Seis personas recorrían el aeropuerto esa fría mañana de noviembre; tres amigos iban escoltados hacia sus asientos de primera clase, sin la menor preocupación por su equipaje o los trámites requeridos, para eso estaban sus asistentes. Mientras tanto, otras tres amigas corrían registrando sus maletas y todo lo demás que debían hacer para su primer viaje internacional, tal vez el destino fuera el mismo, pero todo lo demás en ellos era un abismo de diferencia.
Luego de dieciséis horas, por fin arribaron a su destino, y de la misma manera, mientras el grupo de ejecutivos era recibido por un chofer privado y una limusina, el otro grupo, el de las chicas, batallaba con sus valijas para conseguir un taxi.
Ya en sus respectivos hoteles, un merecido baño y algo de descanso era lo más anhelado. Para las mujeres, tantas horas de vuelo en sillas de clase turista tenían sus cuerpos adoloridos, habían previsto eso, tenían programada esa noche de descanso, iniciarían su aventura al día siguiente.
Así pasaron los días, unos en un hotel de lujo, con todo a su disposición, gastando sumas exorbitantes de dinero en el casino, sin el menor remordimiento, y disfrutando de todos los lujos y privilegios que les permitía su estatus.
Las jovencitas, en su hotel barato, en recorridos de autobús para turistas, en piscinas públicas y pequeños bares, y, aun así, se sentían las reinas del mundo, todo estaba saliendo como lo planearon, incluso mejor, estaban disfrutando cada segundo de ese viaje, realmente había valido la pena todo el esfuerzo.
Ya quedaban solo dos días en ese lugar, esa noche, era la tan anhelada celebración del cumpleaños de Rebecca, se estaban vistiendo con sus mejores ropas, arreglando su cabello y maquillándose un poco, iban a ir al lugar donde solo asistían las estrellas y los millonarios, era más que un sueño y pensaban aprovechar cada segundo.
—Te ves preciosa, Becca, hoy sin duda vas a conseguir la presa que no pudiste en estos días, estoy segura de que en ese lugar estarán los hombres más guapos y ricos del mundo.
—Tal vez, Hanna, solo espero que haya alguien a quien yo le guste.
—Claro que sí, pareces un ángel, todos van a voltear a verte.
—Solo porque iré a tu lado, mírate, estas despampanante.
—Este es mi estado natural, querida. —Las dos amigas soltaron carcajadas por sus bromas mientras Donna rodaba los ojos, ese par eran todas unas divas cuando se lo proponían.
—Bueno, divas, vámonos de una vez.
Mientras tanto, en el Caesars Palace, Charles y sus amigos, que se alojaban en una suite de lujo, se preparaban para bajar al bar, sería su última noche de fiesta, pensaban descansar la siguiente para no viajar con resaca, así que tenían grandes planes para esta noche.
Ryan había conseguido unas acompañantes de lujo, pero Charles se había negado a acostarse con ellas, decía que estaban muy flacas o muy gordas, muy altas o muy bajas, muy blancas o muy morenas, y ninguna había sido de su agrado, probó también con algunos chicas, pero tampoco obtuvo un resultado positivo.
Julian y él habían disfrutado como locos esos días y, aunque Charles no era que estuviera aburrido, Ryan consideraba que un viaje a Las Vegas sin sexo no valía la pena, así que se encargó de conseguir unas pastillas que ayudarían a su amigo a relajarse, le dijeron que eran similares al éxtasis, harían que Charlie estuviera más divertido y más dispuesto, también tenían un poco de afrodisiaco; eran la receta perfecta para una noche loca y Ryan había planeado dárselas cuando estuvieran en el bar y hacer esa noche inolvidable, como debía ser.
Las horas comenzaron a pasar y la fiesta a volverse más intensa, Rebecca y sus amigas llegaron al famoso bar, se identificaron y las escoltaron a la barra, donde un muy amable barman le mostró la carta y le explicó en qué consistía cada cóctel para que ella pudiera escoger sus veintiuno, sabía que no sería capaz con toda esa bebida así que entre las tres decidieron cuáles querían y, de esa manera, empezó su noche.
Definitivamente los cócteles americanos no eran iguales a los coreanos, rápidamente el alcohol se apoderó de sus sentidos, empezaron a bailar y a dejarse llevar por el ambiente de la fiesta.
Misma fiesta en la que un alterado Charles se encontraba con sus amigos; cuando los hilos del destino se movieron, Ryan se fijó en el grupo de chicas coreanas, su apariencia hermosa y sus cuerpos curvilíneos llamaron su atención. El rubio se encargó de que también los notaran sus compañeros, las tres chicas destacaban, se veían muy divertidas y bailaban sin inhibición.
Eran realmente hermosas, una pelinegra de baja estatura, curvas generosas en sus caderas y pecho, ojos enormes y labios acorazonados, se veía muy linda; la otra era una rubia un poco más alto y más delgada, su ropa ajustada marcaba su pronunciada cintura y tenía el rostro más bello que Ryan haya visto en su vida, con lindos ojos marrones y una boca muy provocativa; y por último, una chica castaña, de estatura media, con un cuerpo de infarto, meneaba su redondo y pronunciado trasero mientras sonreía amplio con una cara de ángel impresionante, ojitos pequeños delineados y una enorme sonrisa cuadrada, podría robarle el aliento a cualquiera.
Las tres amigas eran realmente bellísimas y Ryan quiso probar suerte, tal vez fueran americanas, pero si eran coreanas, aprovecharía esa oportunidad para conocerlas; se acercó primero a la castaña, para invitarla a bailar, pero justo en ese momento la chica decidió dirigirse al baño, así que se desvió a la rubia y la invitó, la chica aceptó y se dirigieron a la pista mientras hablaban de la grata coincidencia de encontrar compatriotas en ese lugar.
Por su parte, Charles se sentía muy acalorado y extraño, parecía que esa noche el alcohol lo estaba afectando más y quiso ir al baño a refrescarse, iba caminando distraído y no se fijó en la pequeña chica que caminaba por el mismo pasillo, por eso la estrelló y estuvo a punto de arrojarla de bruces al suelo, pero reaccionó a tiempo y la tomó por la cintura inclinándose un poco sobre ella.
Por unos segundos se quedaron mirándose, Rebecca estaba sorprendida por el choque y por el increíblemente apuesto hombre que la sostenía, todo su cuerpo empezó a hormiguear y no podía dejar de verlo. Charles, por su parte, estaba igualmente sorprendido por la preciosa chica que tenía entre sus brazos, observó con detenimiento sus facciones admirando su belleza, eran pocas las chicas que había visto que le resultaran tan atractivas; estaba aturdido por el alcohol y le sonrió ladino muy seductoramente mientras se enderezaba, pero no la soltó.
—Lo siento, venía distraído, discúlpame. —Esa voz hizo que las piernas de Becca temblaran aún más, tan grave y sexy que tuvo toda clase de malos pensamientos en ese segundo.
—E-está bien, tra-tranquilo no pasó nada.
—Bueno, a mí me parece que sí pasó, casi te hago caer, déjame invitarte un trago como disculpa.
—Oh, claro.
Rebecca sabía que debía tener cara de idiota en ese momento, no podía dejar de babear por ese hombre, era como un sueño hecho realidad, incluso pensó que era producto del alcohol, seguramente hacía que viera más guapa a la gente, porque no podría existir un ser humano tan perfecto, tan alto, guapo y sexy.
—Soy Charles, un placer. —Charles la sacó de sus divagaciones y le extendió su mano.
—Rebecca.
—Qué nombre tan bonito, casi tan hermoso como su dueña. —Charles sabía que era un piropo de porquería, pero su cerebro estaba licuado en ese momento y solo quería entretener a la chica para que no se fuera, le parecía demasiado hermosa para dejarla ir así nomás. Sin embargo, el sonrojo de la chica y su risita nerviosa le fascinó, la hacía ver aún más linda y adorable a sus ojos.
—Gracias, mmmh yo debo ir con mis amigas, ellas me están esperando.
—Vamos, me aseguraré de dejarte con ellas para que nadie más te lastime, y te compraré ese trago que prometí.
—Gracias. —Becca sentía que flotaba, además de ser tan jodidamente caliente, el hombre la trataba bonito, no podía evitar sentir cosquillas por todos lados, especialmente en su espalda baja, donde Charles mantenía su mano mientras la dirigía de regreso a la barra.
—¡Becca! Tienes que conocer a estos chicos, también son de Seúl. —dijo una muy emocionada Johanna mientras señalaba a Ryan y Julian que se encontraban con ellos.
—Son mis amigos. —respondió Charles con una amplia sonrisa.
Ver que sus amigos habían congeniado con las amigas de Rebecca, le daba la oportunidad perfecta para seguir hablando con la chica, en ese momento se dio cuenta de que las tres eran muy atractivas e iban muy bien arregladas, tal vez fueran modelos o algo así y él no las conocía.
—¿En serio? Wow qué coincidencia. —Rebecca también sonreía amplio, debía ser el destino el que los juntó esa noche.
—Debe ser el destino. —susurró Charles en su oído de la forma más coqueta posible con su seductora voz, la chica le regaló la más preciosa sonrisa como respuesta, y ese fue el inicio de esa noche.
Bebieron, bailaron, hablaron y siguieron bebiendo, los tragos no dejaban de llegar a la mesa, cortesía de los mayores, y ya ninguno se encontraba en sus cinco sentidos, pero todos lo estaban pasando de lo mejor.
Ya era de día cuando la necesidad fisiológica de ir al baño despertó a Rebecca; sentía que su vejiga iba a explotar y se sentó de golpe en la cama, lo cual fue un gravísimo error, al mismo tiempo su cabeza y su estómago dieron vueltas, su parte baja también punzó en un terrible dolor que la dejó congelada.Muy lentamente se levantó de la cama y se tocó esa parte, realmente le dolía. ¿Se había caído? Debió hacerlo estando ebria porque era evidente que tenía una resaca terrible, entonces, se dio cuenta de que no reconocía el lugar donde estaba, observó detenidamente la lujosa habitación y se percató de la enorme figura bajo las sábanas de la cama que dormía a su lado, no se asustó, estaba preparada mentalmente para cualquier locura que pudiera cometer en ese lugar, así que se acercó lentamente para observar al hombre que yacía profundamente dormido y sonrió.Rebecca había tenido esta fantasía por mucho tiempo, así que no se arrepentía de nada, ahora entendía que ese extraño dolor locali
Un profundo silencio se extendió por la amplia oficina, parecía que ninguno de los presentes era capaz de respirar mientras procesaban las palabras dichas por Julian.—¡¿Qué dijiste?! —Ryan, que se había mantenido expectante, escupió su trago.—Pensé que era algo serio, Julian, esa broma es de muy mal gusto.—No es una broma, Charles. Cuando me enteré empecé a hacer las investigaciones del caso porque no lo podía entender, hasta que recordé nuestras vacaciones en las vegas de hace dos meses.Tanto Ryan como Charles palidecieron al ver el rumbo que tomaba la conversación. Julian mantenía su rostro angustiado, pero siguió con su explicación.—Resulta que ese matrimonio oficiado por Elvis en esa iglesia ficticia es completamente válido y legal; tanto que la misma Oficina de Registro de Las Vegas se encargó de enviar copia del Certificado de Matrimonio a la embajada de Corea, y ellos, a su vez, legalizaron el documento en el Registro Civil de aquí. Legalmente estás casado con esa chica, y
Ya estaba anocheciendo cuando Julian se acercó a la cafetería en la que trabajaba Rebecca, consideró que era un lugar más apropiado para hablar que en la universidad, pero tan pronto como ingresó, se encontró con su conquista de esa noche, no recordaba su nombre, pero sí tenía muy claro el recuerdo de su cuerpo desnudo y todo lo que habían hecho; así que tan pronto la vio, no pudo evitar sonreírle de manera coqueta.La pelinegra, por su parte, quedó congelada cuando lo vio y cuando pudo reaccionar corrió a esconderse en la cocina, buscando a sus amigas para que la cubrieran, lo reconoció de inmediato y la vergüenza la abrumó, no esperaba volver a verlo, no sabía si era algo bueno o malo, y la verdad, no quería averiguarlo. Pero, cuando estaba por contarles, su supervisor se acercó llamando a Rebecca, diciéndole que un cliente la solicitaba directamente a ella y que se tomara su tiempo, al parecer era algo importante.Julian le había ofrecido al jefe del lugar una suma equivalente a la
Charles estaba a punto de empezar a comerse las uñas, había estado llamando a Julian sin obtener respuesta y su mente se imaginaba los peores escenarios. El alma le volvió al cuerpo cuando su amigo se presentó.—Qué bueno que llegas, estaba preocupado. ¿Qué pasó? —exclamó tan pronto como Julian atravesó la puerta de su oficina.—Todo salió mejor de lo que esperaba, Rebecca firmó sin problemas. —respondió Julian con una gran sonrisa de satisfacción.—¿De verdad? ¡Eso es estupendo! Imagino que esa suma de dinero es más de lo que ha visto en su vida.—Tal vez, pero no lo aceptó. —Julian hizo mala cara, no le gustaba la actitud de Charles con la chica.—¿Qué quieres decir? ¿No dijiste que había firmado? —Charles se tensó y frunció el ceño, la idea de tener líos legales con esa mujer lo estresaba mucho.—Sí, ella firmó, pero no aceptó el dinero, incluso me pidió que te dijera que lo sentía mucho, que nunca fue su intención ocasionarte problemas, ella también estaba ebria; aunque sí recuerd
Mientras que Julian intentaba lidiar con un Charles furioso, Ryan llegó tras escuchar los gritos que lo inquietaron y se sorprendió al ver a su amigo caminar de un lado a otro como una fiera enjaulada. Julian le resumió el terrible panorama y él se sintió más culpable que nunca.—Tranquilo, Charlie —Ryan estaba realmente preocupado, pocas veces había visto a su amigo tan descontrolado y nada bueno quedaba de eso—. Buscaremos la forma de que funcione, tendremos que hablar con la chica y explicarle, por lo que ha dicho Julian, es alguien bastante razonable, tal vez puedan llegar a un acuerdo para fingir el matrimonio por un año, solo tienen que vivir bajo el mismo techo y superar las visitas, nadie los obliga a relacionarse de ninguna otra manera.—¡Esto es una mierda! ¿Cómo diablos voy a vivir con ella? Ni siquiera la conozco, me piden que lleve a una completa extraña a vivir en mi casa. ¡Mi casa! No quiero ni volverla a ver por el resto de mi vida, mucho menos quiero compartir mi espa
Todos los escenarios posibles aparecieron a toda velocidad en la cabeza de Charles. ¿Rebecca estaba enferma? ¿Le había pasado algo? O peor, ¿estaba embarazada? Esa última duda lo hizo palidecer y se clavó como una espina en su corazón, él sí quería un hijo, más que nada en el mundo, pero no así, no con ella, no en esas circunstancias.Mientras hacían el recorrido se dedicó a observarla, en esa condición parecía un ángel dormido, él veía su cabello desordenado, la perfecta forma de su cara, su blanca piel de porcelana, sus ojos cerrados adornados de esas largas y oscuras pestañas, su nariz pequeñita, su boca entreabierta con esos labios rosados tan jugosos que le provocaba besar en ese mismo instante.Ella era absolutamente perfecta y ese pensamiento lo asustó demasiado, la chica irradiaba inocencia, pureza y ternura, el último de los sentimientos que él debería experimentar hacia ella, era el deseo, pero ahí estaba, contemplándola y deleitándose con la idea de que esa preciosa mujer h
—Deja de disculparte, no es necesario, en todo caso, soy yo quien debería disculparse contigo, evidentemente yo soy mayor que tú y debí comportarme de una manera más sensata, lo lamento, Rebecca; pero en este momento me parece más importante que hablemos de la situación en la que estamos involucrados.—Tiene razón, lo sien... Lo escucho.—Hay varias cosas que quiero aclarar contigo, la primera de ellas es que me gustaría presentarme, algo me dice que ni siquiera sabes quién soy —la chica asintió suavemente—. Bien, mi nombre es Charles Taylor, soy el dueño de Taylor Corp., tengo cuarenta años y también estaba en Las Vegas celebrando mi cumpleaños, aunque la fecha ya había pasado. Como podrás deducir, soy un hombre de negocios y tengo bastante dinero, es por eso que necesito que hablemos muy claro y con total honestidad respecto a este asunto.La cara sorprendida de la chica le hizo darse cuenta de que Julian tenía razón, no era alguien que lo hubiera buscado con intenciones ocultas, to
Las tres amigas salieron del hospital y caminaron hacia la estación de autobuses en el mismo silencio, una vez dentro del autobús Rebecca empezó a llorar de nuevo, y esta vez, fue acompañada por Johanna que no podía contenerse más, Donna también quería llorar, pero alguna de las tres debía ser fuerte en ese momento y le había correspondido el turno de serlo a ella.El recorrido hasta su hogar se les hizo eterno, cada una iba sumergida en sus propios pensamientos. Cuando llegaron a su pequeño departamento, se sentaron las tres en el diminuto sofá de la sala y Rebecca hizo la pregunta más difícil del mundo en ese momento.—¿Qué voy a hacer? —Ella tenía la mirada fija en la alfombra, ya había calmado su llanto, pero el desastre en su interior seguía como un huracán que arrasaba con todo a su paso.—¿Qué quieres hacer, Becca? Vamos a estar contigo en lo que sea que decidas, cariño, cualquier cosa ¿entiendes? Si quieres terminar con el embarazo, te vamos a acompañar y te vamos a apoyar en