Hanna
Es otro día y yo aún sigo maldiciendo con mis entrañas al extraño y grosero hombre que me encontré ayer en las escaleras. Es que ¡Si será descarado!
No puedo creer que ese idiota haya tenido la desfachates de insinuar que yo no tendría para pagar el arreglo de su estupido celular, cosa que evidentemente es muy cierta, pero que ninguna persona con educación diría.
No sé dónde ha salido el tipo, tiene un aire de persona importante y pomposa, de esos que piensan que tienen el mundo a sus pies, aunque también tiene toda la pinta de hombre de ensueño, pero que son todo lo opuesto.
Me habló como si fuera un objeto, ignorando mi presencia como si no existiera. La verdad es que he sentido una enorme atracción por él, pero eso no justificaba su comportamiento. Me ha tratado como si no valiera nada.
Así que cuando mi jefa me llama para pedirme que lleve unos documentos urgentes a un cliente que está en el sótano esperando, me apresuro a hacer lo que me pide.
No tengo tiempo que perder pensando en ese hombre. O eso creía yo.
Salgo del ascensor casi corriendo y me dirijo al vehículo que me ha indicado Mila, mi jefa.. Y entonces lo veo. Es él. El patán que me ha tratado de lo peor ayer.
Esta recostado en su auto y veo como sus ojos se abren en sorpresa al verme, pero rápidamente cambia su expresión por una molesta.
—¿Me estás siguiendo o qué?- me dice con tono burlón.
Tengo que apretar la quijada con fuerza para no soltar tres groserías.
—No te estoy siguiendo- le respondo con la voz tensa.
—¿Ah no?— lo veo acercarse otro poco a mí, mirándome fijamente a los ojos- Parece que no puedes dejar de buscarme.
—No te busco—Digo, intentando controlar mi enojo.
—Claro que sí— se rió de nuevo—¿O acaso te sientes atraída por mí?
Bueno, ¿y es que este acaso se cree el único hombre en la faz de la tierra o que? Puede que sí esté más bueno que el pan, pero no por eso debe portarse como un capullo
—En tus sueños— le digo y le doy una sonrisa burlona tendiendo los papeles en su dirección- Yo solo vine a traer estos documentos que al parecer necesitas y eras incapaz de subir por ellos— le entregué el sobre con los papeles y me di la vuelta para irme.
Sin embargo, el idiota no parece dispuesto a dejarme ir. Lo veo rodear el coche y en menos de un segundo me tiene acorralada contra la puerta del copiloto.
Siento su cuerpo caliente y duro contra el mío, y mi corazón de inmediato comienza a latir con fuerza.
—Eres muy atractiva- me dice en un susurro que hace erizar cada poro de mi piel- Es una lástima que seas rubia, una gatita rubia.
Y con ese comentario la magia se acaba.
—¿Qué quieres decir con eso?- le pregunté, molesta y sin ocultarlo.—Y no vuelvas a llamarme de ese modo.
—Nada-— el idiota se encoge de hombres y luego veo como me regala una sonrisa maliciosa que supongo hace papilla a las mujeres, antes de encogerse de hombros— Solo que las rubias siempre son un poco tontas.
Mi boca no podría abrirse más ni aunque quisiera. No puedo creer que este tipo sea tan descarado, grosero y… y…
—¡Eres un maleducado!—le digo y sin dudarlo empujo con fuerza su cuerpo para alejarlo y pongo el sobre contra su pecho—Puedo decirte que esta rubia tonta no tiene nada, porque de serlo caería en tus garras, pero créeme soy más lista que eso.
—Lo ves, eres toda una gatita peleona— me dice el idiota, pero yo decido no alargar más esta discusión.
Si decir más, me doy media vuelta y salgo prácticamente corriendo de ahí y me meto en el ascensor.
No sé qué es peor: el hecho de que me haya tratado como un objeto la tarde anterior o el hecho de que me ha agarrado de esa manera. Me siento furiosa, humillada y vulnerable.
Cuando llego de vuelta a mi oficina, estoy echando humo, pero cuando mi jefa me pregunta si he entregado los documentos, trato de sonreír y le digo que sí.
Es entonces cuando caigo en cuenta de lo que ha pasado, y no puedo evitar sentirme preocupada por lo que pueda pasar si ese hombre se queja de mi comportamiento.
Podría perder mi trabajo y esa sería mi ruina, mi sueldo a duras penas me alcanza para subsistir aquí en Los ángeles, de hecho estoy en busca de un ascenso o un nuevo trabajo, pues la mayoría de lo que gano se lo envío a mi madre y a mi pequeño hermano enfermo en Londres.
Mi hermano está demasiado débil para que puedan viajar y el inservible que mi madre se busco por marido, luego de la muerte de papá, la abandonó cuando a mi hermano le diagnosticaron leucemia.
No, no puedo perder mi empleo…
Me siento en mi escritorio y trato de concentrarme en mi trabajo, pero no puedo dejar de pensar en él.
¿Por qué me había hecho sentir así? ¿Por qué me había tratado tan mal? ¿Qué pasará si me echan?
De repente, mi teléfono suena anunciando que tengo una llamada de Steph, mi mejor amiga, y viendo que mi jornada laboral ya casi ha llegado a su final, decido responder.
—No sabes cuanto necesitaba esta llamada— digo nada más responder haciendo que mi amiga se ria.
—¿Ha sido un mal día?— me pregunta ella con humor.
Yo simplemente dejo salir un resoplido al momento en que el rostro esculpido y atractivo del idiota llega a mi mente.
—Ni te lo imaginas. Nos vemos a la salida en el bar de siempre, ahora debo colgar.
Luego de veinte minutos metida en el tráfico, consigo parquear en frente del bar en el que al menos dos veces a la semana me encuentro con Steph.
Cuando entro mis ojos recorren el espacio hasta que encuentro la melena castaña de mi amiga sentada en la barra ya con una cerveza en mano.
Me dejo caer con pesadez a su lado en el banquillo ganándome una mirada divertida de mi amiga que extiende una cerveza en mi dirección, que al parecer ya había pedido para mi.
Sin dudarlo la tomo y le doy un largo trago antes de dejarla nuevamente en la mesa arrugando el gesto. Odio la cerveza.
—Bueno ¿Y a ti que te ha pasado?
—Ayer he tenido un encuentro desagradable con un idiota en la oficina y hoy he tenido la desgracia de tener que repetirlo— le digo en medio de un gruñido, porque de solo recordarlo me hierve la sangre así que le doy otro sorbo a la bebida.
Ella al escucharme eleva ambas cejas en sorpresa y no me extraña, yo suelo ser muy tranquila y evito a toda costa meterme en problemas.Steph me da toda la atención, haciendo un gesto con la mano para que le cuente detalles.
—¿Ha sido un compañero? ¿Te hizo algo? ¡HABLA!—Su preocupación mezclada con las ganas de saber el chisme consigue sacarme una sonrisa.
—No, no. Bueno, no lo sé, nunca lo había visto antes en la revista, ni siquiera en la zona del canal televisivo, pero no tenía la pinta de ser un trabajador.
Esa es la pura verdad, ese hombre tenía cara de todo menos de ser un asalariado que se come las uñas esperando el fin de mes.
—¿A qué te refieres? Luego ¿Qué pinta tenía?
Steph me mira con curiosidad y yo sin darme cuenta estoy recreando en mi mente la imagen del desconocido arrogante, pero es que amado Dios, el hombre sí que está como un tren.
—Tiene pinta de ser el dueño del edificio, no el trabajador— le digo finalmente— El hombre imponía un montón y mejor ni decirte lo bueno que está.
Mi amiga abre muchos los ojos al escucharme y como se que debe estar a punto de salirme con una barbaridad, me le adelanto y empiezo a contarle todo sobre mi corto pero desagradable encuentro con el desconocido, ella abre mucho más los ojos cuando le digo como me trató cuando vio que su celular se había roto.
Cuando finalmente termino, mi amiga tiene el ceño fruncido y una mueca de indignación clara en su rostro.
—Es un imbécil— concluye ella y no puedo hacer más que darle la razón.
—Lo es— digo y dejo salir un suspiro antes de terminar la horrenda cerveza.
Levanto la mano y me pido dos chupitos de tequila que el barman no demora en dejar enfrente de mi, extiendo uno a mi amiga que ni siquiera duda en recibirlo y nos empinamos el chupito.
—Estoy preocupada— dejo salir finalmente cuando los nuevos tragos están frente a nosotras. De inmediato siento la mirada de la castaña en mi nuca, cuando me giro a verla tengo que tragar en seco antes de decir lo que ha estado torturando mis pensamientos desde esta mañana— ¿Qué tal si es un hombre importante y pone una queja sobre mi en la empresa? Él parecía totalmente la clase de persona que se atrevería a hacerlo.
Steph parpadea dos veces cuando me escucha y luego hace ese gesto que me hace saber que está pensado y que probablemente se está molestando.
—No van a botarte, tu jefa te ama, tu columna es de las más leídas, si ese idiota va y pone una queja lo máximo que va a conseguir es que te de den un jalón de orejas— me dice, pero sus palabras no me dejan tranquila.
—No estoy tan segura, tu no lo viste Steph, el hombre incluso llevaba guardaespaldas, que persona anda por ahí con guardaespaldas como si no fuera la gran cosa.
Veo como mi amiga traga en seco y solo con ese gesto sé que está empezando a preocuparse.
—No nos apresuremos a los hechos, Hann, puede que se queje como puede que no, mientras tanto tu y yo vamos a beber.
Y así lo hicimos, íbamos ya por nuestra cuarta tanda de chupitos cuando mis ojos, ya un poco achispados debido al licor, empiezan a pasearse por el local y es entonces cuando lo veo y siento como todo a mi alrededor se tambalea.
—Oh Dios mío, es él— digo y llevo mi mano al hombro de Steph para avisarle aunque se que ya me escuchó—Es él amado Dios, es él.
—¿Quién? Señálame donde está el infeliz y le daremos una paliza.
Pero eso no va a ser posible, porque yo no lo estoy viendo en persona.
Con manos temblorosas señalo hacia donde el gran televisor se encuentra empotrado en la pared del fondo de la barra y su cara se ve en lo que parece ser una entrevista hecha por Forbes.
Mi amiga sigue el camino que señala mi dedo y cuando llega hasta el televisor siento como inhala aire de manera brusca, lo que quiere decir que lo ha reconocido.
De inmediato giro mi rostro hacia ella en busca de una respuesta.
—¿Lo conoces? ¿Sabes quién es?
Ella lentamente gira su rostro hacia mí y noto que se ha puesto muy pálida, lo que hace que los nervios empiezan a apoderarse de mí y el pensamiento de que voy a terminar sin trabajo se hace mucho más fuerte.
—Cariño, todo el mundo sabe quién es ese hombre— me dice angustiada y no puedo evitar fruncir el ceño porque evidentemente yo no sé quién es— ese es Jason Thompson, el CEO multimillonario más joven y cotizado de los últimos diez años, Hann.
Jason 09 de julio de 2022 Un desastre. Eso es en lo que se ha convertido mi vida en las últimas 48 horas. Lo que pensé que sería una solución rápida a mis problemas con mi abuelo y la prensa, se ha convertido en un martirio. Todas las revistas rosas, no solo en Los Ángeles, sino en todo el maldito país, están hablando sobre la misteriosa mujer que atrapó el corazón del frío, millonario e influyente hombre de negocios. Ahora mi abuelo me tiene las bolas moradas con el tema de conocer a dicha mujer ¡que ni siquiera existe! Masajeo mis sienes mientras trato de pensar en una manera rápida de salir de todo este enredo, justo cuando estoy considerando inventarme alguna ruptura, mi celular suena indicando que me ha llegado un mensaje, el nombre de Alex aparece en la pantalla. Su mensaje me llega como un salvavidas. “Estoy en Infierno, te espero acá, se nota que lo necesitas” Bueno, no pienso discutir eso. Sé que necesito una distracción a todo este desastre con urgencia. Como me l
Hanna No puedo creer que me lo haya encontrado incluso fuera del trabajo, pero me tiene aún más sorprendida ver cómo me defiende, a su manera, del idiota que no entiende lo que significa la palabra NO. Veo cómo el niñato atrevido sale prácticamente corriendo ante la voz imponente de Jason y es en ese momento que siento como su aliento roza mi nuca y consigue erizar toda mi piel. —Hola otra vez, gatita. Algo me dice que de ahora en adelante vamos a vernos mucho más. Lentamente voy girando mi cuerpo hasta que me encuentro viendo de frente a quien se ha convertido en el hombre de mis pesadillas y Dios, no puedo evitar quedarme anonadada ante su presencia. Él es impresionante. Sin embargo, todo el encanto desaparece cuando veo cómo esboza esa media sonrisa burlona que ya le he visto en más de una ocasión. —Finalmente he conseguido dejarte callada. Sus palabras consiguen hacerme despertar y de inmediato doy un paso lejos de él y frunzo el ceño regalando mi mirada más enojada. —Lo ú
Jason Tenía pensado esperar la investigación de Alex y con calma planear todo el asunto del contrato y la manera en que abordaría a la chiquilla altanera, sin embargo, mi abuelo, como cosa rara, se ha encargado de arruinar todos mis planes. Ayer cuando llegué de la discoteca, luego de que la rubia del demonio me dejara tirado en medio de la pista, me encontré con un mensaje de mi abuelo en la contestadora, donde me decía que diera por perdida la presidencia de la empresa si esa semana no presentaba a la chica, o sea la novia imaginaria. Eso hizo que llamara a Alex de emergencia, le arruinara el polvo y lo pusiera a redactar el contrato. Él se quejó alegando que no he investigado a la chica, pero le dije que lo haríamos luego, solo necesitaba algo que me sirva de señuelo para atraerla. Y lo encontré. Se me dió por entrar a las páginas de empleo que utilizamos en la empresa para encontrar trabajadores y coloqué su nombre, de inmediato me apareció un perfil completo de la chica y
Hanna Regresar a mi trabajo es lo que necesito para darle normalidad a mi vida, pues estos dos últimos días han sido una total locura. Luego de haber recibido la propuesta del idiota de Jason y de que yo, contra toda cordura, haya aceptado, recibí en mi e-mail una infinidad de documentos que hablan sobre reglas y confidencialidad. Me tomó todo lo que quedaba del fin de semana terminar de leerlo y debo admitir que no entendí gran parte de la información, pero los 20 mil dólares seguían apareciendo en grande y eso es lo único que me importa. Cuando llego camino directo hacia mi cubículo y nada más sentarme el teléfono suena anunciando una llamada de la oficina de mi jefa. —Buenos días, señorita Mila. —Buen día, Hanna, podrías por favor acercarte un momento a la oficina, tengo algo importante que decirte. La emoción se hace presente en mi cuerpo al pensar que finalmente puede tratarse de un ascenso. —Claro que sí, voy de inmediato. Camino lo más rápido que puedo hasta que llego
Jason Todo se está torciendo y ni siquiera ha empezado la farsa. Se supone que debía ir a buscar a Hanna y así repasar la historia que me he inventado y que le he pasado al correo. Sin embargo, mi padre, ha decidido joderlo todo al decir que tiene que hablar urgente conmigo sobre la empresa. Entro al estudio y en el momento que la puerta se cierra me giro hacia él. —¿Puedes decirme ya de que se trata esto? No pude ir a buscar a Hanna por ti. —¿Y es que acaso no puede llegar sola? Me ahorro decirle que Hanna no vive en los alrededores, porque eso sería en definitiva cavar mi propia tumba, en su lugar digo lo que me imagino que cualquier novio enamorado diría. —Puede, pero yo quería ir por ella, así que por favor dime de qué quieres hablar. Veo como su rostro se va endureciendo y sus ojos me miran con reproche, como si yo acabara de hacer la peor cosa del mundo. —¿Dónde conociste a la chica, Jason? Porque hace una semana nadie sabía que existía y cuando mi padre decide ponerte
Hanna La vida puede ser cruel y despiadada, pero también nos regala momentos de esperanza y fortaleza. Me encuentro en medio de esa dualidad, tratando de encontrar una salida a los problemas que me agobian. Hoy mi madre me ha llamado nada más amanecer, para decirme que el tratamiento experimental al que someterán a Chris, mi hermanito de 12 años, tiene un valor de 35 mil dólares y que para iniciarlo debe abonar al menos la mitad. Mamá es camarera y cajera en una cafetería de renombre en Londres, sus ingresos a duras penas nos alcanzaban para vivir, es por eso que siento una responsabilidad abrumadora como hermana mayor para asegurarme de que Chris reciba la atención médica que necesita. Estoy tratando con todas mis fuerzas de no desmoronarme, de ver, como dicen muchos, el vaso medio lleno y no medio vacío, pensando que Jason llegó como un tormento, pero también una salvación. Sin embargo es muy difícil mantenerme positiva cuando todavía me falta todo un mes para cobrar y 15 mil
JasonMi padre se presentó hace ya casi veinte minutos en mi oficina sin avisar y solo ha estado dándole vueltas a temas triviales y sin importancia, pero sé que en algún momento va a soltar su veneno.Miro la hora en mi reloj de mano y me doy cuenta que ya es medio día, por lo que levanto el intercomunicador ignorando el balbuceo de mi padre sobre las próximas vacaciones.—Margy puedes irte a almorzar— le digo nada más me contesta —Yo me quedaré un rato más.—¿Seguro, señor? Porque yo no tengo ningún problema en esperar que usted se desocupe.—Tranquila, no voy a necesitar nada, ve a comer.— De acuerdo, cualquier cosa puede llamarme.Cuando cuelgo me giro para ver a mi padre que ahora está con los ojos fijos en mí, al parecer se ha cansado de divagar y sinceramente yo ya estoy cansado de esperar y me muero de hambre.—¿Vas a decir al fin a que se ha debido esta visita?Veo como aprieta si quijada, pero de inmediato se relaja y toma un respiro como si estuviera tratando de mantener l
Hanna —Con que soltera, ¿eh? Quiero saber ya mismo quien es ese hombre. Dios, cómo es posible que cada vez que nos veamos algo terrible suceda, No puedo creer que de todos los restaurantes justo el imbécil y acosador de mi jefe debía entrar al mismo en que estoy comiendo con Jason. Por un instante pienso en contarle la verdad de todo creyendo que él puede ayudarme de alguna manera, sin embargo al mirarlo y ver como me está viendo con tanta rabia ahora mismo rechazo el pensamiento. Para él soy únicamente el medio para un fin y si llegó a contarle y él no hace nada por ayudarme, entonces me quedaré sin el único trabajo estable que tengo. Al final decido hacer lo único que se me ocurre: mentir. —Si estoy soltera —le digo soltando una verdad, aunque por la forma en que me mira no parece convencido. —¿Entonces puedes explicarme por qué te pusiste como un papel cuando viste a ese hombre? —Es mi jefe— digo soltando la segunda verdad y me preparo para comenzar la mentira—Me puse nervi