«Para nosotros la familia es lo primero e Isabelle atentó contra ese código»Las palabras que Isabelle escuchó de labios de su primo, mientras conversaba con Lía, no dejó de atormentarla, ni el paso de los meses lograron apartar la sensación de dolor que la embargaba. Para su familia, ella era, de lo peor, la causante de todo el desastre. Si tan solo le hubiese preguntado, si su padre o madre le hubiese dado la oportunidad de hablar, de explicarse.Ella negó, no tenía sentido lamentarse ahora por lo sucedido, solo le quedaba seguir adelante. Sobre todo, ahora que Leandro se mostraba emocionado por la llegada del bebé. Isabelle acarició su vientre de siete meses y no pudo evitar que una ligera sonrisa se dibujara en su rostro. No importaba que la familia Giordano le mostrara su desprecio abiertamente, si ella y Leandro se lo proponían, con el tiempo podrían consolidar su relación, quizá enamorarse y tener más hijos…—Luces muy feliz —observó Sophia, sentándose a su lado. Esta vez la re
—¡Isabelle!Ella escuchó el grito desesperado, sintió como su cuerpo era sacudido por alguien, pero era imposible abrir los ojos. El dolor que laceraba su cuerpo era tal, que morir era preferible.Una parte de ella ardía. Sentía que se quemaba en medio de un fuego voraz, no tenía idea de lo que era, pues se sentía cada vez más cerca de la oscuridad. Una oscuridad que la tentaba, ofreciendo paz y tranquilidad. Una paz que no sentía desde hacía mucho tiempo, era seductora y reconfortante. Era como el abrazo que estuvo deseando todo este tiempo de sufrimiento y que no encontró, ni en su familia, ni en los brazos de su esposo.La oscuridad era un hermoso consuelo y ella no tenía motivos para no dejarse seducir por ella, así que, no hizo nada para resistirse y dejó que la envolviera en su halo gris que la cubrió de pies a cabeza…El sonido estrepitoso del teléfono la hizo reaccionar, Isabelle parpadeó varias veces, encontrándose con su reflejo en el espejo. De repente se sintió aturdida, p
—¡Isabelle!El corazón le dio un vuelco al escuchar el grito de Leandro, estaba sorprendido. ¡Era lógico que lo estuviera! Él iba a casarse con Sophia ese día.—¿Qué demonios haces aquí? —le cuestionó; no obstante, Isabelle no le respondió. Ella estaba demasiado asustada al darse cuenta de la realidad y de lo que había hecho. Se levantó y con rapidez tomó sus prendas para huir al cuarto de baño. El corazón le latía tan deprisa que lo sintió en la garganta. Tenía que estar soñando, esto que le estaba pasando solo era una pesadilla, no podía ser verdad. ¡Se negaba a aceptarlo!—¡Sal de ahí, Isabelle! ¡Tienes que darme una maldita explicación!Ella tembló al escuchar el grito de Leandro y los golpes a la puerta del cuarto de baño. ¿Explicarle? ¿Qué clase de explicación iba a darle para justificar su presencia en la habitación? Dudaba que Leandro creyera que todo había sido un error. ¡Era un error!—Abre, Isabelle, o te juro que… —Ella abrió la puerta, sentía un nudo apretarle la garganta
«Por fin despiertas, Isabelle»Isabelle abrió los ojos, el tono severo de su madre le causó un escalofrío y el dolor de cabeza aumentó.—Mamá —musitó, viéndola de brazos cruzados delante de ella.—¿Eso es todo lo que tienes que decir, Isabelle? ¿Tienes idea de la vergüenza y la humillación que nos has hecho pasar a tu padre y a mí? —le cuestionó con rudeza.Isabelle se mordió el labio para no echarse a llorar.—Lo siento —dijo, levantándose de la cama y sin ver el rostro enojado de Anna.—¿Lo siento? ¡Por Dios, Isabelle! ¡Un maldito lo siento, no arreglará lo que has hecho! ¿Cómo fuiste capaz de acostarte con el novio de tu prima? ¿Cómo fuiste capaz de gritarlo a los cuatro vientos delante de tanta gente? La joven tembló.—No fue mi intención, mamá, no era eso lo que deseaba. Yo, puedo explicarlo, por favor, escúchame. —¿Explicar qué? Te acostaste con Leandro la noche antes de la boda, ¿qué explicación quieres darme, Isabelle?—No sabía que era Leandro, mamá, por favor, es
«¡Se casará!» «¡Se casará!»Isabelle no había podido olvidar las palabras de su padre, había pasado alrededor de ochos semanas en las que Leandro no dio señales de vida. En el fondo continuaba rezando para qué que no apareciera. Aunque su padre se había encargado de darle la noticia a la familia Giordano, tampoco hicieron acto de presencia.—Lo siento, pequeñín —musitó tocando su vientre. Había una ligera curva en su cuerpo que disimulaba con ropa holgada, estaba por finalizar el primer trimestre de su embarazo y ni siquiera sabía cómo sentirse al respecto. ¿Eso le hacía ser una mala persona? No podía sentirse emocionada ante la llegada de su bebé, porque sus destinos eran inciertos. Sumida en sus pensamientos caminó por el pasillo hasta bajar a la sala, quería hablar con su madre, aunque la relación con ella no era mejor que la que tenía con su padre. Tenía la esperanza de que, como mujer y madre, la entendiera. Ella podía merecerse el infierno por sus pecados, pero su bebé era t
«La boda ya tiene fecha, será en dos días»El vacío constante en la boca del estómago se le hizo más grande. Isabelle trató de no reaccionar ante la noticia, nada ni nadie iba a impedir que esa boda tuviese lugar. Tampoco esperaba que alguien hiciera algo. Estaba condenada.—Isabelle…—Lamento todo lo que te he hecho pasar, mamá. Perdóname por haberme convertido en un motivo de vergüenza y decepción para ti y para mi padre. Por ser el motivo de que nuestra familia esté enfrentada de esta manera.—Hija…—Quiero estar sola, mamá.—Pero tienes una cita hoy con la doctora, tu abuela dijo que pasaría por ti.Ella asintió, aunque su madre había cambiado un poco, aún no era capaz de ser ella quien la llevara al médico. Si no fuera por su abuela Verónica, no tendría idea de lo que tenía que hacer para cuidar de su embarazo.—Estaré lista para cuando ella venga —respondió secamente, levantándose de la silla para dirigirse al cuarto de baño y bajo la protección de la lluvia artificial,
Isabelle miró la hora en el reloj sobre la mesita de noche, era más de la una de la mañana y Leandro no había regresado. Era su noche de bodas y no esperaba pasarla entre los brazos de su esposo, pues su matrimonio solo era una mentira para cubrir las apariencias y salvaguardar el orgullo de sus familias. ¿Qué tan difícil era para Leandro cooperar un poco? Después de todo, él pudo negarse a la boda, tenía más posibilidades de marcharse, tenía dinero, mientras ella aún dependía económicamente de sus padres.El sonido del móvil la sacó de sus pensamientos, no esperaba recibir ninguna llamada a esa hora de la madrugada, pero frunció el ceño al darse cuenta de que se trataba de Allegra, su suegra. Por un momento dudó en atender, ¿qué pasaba si le preguntaba por Leandro? Sin embargo, ante la insistencia del aparato, no tuvo más remedio que atender.—Aló.—Gracias al cielo, Isabelle, ¿cómo estás?La pregunta la sorprendió, era la primera vez que su suegra la llamaba para preguntarle cómo es
Isabelle volvió a casa. La casa que sus padres le habían dado como regalo de bodas. ¿Era un premio de consolación? ¿Un descargo para su conciencia? No tenía idea y tampoco quería pensar más en eso.Se sentía cansada física y emocionalmente, tanto que, si no fuera por su bebé, no sabría qué locuras hubiese hecho. Pero ella no era débil como creían y tampoco era una mujer malvada. Su único pecado era haber confiado en la persona equivocada y ya estaba pagando caro por su error.—Lo siento, mi pequeño, lamento haberte condenado a todo esto. No he podido darte un solo minuto de felicidad; pero te prometo que, a partir de ahora, seremos felices, sin importar nada más. Tú serás mi prioridad, viviré para hacerte feliz —susurró, acariciando su vientre y así lo hizo.Isabelle cumplió su palabra y no volvió al hospital, tampoco llamó para preguntar por la salud de Leandro, se ocupó de ordenar y de decorar la pequeña casa que sería su hogar y el de su hijo.Quería que fuese un lugar cálido para