La desesperación y el miedo se apoderaban de Norman Spencer con cada día que pasaba sin noticias de Ariel. Había denunciado su desaparición, una decisión que lo había llevado a una búsqueda frenética y angustiosa. Su hermano, un hombre de recursos e influencias, había movilizado todos los medios a su alcance para encontrar a Ariel, pero las primeras semanas de búsqueda habían sido infructuosas.Norman se sentía atrapado en un ciclo interminable de esperanza y desilusión. Cada llamada, cada golpe en la puerta, cada informe de la policía, lo llenaba de una mezcla de ansiedad y deseo de buenas noticias, solo para dejarlo caer de nuevo en la incertidumbre.—No hay rastro de ella, Norman,— le dijo su hermano una tarde, su voz reflejando la misma frustración que Norman sentía. —Hemos revisado cámaras de seguridad, hablado con taxistas, revisado estaciones de tren y autobús... nada. Es más que obvio que salió del país y… la búsqueda aquí no tiene sentido.—Norman se pasó las manos por el cab
Su pierna infectada era una fuente de gran preocupación; la infección había avanzado sin tratamiento durante demasiado tiempo. La fiebre alta que había experimentado era un claro indicador de que su cuerpo estaba luchando contra una infección seria.El equipo médico decidió actuar de inmediato. Primero, abordaron la deshidratación y la anemia. Ariel recibió líquidos intravenosos y transfusiones de sangre para estabilizar estos problemas inmediatos. La hipotermia, aunque preocupante, había sido mitigada por la rápida acción de los oficiales y paramédicos que la encontraron. Esa ya no había sido un problema que pasó a se mayor.El verdadero desafío era la pierna infectada.El equipo médico, tras una cuidadosa evaluación, determinó que la infección no había alcanzado el hueso, lo cual era una buena noticia. Sin embargo, la infección de tejidos blandos era grave. Decidieron iniciar un tratamiento agresivo con antibióticos intravenosos para combatir la infección. Paralelamente, realizaron
—¡¿Cómo te atreviste a dejarla volver a las calles?! ¡¿Cómo te atreviste?!— La rabia se apoderaba de él, queriendo golpear a Norman mientras lo sujetaba del cuello con ambas manos. —¿Es que no puedes cuidarla?— Al ver la falta de respuesta de Norman, este lo empujó hacia atrás, haciendo que Norman chocara a una de las paredes. Se dio la vuelta, con la clara intensión de querer entrar hacia la habitación de Ariel, pero Norman se lanzó tras él, no dispuesto a dejarlo entrar.—¡No te atrevas!— Le amenazó Norman. —No te atrevas a acercarte a mi esposa, Alejandro.—No puedes… cuidarla. ¡Ariel está en esta situación por ti! ¡¿Qué demonios hiciste con su dinero?! ¡¿Por qué Ariel estaba en las calles? ¿No eres un hombre capaz de darle un hogar?— Por su mente comenzaban a pasar miles de cosas, como que ese hombre frente a él la maltrataba, que se quedó con su dinero, con su negocio, que estaba destruyendo a Ariel y que no le hacía nada de bien a ella, para él Norman era el causante de la desgr
Había sido él, el causante de que la vida de Ariel tomara ese curso, uno sin anhelo, sin esperanzas y sin ningún deseo de mejoría, tan solo vagar, como antes lo hacía. Pero su espíritu ya no era tan fuerte como antes y las calles resultaron ser un lugar más sombrío y oscuro de lo que Ariel pudo imaginárselo o vivirlo.Alejandro se detuvo frente a la puerta de la habitación de Ariel, su corazón latiendo con una mezcla de ansiedad y remordimiento. En su mente, las imágenes de Ariel llorando, las discusiones, las acusaciones, giraban como un carrusel doloroso. La revelación de su inocencia había sido un golpe devastador, haciéndole ver la magnitud de su error y la injusticia que había cometido contra ella.Las veces que la causó de cosas a las que ella era ajena, todo lo que pensó de su persona y las diferentes maneras en las que la humilló, sin que ella soltara una sola palabra.No quiso hacerle ver que todo lo hizo por él, porque Ariel no necesitaba que Alejandro supiera esas cosas, ta
En la penumbra de la habitación del hospital, Ariel yacía en la cama, su mente agitada por los ecos de la discusión entre Alejandro y Norman. A pesar del dolor que sentía en todo el cuerpo, el dolor emocional era aún más insoportable. Las lágrimas brotaban silenciosamente de sus ojos cerrados, una respuesta silenciosa a la tormenta interna que la consumía.No quería buscarle problemas a Norman con Alejandro, sabía lo molesto que podía ser Alejandro Fendi y lo menos que deseaba en aquel momento era que Norman tuviera que soportar los berrinches de Alejandro. Había reconocido su voz, pero no podía distinguir las palabras que se decían.Ariel no quería ser una carga para nadie y Norman no era su esposo de verdad, no deseaba que por su culpa él se metiera en problemas.No quería ver a Alejandro, no quería enfrentar la avalancha de emociones que su presencia inevitablemente desencadenaría. En su corazón, deseaba escapar, irse lejos para no tener que enfrentarse a la realidad de su pasado y
Tras la emotiva reconciliación con su madre, Alejandro se encontraba sumergido en sus pensamientos mientras conducía hacia el hospital donde Ariel estaba ingresada. La reciente confesión de su madre había aliviado una parte del peso que llevaba en su corazón, pero aún quedaba una tarea pendiente: enfrentar a Ariel.Tenía que verla, saber como seguía, ver si estaba bien, que ella supiera que… él no pensaba todas esas cosas de ella y que ya sabía que ella era inocente. Habían creído que tan solo quería verla, confirmar que estaba bien, pero se dio cuenta que también necesitaba decirle que conocía la verdad y agradecerle que… se casara con otra persona para que él obtuviera su libertad.Al llegar al hospital, Alejandro se detuvo un momento en el estacionamiento, tomando una profunda respiración para calmar su acelerado corazón. Su mente estaba inundada de recuerdos y emociones contradictorias.Con pasos medidos, se dirigió hacia la habitación de Ariel, revisando cautelosamente los alrede
Fuera de la habitación de Ariel, Norman estaba parado, su corazón latiendo con una mezcla de preocupación y culpa. Se reprendía a sí mismo por no haber estado allí para proteger a Ariel de Alejandro, que este no entrara, pues sabía o creía que ella no deseaba verlo. La puerta de la habitación se abrió, y Alejandro salió, con una expresión de dolor y derrota marcando su rostro. Pero rápidamente lo ocultó al ver a Norman allí.Cerró la puerta despacio y se le quedó mirando. Intentando descubrir si él había escuchado algo o si escuchó…. ¿Qué tanto escuchó?Los dos hombres se encontraron en el pasillo, sus miradas entrelazándose en un silencio tenso. Alejandro se acercó a Norman, su voz seria y cargada de emoción, la charla con Ariel había sido muy fuerte y, sin duda, no había salido como él lo planeó. Pero no se vería derrotado frente aquel hombre y más conociendo que era la persona que estaba al lado de Ariel.—¿Sientes algo por Ariel?— preguntó, mirando directamente a los ojos de Norma
Ariel ya llevaba semana y media en BackTown, pasaba los días tranquila en casa, Norman llegaba temprano de trabajar, iban a sus citas al hospital y el doctor Spencer estaba cuidando muy bien de ella, la herida en su pierna iba curando perfectamente bien y los ánimos de Ariel regresaban.Lo único malo era que peleaba contra la dieta que tenía que llevar.Él se encargaba de que ella llevara la dieta al pie de la letra, era quien le cocinaba todo. Su recuperación era algo muy importante para Norman.La cocina estaba llena de aromas y sonidos mientras Norman se afanaba preparando la cena. Siempre ponía mucho empeño en ello para que Ariel no solo viera aquel plato como algo que tenía que comer.Había pasado horas investigando y planeando una dieta especial para Ariel, asegurándose de que cada comida estuviera repleta de los nutrientes necesarios para su recuperación. La llevaba al pie de la letra, para que no faltara nada.—Espero que te guste, he intentado algo nuevo hoy,— dijo Norman con