Meg se despertó aquel día con olor a café y bacon, y no pudo hacer otra cosa que escuchar el rugido de hambre de su estómago. Se levantó de la cama de un salto, se puso su batín para salir del cuarto, y se sorprendió de que estuvieran cocinando Levy y Ben juntos.- Vaya, mis dos cocineros favoritos, ¿a qué debo la sorpresa?- Menos mal que te has despertado, mamá, creí que llegábamos tarde.- ¿Tarde? Pero ¿adónde podríamos llegar tarde?- Sssshhh- dijo Levy, y Ben se tapó la boca con las manos.- Ahora toca desayunar, y ya sabéis los dos que el desayuno es la comida más importante del día.Meg, que estaba hambrienta después de la noche de sexo salvaje de la que había disfrutado con Levy, se comió todo lo que su marido colocó en su plato, y cuando sintió que ya no podía más, tuvo que pedirle que parara de servir comida.- Si me como una loncha de bacon más, explotaré, eso te lo puedo asegurar.- Bueno, entonces es el momento de que te cambies de ropa, porque nos vamos a un sitio.- ¿Un
Sally salía de su última revisión ginecológica con una sonrisa pintada en el rostro por la noticia de que el bebé que esperaba era una niña, cuando se encontró con Marlon frente a ella.- ¡Marlon! ¡Qué sorpresa verte por aquí! ¿Qué haces por el centro de la ciudad? A ti no te suele gustar caminar por la ciudad.- ¡Oh, vaya! ¿En serio? Ahora me gusta, supongo que es otro cambio que he experimentado desde que salí del coma. ¿Y tú? - He ido al ginecólogo, tenía una cita.- ¡Ah, claro! Espero que estés bien.- Si, es algo rutinario.- Sally iba a callarse en ese momento, pero entonces decidió que Marlon era el padre de su hijo, y que tarde o temprano, descubriría la verdad,así que, apresurada, añadió una frase que cambió la expresión de Marlon.- es que estoy embarazada.- Enhorabuena, aunque bueno, supongo que es una situación agridulce para ti, puesto que el padre del bebé debe de ser Servando. Lamento que hayas tenido que pasar por algo así, te merecías tener un poco más de suerte.- Gr
Un año después- ¡Levyyyyyy!- gritó Meg desde la cocina, para que su marido la escuchara desde la parte de atrás de la casa, donde se encontraba realizando labores de limpieza del jardín y de la piscina. Él acudió corriendo, y entró jadeante en la sala.- ¿Qué ocurre, mi amor?- Siento haberte asustado, es que con esta barriga inmensa no soy capaz de abrocharme las zapatillas, y es el único calzado que aún puedo ponerme. Además, tu hermano y Sally deben de estar a punto de llegar, y no quiero que me vean descalza.Meg se señaló la hinchada barriga de embarazada, y Levy le sonrió comprensivo; estaba bastante quejica, y le pedía muchas cosas, pero a él no le importaba, porque disfrutaba de ver aquel vientre hinchado, aún cuando agriara un poco el carácter de su esposa.-Es que no entiendo porqué los has invitado a comer cuando estás a menos de dos semanas de tu fecha de parto, ya sabes que en los embarazos múltiples es difícil llegar hasta la última semana.- Pero, cariño, Sally me dijo
Ronda llevaba más de un año sin saber nada de Andy Mc Abott, ni siquiera las funcionarias de prisiones se habían prestado a darle ninguna información sobre él, por lo que lo imaginó fuera de aquella prisión, viviendo su vida, sin acordarse de la egoísta Ronda que lo había seducido para conseguir privilegios, y después había terminado por caer en su propia trampa.Aquel día, que para Ronda era como cualquier otro, cambió cuando recibió una carta que no esperaba. No es que recibiera mucha correspondencia, pues ni su familia, ni sus antiguos amigos querían saber nada de ella, ahora que había caído en desgracia. Así que cuando le entregaron el pulcro sobre blanco sin remite, lo abrió cuidadosamente, y sacó de su interior dos cuartillas escritas con tinta azul, y exquisita caligrafía.“Querida Ronda. He necesitado que pasara un año entero para que mi alma te perdonara, y ahora sé que no eres del todo culpable de lo sucedido. Yo me dejé engatusar, caí en tus redes, aún cuando sabía que eras
El despertador de Meg sonaba con su estridente melodía, y la pobre chica, que estaba agotada, porque la noche anterior se había quedado estudiando hasta la madrugada, se levantó, y lo apagó. Como cada día, eran las cinco de la mañana, y al igual que cada día, el frío golpeó a Meg que estaba aún adormilada, y no era consciente de que no había encendido la calefacción porque no le quedaba suficiente dinero hasta final de mes.Se duchó rápidamente, se puso su uniforme de limpiezas Carol’s, y tomó al pequeño Ben en brazos, aún profundamente dormido. Ben, que ya tenía cuatro años, era su alegría de vivir, aún cuando pasaran penalidades y ella tuviera que hacer horas extra en la empresa de limpieza, se sentía feliz de que el pequeño Ben hubiera llegado a su vida.Cargó con él hasta el piso que est
Levy llevaba al menos una hora subido en su bicicleta estática, mirando como amanecía tras el inmenso ventanal de su moderno apartamento del centro de la ciudad. Sentía el sudor corriendo por su espalda, por su frente, e incluso se le metía en los ojos, obligándolo a pestañear; pero nada de eso le importaba. Necesitaba quemar calorías, liberar tensión, y sentir el ardor en sus músculos antes de ducharse y acudir a la cita que su padre le había impuesto esa mañana.Levy Gordon I, es decir, el padre de Levy, le había pedido que llevara el nuevo contrato a una de las cooperativas de lasque mayores beneficios obtenían, y él sabía que habría problemas. El contrato nuevo era mucho más exigente, y él sabía que en aquella cooperativa, los agricultores no tenían demasiado dinero, y dependían de sus cultivos para sobrevivir. Así se lo
Varias horas después Meg se frotó los riñones con las manos, intentando calmar el dolor que sufría. Había pasado cinco horas limpiando los baños de aquellas oficinas, y lo cierto es que estaba absolutamente agotada. Se dio prisa en recoger sus cosas, y cuando llegó a la calle, vio que la furgoneta de su jefe ya la estaba esperando.- Hola Mike, ¿llevas mucho esperando?Mike, que tenía pocos años más que Meg, era el hijo del jefe de la empresa de limpiezas, y era el encargado de llevar a los trabajadores de su padre de una ubicación a otra. Aunque tenía un carácter gruñón, y pocas veces estaba de buen humor, lo cierto es que a Meg le caía bien, y le gustaba conversar con él.- No, Meg, acabo de aparcar, de hecho estaba a punto de ir a por un café, pero has llegado más pronto de lo que pensaba.- ¿Quieres que vay
Levy miró su reloj de pulsera, y vio que se había entretenido dos horas más de lo previsto, maldijo entre dientes y decidió que tenía que finalizar aquella reunión cuanto antes si quería llegar a su propia fiesta de compromiso.- Señores.- dijo con su profunda voz.- sé que esperaban a mi padre, pero les aseguro que he recibido instrucciones precisas por su parte, y si no desean firmar, les ruego que me lo digan.- Levy, muchacho, no te pongas así.- dijo uno de los hombres más mayores.- es solo que estos asuntos los manejaba siempre tu padre.Levy los miró con el ceño fruncido, y rezó en su interior porque su expresión facial mostrara una seguridad que realmente no sentía. Su padre, que había acudido esa mañana a una cita muy importante, le había pedido que se encargara de cerrar ese trato en su pueblo natal; una pequeña loca