Levy miró su reloj de pulsera, y vio que se había entretenido dos horas más de lo previsto, maldijo entre dientes y decidió que tenía que finalizar aquella reunión cuanto antes si quería llegar a su propia fiesta de compromiso.
- Señores.- dijo con su profunda voz.- sé que esperaban a mi padre, pero les aseguro que he recibido instrucciones precisas por su parte, y si no desean firmar, les ruego que me lo digan.
- Levy, muchacho, no te pongas así.- dijo uno de los hombres más mayores.- es solo que estos asuntos los manejaba siempre tu padre.
Levy los miró con el ceño fruncido, y rezó en su interior porque su expresión facial mostrara una seguridad que realmente no sentía. Su padre, que había acudido esa mañana a una cita muy importante, le había pedido que se encargara de cerrar ese trato en su pueblo natal; una pequeña localidad de granjeros, en la que su familia aún conservaba una pequeña sede de su empresa. Levy sabía de sobra que los granjeros de la cooperativa local ya habrían firmado si fuera su padre el que estuviera sentado en esa silla, pero al tratarse de él, los miembros de la cooperativa mostraban más reticencias.
Al final, Levy se levantó con más seguridad de la que sentía, e hizo un gesto como si pretendiera recoger los papeles que estaban extendidos sobre la mesa.
- Señores, se habrán dado cuenta de que ahí fuera hay un temporal, puesto que no están dispuestos a aceptar las condiciones del contrato, me voy, y ya podrán negociarlo más adelante con mi padre.
Levy sabía que aquel era un pulso que podía salirle muy mal, pero no podía hacer otra cosa, si no conseguía que firmaran ya, seguirían intentando modificar las condiciones del contrato pre aprobado.
- Bueno, muchacho, no te pongas así, si dices que estos son los documentos que te ha dado tu padre, ya sabes que nosotros confiamos en él, y firmaremos.
Cuando finalmente se dio por concluida la reunión, Levy salió disparado en dirección a su coche, una moderna berlina que su padre le había regalado el año anterior por su cumpleaños. El suelo ya estaba cubierto por una finísima capa de nieve, y Levy supo instantáneamente que iba a tener problemas para llegar a la ciudad, pero no le quedaba otra opción, así que se despidió rápidamente, y arrancó el coche, con la carpeta de documentos firmados en el asiento del copiloto.
En cuanto estuvo en las afueras del pueblo, se aflojó ligeramente la corbata, y miró rápidamente su móvil, cargado de notificaciones. Tenía solo tres horas para llegar, vestirse y acudir a la elegante fiesta que su madre había organizado para anunciar su compromiso con Ronda. Conocía perfectamente a su madre, y sabía que habría organizado una fiesta por todo lo alto, incluyendo a las principales familias de la ciudad, familiares y amigos. Imaginó a Ronda arreglándose en la casa de los Ruthmore, y casi sintió una punzada de pena por ella. Ronda era ambiciosa, y él lo había tenido claro desde el primer día en que su hermano la llevó a casa, él la presentó como su nueva secretaria, pero a él no le pasaron inadvertidas las miradas que lanzaba a su bonito cuerpo enfundado en un vestido muy ajustado. Él sabía que eran amantes, aún cuando su hermano estaba casado, y esperando un hijo, sabía que eso no sería impedimento suficiente para él, pero el que ahora pagaba las consecuencias, y se veía obligado a casarse con la bella heredera era él. Lo hacía para cumplir con la responsabilidad familiar, y también porque él no creía en el amor, así que casarse para salvaguardar el apellido de su padre le parecía tan buena razón como cualquier otra.
Meg sonrió con alegría en cuanto divisó la casa de sus padres en la distancia. Inicialmente había pensado que no sería capaz de llegar con el estado en el que se encontraba la carretera, pero finalmente, con mucho cuidado, y circulando muy lentamente, había conseguido atravesar la autovía, y desviarse en el carril de acceso que llevaba al lugar donde vivían sus progenitores.En cuanto estuvo un poco más cerca, se dio cuenta de que su madre estaba ya en la puerta, haciendo visera con la mano, y vestida con una cazadora acolchada que la cubría de arriba a abajo. Su madre debió de verla casi a la vez, porque comenzó a avanzar por el estrecho pasillo que habían liberado para acceder a la casa, y en pocos minutos estuvieron en el mismo punto.Meg abrió la puerta de su furgoneta, y sintió el azote del frío, y la vent
Después de llevar una hora circulando muy lentamente ir la autopista, el coche de Levy patinó, y a punto estuvo de golpearse con el guardaraíl; afortunadamente, pudo controlarlo y de ese modo volver a la carretera. Aunque todo fue en vano, pues pocos kilómetros mas adelante se encontró con varios vehículos detenidos, que no podían continuar debido a varios accidentes que dificultaban la circulación.Levy se bajó del coche, y se acercó a la ventanilla del coche que se encontraba justo delante del suyo, era un viejo utilitario de color rojo, carcomido por el sol, que conducía una mujer muy mayor, tanto que a Levy le pareció que no tenía edad para conducir, pero prefirió guardar silencio. La mujer abrió la portezuela del coche, y lo miró con ojillos reprobadores, lo que Levy supuso que se debía a que
- ¿Señora? ¿Se encuentra usted bien?Meg se sbresaltó al escuchar el sonido seco de los nudillos golpeando la ventana de su furgoneta. Ella llevaba ya un buen rato detenida, y había señalizado su posición, ya que la furgoneta era blanca, y temía que no la vieran. Se asomó, y se alarmó al ver que se trataba dela policia.- Si, si.- se apresuró a responder.- me encuentro perfectamente, ¿sabe cuándo podremos salir de la carretera?- Precisamente por eso venía, quería informarla de que las máquinas quitanieves no circularán hasta mañana temprano, por lo que tendrán que pasar aquí la noche.- Pero eso no puede ser… ¿cómo voy a pasar aquí la noche? Necesito llegar a mi casa.- ¿Está usted enferma o necesita medicación urgente?- No, no es eso, es que tengo un ni
Cinco años antesLa boca de Meg se abrió instintivamente cuando el chico alto y rubio que se había presentado como Levy, posó sus labios sobre los suyos. Levy era atlético, y sus ojos azules habían calentado el interior de Meg desde el primer momento.Era la primera vez que sus amigas y ella se colaban en una fiesta universitaria, y Meg estaba segura de que las pillarían antes de entrar, pero lo cierto es que no fue así. Meg se fijó en Levy en cuanto llegaron, y aunque habitualmente era tímida, esa noche se deshinibió, y se acercó al lugar en el que estaba el chico.Una vez allí, observó como los ojos del chico se posaban en ella, y como su sonrisa se curvaba en una mueca sensual. No era más que un muchacho, pero sus rasgos masculinos volvieron loca a Meg. Se presentaron, hablaron de trivialidades, y diez minutos después, Meg y Levy ya es
En la actualidad - Meg, ¿estás enfadada? Meg volvió al presente cuando se dio cuenta de que llevaba más tiempo sin responder del que habitualmente se considera adecuado, y en ese momento, pensó que tenía que decir algo si no quería despertar todas las alarmas. - No, claro que no, es que no pensaba volver a verte. - Ya, eso me imagino. En cualquier caso, muchas gracias por acogerme. - La policia me ha pedido ayuda, no podía negarme, ¿no? - Bueno, supongo que no cualquier acogería a un desconocido en su furgoneta. - Ya, si, pues yo si que lo he hecho. ¿Tienes hambre? - Lo cierto es que si, apenas pude comer nada al mediodía, y no llevaba nada comestible en el coche. Meg se encaminó al lugar en el que había dejado la bolsa que su madre le entregó cuando estaba a punto de volver a la carretera, y sacó de su interior un par de recipientes llenos de comida, y un termo. Calentó el contenido de las tarter
Levy se despertó antes de que amaneciera, cuando las primeras luces del amanecer comenzaban a insinuarse en horizonte, y rápidamente se dio cuenta de que no estaba en la cómoda cama de su casa. En primer lugar porque el colchón de la cama en la que se encontraba era muy duro, y se le clavaban los muelles en las costillas; en segundo lugar porque una figura femenina se enroscaba a su cuerpo, y él siempre dormía solo.Abrió los ojos muy velozmente, inquieto, y fue consciente de su situación, se había quedado atrapado en la nieve, y la amable Meg lo había acogido en su furgoneta, lo que no tenía claro es como Meg había llegado a entrelazarse con su cuerpo.Estaba rodeándole la cintura con el brazo, y había colado una de sus piernas entre las dos suyas; la cadera de Meg se apretaba contra la suya, y en cuanto notó ese contacto, sintió una erección creciend
Meg viajaba en la furgoneta de rescate, pero su mente estaba muy lejos de allí, estaba perdida en un océano de recuerdos. En su mente se fusionaban imágenes de lo que acababa de suceder minutos antes en su furgoneta, cuando ella, como una estúpida había vuelto a entregarse a Levy, y a punto había estado de acostarse con é; de hecho, de no haber sido por la llegada de la policía, que venía en su rescate, para sacarlos de la nieve; se hubiera entregado al deseo, y hubiera vuelto a cometer el mismo error que ya cometió cinco años atrás.Su mente viajó, sin poder evitarlo, a lo sucedido en el pasado, al momento en el que ella vio su vida cambiar, y dejó de ser una princesa; para convertirse en una pobre empleada de limpieza sin un centavo.Cinco años antesMeg se sentó sobre la taza del wc de su casa familiar, y lloró, sabiendo que estaba amparada p
Ronda había dormido poco, y por eso le molestó profundamente despertarse tan temprano. Entornó los ojos para ver lo que la había despertado, y comprobó que había sido Marlon, que estaba dejando la habitación casi de puntillas.- ¿Te ibas sin despedirte?- dijo Ronda, que acababa de colocarse sobre la cama en una pose sensual, y que con su comentario hizo que el hombre diera un respingo.- Tengo mucho trabajo pendiente, princesa.- Marlon le guiñó uno de sus preciosos ojos azules, y Ronda se derritió.- ¿Estás seguro de que ese trabajo no puede esperar?- dijo ella dando unos golpecitos sobre el colchón.Marlon la miró cargado de lujuria, y Ronda dejó que el fino tirante de su camisón cayera deslizándose por su hombro; uno de sus pechos quedó semi expuesto, y la reacción de Marlon fue instantánea. Cerró la p