Capítulo noventa

Al día siguiente, luego de seguir en lo mismo y como solo quedaban dos días para que Norman se marchara otra vez, ambos decidieron tomar un respiro y pasear por el pequeño y pintoresco pueblo. Mientras caminaban, conversando y disfrutando de la tranquilidad del lugar, Ariel notó un pequeño mercado en una de las plazas del pueblo.

Era un lugar lleno de color y vida, donde varios artesanos locales exponían sus creaciones. Había puestos de bisutería, cerámica, tejidos y otras artesanías. Ariel se detuvo a observar con atención los delicados trabajos de bisutería, admirando la habilidad y creatividad de los artesanos.

—Sería increíble poder tener un puesto aquí y mostrar mis creaciones—, comentó Ariel con emoción, sus ojos brillando al imaginar la posibilidad.

Norman la miró y sonrió, viendo lo mucho que esta nueva pasión la había animado.

—¿De verdad te gustaría hacer eso, Ariel? Porque si es así, puedo averiguar cómo podrías conseguir un puesto aquí—, dijo decidido a ayudarla a hacer su
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