La habitación estaba impregnada de tensión y emoción cruda. Alejandro, enfrentándose a la inminente realidad del divorcio, sabía que no había manera de cambiar la decisión de Abigail. Se sorprendió de la firmeza con la que ella había tomado su resolución. Sinceramente, aquello jamás lo vio venir. Creía que Abigail podría aferrarse hasta el final al tiempo en el que los dos tenían que estar casados. La sorpresa en el rostro de Alejandro no era ni de cerca fingida, era totalmente auténtica.La necesitaba, la necesitaba de su lado y él tenía los motivos para que Abby Clinton fuera su compañera por un poco más de tiempo, sin tener que manchar su nombre de nuevo con otra turbulenta noticia, sobre todo cuando se estaba intentando que su nombre quedara limpio, aún si no se encontraban pruebas necesarias contra Marco Albini, que él no siguiera figurando como el único culpable del hecho. Dejarlo de esa manera, era muy precipitado para sus planes y eso suponía cambios a los que él no se quería
Volvieron a la mesa ya con el postre.A medida que la noche avanzaba, Ariel se sentía cada vez más cómoda y segura. Las risas y las conversaciones llenaban la sala luego de la gran diosa cena que habían tenido los cuatro. Era evidente que, a pesar de los cambios en su vida, Ariel había encontrado un lugar donde pertenecía y personas que la valoraban y respetaban. Se sentía segura entre Norman y sus hermanos, veía lo diferente que era uno del otro y como su jefe se ponía divertido luego de un par de copas de champán.La cena había sido un éxito rotundo, y ahora, en la comodidad del salón, la velada se relajaba con la apertura de segunda botella de champán. Los hermanos de Norman, Ronald y Tony, comenzaron a charlar animadamente, intercalando la conversación con bromas y risas. Ariel, sosteniendo una copa de champán en la mano, observaba la escena con una sonrisa suave.Eran una familia muy agradable y se notaba la unión en ellos.Para su sorpresa, Ronald, quien siempre le había parecid
La llegada de Alejandro y su abuela Julia al pequeño pueblo había sido un viaje de emociones encontradas, no solo para los Fendi que se verían con Ariel, sino para ella, incluso para Norman que no se esperaba que Alejandro hiciera una aparición tan rápida en la vida de Ariel.Al ser escoltados al coche por el chofer y un guardaespaldas, ambos se dirigieron hacia la casa que Alejandro había preparado para su estadía.Quedaba en el centro del pueblo. Una de las tantas casas vacías que el compró en aquel lugar.La residencia, seleccionada y equipada con todo lo necesario para garantizar su comodidad y privacidad en el tiempo que ellos estuvieran allí, era el escenario perfecto para pasar un fin de año en tranquilidad y armonía, ahora tan solo hacía falta la compañía que más se añoraba.La de Ariel.Al llegar, Julia observó la casa con una sonrisa de satisfacción. Ya sabía que era un lugar pequeño, tranquilo, no se trataba de una ciudad, ni menos una capital. Tan solo un pequeño pueblo, c
Las horas junto a Julia habían pasado de una manera que Ariel no se daba cuenta. En aquella habitación, ambas charlaban a solas, mientras Alejandro no dejaba caminar de un lado a otro frente a la puerta, esperando el momento en que su abuela lo dejara entrar o que Ariel saliera para también hablar con él. Alejandro me dijo que han pasado muchas cosas desde que el cayó preso. No me imagino por las cosas que debiste pasar, pequeña. Pero ¿por qué estás tan delgada, tesoro? No sé si es por el tiempo que tenemos de no vernos, pero te encuentro muy delgada tocó su rostro y frunció el ceño, Ariel tan solo sonrió sin querer entrar en detalles pera no preocupar a la señora.Norman me ha estado cuidando muy bien, estoy mejor, no quisieras ver como estaba semanas atrás, parecía a la del cadáver de la novia.¿Eso qué es? Preguntó Julia y Ariel tan solo sonrió. Ese hombre, me dijiste que ya no es tu esposo, pero que no se lo diga a Alejandro, ¿qué sucede? ¿Ustedes dos están peleados?Tan solo no
¿Qué haces con el hombre al que amas, a pesar de todo, te besa? ¿Qué haces cuando lo que sientes va contrariado a todo lo que deseas? No deseaba besarlo, pero tampoco podía negar que ese contacto con él le alimentaba el alma, que la sensación era indescriptible o que durante mucho tiempo soñó con besar otra vez sus labios, sentirlo, desearlo, rendirse a aquello que sentía, tan solo olvidarse de todo y volver al pasado, donde estaba por abrir su repostería y su único problema era ver si al final del mes le llegaría la regla o si estaría embarazada, algo que anhelaban los dos, mientras estaban en su feliz matrimonio.Pero aquel beso, por más bien que se sintiera, por más que lo deseaba, aunque su corazón saltaba por lo maravilloso que era volver a sentirlo, no la devolvía a ese lugar donde ambos fueron felices. Seguía allí, en un presente donde el hombre que decía amarla era capaz de herirla hasta desgarrarla.Abrió los ojos y bajó sus manos que lo tocaban, Alejandro hizo lo mismo, deja
—Estás muy bien— dijo el doctor. —¿Te desagrada la cicatriz?—No, de todos modos, estoy usando la crema que me dio. Y no duele, las terapias han resultado bastante bien.—Me alegro. Ese era el propósito. De todos modos, ya sabemos que nada de correr o estar tanto tiempo de pie, las caminatas te hacen bien, pero nada de excesos, porque eso puede ser lo peor. ¿Alguna otra cosa que quieras decirme? ¿Te sientes bien? Por lo de la pierna, no hay nada de qué preocuparse y me consta que estás bien alimentada. El aumento de peso ha ido bien, poco a poco. No podemos pedir que las cosas pasen de un momento a otro, pero tus avances son todos muy bueno.—Norman me ha cuidado muy bien.—Sé que sí. Y, hablando sobre eso. Ya sé que te vas. — Ariel levantó la vista hacia el doctor. —No me lo dijo Norman, me lo dijo Tony. Norman no ha dicho nada de eso. No sé mucho sobre los Fendi, pero antes que esto, tú lo tenías a ellos, así que no me preocupa, seguro que son personas en las que confías, ¿no? Despu
La noche estaba más silenciosa que el día veinticinco o el mismo veinticuatro.Ariel se había dividido de la siguiente manera: La cena del treinta y uno la pasaría con los Fendi, hasta las once y media de la noche, mientras que el año nuevo lo esperaría con los Spencer.Peinaba su cabello, preparándose para la cena. La señora Julia la había llamado, desesperada porque ya fuera, pero habían quedado a las nueve y media, recién era las nueve.Migo, a sus pies, miraba desde abajo como Ariel se peinaba con prisa.—Vamos con tiempo— murmuró para sí misma. Tomó su perfume y echó un poco en sus muñecas, para luego esparcirlo por su cuerpo, en partes específicas. —Ya está— se inclinó hacia adelante, un poco más cerca del espejo para ver sus labios pintados. —Será una buena noche y luego volvemos aquí.Al mirar la hora otra vez, tan solo faltaban quince minutos.Tomó su bolso, donde realmente no llevaba nada y salió de su habitación, seguida por Migo, en el salón estaba Norman, con su ordenador
El coche estaba aparcado donde siempre, su habitación estaba cerrada y Migo estaba en el salón, acostado en su pequeña cama junto al sillón.Todo estaba en orden, excepto una cosa.Las maletas estaban en la puerta, Ariel estaba lista, pero Norman no estaba.Tocó a la puerta de su habitación otra vez, pero estaba casi segura de que Norman no estaba en casa. Con el teléfono en su mano marcó a su número, este no respondía, era la cuarta llamada que le hacía.—¿Dónde estás, Norman? — se preguntó en voz alta. Faltaba media hora para que pasaran a recogerla, y Ariel comenzaba a sentirse nerviosa. Sabía lo ansiosa que era la señora Julia y antes de tiempo comenzaría a llamarla para que se marcharan.De seguro el doctor Spencer estaría en el hospital, por lo que Ariel salió casi corriendo de casa para saber si él sabría algo de Norman. Tendría que estar con alguno de sus hermanos.Tocó despacio a su puerta, teniendo como respuesta la voz del doctor.—Pase— dijo con suavidad desde el interior.