Charles necesitaba tener las cosas muy claras, cerrar cualquier posibilidad de que la situación se le fuera de las manos, todavía más, y la única persona que podía ayudarle con eso, era Julian.—¿Qué pasa, Charlie? ¿Para qué me necesitas?—Necesito varias cosas, Julian, para empezar, que prepares los documentos para Rebecca, el poder para realizar todos los movimientos que yo necesite sin requerir su firma y un acuerdo donde se establezca que vamos a convivir por lo que resta del año y las condiciones que sean necesarias para que al finalizar, ella firme el divorcio sin trabas y sin hacer reclamaciones sobre mi dinero. Quiero que establezcas una recompensa generosa para ella, algunas propiedades, acciones, dinero, lo que consideres pertinente, incluso un diez por ciento de mis bienes, creo que eso sería un pago más que adecuado por un año de su vida.—Me sorprende que seas tan generoso, voy a alistar todo, pero no sé qué tan fácil sea que ella acepte, tendría que dejar a sus amigas, t
—El señor Taylor tiene razón —Rebecca tragó el nudo que se formaba en su garganta y reunió todo el coraje que tenía, no podía mostrarse débil frente a ese hombre, no podía dejar que la afectara cada maldita palabra que saliera de su boca, tenía que despertar y asumir que ya no iba a escuchar elogios tontos ni palabras dulces nunca más, este era el verdadero Charles Taylor y no le estaba gustando para nada—. Tengo entendido que vine a firmar unos documentos que necesitan.—Así es, pero me gustaría explicarte algunas cosas primero.Julian le habló amablemente y le dio una sonrisa cálida para suavizar el ambiente inesperadamente gélido de esa oficina, no entendía qué diablos le pasaba a su amigo, se suponía que iba a disculparse y solo estaba empeorando las cosas. Claro, ese gesto amable de Julian que fue correspondido con una tímida sonrisa de la chica, causó una nueva explosión de rabia en Charles, él se levantó de golpe de la silla y miró muy enojado a su amigo.—Me avisas cuando term
Como ya era una costumbre, Johanna y Donna estaban consolando a una muy triste Rebecca que no dejaba de llorar, las tenía muy preocupadas, ella siempre era una bomba de energía y destellos de colores, siempre riendo, bromeando, haciendo travesuras, no podía quedarse quieta nunca, y ahora, llevaba ya varios días muy decaída.Desde que Julian había ido a buscarla a la cafetería, todo su mundo se había vuelto de cabeza, cada noticia parecía más terrible que la anterior y la pobre chica parecía no ser capaz con toda esa carga encima. No había bastado con los malos chistes de Johanna o las groserías de Donna que siempre la hacían reír, estaba realmente abatida y sus amigas ya no sabían qué más hacer, al parecer, solo podían darle espacio, que se tomara su tiempo para pensar en qué hacer, al final de cuentas, por muy unidas que fueran, ella era la única dueña de su vida, era ella quien debía cargar con las decisiones que tomara y enfrentar sus consecuencias.Rebecca se había negado a atende
Rebecca simplemente no sabía qué decir, esto la tomó desprevenida, su corazón latía desbocado y una inexplicable sensación de felicidad se empezó a tejer en su interior, quería decirle muchas cosas a Charles, pero las palabras no salían de su boca así que solo sonrió.Afortunadamente, la llegada del camarero con los platos suavizó la situación y se dispusieron a comer—Esto está realmente delicioso. —La chica comía con muchas ganas y eso le causó a Charles una bonita sensación, al menos podía hacer esto por ella, se veía un poco más delgada y demacrada que antes, seguramente no se estaba cuidando bien y el médico había sido claro en que ella necesitaba una buena alimentación y cuidados.—¿Si te estás alimentando bien? El doctor Lewis me dijo que necesitabas mejorar tu dieta y tomar los suplementos.—¿Qué? ¿Tú, tú hablaste con el doctor Lewis? —El impacto de las palabras de Charles fue devastador, la mente de la chica quedó en blanco, eso no podía ser posible.—Sí, fui a buscarte ese d
Charles sabía que esos sentimientos nacieron la noche en que la conoció, porque ya había podido recordar todo, aunque no alcanzó a decírselo a Rebecca, él recordaba perfectamente cada sensación y cada momento que experimentó junto a ella, y la forma en que todo se sintió tan único y diferente que lo había empujado a la loca idea de proponerle matrimonio, porque esa noche, a pesar del alcohol y la droga en su sistema, el corazón de Charles supo que había encontrado a la persona indicada y que quería permanecer junto a ella para siempre.Ya no importaba ningún tabú, ninguna crítica social, nada que dijera que él no debía amar a esa chica, no estaba seguro si eso que sentía era amor o no, pero Rebecca, en ese momento, era la persona más importante en su vida, daría cualquier cosa por ella, como la mayor de las contradicciones, si le pidieran entregar su fortuna a cambio de que ella estuviera bien de nuevo, no necesitaría pensarlo, lo haría, daría cualquier cosa por salvarla.Ahora, enloq
Era una completa locura, aún en lo perdida que estaba su mente, Charles sabía que nada de eso tenía sentido, no la conocía más allá de lo que vio esa noche y todo lo que ella le contó, pero ver su adorable ceño fruncido por la concentración con que le contaba sobre sus diseños o las risitas adorables que le regalaba por sus estúpidos piropos, fueron suficientes, de alguna manera, para conquistarlo.Todo fue mil veces mejor cuando Charles bromeó sobre consumar su matrimonio y Rebecca estalló en un rojo intenso confesándole que no tenía experiencia, que esa sería su primera vez. Fue una ola de excitación instantánea al saber que sería el primero y el único en probar ese delicioso cuerpo que lo había estado tentando toda la noche, él solo la levantó en sus brazos y la llevó a su habitación olvidándose de sus propios amigos y de las compañeras de su nueva esposa.Rieron mucho al intentar abrir la puerta porque él se negaba a bajarla, hizo maromas con sus cuerpos hasta que lo consiguió, y
Era curioso que Charles se sintiera tan intimidado por una joven tan pequeñita, Donna era incluso un par de centímetros más baja que la misma Rebecca, pero la furia de sus ojos realmente le hacía temer por su seguridad.—Hoy, antes del accidente, yo le había pedido a Rebecca una oportunidad, le había pedido que lo intentáramos en serio y creo que ella aceptó, en realidad no me respondió más que con una hermosa sonrisa, pero quiero pensar que era su forma de decirme que sí.—¿Qué fue lo que pasó? Hasta ahora no he preguntado detalles porque estabas visiblemente afectado, pero quiero saber qué sucedió.—Estábamos almorzando y apareció mi exnovia, ella está loca, hace mucho tiempo que terminamos nuestra relación, pero ella trató mal a Rebecca cuando nos vio juntos; yo estaba pidiendo que la sacaran del restaurante y, en mi descuido, Sandra la atacó y Rebecca salió corriendo, intenté detenerla, pero estaba muy alterada, se soltó de mi mano y corrió hacia la calle justo cuando venía un aut
—¿Te digo un secreto? Yo te recuerdo, esa noche la recuerdo completa, las memorias fueron llegando de a poco, pero ahora todo está ahí, recuerdo cuando nos tropezamos y pensé que eras la chica más hermosa que había visto en mi vida, aún lo pienso; recuerdo bailar y divertirnos; recuerdo el primer beso que te di y como te sonrojaste; recuerdo cuando me dabas besos para la suerte mientras jugábamos cartas o los dados; recuerdo perder mucho dinero al apostarle al número cuatro en la ruleta porque tú lo escogiste; recuerdo la sensación de abrazarte, me sentía pleno, completo, como si fueras esa pieza que me faltaba.Un nudo se formó en su garganta haciendo que las palabras empezaran a salir estranguladas y como un susurro.—Estaba ebrio, eso es verdad, pero recuerdo que pensé que esa sensación de felicidad que me generaba ver tu sonrisa y estrecharte entre mis brazos, era algo que quería tener para siempre, por eso te pedí que te casaras conmigo. Yo... Yo quería que te quedaras conmigo, y