos videollamada, como ahora.
—No sé donde quiero ir, aún no me decido, es primera vez en estos casi seis años que me doy un tiempo para mí, igual no te miento que estoy nerviosa de dejar la empresa —digo, ella asiente.
—Lo sé, pero lo necesitas, es decir, eres joven, ardiente, y te estás desperdiciando detrás de un escritorio, ¿hace cuanto no tienes sexo? —me pregunta, yo me pongo a reír.
—¡Desde ayer! —digo, ella ríe.
—Bueno tan mal no estás —dice, yo me encojo de hombros.
—¿Con quién? —
—Álvaro Martínez —digo, ella abre los ojos.
—Definitivamente no lo estás pasando nada mal —dice riendo, yo asiento.
Álvaro era un inversionista en nuestra empresa, llevaba al menos cuatro años y era uno de los empresarios más ricos de nuestra ciudad, era guapo, estaba en muy buena forma y yo era un imán de ese tipo de hombres, no había sido difícil llevarlo a la cama, llevábamos unos dos años teniendo sexo casual, no involucrábamos ningún tipo de sentimiento más que placer, y en los negocios coincidíamos bastante bien.
—No entiendo cómo no han tenido algo más, o involucrado sentimientos —dice ella, yo me encojo de hombros.
—Ambos tenemos claro nuestra relación, somos personas adultas que están dispuestos a tener sexo casual, y nada más que eso —digo.
—Yo no podría —dice.
—Lo sé —
Roberta siempre había sido la enamoradiza, soñaba con casarse de blanco, en una iglesia llena de flores, con un vestido largo, con su príncipe azul, y aunque tuvo muchos en sus años de vida, siempre decía que Antoine era su príncipe azul, llevaban dos años y era con quién más había durado. Yo en cambio sólo había tenido un novio con el que había durado cuatro años, pero definitivamente no era para mí y comencé a pensar en otras prioridades y pasatiempos y eso nos hizo alejarnos, y a eso súmale que las mentiras siempre terminan con una relación. Cuando terminamos siempre sentí que era la mejor decisión, no quedamos con rencores, después de todo habíamos pasado mucho tiempo juntos, ahora él estaba casado y yo incluso había ido a su boda.
—Espero lo pienses bien y vengas a París, te juro que te enamorarás de este lugar —dice sonriendo, yo asiento de la misma forma.
—Lo pensaré —digo, ella aplaude—. Me iré a dormir, nos vemos preciosa —me despido ella me tira un beso.
—Descansa amiga —se despide.
Finalizó la videollamada, guardo mi IPad en su funda y me levanto para ir al baño, limpio mi rostro de cualquier tipo de suciedad, incluido el maquillaje, que a pesar de no usar mucho era algo que arruinaba la piel si no la cuidamos como se debía.
Cuando ya estoy limpia aplico mi crema de noche, lista para ir a dormir después de un día largo como profesora de mi hermano. Pongo la alarma de mi celular a las 6:30 tenía que estar en la oficina a las 8:30 pero me gustaba llegar antes para tener todo preparado.
“¿Hoy no nos vemos?”
“Lo siento, mucho trabajo estoy exhausta”
Normalmente no me niego nunca a una cita de sexo casual, pero hoy enserio estaba muy cansada.
“Entiendo"
Con Álvaro podría haberme casado, a mi padre le caía muy bien, pero la verdad es que ambos disfrutamos de vivir sin ataduras y un casamiento siempre significaba ataduras. Yo no creía en cuento de hadas, no lo había hecho nunca. Yo era la cabecilla de mi familia, desde que murió papá, había tenido que hacerme cargo de la familia y de la empresa, y solo era una chica con poca experiencia, casi recién egresada, pero su muerte había sido repentina, por lo menos para nosotros, ya que él parecía que siempre supo que iba a morir. Y yo siempre había sido la hija perfecta, educada, inteligente, nunca di un problema, ese era el trabajo de mi hermano.
Y aunque yo estaba bien con eso, una parte de mí sentía que no estaba viviendo. Mi celular suena, es mi madre.
—Buenas noches mi pequeña adulta —dice, yo sonrío, siempre me ha dicho así, dice que de pequeña me comportaba como adulto, que realmente nunca fui una niña.
—Buenas noches madre —digo riendo.
—Te quiero mucho —
—Te quiero más —
Deje mi celular en la mesa de noche, mi mamá siempre llamaba a la hora exacta que me iba acostar, lo hacía desde que me había ido de la casa. Apague la luz de la mesita de noche y me dispuse a dormir, mañana era un nuevo día, que se debía aprovechar al cien, era un día menos para las vacaciones.
A la mañana siguiente cuando llego a la oficina, Olivia, mi secretaria entra a mi oficina con la agenda del día, aunque yo tenía todo anotado, ella me lo recordaba, a veces eran demasiadas cosas que tenía en el día, reuniones, citas con inversores, en fin, a veces me olvidaba de cosas y ella me recordaba. Le tenía cierto aprecio, llevaba casi cuatro años acompañándome.
—Buenas tardes jefa, en una hora tiene una reunión con unos inversores, su hermano acaba de llegar y está en su oficina, pronto vendrá a verla —dice ella, yo asiento.
—Gracias Olivia —digo, ella asiente.
—¿Le traigo un café? —me pregunta, yo la miro agradecida.
—Por favor, por alguna razón hoy me encuentro bastante cansada —digo, ella asiente.
—Exceso de trabajo Jefa, quizás sus vacaciones debería incluirlas en su agenda —dice, yo asiento.
—Lo estoy pensando seriamente —digo sonriendo, ella sale de mi oficina en busca de mi café.
A los diez minutos aparece en mi oficina, con unas galletas de avena y el café, era muy eficiente y yo le pagaba bastante más que el sueldo de una secretaria, agradecía lo que hacía aquí.
—Gracias Olivia —digo, ella asiente.
—Recuerde que a las doce del día, vendrá el señor Álvaro, por la mañana lo he llamado y ha confirmado la cita —dice, yo la miro.
—¿No vendrá a la reunión de ahora? —pregunto, ella niega.
—Dijo que no podría llegar, que no estaba en la ciudad —dice, yo levanto una ceja pero no digo nada, anoche me estaba pidiendo sexo, y como no iba a estar aquí.
—Entiendo —
Olivia sale de mi oficina, yo comienzo a tomar mi café sabor Mocca, poco a poco mi cuerpo comienza a cobrar vida, justo para cuando Julián entra.
—¡Hola hermanita! —saluda, yo pongo la mejilla cuando me da un beso.
—Hola Enano —digo, él enarca una ceja.
—¿Enano?, soy más alto que tú —dice, yo ruedo las cejas.
—Solo por cinco centímetros, no seas adulador —digo, ahora es su turno de rodar los ojos.
—¿Preparada para la reunión? —dice, yo asiento—. Bueno José la dará esta vez —dice.
Nuestras reuniones se realizaban con los inversionistas que más acciones tenían, por lo que cuando habían nuevos accionistas, o que eran potenciales, ellos me los presentaban con una presentación, y me tocaba decidir si aceptaba tenerlos o no. Era una decisión muy importante, el futuro de nuestra empresa estaba en juego con cada nuevo inversionista.
—La sala de juntas esta lista —dice Olivia, Julián y yo asentimos, nos levantamos con las carpetas y caminamos hacia ella.
—Buenos días —saludos a los hombres sentados en la mesa, lamentablemente las finanzas parecían aún seguían siendo dominadas por los hombres, al principio no confiaban en mí, claro por ser mujer, como si no pudiéramos hacer este trabajo, claro que podíamos, y mejor. Pero yo tenía un carácter fuerte, no tuvieron oportunidad de decirme nada.
—Buenos días Señorita Agatha —me saludan, con Julián se saludan con un asiento de cabeza.
—Bueno, ¿empezamos? —pregunto, ellos asienten, tomo asiento en la cabecera de la mesa, yo era dueña de más de la mitad de las inversiones.
—Bueno, tenemos un potencial inversor, su nombre es Adrien Dubois, un magnate francés, su empresa ha surgido muy rápido y es uno de los nuevos millonarios de ese país —dice, yo asiento—. He coordinado una reunión con él, pero en París, creo que sería bueno que alguno de los socios viera su compañía y sus finanzas antes de tomar una decisión —dice.
—Yo iré —digo firme, todos asienten, bueno era de esperarse, mis decisiones no se contradicen, son las que han llevado a esta empresa a tal éxito.
Creo que mis vacaciones se han adelantado.
Tenía mis maletas preparadas, la reunión sería en dos días, pero quise irme antes para poder conocer un poco el lugar, le había comentado a Roberta, ella estaba más emocionada que yo, y fue la que me convenció para irme antes.—¿Ya te vienes? —me pregunta Roberta cuando le contesto el celular, yo río.—Ahora voy para el aeropuerto —digo.—Muy bien, cuando llegues no vas a descansar, nos iremos de fiesta, no hay nada mejor que una noche en París, además tengo a alguien para presentarte que estoy segura te va a gustar —dice ella, yo ruedo los ojos.—¿Por qué estás tan empeñada en que tenga una cita allá? ——Nena, cuando lo veas me hallarás toda la razón —dice, yo ruedo los ojos.—Tú siempre —digo con sarcasmo.—Hey, ese ton
Como había pensado, Roberta llevaba una de lujos aquí, nos habíamos parado frente a una gran casa, muy linda, llena de ventanales. Imaginaba que por dentro sería igual de hermosa.—Linda casa —digo sonriendo cuando Antoine apaga el motor del auto.—Lo sé, él es muy trabajador —dice ella abrazándose de Antonine, yo asiento, el maletero se abre y Antoine se ofrece a sacar mi maleta, la verdad, acepto, está bastante pesada, no me había limitado solo a traer ropa para unos pocos días.No sabía cuánto quería quedarme.—Esta es una casa de clase media —dice ella riendo, yo la miro sorprendida.—Bueno, ya sabemos que otros lugares siempre están más desarrollados —digo, mirando todo a mi alrededor, toda la cuadra está iluminada por las farolas, las cosas son de diseño parecido, todas co
Las manos grandes de Adrien recorrían todo mi cuerpo, sentía la electricidad por todo mi cuerpo, y cuando sus labios tomaron preso uno de mis pezones y sus dedos no dejaban de entrar en mí, tuve un orgasmo, el mejor y más intenso que había tenido en mi vida, sonreí intentando normalizar mi respiración, lo agarre de sus hombros desnudos y musculosos obligándolo a acostarse, me subí sobre él y comenzamos a besarnos sin parar.Parecíamos lobos hambrientos de más, y eso me encantaba, me estiré hacia mi bolso que estaba en el suelo y saqué un condón, lo abrí bajo su atenta mirada, Adrien puso los brazos detrás de su cabeza mientras no me quitaba la vista de encima, puse el condón en su miembro, y luego lo introduje en mi interior, cierro los ojos, sentía que me llenaba por completo.—Vamos nena, comienza a moverte —dice Adrien, abr
Adrien me llevó a una cafetería, tenía puesto en nombre “Le peloton cafe”, era muy bonito, tenía amplios ventanales, las sillas de madera tenían diseños, y cuando entramos el olor a café y la calidez del lugar me hicieron cerrar los ojos, yo era una fanática del café y de las cafeterías, y planeaba conocer cada una en parís, empezando por esta.Había llegado en una estación que era mi favorita, el invierno, donde más tomaba café.—Sentémonos ahí —dice Adrien apuntando hacia una de las mesas de atrás, yo asiento y lo sigo, Adrien pone una mano en mi cintura escoltándome hacia la mesa.—Bonjour, ¿Qué van a servirse? —pregunta una chica pelirroja acercándose a nosotros, nos da a cada uno una carta pero no la leo.—Quiero un sabor mocca, el mejor que tengan —di
Con Roberta habíamos comido, las risas por parte de ella no paraban, y eso me contagiaba a mí, solo Roberta lograba hacerme reír a carcajadas.—Estoy muy feliz de que estés aquí —dice ella aferrándose a mi brazo, yo asiento sonriendo.—Estoy muy feliz de estar acá, todo es tan diferente —digo, ella asiente.—Lo sé, imposible no enamorarse de París —Roberta mira hacia arriba y toma aire—. El aire aquí es otra cosa Agatha, estoy segura que no te querrás ir ——Una cosa es querer y otra poder, y como sabes, yo tengo una empresa en que manejar —digo, ella rueda los ojos.—Y, ¿has hablado con tu hermano? ——Si, él me envió hoy en la mañana todo lo que se hizo ayer, así que estoy al tanto, además sabe que en cualquier caso de que haya un problema, é
Adrien me llevó a un café cerca de la casa, yo lo había visto algunas veces cuando pasábamos en el auto, ahora estaba vacío, teniendo en cuenta que eran las nueve de la noche, seguramente estaban todos en sus casas.Adrien estaba con un traje negro, y un abrigo del mismo color largo, se veía muy elegante.—Adelante —me dice sonriendo, ese hoyuelo.—Muchas gracias —Una vez adentro, el olor me embarga por completo, es una sensación que se experimenta y que te hace sentir bien, por lo menos a mí, creo que todos tenemos un tipo de olor que nos calma, el mío es el olor a café.Las sillas y mesas son pequeñas, solo para dos personas, el local está lleno de frases motivadoras y dibujos de tazas de café en la pared, el mostrador es de un color celeste agua que lo hace ver al lugar, muy alegre.—¿Qué les puedo servir
Un rayo de sol me da de lleno en la cara, frunzo el ceño y coloco una mano sobre mis ojos, me doy vuelta en la cama para ocultarme del sol, una vez saco mi mano y abro los ojos, me sorprendo ver a Adrien durmiendo plácidamente, luego recuerdo la noche anterior y por sí solo un dolor me atraviesa todo el cuerpo, él aguantaba mucho, y eso era algo a lo que yo no estaba acostumbrada, mis encuentros siempre eran casuales, una vez y ellos se iban, pero Adrien parecía nunca tener suficiente.—Buenos días —dice su voz adormilada, cierro los ojos rápidamente y lo escucho reír—. ¡Ya sé que estás despierta! ——Lo siento, es que el sol me dio en la cara, no era que estaba mirándote, acabo de darme vuelta —digo, él asiente sonriendo.—Seguro que sí, señorita Agatha ——¿Por qué razón lo
Me había puesto un vestido rojo, lo describiría como ni muy apretado ni muy suelto, se ajustaba perfectamente a las curvas de mi cuerpo, genética que había heredado de mi madre y que me ocupaba de mantener. Bajo a la cocina para avisarle a Roberta que ya me iría.—¿Ya te vas? —pregunta cuando me ve lista, yo asiento—. ¿No comerás? ——Ya comí —digo, ella mueve las cejas de arriba a abajo sonriendo.—Y, ¿Puedo saber cuanto media lo que te comiste? —pregunta, yo abro los ojos sorprendida por sus palabras pero no puedo evitar que unas carcajadas salgan de mis labios.—¡No puedo creer lo que me preguntas! —digo, ella se encoge de hombros sonriendo.—Solo es curiosidad —dice.—Pues, bien es sabido que la curiosidad mato al gato —digo, ella se encoge de hombros.—Prefiero morir