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III: Dale una oportunidad

—Nathan, he estado esperando por ti desde las siete de la mañana. — nos interrumpe un señor de tes trigueña y calvo algo molesto.

            —Lamento la tardanza, Cabrera. — el hombre se aleja de mi centrándose en el señor acomodando su ropa haciendo que vuelva a respirar.

            —¿Usted es? — pregunta Cabrera señalándome.

            —¡director Cabrera! — grita emocionada Joelian corriendo hacia nosotros con muchos papeles los cuales se les caen al suelo

            Me acerco a ella para ayudarla tomando los papeles y poniéndolos en orden, esquivo como toda una atleta la mirada del señor Domenech. El director gira sus ojos, como si Joelian fuera un peso para él haciendo que me moleste. Ya puedo ver la atmosfera toxica que rige en este instituto y yo soy una joven inocente que no tiene malicia aquí. Estaré entre víboras si me aceptan…

            —Le quiero presentar a April González, la maestra que le mencione ayer por teléfono. — señala.

            —Mucho gusto director Cabrera. — saludo con cortesía.

            Me doblo en forma de saludo con algo de dificultad ya que Joelian no me ayudó para nada con los papeles. El director posa su mirada en mí y luego el señor Domenech. El hombre guapo le hace una mueca para luego asentir a lo que el director asiente.

            —Las atenderé luego que discutir algunos asuntos con el señor Domenech. — informa girándose para caminar.

            —Oh, el famoso empresario Domenech. — Joelian se centra en el mete verga institucional. —Es más guapo en persona, lamento la pérdida de su esposa. Se que han pasado tres años, pero quiero dar mi condolencia. — pongo los ojos en blanco al escucharla.

            ¿Qué condolencias? Si lo está pasando bien con maestras y quien sabe con quién más. Vuelvo a poner cara de asco. Las maestras, que no se si fueron las que escuchamos, pasan por nuestro lado dando risitas de adolescentes ante la presencia del empresario

            El hombre no le responde a mi coordinadora, así que ella sigue si camino junto al director. Los sigo con dificultad ya que no quiero que se me caigan los papeles. Escucho como Domenech gruñe, pero se adelanta sin tan siquiera ayudarme. Clase de caballeros que son…

            Al llegar a la oficina dejo los papeles en una silla y estudio mi alrededor. La sala de espera me recuerda a una de un doctor, pero esos pensamientos se van a ver el papeleo que tiene la secretaria. Escucho como se habla a sí misma haciendo que sonría, ya que yo hago lo mismo.

            —Otra vez aquí. — escucho como como se queja Domenech por lo bajo.

            —Antes venias a mi oficina por los padres que estaban molesto cuando dejabas a su hija plantada en una cita o dejaban de ser novios. Ahora es tu hijo por las calificaciones, tal parece que se te hará dificl salir de mí. — sigue hablando el director, pero los ignoro.

            No me importa las vidas de las demás personas, ya que no se metan conmigo soy feliz. Noto que hay una pecera en la oficina así que me acerco, relaja observar cómo los peces nadan de un lado para otros. Son los mismos que aparecen en la película de Buscando a Nemo, sería un éxito que pusieran su banda sonora.

            —Nathan, que bueno volver a verte. Tu hijo esta hecho un chico guapo, se nota que seguirá tus pasos como rompe corazones. — esta vez habla la secretaria con su voz chillona y alta a lo que pongo los ojos en blanco, ya que lo estaba pasando bien con los peces.

            —Si… bueno, no tan bueno como yo claro está. — responde el hombre a lo que la secretaria se ríe, escucho como le da un beso en el cachete.

            —Dios te bendiga. — lo bendice con cariño, no dejo de poner mis ojos en blanco.

            ¿Enserio mete a Dios en ese hombre que está hecho por el diablo? No me parece un chiste que haya roto corazones en el pasado involucrando a las familias de sus víctimas. Hice algo parecido en el pasado y me arrepiento mil veces, ya que la madre me ve y quiere arrancarme la cabeza junto a la de toda mi familia.

           Carraspeo mi garganta de forma inocente para que se callen la boca y el director avance con la reunión con el rompecorazones. Me enderezo, ya que estaba jorobada para ver los peces. Todos me observan… me muevo incomoda, no me gusta ser el centro de atención.

            —Lo siento. Pase el COVID hace tres semanas, pero la piquiña de la garganta no pasa. — me disculpo con una mentira. 

            —Entra. — indica el director señalando la puerta para Domenech.

            Y así se desaparecen del campo de mi vista. Joelian se concentra en su celular, la secretaria entra a su oficina y veo como empieza a acomodar papeles y yo… incomoda sin saber que hacer. Lo más que odio es no tener planeado que hacer, siento que no sirvo para nada. Así que me acerco a la secretaria, sentándome frente a su vitrina.

            —Si es poner los documentos en orden numérico o alfabético te puedo ayudar. — ofrezco con amabilidad y sus ojos cambian a unos esperanzados

            —Muchacha pasa, las ayudas aquí son bienvenidas. — comenta bajando papales de una silla. 

            Me levanto y entro a la oficina que es más grande de lo que imaginaba hay otra puerta adentro a lo que creo que es la oficina del director. Además de papelería observo que están los uniformes del colegio en todos los tamaños. Tal parece que da clase de prekínder hasta duodécimo grado, ya que cambian los estilos de uniforme cuatro o cinco veces. Me siento en la silla que preparó para mí, sin esperar mucho me da los papeles.

           —Aquí tienes, es ordenarlos en orden alfabético por los nombres y los divides por cada grado. — me da las instrucciones de forma humilde y agradecida a lo que asiento sin mirar sus ojos. —Me avisas si necesitas algo. — empiezo a dividir los papeles por grado, para luego ponerlos en orden alfabético. —Y gracias, amor.

            —No hay de que, odio quedarme sin hacer nada cuando hay personas trabajando. — comento sin filtro otra vez a lo que cierro mis ojos con fuerza regañándome internamente, pero escucho como se ríe.

           —Si todos fueran como tú, sería una sociedad llena de éxito. — su mano se hace presente en mi campo de vista para tomarla la mía lo cual hace que la mire a los ojos. —De todos modos, gracias.

Nathan Domenech:

            Entro irritado por la actitud sumisa y humilde de la nueva maestra tutora. Aunque creo que se hace por cómo me respondió hace unos minutos atrás. Solo mi esposa en sus últimos días le permití decirme mis verdades en la cara. Me dieron tantas ganas de llevarla a la guagua, quitarle sus pantalones apretados que favorece su culo normal y castigarla masturbándola, dejándo de hacerlo cuando esté a punto de llegar al orgasmo para luego escuchar sus suplicas de que siga.

            —Por favor, toma asiento. — indica Luis lo cual suspiro y hago caso.

            Los dos sabemos de lo que vamos a hablar. Primero de las maestras, segundo los contratos que les ofrezco y tercero las calificaciones de mi hijo. Busca algo en su gaveta y pone los contratos sobre el escritorio haciendo que mi ira se exprese con facilidad.

             —¿Quién carajo te dio eso? — pregunto tomando los contratos de dos años. —La de español. — respondo yo mismo mi pregunta.

             —Quiere un ascenso y ser la maestra líder de la directiva… la odian Nathan. No, la odiamos y si la despido creo que estoy jodido por tus juegos sexuales. — también está molesto a lo que hago una mueca.

            —Hablaré con mi abogado, te aseguro que no tendrás ningún problema. — aseguro.

            —Deja a mis maestras en paz, tienes millones de mujeres en el mundo para escoger. Deja mi colegio en paz. — declara pasando sus manos por su rostro cansado. —No me salvo de ti años después de que te has graduado de aquí.

            —Bueno ahora dime lo de mi hijo. — expongo, si piensa que le voy a pedir perdón está muy equivocado y más si piensa que voy a dejar de dar contrato a mujeres que deseo estar dentro de ellas.

            —No ha mejorado, Nathan. Ni habla con sus compañeros o maestras para pedir ayuda, es como si no estuviera en este mundo. —informa a lo que gruño. —No sé qué hacer, no quieres ponerlo en educación especial.

            —¡No necesita eso! — exploto dando un puño en su escritorio, inhalo y exhalo tratando de tranquilizarme, el director se hecha hacia atrás sin encontrar una solución. —¿Qué hay de la maestra tutoría de afuera? 

           —La coordinadora de tutorías dice que es una joven ordenada, dinámica, le gusta ayudar, trabajar. Sería su primer trabajo profesional. Algo tímida pero cuando se trata de jóvenes o niños es muy accesible, pero al verla… la veo muy insegura de si misma. Es como si tratara de ser transparente…

            —Como mi hijo. — lo interrumpo, se levanta de su silla pensando lo que acabo de decir, chasquea sus dedos.

            —¿Crees que funcionará? — pregunta. —Pensaba ponerla en la escuela superior…

            —Déjala en superior, pero añádele quinto grado. Si no funciona me vuelves a citar.

            —Por como estaban en el pasillo, pensé que no la querías cerca. Nunca había visto que repudiaras una mujer, digo es linda. — dice a lo que lo miro con seriedad. —Aunque es bueno, significa que no te vas a meter con ella. — alza sus manos en son de paz.

           —Si no funciona la despides. — respondo solucionando el problema.

            —Eso si la líder de tutorías lo permite, la conoces muy bien… Yarimar. O y que no se te olvide que la asistente es Joseline, es como una madre para ti. Si se encariñan estas jodido Nathan. Yo tu pienso bien las cosas… o simplemente no le ofreces tus estúpidos contratos. —informa.

            Yarimar es buena amiga de universidad, su esposo trabaja para mí. Joseline… es esposa del hombre que me enseño cosas nuevas dentro de los negocios, son como mis padres. Si, estoy jodido con la nueva maestra tutora. Pero lo bueno es que no es de mi tipo, podre aguantar con facilidad.

            —La pruebo, dale la oportunidad. Después de todo es su primer trabajo profesional. Siempre dan demás esos empleados que se le dan su primer trabajo. — mando levantándome del asiento.

            —No le puedes hacer un contrato, recuérdalo. — manifiesta cuando le doy la espalda.

            —No va a suceder. — le aseguro saliendo de la oficina.

            Al salir me encuentro con la nueva tutora ayudando a Mercedes sin molestia alguna. Alza su mirada color verde olivo, pero rápido la aleja… quiero sonreír al ver que sabe que tengo en mis manos si trabaja o no aquí, pero me contengo. La secretaria me mira y hace una expresión cariñosa señalando con la barbilla a la joven adulta maestra. 

            —¿Ya te vas cariño? — pregunta levantándose de su silla acercándose a mi para despedirse.

            —Correcto, tengo muchas cosas que hacer hoy. — respondo a lo que la maestra ni tan si quiera me mira haciendo que frunza mi ceño.

            —Bueno, espero verte pronto, Dios te bendiga. — se acerca y se despide con un sonoro beso.

            —Que tengan un buen día. — me despido.

            —Buen día. — escucho como contesta la coordinadora de las tutorías, pero a los segundos escucho la voz baja de la nueva maestra deseándome un buen día.

            No soporto su inseguridad, tal parece que tienen que darle una clase de como expresarse con seguridad y no tenerle miedo a nada. Si pudiera tocarla… al salir de la oficina me encuentro con los otros maestros de tutorías. Yarimar posa sus ojos acaramelados en mi lo cual rápido le doy la espalda para escapar de sus preguntas, aunque estoy seguro de que cuando nos reunamos en su casa me regañará por ignorarla.

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