Frente al centro comercial con todas sus bolsas, Ariel esperaba con desespero a Alejandro. Hace más de una hora que dijo que iría a recogerla, pero no había sido así.Al ver su coche que se aparcaba, ella agitó su mano con mucha alegría de ver que ya llegaba. El chofer y los empleados los ayudaron a colocar las bolsas, haciendo que pudieran entrar en perfecto estado en el maletero del coche y parte de ellas junto a Alejandro y Ariel.En el camino él iba en silencio, Ariel iba muy pegada a él, algo que molestaba a Alejandro. Recién acababa de hacer con Abigail algunas cosas y por alguna razón que no era posible no deseaba que Ariel lo supiera.—¿Podrías…?— Le iba a pedir que se despegara un poco, sobre todo porque Abigail era muy astuta y no se le salía a Alejandro de la mente la posibilidad de que dejara alguna marca en él. La miró a su lado al sentir que su cabeza pegaba a su hombro, del otro lado estaba lleno de bolsas sin que ella pudiera despegarse de él, notó que la joven se habí
Marco Albini acostumbraba a fumar detrás de su casa, su esposa no soportaba el olor a tabaco y se negaba a que él les diera un mal ejemplo a sus hijos al fumar en su presencia, por lo que el único lugar que quedaba era detrás de su casa.Comenzó a caminar sin rumbo, pensando en aquella noche que se avecinaba. Esos días Alessia se ponía muy insoportable, más de lo habitual, con toda la tensión de la cena, los invitados y que quedara perfecto, pero lo que tenía a Marco preocupado, más de lo normal, era el hecho de que Alejandro todavía no se deshacía de la joven de pies descalzos.¿Y si iba en serio? ¿Realmente se casaría con esa mujer?Hacía una comparación mental entre Abigail y esa joven, no entendía como era que Alejandro la había elegido por sobre Abigail. Le daba curiosidad qué más veía Alejandro en ella.«Quizás su inocencia. A lo mejor le causaba mucho placer tener debajo suyo a alguien de escasa experiencia y era introducirla en el sexo lo que le provocaba deleite a Alejandro.
—¡Que no sé nada de ella!— Repitió Annie por décima vez.Su madre confirmó lo que ella dijo, pues Annie no se había acercado a aquella habitación.—¡Como me estés mintiendo, vas a tener problemas conmigo, Annie!— Gritó furioso Alejandro.—¡Suéltame, maldito bruto! ¡No me acercaría a esa mugrosa! ¿Con qué motivos?—le gritó, haciendo una mueca con su cara ante la horrible idea de que ella se acerca a la mugrosa Ariel.—Alejandro, suelta ahora mismo a tu hermana. ¿Qué crees que pudimos haber hecho con esa muchacha? No nos hemos nunca acercado a esa habitación, puede que solo se haya ido— dijo su madre.Alejandro corrió por toda la casa, buscando en cada habitación y gritando su nombre.—¡Ariel! ¡Ariel! ¡Ya basta! ¡Sal de donde quiera que estés! ¡No es divertido! —Pero Ariel no apareció.Por su mente pasó la idea de ir a casa de Alessia, ya para dar por hecho que había buscado en todos lados y aceptar que Ariel se había marchado.Tomó el coche para llegar más rápido y por si no estaba all
Lloraba todo el camino.Había corrido tanto que tardó menos de lo que pensó en llegar a la carretera.Cansada, se tiró al suelo para descansar mientras lloraba, ¿cuántas veces había escupido y pasado sus manos por sus labios con la intención que borrar aquel asqueroso beso? No sabía cómo sentirse aparte de asqueada, estaba molesta, pero también había sentido tanto miedo al estar tan indefensa.Aquel lugar no lo conocía, podrían quedarle horas de camino y prefería no tener que recorrerlo mientras caía la noche, sabía que de noche era aún más peligroso, sobre todo en una carretera, donde alguien podría detenerse a recogerla y nadie se daría cuenta.Los locos y desquiciados siempre abundaban.Se puso de pie y comenzó a caminar, manteniendo el ritmo para no cansarse, pero también adelantando el paso.Pensaba en el poco tiempo que duró en aquella casa y el sinsentido que era permanecer allí o casarse con ese hombre. Era una buena oportunidad para no volver a saber algo de Alejandro o de lo
—Yo…— no era como que no intentara retirar su mano, Alejandro se la dejaba sobre su erección y Ariel no sabía debajo de qué piedra meterse—. Ha sido un movimiento involuntario, lo siento.— Trató de excusarse por haberlo tocado. Y así había sido realmente, después del increíble beso, su cuerpo quedó muy caliente y su mano se movió sin recibir ninguna orden de ella, quedando sobre la erección de Alejandro.—Claro que lo sientes, tienes tu mano sobre él. Un beso y has provocado esto. Te atreves a tocarlo.— Dejó que ella retirara su mano pero Alejandro se colocó frente a ella, agachándose dentro de la tina—. Me intriga como de un momento a otro pasas de ser tímida, tierna y callada, para ser atrevida, inocente y curiosa. No logro saber cuál faceta me gusta más, pero una cosa sí sé…— dejó nuevamente un dedo sobre los labios de ella—. Me ha encantado ese beso, espero que no sea el último.—Salió de la tina y comenzó a desnudarse.Al ver que Alejandro se quitaba la ropa, ella salió con prisa d
Los ojos de Ariel quedaron deslumbrados cuando Alejandro llegó al salón, no es que no lo haya visto vestido de manera formal, era como casi únicamente lo había visto en las semanas que llevaba allí, pero era diferente, para ella era diferente.Saldrían los dos a una cena importante a donde él había decidido llevarla, ¿se imaginan la emoción que sentía Ariel?Él la estaba tomando en cuenta.Por primera vez en toda su corta vida, alguien la estaba tomando en cuenta y eso hacía que su corazón diera saltos de felicidad.—¿Nos vamos?—preguntó Alejandro, sintiéndose muy feliz por la esposa que había elegido.—Sí.— Tomó la mano que él le ofrecía y se puso de pie. —¿Dónde es?—Hasta ahora preguntaba.—En casa de mi hermana Alessia, está al lado. ¿Quieres ir caminando? —dijo. Alejando quiso avanzar, pero el cuerpo de Ariel no se movió.Alessia era la esposa de Marco Albini, el hombre que hace solo una horas se atrevió a perseguirla y tocar su cuerpo sin permiso alguno.Bajó la mirada y observó
Después de aquella noche, Ariel se comportaba distante con Alejandro, a pesar de que los días pasaban.Él tenía miedo de que ella por alguna razón cambiara de opinión, tenía miedo de llegar a casa y encontrarse con que ella había huido otra vez.Tenía que apresurar la boda.Mordía su bolígrafo mientras daba vueltas en su silla. La puerta de la oficina fue abierta y por ella entró su gran amigo, Fabio Durán.Uno de los pocos amigos con los que Alejandro podía contar, alguien en quien confiaba, sus ojos en la empresa cuando él no estaba, quien le cubría la espalda de Marco Albini y de Alessia Fendi.Un amigo fiel.Tomó asiento frente a él y notó el rostro preocupado de Alejandro.—Tengo que casarme ya. Mamá me está presionando, no para que me case específicamente con Ariel, sino para que me case, pues Annie y Alessia la están presionando a ella. —Dejó de girar y fijó sus ojos en su amigo.—Aún no creen que te vas a casar y es que hasta yo estoy un poco ateo con este tema. Por Dios, ¿rea
Cuando Ariel salió corriendo de aquella casa, sabía perfectamente que Alejandro no la iba a seguir, al menos no de inmediato, por lo que corrió con mucha prisa, tomando el camino directo, ya que por el bosque le sería imposible llegar debido a la oscuridad.En medio del camino, un coche la iluminó, iba camino hacia los Fendi, por lo que la luz le dio de frente.Dejó su mano frente a su cara para contrarrestar la molesta luz que no dejaba de molestarle en la cara, el coche se detuvo frente a ella y de él salió un hombre, que por la luz ella no podía verle el rostro.Ariel comenzó a retroceder, sabiendo que no debía de acercarse.—Soy Luca, Luca Albini— Anunció el desconocido. Solo bastó con que Ariel escuchara el apellido para que comenzara a correr.Aquel hombre fue detrás de ella, ya que al ver su rostro todo embarrado con el maquillaje, él había pensado que estaba golpeada, herida.—¡No me sigas!— Gritó asustada. No quería regresar a esa casa, pero frente a ella había otro peligro,