Aquel día Ariel tenía cita. Estuvo allí a la hora acordada y ahora mismo estaba en el consultorio del Dr. Spencer, llenando la habitación con un brillo cálido y acogedor, varias fotos de su hija adornando el lugar, la hermosa Blue. Ariel estaba sentada en la camilla, finalizando su chequeo. El divorcio con Norman había sido amistoso, pero ella sentía una mezcla de alivio y vacío ahora que era oficial. No había sido un matrimonio real, pero tampoco podía negar las cosas buenas que eso trajo a su vida, como la buena compañía de Norman Spencer, no se imaginaba casándose con alguien más, pagándole dinero a un hombre para que fuera su esposo.—Ya hemos terminado por hoy, Ariel,— anunció el Dr. Spencer, ayudándola a bajar de la camilla. Con cuidado, observó cómo se apoyaba en él. —¿Sientes algún dolor o incomodidad?— preguntó con preocupación profesional.—No, me siento bien, gracias,— respondió Ariel, sorprendida por su propia fortaleza y estabilidad.El Dr. Spencer la guio hacia la báscul
Abigail se sentía fatal.Alejandro estaba a ratos centrado en ella y luego, era más que obvio que su cuerpo estaba allí, pero su mente no.Había accedido a regresar con él, porque él realmente la convenció e hizo cosas para que ella viera que iba en serio, que quería continuar con aquel matrimonio de manera pacífica, pero las cosas parecían comenzar a desmoronarse cuando más ella estaba disfrutando de él.Las fiestas de las navidades eran muy importantes para ambos, Alejandro quería que aquel fin de año hicieran una celebración por todo lo alto y para eso era esencial Abigail Clinton, tenían dos entrevistas para hacer más público su matrimonio y Abby se había encargado de que la casa luciera de lo más adecuada a un hogar, incluso la abuela, la señora Fendi, podría ser un toque especial para las fotos navideñas que la revista iba a tomar de ellos, a falta de un bebé. Al menos por ahora. Pero, viendo lo cambiante que era Alejandro, tener un bebé hacía que Abigail se desilusionara. La id
Era un frío sábado de diciembre, y Norman había salido temprano de casa con una misión en mente, aun si creía que había tardado o que ya no había tiempo, tenía que hacer lo posible para que los días restantes fueran divertidos para Ariel. Al regresar, traía consigo dos grandes cajas repletas de adornos navideños. Aunque no solía involucrarse mucho en las festividades, este año era diferente, incluso si no tenía amor por la navidad o una costumbre fija de decoración y ese tipo de cosas. Por Ariel estaba dispuesto a hacerlo.Había notado cómo Ariel se quedaba mirando con anhelo las decoraciones en las casas vecinas, y no quería que ella se perdiera de experimentar la alegría de la temporada. Jamás. Incluso le alegraba hacerla feliz con algo tan simple como la decoración de navidad. Sabía que ella se pondría muy feliz.Ariel salió al porche para recibirlo, con Migo, su fiel mascota, correteando emocionado a su alrededor.—¿Qué has traído?— preguntó con curiosidad, su rostro iluminándose
La habitación estaba impregnada de tensión y emoción cruda. Alejandro, enfrentándose a la inminente realidad del divorcio, sabía que no había manera de cambiar la decisión de Abigail. Se sorprendió de la firmeza con la que ella había tomado su resolución. Sinceramente, aquello jamás lo vio venir. Creía que Abigail podría aferrarse hasta el final al tiempo en el que los dos tenían que estar casados. La sorpresa en el rostro de Alejandro no era ni de cerca fingida, era totalmente auténtica.La necesitaba, la necesitaba de su lado y él tenía los motivos para que Abby Clinton fuera su compañera por un poco más de tiempo, sin tener que manchar su nombre de nuevo con otra turbulenta noticia, sobre todo cuando se estaba intentando que su nombre quedara limpio, aún si no se encontraban pruebas necesarias contra Marco Albini, que él no siguiera figurando como el único culpable del hecho. Dejarlo de esa manera, era muy precipitado para sus planes y eso suponía cambios a los que él no se quería
Volvieron a la mesa ya con el postre.A medida que la noche avanzaba, Ariel se sentía cada vez más cómoda y segura. Las risas y las conversaciones llenaban la sala luego de la gran diosa cena que habían tenido los cuatro. Era evidente que, a pesar de los cambios en su vida, Ariel había encontrado un lugar donde pertenecía y personas que la valoraban y respetaban. Se sentía segura entre Norman y sus hermanos, veía lo diferente que era uno del otro y como su jefe se ponía divertido luego de un par de copas de champán.La cena había sido un éxito rotundo, y ahora, en la comodidad del salón, la velada se relajaba con la apertura de segunda botella de champán. Los hermanos de Norman, Ronald y Tony, comenzaron a charlar animadamente, intercalando la conversación con bromas y risas. Ariel, sosteniendo una copa de champán en la mano, observaba la escena con una sonrisa suave.Eran una familia muy agradable y se notaba la unión en ellos.Para su sorpresa, Ronald, quien siempre le había parecid
La llegada de Alejandro y su abuela Julia al pequeño pueblo había sido un viaje de emociones encontradas, no solo para los Fendi que se verían con Ariel, sino para ella, incluso para Norman que no se esperaba que Alejandro hiciera una aparición tan rápida en la vida de Ariel.Al ser escoltados al coche por el chofer y un guardaespaldas, ambos se dirigieron hacia la casa que Alejandro había preparado para su estadía.Quedaba en el centro del pueblo. Una de las tantas casas vacías que el compró en aquel lugar.La residencia, seleccionada y equipada con todo lo necesario para garantizar su comodidad y privacidad en el tiempo que ellos estuvieran allí, era el escenario perfecto para pasar un fin de año en tranquilidad y armonía, ahora tan solo hacía falta la compañía que más se añoraba.La de Ariel.Al llegar, Julia observó la casa con una sonrisa de satisfacción. Ya sabía que era un lugar pequeño, tranquilo, no se trataba de una ciudad, ni menos una capital. Tan solo un pequeño pueblo, c
Las horas junto a Julia habían pasado de una manera que Ariel no se daba cuenta. En aquella habitación, ambas charlaban a solas, mientras Alejandro no dejaba caminar de un lado a otro frente a la puerta, esperando el momento en que su abuela lo dejara entrar o que Ariel saliera para también hablar con él. Alejandro me dijo que han pasado muchas cosas desde que el cayó preso. No me imagino por las cosas que debiste pasar, pequeña. Pero ¿por qué estás tan delgada, tesoro? No sé si es por el tiempo que tenemos de no vernos, pero te encuentro muy delgada tocó su rostro y frunció el ceño, Ariel tan solo sonrió sin querer entrar en detalles pera no preocupar a la señora.Norman me ha estado cuidando muy bien, estoy mejor, no quisieras ver como estaba semanas atrás, parecía a la del cadáver de la novia.¿Eso qué es? Preguntó Julia y Ariel tan solo sonrió. Ese hombre, me dijiste que ya no es tu esposo, pero que no se lo diga a Alejandro, ¿qué sucede? ¿Ustedes dos están peleados?Tan solo no
¿Qué haces con el hombre al que amas, a pesar de todo, te besa? ¿Qué haces cuando lo que sientes va contrariado a todo lo que deseas? No deseaba besarlo, pero tampoco podía negar que ese contacto con él le alimentaba el alma, que la sensación era indescriptible o que durante mucho tiempo soñó con besar otra vez sus labios, sentirlo, desearlo, rendirse a aquello que sentía, tan solo olvidarse de todo y volver al pasado, donde estaba por abrir su repostería y su único problema era ver si al final del mes le llegaría la regla o si estaría embarazada, algo que anhelaban los dos, mientras estaban en su feliz matrimonio.Pero aquel beso, por más bien que se sintiera, por más que lo deseaba, aunque su corazón saltaba por lo maravilloso que era volver a sentirlo, no la devolvía a ese lugar donde ambos fueron felices. Seguía allí, en un presente donde el hombre que decía amarla era capaz de herirla hasta desgarrarla.Abrió los ojos y bajó sus manos que lo tocaban, Alejandro hizo lo mismo, deja