—¿Yo? — cuestiono mirando a mi alrededor para luego señalarme. —No soy una heroína. — respondo a lo que al niño nuevamente se le empiezan a llenar los ojos de lágrimas y arruga su cara a punto de volver a llorar. M****a, se me olvida no ser tan sincera, no tomar las cosas literalmente y tener filtro. —Lo siento, pero si quieres te puedo ayudar en lo que desee. — comento para que no estalle a llorar.
—Citaron a mi papa por mis malas calificaciones, se va a matar. Tendré su trabajo en un futuro y no puedo sacar malas notas. — explica caminando lentamente hacia mí. —Este verano fui a estudiar por mis pasadas malas calificaciones, no puede jugar o salir. Ahora otra vez, es capaz de enviarme lejos y no quiero. — llora para después abrazarme hundiendo su cabeza en mi vientre.
Aguanto las ganas de separarlo, mientras estudiaba me di cuenta de que no me gusta tocar a la gente o que ellos me toquen. Creí que era algo normal cuando mis compañeros me abrazan y yo solo me mantenía congelada deseando que pasara ese incomodo momento. Cuando atendía paciente pedía como mil veces permiso para palparlo, ponerme los guantes me ayudaban, pero sentía la incomodidad que hasta escalofrío me daba.
—Bueno… te prometo que si me aceptan en el trabajo y soy tu maestra de ayudaré con lo que pueda. — respondo sin corresponder su abrazo, este alza su cabeza y fija sus ojos azules claros en los míos verde olivo.
—¿Lo prometes? — pregunta con ojos de perritos a lo que asiento lentamente, sin saber en qué me estoy metiendo.
Se aleja de mi tomando mi mano y con la otra se limpia sus lágrimas y mocos. Busco en mi cartera unas servilletas y sin más me doblo y le limpio la cara. Si, me siento más segura tener algo en mi mano para tocar a la otra persona.
—Entonces ¿me enseñas donde está la oficina del director? — pregunto a lo que siente y me hala.
Lo sigo contando en mi mente para dejar a un lado la electricidad que siento en mi mano ante su tacto. Se detiene en la entrada esperando algo, creo que un guardia, pero nadie aparece. Estudio la escuela inmensa, se ve limpia, ordenada… de ricos.
—Oh Dios mío, ahí estas. — exclama alguien corriendo hacia nosotros fatigada. Es la guardia que se supone que estuviera en su puesto. —Su padre llegará en cualquier momento señorito Domenech y si no está nos demandará hasta lograr que cierren la escuela. — explica a lo que solo la miro con los ojos en blanco. —¿Quién es usted? — pregunta de forma grosera a lo que me pongo derecha.
—Mucho gusto, soy April González. — me presento, pero por alguna razón la cara de la mujer se palidece. —Tengo una entrevista a las nueve de la mañana con el director y mi supervisora. — informo esperando otra rección o que me responda algo, pero nada. Siento como el niño que se apellida Domenech se agarra de mi muslo y trata de esconderse.
—Noah suelta a la mujer, ahora. — manda una voz dominante a lo que siento un escalofrío subiendo por mi espalda.
—Pa… — noto como el niño ni tan si quiera mira a su padre.
¿Qué clase de padre es? Tiene que ser horrible que produzca un miedo como este a su hijo. Tanto que confía más en una desconocida.
—Estas siendo molesto Noah. Aléjate, ahora. — vuelve a mandar.
—Está bien, no es para nada molesto. — respondo con voz neutral mientras me giro para enfrentarme al hombre que trata de tal manera a su hijo.
Centro mi mirada en los ojos color marrón del hombre. Pero rápido la desvío ante tanta seguridad, confianza, arrogancia… muevo mis manos nerviosas. No puedo enfrentarme a alguien así a menos que yo tenga cartas a mi favor para hundirlo. Ni tan si quiera me atrevo a estudiar cómo es ni nada, solo me fije que sus ojos son marrones.
—Señor Domenech, el director lo está esperando desde las 7:00 a.m — informa la guardia.
—¿Por qué mi hijo se encuentra aquí? Se supone que este tomando clases. — inquiere con molestia, escucho como la guardia trata de decir algo.
—Yo… — miro a mi alrededor donde fijo mi mirada en una maquina donde vender papitas y cosas así. —Entre y la guardia dijo que esperara a lo que informaba al director de mi presencia. Vi a su hijo comprando algo en la maquina con dificultad, así que lo ayudé. Nos quedamos hablando a lo que llego la guardia y aquí estamos ahora. — me invento la historia esperando que se la crea. —Señor Domenech. —menciono su nombre de manera sumisa, tal vez eso le guste.
—Noah. —el hombre llama la atención del niño a lo que recibe una mirada de miedo de su parte.
—Nos vemos señorita. — se despide alejándose de mí y sigue su camino dejándome sola con los adultos.
—Adiós. — susurro.
—Adelante, pase señor Domenech. — habla con respeto la mujer privilegiando al hombre.
Salgo del medio, las esquinas son mis lugares favoritos me siento segura. Observo como un brazo se interpone en mi vista de mirar el suelo haciendo que me detenga. Trato de alzar mi vista. Primero sus zapatos de vestir finos, luego sus pantalones de vestir por igual, su correa, su chaleco, una corbata color azul marino junto a una camisa blanca en un cuerpo que se nota que está bastante trabajo, su cuello, su barba y sus casi carnosos labios… no puedo subir más mi mirada, no me atrevo.
—Acompáñeme, después de todo también va a reunirse con el director. — decreta con seguridad a lo que asiento con timidez.
Me giro y miro los ojos de la guardia pidiendo ayuda a lo que solo me mira en blanco. Hace una sea para que siga, siento la mano del hombre sobre mi espalda a lo que me alejo rápido. Su energía no es bien recibida y ante tal atrevimiento de tocarme sin tan siquiera conocerme.
—Ya se el tramo, no necesito su asistencia. —espeta el hombre a lo que camino con pasos ajorados, aunque no sé dónde queda la m*****a oficina. El señor Domenech llega mi lado sin dificultad. —Nunca la he visto por aquí. — me hago la sorda, es mejor evitar gente así.
Siento como me detiene tomando mi mano. Ahí nuevamente miro sus ojos, pero por lo molesto que es. Parece molesto, sus cejas están fruncidas… según las imágenes que tengo en la mente eso significa que está enojado.
—Señor Domenech, con mucho respeto, no me gusta que me toquen. — repudio alejando mi mano de la suya.
—No le doy dinero a mi hijo para que compre cosas que no son nutricionales. Por lo tanto, sé que mintió ahí afuera salvándole el pellejo a la guardia que no sirve para nada. — escupe totalmente enojado dejándome perpleja.
Sus facciones son muy varoniles, es un hombre guapo y profesional. Parpadeo varias veces y trato de alejar mi mirada de la suya. Escucho como pasan maestras cerca de nosotros.
—Hoy viene el papa de Noah. — informa una emocionada.
—Estoy loca que me vuelve hacer suya y me dé fuerte sobre la cama. — comenta loca con voz deseosa a lo que pongo cara de asco.
—Querida tu contrato se acabó, se cansó de ti. Espero yo ser la próxima que le ofrezca el nuevo contrato.
El hombre sonríe al escucharlas, tal parece que se le infla el pecho de orgullo acostarse con las maestras de su hijo. Hago una nota en mi mente de nunca permitir que me toque con esas manos que no sé dónde las ha metido. Pero al pensar algo rio, logrando que su mirada orgullosa cambie a una molesta.
—¿Qué te causa risa? — cuestiona apretando su mandíbula.
—Se acuesta con las maestras y no logra que le den buenas notas a su hijo. ¿No sabe hacer negocio? — cuestiono olvidando la alerta de tener filtro cuando hablo, sus ojos me miran lleno de ira logrando que muerda mi lengua maldiciéndome mil veces.
—¿No sabes quién soy, pequeña? — vuelve a interrogar a lo que pongo los ojos en blanco.
He estado encerrada estudiando desde que llegue a esta ciudad. No salía ni a tomar el sol, solo cuando tenía que ir a clase, ir a la biblioteca o al laboratorio de anatomía. Así que no sé quién eres mete verga institucional. Noto como me mira sorprendido dejándome confundida, miro a mi alrededor.
—¿Qué acabes de decir? — pregunta con odio.
—¿Qué? — contesto con otra pregunta totalmente perdida. —No he hablado, señor Domenech. — le notifico.
—Claro que lo has hecho. — responde acercándose a mi de forma peligrosa, tengo miedo de que alce su mano y me golpee. —Mete verga institucional. — mi corazón se congela al escucharlo. —El que domina esta cuidad soy yo niña, incluyendo que te acepten o no trabajar aquí. Y a tu pregunta si se negociar, soy el mejor.
M****a, m****a, m****a la he cagado. Y no sé quién es este hombre, según la guardia es alguien importante. Mi trabajo… sin tan siquiera asistir a la entrevista creo que me he quedado son el trabajo.
—Nathan, he estado esperando por ti desde las siete de la mañana. — nos interrumpe un señor de tes trigueña y calvo algo molesto. —Lamento la tardanza, Cabrera. — el hombre se aleja de mi centrándose en el señor acomodando su ropa haciendo que vuelva a respirar. —¿Usted es? — pregunta Cabrera señalándome. —¡director Cabrera! — grita emocionada Joelian corriendo hacia nosotros con muchos papeles los cuales se les caen al suelo Me acerco a ella para ayudarla tomando los papeles y poniéndolos en orden, esquivo como toda una atleta la mirada del señor Domenech. El director gira sus ojos, como si Joelian fuera un peso para él haciendo que me moleste. Ya puedo ver la atmosfera toxica que rige en este instituto y yo soy una joven inocente que no tiene malicia aquí. Estaré entre víboras si me aceptan… —Le quiero presentar a April González, la maestra que le mencione ayer por teléfono. — señala. —Mucho gusto director Cabre
—Adelante Torres y acompañante. — escucho como nos llama el director Cabrera. Mierda, solo pude dividir los estudiantes por grados. Muevo mi pierna derecha de arriba abajo dejando ver la ansiedad. Siento nuevamente la mano de la señora sobre la mía teniendo mi trabajo. —No te preocupes, puedo terminarlo yo. — habla la secretaria, hago una mueca. —Le prometo que la ayudaré cuando salgo. — aseguro mirando sus ojos, esta niega. —Repito, no te preocupes. La secretaria soy yo, no tú, así que ve con el director estoy segura de que te vamos a aceptar en nuestra facultad. Y luego tendrás que ir a presentarte con tu equipo de trabajo y quien sabe conocer a tus futuros estudiantes. — expresa haciendo que me ponga nerviosa, si supera que soy más pesimista que optimista. —Eso espero. — trato de sonar emocionada y optimista a lo que me levanto de mi silla. Miro al señor calvo que espera que pase por la puerta. En sus ojos pue
—¿Otro contrato? — cuestiono curiosa, pero recuerdo lo que estaban hablando las maestras adolescentes. —No puede ser tan atrevido. — comento entrando a mi apartamento. Me siento en mi escritorio leyendo el contrato con detenimiento. Todo iba bien hasta ver le nuevo contrato. No veo el nombre del mete verga institucional por ninguna parte, pero este contrato… «1- La maestra tutora de matemáticas, April González, se dedicará a dar su servicio a la escuela superior y al quinto grado. 2- No tendrá una relación sentimental o sexual con personal de la escuela, estudiante o familiares de los estudiantes. 3- El estudiante, Noah Domenech, será el estudiante prioritario para darle tutorías, eso cabe en ofrecerle tutorías de todas las materias. 4- No firmar otro contrato hasta que se acabe su servicio como maestra tutora el 31 de mayo. 5- Si rompe una de estas reglas será despedida inmediatamente.» —¿
April González Leo me enseña donde queda mi salón, los maestros de superior me miran de una forma rara. Observo como mi compañero se empieza a molestar ante las miradas logrando que se detenga en el medio del pasillo. A lo que choco con él, odio ser el centro de atención. —Bueno, les presento a nuestra nueva integrante, April González. — casi grita mi presentación, trato de hacerme más chiquita. —Hola… — susurro alzando mi mano. —Sera la maestra de matemáticas. — noto como una señora se concentra más en mí, creo que será la maestra regular de matemáticas. —Ahora si nos disculpan, le enseñaré su salón, con permiso. — me inclino un poco y salgo detrás de Leo como una loca. —¿Por qué me miran así? — cuestiono incomoda. —Como Yarimar dijo, somos un equipo y a veces los preferidos de director. Pero los maestros de escuela superior son los preferidos de la trabajadora social, así que nos odian. — responde encogiéndose d
Nathan Domenech Hoy no me quedare durmiendo en la oficina, hablare con mi hijo como fue tratado hoy por la nueva maestra tutora e investigar como es. Así podre llamarla sabiendo un poco mas de ella. Escucho como tocan mi puerta. —Adelante. — mando con seriedad. —Hola, cariño. — saluda una mujer rubia con caderas hermosas, otro regalo de Drake. —Largo, no quiero nada. — mando centrándome en mis papeles. —Pero el señor… —¡Dije que te largaras! — exclamo haciendo que dé un gritito y se fuera corriendo con sus tacos altos. Marco la extensión de Drake que contesta tarde algo fatigado a lo que giro mis ojos. —No mandes más de tus estúpidos regalos, se buscarme una mujer. Y despide a tu puta secretaria si lo único que sabe hacer es fornicar. — cuelgo, pero lo vuelvo a llamar. —Me iré temprano, así que te dejo el trabajo. —Ay, por favor, Nathan, no me puedes regañar de tal manera… — le cuelgo mientras seguía q
April González —Buenas noches… — cuelgo de forma acelerada, tapo mis ojos tratando de tranquilizar mi corazón. Por alguna razón su voz… la escucho más varonil que otros hombres. Además, logra que yo hable demás cosa que no es normal. Miro la hora, se me olvidó avisarle que no puede dejar a Noah en el asiento del copiloto. Pienso si enviarle un mensaje o no, pero decido no hacerlo ya que sabrá que los estaba observando. Salgo del baño para seguir trabajando en recoger la tienda y dejarla presentable. Tengo que admitir que me gusta más este trabajo que estar escuchando bochinches todo el tiempo en la escuela y eso que fue mi primer día de trabajo. No quiero imaginarme como termine de loca en mayo. —Me han dicho que caíste bien en el grupo. — me sorprende Joelian saliendo de la nada entre la raqueta de ropa logrando que se me caigan algunas blusas. —Joelian, no soporto que hagan eso. — respondo tocando mi pecho para recoger la r
Nathan Domenech —Tranquila. — susurro sin dejar de tener esposadas sus manos detrás de su espalda, puedo sentir su respiración contra mi rostro. —Solo... déjame cerrar la puerta con seguro. — le aviso haciendo lo que mencione, así soltándola. La maestra de historia me mira con odio y trata de darme una cachetada cosa que tomo su mano con brusquedad. —Ten cuidado, este rostro vale más que el de tu vejestorio Camacho. — la amenazo alejando su mano. Camino hacia su escritorio y me siento en su silla. —Siéntate. — mando a lo que ella tensa su mandíbula, pero siente. —Buena chica. — le doy un cumplido, me siento cómodo. —¿Qué harás esta noche? — cuestiono estudiando un bolígrafo que tome. —Nada que te importe, Domenech. — responde casi botando fuego por su boca. —¿Qué tal si te invito a mejor restaurante de la cuidad? Y luego… — me levanto de la silla rodeando con lentitud el escritorio, pongo los dos brazos en la silla donde esta
April González —Eduardo siéntate, ahora. — manda Yarimar por lo cual todos se sientan, esta me mira. —Di lo que viste de la maestra nueva de historia. —¿Carla? — cuestiona Eduardo a lo que asienten todos menos yo, ahora me vengo a enterar de su nombre. —Eh… bueno. — no me siento en confianza en decirle, lo acabo de conocer como hace una hora, miro a Yarimar y niego. —Pues lo digo yo. — comenta encogiéndose de hombros. —April vio como Nathan salió de la zona de superior con los labios rojitos e hinchados ¿y adivina a quien vio después de la misma forma? — cuestiona, puedo ver como los ojos brillosos de Eduardo se opacan logrando que me de pena. —Te lo hemos dicho Eduardo, ella no es para ti. Es una mujer que le gusta el dinero… — sigue hablando Jocelin, cierro mis ojos con fuerza sin querer escuchar como hablan mal de la maestra y tiran por el piso la ilusión del pobre de Eduardo. —Mejor conoce a April. Es una mujer buena