—Adelante Torres y acompañante. — escucho como nos llama el director Cabrera.
M****a, solo pude dividir los estudiantes por grados. Muevo mi pierna derecha de arriba abajo dejando ver la ansiedad. Siento nuevamente la mano de la señora sobre la mía teniendo mi trabajo.
—No te preocupes, puedo terminarlo yo. — habla la secretaria, hago una mueca.
—Le prometo que la ayudaré cuando salgo. — aseguro mirando sus ojos, esta niega.
—Repito, no te preocupes. La secretaria soy yo, no tú, así que ve con el director estoy segura de que te vamos a aceptar en nuestra facultad. Y luego tendrás que ir a presentarte con tu equipo de trabajo y quien sabe conocer a tus futuros estudiantes. — expresa haciendo que me ponga nerviosa, si supera que soy más pesimista que optimista.
—Eso espero. — trato de sonar emocionada y optimista a lo que me levanto de mi silla.
Miro al señor calvo que espera que pase por la puerta. En sus ojos puedo ver emoción con algo de esperanza, me muevo incomoda. Le sonrió al pasar a su lado y sin mas escucho como cierra la puerta. El hombre va a su escritorio y se sienta, hace una seña de que hagamos lo mismo. Me siento en una de las sillas, pero puedo notar el olor varonil del señor Domenech. M****a, ¿enserio me senté donde él se sentó?
—Bueno es un gusto conocerla al fin April Gonzalez. — expresa el director a lo que pongo los ojos en blanco, eso no parecía hace media hora.
—Igualmente, señor. — respondo con una sonrisa.
—Oh por favor, llámame, Luis. Si pasas la entrevista serás parte de esta gran familia. — aclara a lo que trato de dejar a un lado de que sería una familia loca que se acuestan con un hombre.
—Está bien… — concuerdo ambas personas presentes esperan a que diga su nombre. —Luis. — suelten un respiro satisfecho.
—Bueno a lo que vamos. ¿Eres buena enseñando? — cuestiona a lo que asiento.
—Si, les daba tutorías a mis compañeros en la universidad. Siempre me buscaban para que les explicara los ejercicios de trigonometría, estadística, precálculo y calculo. — respondo orgullosa. —Siempre les traía ejercicios y nos reuníamos en los salones para estudiar.
—Oh que bien, así que te gusta ayudar a los demás. — afirma, solo si se lo merecían… pienso.
—Correcto. — afirmo.
—¿Te gustan los adolescentes o niños? — cuestiona, ninguno… respondo dentro de mi otra vez.
—Ayudo donde me necesiten más. No importa si son niños, preadolescentes o adolescentes, entiendo muy bien las matemáticas. — respondo a lo que Luis sonríe satisfecho.
—¿Tienes alguna duda sobre nuestra institución? — pregunta poniendo sus codos sobre el escritorio.
—Si, muchas. — respondo mordiendo mi lengua ¿Por qué pensaba preguntar sobre Domenech y las maestras? el director me mira atento. —¿El horario? — pregunto mirando a Joelian.
—Entrarías a las ocho de la mañana y saldrías a las tres de la tarde. — responde con amabilidad y emoción.
—¿Tienen proyectores o…? — el director interrumpe mi pregunta.
—Tenemos pizarras inteligentes. — responde a lo que asiento.
—¿Tengo que estar algo preocupada por los estudiantes? Como algunas destrezas que tienen problemas o si tienen un acomodo razonable. — trato de verme interesada por este trabajo haciendo todas estas preguntas.
—Noveno está muy atrás en dominar muchas destrezas, no saben di multiplicar, dividir y muchas cosas más. Así que espero que le de fuerte en esas destrezas. Los demás en superior están bastante bien. — responde nuevamente el director a lo saco una pequeña libreta de mi cartera y anoto.
—Bien. — contesto al terminar de anotar. —¿Algo más?
—Lo demás te lo informo luego que lleguemos a un acuerdo la coordinadora y yo. Como sabrás hay otra maestra interesada en el puesto. — explica dejándome un poco decepcionada, ya que creía que era la única aplicando para este trabajo.
—Está bien, entonces si fuese todo… — miro a Joelian esperando su permiso para retirarme.
—Te llamaremos si hemos decidido por ti. — asegura guiñándome un ojo.
—Claro, bueno… que tengan un lindo día. Gracias por la entrevista. — agradezco y sin más me levanto para retirarme.
Al salir siento como le doy a alguien, es la secretaria que rápido me hace una mueca de que haga silencio. Asiento y cierro la puerta detrás de mí. Otra vez me toma de mi mano haciendo que salgamos de la oficina, tal parece que no quiere que nadie la escuche.
—¿Cómo te fue? — cuestiona desesperada mientras sobra su nariz.
—Parece que hay otra maestra interesada en el puesto, así que la van a entrevistar para decidir cuál es la mejor opción. — respondo con voz neutral, en su rostro veo confusión y niega.
—No puede ser, pero si se nota que eres una joven responsable, amigable, que le gusta ayudar y elegante. — describe para señalar mi ropa, si supiera que tengo pocas como estas.
—No lo sé, solo me toca esperar. — respondo encogiéndome de hombros.
—Ay este Cabrera, no le arranco los pelos porque no tiene. — no aguanto la risa al escucharla, esta también se ríe y toca mi hombro en forma de juego.
—Hola Mercedes ¿pudiste ver la nueva maestra? — cuestiona una mujer hermosa acercándose a nosotras tratando de mirar dentro de la oficina.
Su tez es blanca, tiene un cuerpo escultural, su pelo marrón cae hasta su cintura… se nota que hace ejercicio. Trato de esconder mi abdomen ante su belleza. Mercedes me mira para luego mirarla a ella.
—Bueno, supuestamente van a entrevistar otra maestra. Pero… — Mercedes me señala. —Te presento a Abril Gonzáles. — me presenta con una sonrisa.
—Mucho gusto. — comento estirando mi mano a la mujer, esta toma mi mano con seguridad y me sonríe satisfecha.
—Si te llaman, ella es la líder de las maestras tutoras. — informa Mercedes.
—Yarimar Correa, el gusto es mío. — se presenta con una energía tan segura… la envidio. —Pues veremos quién es la supuesta maestra que también está solicitando el trabajo. — asiento.
—Bueno, yo me voy. Escucharan de mi si me llaman. — me despido haciendo una pequeña reverencia y me voy a pasos ajorados.
Miro totalmente con miedo el supermercado. Odio ir cuando está lleno la gente me pone los pelos de punta y más si dejan los carritos en el medio o hay niños corriendo por ahí. Aunque si lo analizo mejor, he estado cuando esta más lleno. Miro mi celular… para luego alejarlo, mis padres no pueden ser mi salvavidas todo el tiempo. Bajo del auto asesorándome que lo haya cerrado con seguro, tengo mi celular, mi cartera y las bolsas reusables.
—Bien, tengo todo. — me digo a mí misma y por último seria entrar al supermercado.
Busco mi carrito y sigo mi camino en buscar la comida que necesito para sobrevivir estos días sin hacer contacto visual con nadie. Siempre iba con mis padres hace dos años atrás por lo cual me siento bien sola cando hago compras. Busco en mi bolsillo una lista que hice, pero no encuentro nada.
—Mierda. — maldigo pensando donde lo había dejado, estoy segura de que lo deje en mi bolsillo. Tal vez de sacar y meter mi celular en el bolsillo se me perdió, siento como la ansiedad sube por mi espalda, trato de controlar mi respiración. —Bien, solo toma lo necesario. Volveré a casa y verificaremos que necesito para la próxima semana. — trato de calmarme. —No pasa nada, cualquier cosa volvemos.
Sin más tomo lo necesario y voy a apagar. Tengo que admitir que soy buena ahorrando, no gasto en cosas innecesarias cuando no estoy recibiendo mucho dinero. Por lo menos el sueldo que cobro en la tienda de ropa me da para comprar mi comida.
El alivio me invade cuando salgo del supermercado, aunque siento que me violaron por comprar tan poco y que me pasara de cincuenta dólares. Escucho como mi celular suena haciendo que conteste rápido.
—Buenas tardes. — respondo sin mirar el número.
—Buenas ¿con April González? — me emoción se va al ver que no es Joelian.
Me llamaron de los documentos que solicite ayer, de que ya están listos. Así que me encamino hacia los departamentos necesarios a buscar los documentos necesarios. No me atrevo a molestar a Joelian, ya que puede estar entrevistando a la otra maestra.
Paso la llave en la cerradura de mi apartamento para abrir la puerta. Lo primero que hago es sacarme la ropa profesional con la que fui a la entrevista, quedando solo en brasier y bragas. Acomodo mi compra, me pongo a lavar ropa, limpiar el apartamento y a las cuatro de la tarde ya estoy sin hacer nada. No tengo hambre… recuerdo que no me he tomado mi pastilla de ansiedad así que la tomo.
Observo el Nintendo switch mientras me muevo de un lado para otro en mi silla, hace mucho no lo toco. Antes me encantaba jugar… tienes que despejar tu mente ¿Cómo lo hacias antes? Llegan las palabras de mi psiquiatra a mi mente.
—Jugando. —respondo, suspiro y me encamino hacia la consola para encenderla.
Hay muchas notificaciones en ella de juegos nuevos, veo que esta puesta el caset de Splatoon2. Le doy empezar y ahí estoy yo otra vez. Aguanto los gritos cuando me matan y cuando mi equipo no hace un buen trabajo. Escucho como nuevamente suena mi celular, pero no contesto ya que estoy jugando online. Otra vez suena cuando está terminando la partida… estiro mi mano donde se encuentra el maldito celular.
—Halo. — respondo la llamada molesta mientras trato de pintar lo más que puedo.
—Hola April, soy Joelian. — salida mi compañera de trabajo cuando alguien me mata y veo como perdí esta partida a lo que trato de no suspirar.
—Hola ¿Cómo estás? — trato de sonar lo más feliz posible.
—Muy bien ahora que sé que tienes el trabajo. — me quedo en shock al escucharla reír de la emoción.
—¿Enserio? — pregunto sin poder creerlo.
—Si, felicidades. ¿Puedo ir a tu hogar para que firmes unas cosas del contrato? Y mañana empezarías como tal. — informa de lo más casual.
—Ahora te envío el pin. — susurro aun sin poder creer la gran sorpresa. —Ya tengo los papeles que te debía. — notifico.
—Perfecto, entonces me los entregas cuando llegue. Envíame el pin, chao. — sin más cuelga, me tiro sobre la silla gamer aun sin poder creerlo.
Miro lo que llevo puesto, tengo que bañarme. Le envío el pin y rápido me meto a la ducha para darme un baño rápido. Busco una ropa decente y exactamente cuándo termino de vestirme escucho que me llega un menaje de Joelian donde avisa que ya llego. Busco los papeles que busque hoy y salgo a recibirla.
—¡Hola! — saluda dando saltitos llena de emoción y me abraza haciendo que sienta esa corriente rara cuando toco a alguien.
—Gracias. — agradezco refiriéndome en darme el trabajo.
—No agradezca, le caite muy bien al director y a la secretaria. La otra maestra era más seria y antiguar, queremos jóvenes que enseñen de diferente manera. — responde entregándome el contrato y yo entregándole los papeles que le debo.
—Oh, necesito un bolígrafo. — me giro para buscarlo.
—¡No! — me sorprendo por su grito me enfrento con sus ojos suplicantes. —Yo tú lo leo bien, digo firma donde dice el nombre de la compañía de las tutorías. Los otros… leemos y te comunicas con la persona que solicito tu servicio. — da unos pasos hacia atrás con ganas de decirme más, pero no se atreve. —Ya sabes mañana a las ocho de la mañana en el colegio, no estaré yo, pero si la líder. Tengo muchas cosas que hacer así que no podre ir, suerte y éxito. Nos vemos en el otro trabajo. — sin más se va montándose en su auto y tocando bocina antes de desaparecer.
—¿Otro contrato?
—¿Otro contrato? — cuestiono curiosa, pero recuerdo lo que estaban hablando las maestras adolescentes. —No puede ser tan atrevido. — comento entrando a mi apartamento. Me siento en mi escritorio leyendo el contrato con detenimiento. Todo iba bien hasta ver le nuevo contrato. No veo el nombre del mete verga institucional por ninguna parte, pero este contrato… «1- La maestra tutora de matemáticas, April González, se dedicará a dar su servicio a la escuela superior y al quinto grado. 2- No tendrá una relación sentimental o sexual con personal de la escuela, estudiante o familiares de los estudiantes. 3- El estudiante, Noah Domenech, será el estudiante prioritario para darle tutorías, eso cabe en ofrecerle tutorías de todas las materias. 4- No firmar otro contrato hasta que se acabe su servicio como maestra tutora el 31 de mayo. 5- Si rompe una de estas reglas será despedida inmediatamente.» —¿
April González Leo me enseña donde queda mi salón, los maestros de superior me miran de una forma rara. Observo como mi compañero se empieza a molestar ante las miradas logrando que se detenga en el medio del pasillo. A lo que choco con él, odio ser el centro de atención. —Bueno, les presento a nuestra nueva integrante, April González. — casi grita mi presentación, trato de hacerme más chiquita. —Hola… — susurro alzando mi mano. —Sera la maestra de matemáticas. — noto como una señora se concentra más en mí, creo que será la maestra regular de matemáticas. —Ahora si nos disculpan, le enseñaré su salón, con permiso. — me inclino un poco y salgo detrás de Leo como una loca. —¿Por qué me miran así? — cuestiono incomoda. —Como Yarimar dijo, somos un equipo y a veces los preferidos de director. Pero los maestros de escuela superior son los preferidos de la trabajadora social, así que nos odian. — responde encogiéndose d
Nathan Domenech Hoy no me quedare durmiendo en la oficina, hablare con mi hijo como fue tratado hoy por la nueva maestra tutora e investigar como es. Así podre llamarla sabiendo un poco mas de ella. Escucho como tocan mi puerta. —Adelante. — mando con seriedad. —Hola, cariño. — saluda una mujer rubia con caderas hermosas, otro regalo de Drake. —Largo, no quiero nada. — mando centrándome en mis papeles. —Pero el señor… —¡Dije que te largaras! — exclamo haciendo que dé un gritito y se fuera corriendo con sus tacos altos. Marco la extensión de Drake que contesta tarde algo fatigado a lo que giro mis ojos. —No mandes más de tus estúpidos regalos, se buscarme una mujer. Y despide a tu puta secretaria si lo único que sabe hacer es fornicar. — cuelgo, pero lo vuelvo a llamar. —Me iré temprano, así que te dejo el trabajo. —Ay, por favor, Nathan, no me puedes regañar de tal manera… — le cuelgo mientras seguía q
April González —Buenas noches… — cuelgo de forma acelerada, tapo mis ojos tratando de tranquilizar mi corazón. Por alguna razón su voz… la escucho más varonil que otros hombres. Además, logra que yo hable demás cosa que no es normal. Miro la hora, se me olvidó avisarle que no puede dejar a Noah en el asiento del copiloto. Pienso si enviarle un mensaje o no, pero decido no hacerlo ya que sabrá que los estaba observando. Salgo del baño para seguir trabajando en recoger la tienda y dejarla presentable. Tengo que admitir que me gusta más este trabajo que estar escuchando bochinches todo el tiempo en la escuela y eso que fue mi primer día de trabajo. No quiero imaginarme como termine de loca en mayo. —Me han dicho que caíste bien en el grupo. — me sorprende Joelian saliendo de la nada entre la raqueta de ropa logrando que se me caigan algunas blusas. —Joelian, no soporto que hagan eso. — respondo tocando mi pecho para recoger la r
Nathan Domenech —Tranquila. — susurro sin dejar de tener esposadas sus manos detrás de su espalda, puedo sentir su respiración contra mi rostro. —Solo... déjame cerrar la puerta con seguro. — le aviso haciendo lo que mencione, así soltándola. La maestra de historia me mira con odio y trata de darme una cachetada cosa que tomo su mano con brusquedad. —Ten cuidado, este rostro vale más que el de tu vejestorio Camacho. — la amenazo alejando su mano. Camino hacia su escritorio y me siento en su silla. —Siéntate. — mando a lo que ella tensa su mandíbula, pero siente. —Buena chica. — le doy un cumplido, me siento cómodo. —¿Qué harás esta noche? — cuestiono estudiando un bolígrafo que tome. —Nada que te importe, Domenech. — responde casi botando fuego por su boca. —¿Qué tal si te invito a mejor restaurante de la cuidad? Y luego… — me levanto de la silla rodeando con lentitud el escritorio, pongo los dos brazos en la silla donde esta
April González —Eduardo siéntate, ahora. — manda Yarimar por lo cual todos se sientan, esta me mira. —Di lo que viste de la maestra nueva de historia. —¿Carla? — cuestiona Eduardo a lo que asienten todos menos yo, ahora me vengo a enterar de su nombre. —Eh… bueno. — no me siento en confianza en decirle, lo acabo de conocer como hace una hora, miro a Yarimar y niego. —Pues lo digo yo. — comenta encogiéndose de hombros. —April vio como Nathan salió de la zona de superior con los labios rojitos e hinchados ¿y adivina a quien vio después de la misma forma? — cuestiona, puedo ver como los ojos brillosos de Eduardo se opacan logrando que me de pena. —Te lo hemos dicho Eduardo, ella no es para ti. Es una mujer que le gusta el dinero… — sigue hablando Jocelin, cierro mis ojos con fuerza sin querer escuchar como hablan mal de la maestra y tiran por el piso la ilusión del pobre de Eduardo. —Mejor conoce a April. Es una mujer buena
Nathan Domenech Miro de arriba abajo la mujer delante de mí no parece para nada lesbiana. Aguanto una sonrisa al imaginarme una broma contra Drake, pero mantengo mi postura seria y fría. Deborah Olivencia, paso cada examen de recursos humanos haciendo ver que April estaba diciendo la verdad. —Es algo sorprendente ver como alguien pasa con tal facilidad estos exámenes. — comento mirando los resultados en mi computadora, lo cual sonríe y asiente con seguridad. —April me tiene envidia por lo que voy a ganar. — responde satisfecha de lograr eso contra su amiga. —Ella se lo perdió. — manifiesto haciendo una mueca. —Eso mismo le dije a ella, pero no quiso entrar más a detalles. — concuerda conmigo. —Estoy preparada para el papeleo señor Domenech y servirle lo mejor posible. — me fascina su seguridad. —Vale, puedes trabajar en la mesa que está ahí con las estadísticas. — describo hago una mueca al pensar que te tie
Nathan Domenech —Los estudiantes siempre están hablando de ella, que si explica bien y que es una de ellos. — Carla toma de su compa luego de dar un suspiro, giro mis ojos por tanto que se queja de April. —Me tiene cansada todo de ella, están responsable, callada… — hace varias expresiones para luego gruñir. —Creo que te entiendo gatita. — concuerdo con ella. —Es insegura y no soporto eso de nadie. —Si, pero dejas que ella siga siendo cercana a tu hijo. — brilla la malicia en sus ojos, aprieto mi mandíbula al ella mencionar a Noah. —Él tiene que crecer solo, no puede tener todo el tiempo a una niñera. Yo tu… — me acerca tocando mi pierna y con seducción. —hago que desaparezca de la vida del pequeño. — la tomo del pelo para halarla con fuerza haciendo que salga una risa de ella. —Carla, si sabes lo te conviene es mejor que no opines de la vida de los demás. — amenazo a lo que sigue riendo divertida. —Dime la verdad Do