Darme de baja y dejar la universidad mientras estudiaba medicina con 26 años fue lo más fuerte que me ha sucedido en la vida en el aspecto académico. Mi meta era llegar a tener un doctorado. Dejar la universidad por la carga académica ya que mi cuerpo y ansiedad no podía más con la carga. Pensé que era una persona capaz…
—Buenas, ¿tiene esta blusa de tamaño mediano? — cuestiona una señora con cariño mientras yo doblaba ropa.
—Claro, ahora le verifico. — sin más dejo de hacer mi trabajo y me concentro en la clienta.
Gracias a Dios conseguí trabajo bastante rápido. No me da mucho dinero como para pagar mi apartamento, pero me ayuda para no gastar rápidamente mis ahorros. Me quedan 8 meses de contrato con ese apartamento y volveré a vivir con mis padres. Si pudiera conseguir otro trabajo…
—Aquí tiene. — le doy la blusa a la señora la cual responde con una sonrisa y un agradecimiento.
Este es mi primer trabajo… fuera de los negocios familiares. Me acerco a mis compañeras de piso que se encuentran en el área de liquidación. Lugar más desordenado de la tienda que cada cinco minutos tienes que echar un ojo para ver si esta desordenado.
—Buenas. —saludo de forma tímida, la cuales responden con mucha energía.
Sigo mi trabajo cerca de ellas en silencio, no soy una persona que se entrometa en la vida de los demás. Solo quiero hacer mi trabajo y ya. Además, me siento muy abochornada por lo sucedido en la universidad. Todavía no lo supero…
—April, ¿Qué estudiaste? — cuestiona una de mis compañeras, Joelian, con curiosidad dejándome algo incomoda.
—Hice un bachillerato en Ciencia en biomédica. — respondo con sencilles.
—Joelian, no me digas que sigues buscando maestros para tu compañía de tutorías. — acusa otra compañera haciendo que Joelian ría, pero la ignora.
—Eso quiere decir que tienes bastantes créditos en matemáticas, ¿no? — vuelve a preguntar concentrada en mí.
—Bueno tome hasta calculo uno… — respondo encogiéndome de hombros.
—¿No te interesaría trabajar como maestra en el colegio más prestigioso de esta ciudad? — vuelve a cuestionar, dejándome atenta.
¿Otro trabajo? Es lo que necesito para poder mantenerme con vida hasta julio en esta gran cuidad. La miro esperanzada, pero es una gran responsabilidad. La última vez que tuve una gran responsabilidad mi cuerpo se desplomo de tanta ansiedad.
—¿Matemáticas? — contesto con otra pregunta no muy segura, me responde rápido pero no la escucho.
Las matemáticas y yo no nos llevamos muy bien. Aunque una tía que fue maestra de esa materia siempre me decía que las matemáticas se llevaban conmigo, pero yo no con ellas. Si, salía bien en las clases de matemáticas, pero son un peso para mí. Y no me gusta socializar con las personas y menos con niños…
—Se te pagará $30 la hora… — mi atención rápido se centra en Joelian al escuchar cuanto me van a pagar, ahora mismo solo me pagan nueve la hora.
—Acepto. — respondo rápido, tengo que admitir que el dinero es mi debilidad. —Pero ¿Cómo sería? — cuestiono al ver que respondí muy rápido interrumpiéndola en lo que estaba diciendo, para disimular que no es por el dinero.
Por eso mismo quise estudiar medicina y por eso aprendí a la mala que no puedo escoger mi profesión basándome en cuanto voy a ganar. Pero aquí estoy… aceptando un trabajo que no se si me gustará por el dinero. ¿Pero cómo sabre lo que me gusta si no experimento cosas nuevas?
—Vas a dar tutorías durante el programa de clase y fuera del horario si así lo deseas. — explica para luego decirme los documentos que le tengo que dar para solicitar para el trabajo.
—¿Qué grados voy a dar mi servicio? — interrogo para saber dónde voy a meterme.
—Eso te lo diré luego de que me traigas los documentos, tiene que ser lo más pronto posible.
Seguimos haciendo nuestro trabajo antes de que pasaran a los supervisores a dar su ronda para ver que el piso esta ordenado. Me siento emocionada, al fin llega una gran oportunidad de trabajo para seguir manteniéndome y lo mejor es que puedo darme unos pocos lujos. Solo espero que me guste…
—Hola mami, bendición. — saludo desde mi celular cuando responde mi madre. —Tengo una gran noticia. — camino bajo la noche hacia mi carro, el mall está vacío ante el cierre de las tiendas.
—¿Cómo estas mi amor? ¿Te sientes mejor de tus ataques de pánico? — cuestiona preocupada a lo que suspiro.
—Si, gracia a Dios se me fue luego de encontrar este trabajo. — respondo. —Hablando de trabajo, me ofrecieron trabajar como maestra en un colegio prestigioso. — informo para luego escuchar un gritito de emoción.
—Sabía que todo iba a caer en su lugar. Eres una chica buena, responsable, respetuosa. ¿Maestra de qué? — pregunta intrigada.
—Matemáticas. — respondo insertando las llaves en la cerradura de mi carro, escucho como ríe. —Si, lo se.
—No puedes escapar de las matemáticas April. — declara a lo que gruño montándome en el auto, lo enciendo y espero a que caliente.
Estudio mi alrededor, después de todo es una gran ciudad peligrosa. Muevo mi pie ansioso de que caliente el carro para irme a mi apartamento. Siento como mi corazón empieza a latir rápido haciendo saber de qué la ansiedad está aumentando.
—Si, pero me pagaran treinta la hora. Perfecto para sobrevivir hasta julio. — informo sin importar que daré clases de matemáticas.
—Esta bueno, también te ayudara a superar tu ansiedad social, adquirir experiencia y estar en el mundo de los adultos. — se entromete mi padre en la conversación de mi madre y yo.
—Lo se. — respondo con pesar.
El carro ya ha calentado y sigo mi camino hacia mi apartamento. Sigo hablando con mis padres informándole de mi día aburrido y los papeles que tengo que buscar. Al entrar a la urbanización que se encuentra mi apartamento noto como el carro que está detrás de mi toma una foto con su celular haciéndome sentir incomoda. No les aviso a mis padres, ya que tal vez sean cosas mías. Mi ansiedad no la tengo contralada…
—Bueno, los dejo estoy ya llegue. — aviso al estacionar mi carro al frente de la iglesia.
—Te amamos, cuídate, hablamos mañana. — se despiden cariñosos como todas las noches que los llamo cuando salgo del trabajo.
Salgo del auto sin antes cerrarlo con seguro, miro a mi alrededor como siempre. No es real que te siguen, April, pienso para mi misma aplicando el método que me enseño la psicóloga. Padezco de ansiedad social, me vine a enterar cuando me quité de la universidad luego de los ataques de pánico. Antes no era así… era segura. Si tenía la ansiedad, pero la normal. Todo exploto cuando empecé a estudiar medicina.
Entro a mi apartamento, no es gran cosa. Es chiquito, tiene lo necesario, caminas 20 pasos y ya estas al final del apartamento… es oscuro no entra luz. Muevo mi cabeza alejando esos pensamientos, tengo que pensar positivo. Antes de dormir trato de buscar los documentos que me pidió mi compañera para aplicar al trabajo. Solo me faltaría sacar los antecedentes penales, ley 300 y un certificado que diga que tengo los créditos necesarios para ser maestra de matemáticas.
Miro el techo del apartamento, hace calor y mis pensamientos están a mil por hora… otra vez mi corazón empieza a latir rápido y me inunda las ganas de llorar junto al temblor de mi cuerpo. Trato de aplicar el método de respiración y de detener mis pensamientos con preguntas. Miro a mi lado que esta el reloj y marca que son las tres de la mañana.
—Mierda, es tarde y no puedo dormir. — comento. —Maldita ansiedad. — maldigo girándome y contando hasta que me duermo.
Un día después:
Escucho como mi celular suena levantándome, son las nueve de la mañana. Me encuentro con el número de Joelian. Aclaro mi garganta y pienso que decir para contestar la llamada.
—Buenos días, Joelian. — respondo con la mejor energía posible.
—Hola April, buenos días. Quiero informarte que hable con el director de la escuela y quiere entrevistarte. ¿Puedes mañana a las nueve de la mañana? — pregunta, escucho como como en su fondo están hablando personas.
—Claro. — respondo. —¿Tengo que llevar algo? — interrogo mientras mis manos tiemblan.
—No. ¿Encontraste los papeles que necesito? — escucho como mueven papeles.
—Si, solo me faltarían los que tengo que buscar en los departamentos de justicia y educación. — contesto.
—Perfecto, te voy a enviar un email para que envíes lo que tienes ahora. — hago un sonido de que la escuche. —Cualquier cosa te llamo, chao. — y sin más cuelga.
Inhalo y exhalo tratando de tranquilizar la ansiedad, para mi antes esto eran nervios. Me dispongo a bañarme y prepararme mentalmente para ir a los departamentos respectivos para pedir los papeles. Me llega el email de Joelian y envió los documentos solicitados que tengo.
Salgo hacia donde necesito buscar los demás documentos sin desayunar, es una costumbre desde que estudiaba medicina. Me acerco donde se encuentra un guardia, recito lo que voy a decir en mi mente.
—Buenos días, vengo para sacar la ley 300 y los antecedentes penales. — informo.
Así paso mi día llenando documentos y terminé cenando en mi apartamento. No tengo dinero que gastar por ahora. De todos modos, tengo que volver mañana luego de la entrevista para buscar los documentos.
Me siento en mi escritorio viendo todos los papeles de mis estudios, los boto todos y empiezo a recoger mi apartamento. Por alguna razón no me puedo quedar haciendo nada o sino mis pensamientos se apoderan de mí hasta llegar al punto de estar tirada en el suelo sin poder moverme.
Busco información del colegio donde voy a trabajar, si es que uno de alto calibre. Van hijos de doctores, políticos, empresarios, entre otros. Suspiro pensando si daré el calibre para dar clases ahí, pero debo confiar en mí misma. Otra vez se me hace difícil dormir…
Al día siguiente:
La alarma suena a lo que me preparo para la entrevista, me maquillo de forma natural y me visto de forma profesional. No desayuno nuevamente, por la ansiedad y los nervios soy capaz de vomitar. Busco en el GPS como llegar al colegio, entra un pensamiento de que pensaran al ver mi carro del 2006 esos maestros que ganan treinta la hora. No… no puedo permitir esos pensamientos. Estoy para conseguir ese trabajo sí o sí.
Llego al colegio, me sorprendo ante lo grande y moderno que es. Noto que hay carros como BMW, Mercedes y que se yo que cosas más… no soy amante de los carros ya que me lleven de un lugar a otro soy feliz. Me estaciono lejos como de costumbre. Marco el número de celular de Joelian, nuevamente pienso lo que voy a decir antes de que conteste.
—Hola. — contesta con su energía de costumbre.
—Buenos días, llamo para informarte que estoy en el colegio. — aviso mirando a mi alrededor, noto como hay un niño escondiéndose detrás de un árbol fuera del colegio.
—Llego en diez minutos. — informa a lo que hago un sonido de afirmación y cuelga.
Pienso si bajarme del carro, pero mi cuerpo se mueve solo. Salgo del auto y observo como sigue el niño escondiéndose, creo que hasta esta llorando. Me acerco donde el niño con timidez, no quiero asustarlo.
—Hola. — saludo casi inaudible, pero me llega a escuchar ya que se esconde mejor. —Esto… estoy solicitando para trabajar aquí y no se dónde queda la oficina del director. Sería bueno que alguien me ayudara, necesito un héroe. — escucho como limpia sus mocos y sus lágrimas, se enfrenta a mí a lo que sonrió victoriosa.
—Y yo necesito una heroína. — informa haciendo que lo mire curiosa.
—¿Yo? — cuestiono mirando a mi alrededor para luego señalarme. —No soy una heroína. — respondo a lo que al niño nuevamente se le empiezan a llenar los ojos de lágrimas y arruga su cara a punto de volver a llorar. Mierda, se me olvida no ser tan sincera, no tomar las cosas literalmente y tener filtro. —Lo siento, pero si quieres te puedo ayudar en lo que desee. — comento para que no estalle a llorar. —Citaron a mi papa por mis malas calificaciones, se va a matar. Tendré su trabajo en un futuro y no puedo sacar malas notas. — explica caminando lentamente hacia mí. —Este verano fui a estudiar por mis pasadas malas calificaciones, no puede jugar o salir. Ahora otra vez, es capaz de enviarme lejos y no quiero. — llora para después abrazarme hundiendo su cabeza en mi vientre. Aguanto las ganas de separarlo, mientras estudiaba me di cuenta de que no me gusta tocar a la gente o que ellos me toquen. Creí que era algo normal cuando mis compañeros me abrazan y yo solo me mantenía conge
—Nathan, he estado esperando por ti desde las siete de la mañana. — nos interrumpe un señor de tes trigueña y calvo algo molesto. —Lamento la tardanza, Cabrera. — el hombre se aleja de mi centrándose en el señor acomodando su ropa haciendo que vuelva a respirar. —¿Usted es? — pregunta Cabrera señalándome. —¡director Cabrera! — grita emocionada Joelian corriendo hacia nosotros con muchos papeles los cuales se les caen al suelo Me acerco a ella para ayudarla tomando los papeles y poniéndolos en orden, esquivo como toda una atleta la mirada del señor Domenech. El director gira sus ojos, como si Joelian fuera un peso para él haciendo que me moleste. Ya puedo ver la atmosfera toxica que rige en este instituto y yo soy una joven inocente que no tiene malicia aquí. Estaré entre víboras si me aceptan… —Le quiero presentar a April González, la maestra que le mencione ayer por teléfono. — señala. —Mucho gusto director Cabre
—Adelante Torres y acompañante. — escucho como nos llama el director Cabrera. Mierda, solo pude dividir los estudiantes por grados. Muevo mi pierna derecha de arriba abajo dejando ver la ansiedad. Siento nuevamente la mano de la señora sobre la mía teniendo mi trabajo. —No te preocupes, puedo terminarlo yo. — habla la secretaria, hago una mueca. —Le prometo que la ayudaré cuando salgo. — aseguro mirando sus ojos, esta niega. —Repito, no te preocupes. La secretaria soy yo, no tú, así que ve con el director estoy segura de que te vamos a aceptar en nuestra facultad. Y luego tendrás que ir a presentarte con tu equipo de trabajo y quien sabe conocer a tus futuros estudiantes. — expresa haciendo que me ponga nerviosa, si supera que soy más pesimista que optimista. —Eso espero. — trato de sonar emocionada y optimista a lo que me levanto de mi silla. Miro al señor calvo que espera que pase por la puerta. En sus ojos pue
—¿Otro contrato? — cuestiono curiosa, pero recuerdo lo que estaban hablando las maestras adolescentes. —No puede ser tan atrevido. — comento entrando a mi apartamento. Me siento en mi escritorio leyendo el contrato con detenimiento. Todo iba bien hasta ver le nuevo contrato. No veo el nombre del mete verga institucional por ninguna parte, pero este contrato… «1- La maestra tutora de matemáticas, April González, se dedicará a dar su servicio a la escuela superior y al quinto grado. 2- No tendrá una relación sentimental o sexual con personal de la escuela, estudiante o familiares de los estudiantes. 3- El estudiante, Noah Domenech, será el estudiante prioritario para darle tutorías, eso cabe en ofrecerle tutorías de todas las materias. 4- No firmar otro contrato hasta que se acabe su servicio como maestra tutora el 31 de mayo. 5- Si rompe una de estas reglas será despedida inmediatamente.» —¿
April González Leo me enseña donde queda mi salón, los maestros de superior me miran de una forma rara. Observo como mi compañero se empieza a molestar ante las miradas logrando que se detenga en el medio del pasillo. A lo que choco con él, odio ser el centro de atención. —Bueno, les presento a nuestra nueva integrante, April González. — casi grita mi presentación, trato de hacerme más chiquita. —Hola… — susurro alzando mi mano. —Sera la maestra de matemáticas. — noto como una señora se concentra más en mí, creo que será la maestra regular de matemáticas. —Ahora si nos disculpan, le enseñaré su salón, con permiso. — me inclino un poco y salgo detrás de Leo como una loca. —¿Por qué me miran así? — cuestiono incomoda. —Como Yarimar dijo, somos un equipo y a veces los preferidos de director. Pero los maestros de escuela superior son los preferidos de la trabajadora social, así que nos odian. — responde encogiéndose d
Nathan Domenech Hoy no me quedare durmiendo en la oficina, hablare con mi hijo como fue tratado hoy por la nueva maestra tutora e investigar como es. Así podre llamarla sabiendo un poco mas de ella. Escucho como tocan mi puerta. —Adelante. — mando con seriedad. —Hola, cariño. — saluda una mujer rubia con caderas hermosas, otro regalo de Drake. —Largo, no quiero nada. — mando centrándome en mis papeles. —Pero el señor… —¡Dije que te largaras! — exclamo haciendo que dé un gritito y se fuera corriendo con sus tacos altos. Marco la extensión de Drake que contesta tarde algo fatigado a lo que giro mis ojos. —No mandes más de tus estúpidos regalos, se buscarme una mujer. Y despide a tu puta secretaria si lo único que sabe hacer es fornicar. — cuelgo, pero lo vuelvo a llamar. —Me iré temprano, así que te dejo el trabajo. —Ay, por favor, Nathan, no me puedes regañar de tal manera… — le cuelgo mientras seguía q
April González —Buenas noches… — cuelgo de forma acelerada, tapo mis ojos tratando de tranquilizar mi corazón. Por alguna razón su voz… la escucho más varonil que otros hombres. Además, logra que yo hable demás cosa que no es normal. Miro la hora, se me olvidó avisarle que no puede dejar a Noah en el asiento del copiloto. Pienso si enviarle un mensaje o no, pero decido no hacerlo ya que sabrá que los estaba observando. Salgo del baño para seguir trabajando en recoger la tienda y dejarla presentable. Tengo que admitir que me gusta más este trabajo que estar escuchando bochinches todo el tiempo en la escuela y eso que fue mi primer día de trabajo. No quiero imaginarme como termine de loca en mayo. —Me han dicho que caíste bien en el grupo. — me sorprende Joelian saliendo de la nada entre la raqueta de ropa logrando que se me caigan algunas blusas. —Joelian, no soporto que hagan eso. — respondo tocando mi pecho para recoger la r
Nathan Domenech —Tranquila. — susurro sin dejar de tener esposadas sus manos detrás de su espalda, puedo sentir su respiración contra mi rostro. —Solo... déjame cerrar la puerta con seguro. — le aviso haciendo lo que mencione, así soltándola. La maestra de historia me mira con odio y trata de darme una cachetada cosa que tomo su mano con brusquedad. —Ten cuidado, este rostro vale más que el de tu vejestorio Camacho. — la amenazo alejando su mano. Camino hacia su escritorio y me siento en su silla. —Siéntate. — mando a lo que ella tensa su mandíbula, pero siente. —Buena chica. — le doy un cumplido, me siento cómodo. —¿Qué harás esta noche? — cuestiono estudiando un bolígrafo que tome. —Nada que te importe, Domenech. — responde casi botando fuego por su boca. —¿Qué tal si te invito a mejor restaurante de la cuidad? Y luego… — me levanto de la silla rodeando con lentitud el escritorio, pongo los dos brazos en la silla donde esta