Después de llevar una hora circulando muy lentamente ir la autopista, el coche de Levy patinó, y a punto estuvo de golpearse con el guardaraíl; afortunadamente, pudo controlarlo y de ese modo volver a la carretera. Aunque todo fue en vano, pues pocos kilómetros mas adelante se encontró con varios vehículos detenidos, que no podían continuar debido a varios accidentes que dificultaban la circulación.
Levy se bajó del coche, y se acercó a la ventanilla del coche que se encontraba justo delante del suyo, era un viejo utilitario de color rojo, carcomido por el sol, que conducía una mujer muy mayor, tanto que a Levy le pareció que no tenía edad para conducir, pero prefirió guardar silencio. La mujer abrió la portezuela del coche, y lo miró con ojillos reprobadores, lo que Levy supuso que se debía a que la había obligado a abrir la puerta, y sentir el frío que se colaba por allí.
- ¿Qué quiere joven?- dijo con una voz aguda que retumbó en los oídos de él.
- Buenos días, señora. Quería preguntarle si tiene un teléfono móvil con batería, pues necesito hacer una llamada, y el mio no tiene batería.
- ¡Joven!- exclamó la anciana con un vigor poco propio de una mujer de su edad.- ¿cómo puede salir a la carretera con un temporal como éste sin cargar su teléfono?
El hecho de que aquella mujer de cabello cano, y mejillas arrugadas lo reprendiera por haberse quedado sin batería en el teléfono, llamó la atención de Levy, e incluso se sonrojó ligeramente.
- Lamentó haberla molestado.
Y cuando ya se estaba dando la vuelta, y trataba de avanzar en dirección a su coche, la mujer le dio unos golpecitos en la espalda, para reclamar su atención.
- Use usted mi teléfono, joven, y la próxima vez sea más previsor, podría meterse en problemas si se queda aislado en una carretera con menos coches.
Levy cogió el teléfono que le tendía, lo abrió con las manos temblorosas por el frío, y pulsó el número fijo de su casa familiar, era el único que se sabía de memoria. Tardaron un poco en responder, y Levy temió que todos estuvieran demasiado ocupados para coger el teléfono.
- Residencia Gordon, buenas tardes, ¿con quién hablo?
Levy reconoció inmediatamente la pomposa voz de la jefa de criadas, y por primera vez en su vida, se alegró de escucharla, pues normalmente oía su voz cuando quería regañarlo por alguna cosa.
- Rosaura, soy Levy, ¿puede decirle a mi madre que se ponga? Necesito hablar con ella.
- La señora está muy ocupada, señorito Levy, no sé si podrá atenderlo en este momento.
- Por favor, Rosaura, dígale que es de vida o muerte, realmente necesito ponerme en contacto con ella.
Rosaura dejó el teléfono sobre la repisa de mármol que Levy conocía a la perfección, y se fue en busca de su madre. Él aguardó unos segundos, hasta que finalmente escuchó al otro lado la voz de la mujer.
- Levy, estoy muy ocupada, ni te imaginas lo que ha sucedido, los del catering dicen que solo pueden mandarnos a tres camareros, porque los demás se han quedado atrapados en no sé que tormenta…
- Mamá.- dijo Levy cortando la incansable retahíla de palabras que salía por la boca de su madre.- escúchame, por favor.
- Dime, hijo, ¿no te sentará mal el traje? Estoy segura de que no te lo has probado, a pesar de que pedí que te lo enviaran hace más de una semana.
Levy se mordió el labio, impaciente, y pensando que ciertamente no se había probado el traje que su madre había envíado a su apartamento.
- Mamá, no te llamo por el traje, te llamo porque estoy atrapado en la autopista y no sé a que hora llegaré.
- Pero ¿qué dices? ¿Qué haces en la autopista?
- Papá me pidió que acudiera a la firma de un contrato, se me hizo tarde y ha comenzado a nevar con mucha fuerza, y por tanto, me está costando más de lo normal llegar a la ciudad.
- Pero, Levy, ¡no puedes hacer ésto! Es tu fiesta de compromiso, ¿qué van a decir los Ruthmore?
Levy no dijo nada, pero pensó que los Ruthmore no dirían nada por su ausencia, eran una familia enriquecida por la patente de un nuevo modelo de limpiadoras industriales, que se habían esforzado en mostrar su nuevo estatus mediante la adquisición de costosas propiedades, y estableciendo relaciones con las familias más poderosas, como la suya. Por tanto, el hecho de que su hija Ronda se casara con un heredero, suponía un avance en su escalada social, y si Levy no se presentaba a la fiesta, no dirían nada, porque preferían un yerno ausente, que uno pobre.
- ¿Me estás escuchando?- gritó su madre al otro lado.
- Mamá, llegaré cuando las condiciones de la carretera sean óptimas, no puedo hacer otra cosa ahora mismo.
Levy fializó la llamada, enfadado porque a su madre le interesara más su presencia en la fiesta que la posibilidad de que sufriera un acciedente en la carretera, y se lo devolvió a la buena mujer que se lo había prestado. Se dio la vuelta para regresar a su propio coche, y mientras caminaba, imbuido por la furia que la conversación le había generado, resbaló, hizo aspavientos para intentar recuperar el equilibrio, y al final, e inevitablemente, acabó tendido sobre el asfalto.
- ¿Señora? ¿Se encuentra usted bien?Meg se sbresaltó al escuchar el sonido seco de los nudillos golpeando la ventana de su furgoneta. Ella llevaba ya un buen rato detenida, y había señalizado su posición, ya que la furgoneta era blanca, y temía que no la vieran. Se asomó, y se alarmó al ver que se trataba dela policia.- Si, si.- se apresuró a responder.- me encuentro perfectamente, ¿sabe cuándo podremos salir de la carretera?- Precisamente por eso venía, quería informarla de que las máquinas quitanieves no circularán hasta mañana temprano, por lo que tendrán que pasar aquí la noche.- Pero eso no puede ser… ¿cómo voy a pasar aquí la noche? Necesito llegar a mi casa.- ¿Está usted enferma o necesita medicación urgente?- No, no es eso, es que tengo un ni
Cinco años antesLa boca de Meg se abrió instintivamente cuando el chico alto y rubio que se había presentado como Levy, posó sus labios sobre los suyos. Levy era atlético, y sus ojos azules habían calentado el interior de Meg desde el primer momento.Era la primera vez que sus amigas y ella se colaban en una fiesta universitaria, y Meg estaba segura de que las pillarían antes de entrar, pero lo cierto es que no fue así. Meg se fijó en Levy en cuanto llegaron, y aunque habitualmente era tímida, esa noche se deshinibió, y se acercó al lugar en el que estaba el chico.Una vez allí, observó como los ojos del chico se posaban en ella, y como su sonrisa se curvaba en una mueca sensual. No era más que un muchacho, pero sus rasgos masculinos volvieron loca a Meg. Se presentaron, hablaron de trivialidades, y diez minutos después, Meg y Levy ya es
En la actualidad - Meg, ¿estás enfadada? Meg volvió al presente cuando se dio cuenta de que llevaba más tiempo sin responder del que habitualmente se considera adecuado, y en ese momento, pensó que tenía que decir algo si no quería despertar todas las alarmas. - No, claro que no, es que no pensaba volver a verte. - Ya, eso me imagino. En cualquier caso, muchas gracias por acogerme. - La policia me ha pedido ayuda, no podía negarme, ¿no? - Bueno, supongo que no cualquier acogería a un desconocido en su furgoneta. - Ya, si, pues yo si que lo he hecho. ¿Tienes hambre? - Lo cierto es que si, apenas pude comer nada al mediodía, y no llevaba nada comestible en el coche. Meg se encaminó al lugar en el que había dejado la bolsa que su madre le entregó cuando estaba a punto de volver a la carretera, y sacó de su interior un par de recipientes llenos de comida, y un termo. Calentó el contenido de las tarter
Levy se despertó antes de que amaneciera, cuando las primeras luces del amanecer comenzaban a insinuarse en horizonte, y rápidamente se dio cuenta de que no estaba en la cómoda cama de su casa. En primer lugar porque el colchón de la cama en la que se encontraba era muy duro, y se le clavaban los muelles en las costillas; en segundo lugar porque una figura femenina se enroscaba a su cuerpo, y él siempre dormía solo.Abrió los ojos muy velozmente, inquieto, y fue consciente de su situación, se había quedado atrapado en la nieve, y la amable Meg lo había acogido en su furgoneta, lo que no tenía claro es como Meg había llegado a entrelazarse con su cuerpo.Estaba rodeándole la cintura con el brazo, y había colado una de sus piernas entre las dos suyas; la cadera de Meg se apretaba contra la suya, y en cuanto notó ese contacto, sintió una erección creciend
Meg viajaba en la furgoneta de rescate, pero su mente estaba muy lejos de allí, estaba perdida en un océano de recuerdos. En su mente se fusionaban imágenes de lo que acababa de suceder minutos antes en su furgoneta, cuando ella, como una estúpida había vuelto a entregarse a Levy, y a punto había estado de acostarse con é; de hecho, de no haber sido por la llegada de la policía, que venía en su rescate, para sacarlos de la nieve; se hubiera entregado al deseo, y hubiera vuelto a cometer el mismo error que ya cometió cinco años atrás.Su mente viajó, sin poder evitarlo, a lo sucedido en el pasado, al momento en el que ella vio su vida cambiar, y dejó de ser una princesa; para convertirse en una pobre empleada de limpieza sin un centavo.Cinco años antesMeg se sentó sobre la taza del wc de su casa familiar, y lloró, sabiendo que estaba amparada p
Ronda había dormido poco, y por eso le molestó profundamente despertarse tan temprano. Entornó los ojos para ver lo que la había despertado, y comprobó que había sido Marlon, que estaba dejando la habitación casi de puntillas.- ¿Te ibas sin despedirte?- dijo Ronda, que acababa de colocarse sobre la cama en una pose sensual, y que con su comentario hizo que el hombre diera un respingo.- Tengo mucho trabajo pendiente, princesa.- Marlon le guiñó uno de sus preciosos ojos azules, y Ronda se derritió.- ¿Estás seguro de que ese trabajo no puede esperar?- dijo ella dando unos golpecitos sobre el colchón.Marlon la miró cargado de lujuria, y Ronda dejó que el fino tirante de su camisón cayera deslizándose por su hombro; uno de sus pechos quedó semi expuesto, y la reacción de Marlon fue instantánea. Cerró la p
Meg llegó a casa completamente exhausta. El vehículo de rescate los dejó en un punto del centro de la ciudad, pero debido a la enrome nevada que había caído durante toda la noche, el autobús, que era el único medio para llegar a su casa, no funcionaba, y por tanto, le tocó caminar durante más de una hora, hasta que al fin se adentró en el barrio de las afueras en el que Ben y ella vivían.Subió las escaleras del edificio contenta, esperando ver a su hijo, y en cuanto llegó al piso en el que se encontraba su pequeño apartamento, llamó a la puerta de Emma, su vecina.Emma apareció en el quicio de la puerta medio adormilada, y Meg se sintió mal por haber interrumpido su descanso, supuso que como el clima era tan malo esa mañana, Emma habría aprovechado para descansar, y dormir más de lo que habitualmente podía.- ¡
Cinco años antesDespués de la visita que Meg hizo al ginecólogo, ocultó su estado tanto tiempo como pudo, tenía miedo de que el doctor Cooper les hablará a sus padres de los planes que tenía para su bebé; pero a la vez se sentía tan asustada, que decidió acudir en busca de Levy, y pedirle que la ayudara con su futuro hijo.No le resultó fácil encontrarlo, pues no tenía muchos datos sobre el paradero del chico que la había dejado embarazada. Al final, decidió acudir al piso en el que lo conoció, y allí se topó con la señora de la limpieza, que le dijo que no conocía a ningún Levy.Ella le dejó una nota para que se la entregara a cualquiera de los inquilinos de aquel piso de estudiantes, suponiendo que ellos si que debían de cono