Ya era de día cuando la necesidad fisiológica de ir al baño despertó a Rebecca; sentía que su vejiga iba a explotar y se sentó de golpe en la cama, lo cual fue un gravísimo error, al mismo tiempo su cabeza y su estómago dieron vueltas, su parte baja también punzó en un terrible dolor que la dejó congelada.
Muy lentamente se levantó de la cama y se tocó esa parte, realmente le dolía. ¿Se había caído? Debió hacerlo estando ebria porque era evidente que tenía una resaca terrible, entonces, se dio cuenta de que no reconocía el lugar donde estaba, observó detenidamente la lujosa habitación y se percató de la enorme figura bajo las sábanas de la cama que dormía a su lado, no se asustó, estaba preparada mentalmente para cualquier locura que pudiera cometer en ese lugar, así que se acercó lentamente para observar al hombre que yacía profundamente dormido y sonrió.
Rebecca había tenido esta fantasía por mucho tiempo, así que no se arrepentía de nada, ahora entendía que ese extraño dolor localizado en sus partes íntimas era producto de la pérdida de su virginidad con el hombre más guapo que había conocido jamás, era tal y como lo había deseado, por eso, quiso acariciarlo y noto un anillo en su mano, lo observó confundida por un momento tratando de recuperar las piezas de su memoria.
Fragmentos de imágenes de ellos dos en una iglesia de Elvis, prometiendo amarse hasta la muerte, vinieron a su memoria. Una risita tonta abandonó sus labios, qué locura más grande: un tipo gordo vestido de Elvis declarándolos esposos y ellos riendo como locos mientras se besaban; un escenario de lo más excéntrico, pero como bien dictaba el dicho: "Lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas".
Becca le dejó un suave beso en los labios a su esposo de mentiras y buscó su ropa para vestirse y marcharse. Estaba contenta porque había tenido la noche que soñó, esa misma de las películas: encontrar un extraño apuesto, "enamorarse", casarse de mentiras y "hacer el amor" por primera vez; Becca sonreía muy feliz porque esta sería la mejor historia de su primera vez que alguien pudiera tener, estaba segura de eso y jamás se arrepentiría de la bonita fantasía que había vivido, al menos por una noche, aunque ahora debiera volver a poner los pies en la realidad.
Cuando llegó a la salita, encontró un taco de notas y decidió dejarle un mensaje a su amor de una noche:
Gracias por darme la mejor noche de mi vida.
Fue un verdadero placer conocerte.
Nunca te olvidaré.
Becca.
Dejó la nota en la mesita de noche junto a su amante, le dio un nuevo beso y salió de la habitación, debía volver a su hotel barato como cenicienta y encontrar a sus amigas para preparar el viaje de regreso que sería en unas horas.
Un par de horas después, el incesante sonido del celular despertó a Charles, tenía la peor resaca de su vida, su cabeza dolía horrores, le martillaba terriblemente y le costaba moverse, también tenía todo su cuerpo adormecido. Se encaminó tambaleante al baño y fue justo cuando se paró frente al espejo que se dio cuenta de que estaba completamente desnudo, se miró a sí mismo con confusión tratando de recordar, pero su mente estaba vacía, completamente en blanco.
Recordaba haber bajado al bar con sus amigos, haber comenzado a beber y luego nada; negó sonriendo, seguramente se habían pegado una borrachera terrible y había tenido alguna aventura. Se asomó a revisar la habitación y vio que estaba vacía, quien haya sido su compañía la noche anterior, ya se había marchado, afortunadamente. Así que se dispuso a darse un buen baño caliente, necesitaba relajar sus músculos, ese sería un día de descanso ya que al siguiente volverían a Seúl y a su ajetreada vida normal.
Para cuando estuvo vestido y se acercó a buscar su reloj, Charles se percató de la nota en la mesita de noche, era muy inusual que le dejaran una nota, le pareció algo curioso así que la doblo y la metió en su billetera como recuerdo, se puso su reloj y salió a buscar a sus amigos, sin notar la argolla dorada que brillaba en el suelo junto a la mesita.
Los días comenzaron con su lenta sucesión y tener que volver a la rutina se sentía demasiado irreal, si le preguntaran a Rebecca, ella hubiera querido quedarse a vivir en Las Vegas, pero no todo puede ser diversión siempre, lamentablemente.
Pasaron dos semanas desde su regreso de esa alocada aventura, Rebecca aún sonreía al recordar a su amante, con el tiempo, las memorias de esa noche se fueron aclarando y empezó a atesorar cada momento, había sido una completa fantasía de principio a fin, realmente encontró un príncipe azul y ella se sentía como cenicienta, solo que no había dejado su zapatilla de cristal para que él la encontrara, así que no tenía ninguna esperanza de volver a ver a ese maravilloso hombre.
Era una lástima, le hubiera encantado seguir en contacto con él, además de ser el hombre más guapo que había conocido, la hizo sentir tan especial que no dudaba de caer completamente enamorada si se siguieran viendo, porque la conexión que compartieron esa noche fue demasiado fuerte. En las noches solitarias, Becca había estado rememorando una y otra vez los momentos que compartieron, los besos, las caricias, las palabras dulces, la manera en la que Charles la mimaba y, al mismo tiempo, la hacía estremecer con sus toques expertos. A pesar de todo, estaba agradecida de haberse entregado a él, no se arrepentía para nada, fue una noche mágica y perfecta.
Con la navidad acercándose y el pronto cierre de sus clases, Rebecca y sus amigas estaban demasiado ocupadas para pensar en cualquier otra cosa, les quedaba tan solo un semestre de universidad y tenían que comenzar a centrarse en su vida profesional. A estas alturas, ninguna de ellas sabía si podrían dedicarse de lleno a lo que querían hacer o si debían buscar algo más estable. Diseñar videojuegos era el sueño de todo aficionado, pero no todos podían hacer una carrera en ese competitivo sector, y mientras que Johanna no tenía que preocuparse por dinero, Rebecca y Donna anhelaban ayudar a sus familias.
Johanna era una chica de origen chino que había venido a estudiar a Corea para escapar de su familia, no sufría ninguna clase de maltrato, simplemente, su padre quería que se casara con un alto ejecutivo para que él ayudara a su hermano mayor a llevar las riendas de la empresa familiar, cuando ella dijo que solo estudiaría diseño y que se dedicaría a eso, su padre le advirtió que en ese caso tendría que hacerlo sola, aprender a trabajar y ganarse la vida porque él no la iba a apoyar, y así fue, por eso es que Hanna vivía con sus amigas, aunque en China fuera una joven heredera, en Corea no era más que una estudiante que debía trabajar para pagar sus gastos.
Donna, por su parte, era una chica de clase media, pero vivía sola en la ciudad desde los dieciocho años, cuando su familia debió mudarse a provincia por la precaria salud de su madre, ella necesitaba un clima más cálido y libre de la contaminación de la ciudad, pero ella estaba pronta a ingresar a la universidad así que se quedó a vivir en Seúl en casa de unos amigos de sus padres, cosa que no funcionó por mucho tiempo.
Tan pronto como se conocieron las tres y vieron que estaban en similares condiciones, decidieron buscar un apartamento juntas para compartir sus gastos, a pesar de tener personalidades completamente diferentes entre sí, congeniaban de maravilla y la convivencia había sido excelente durante esos tres años que llevaban juntas, eran como hermanas que se cuidaban y apoyaban mutuamente.
No guardaban ningún secreto entre ellas, se contaban todo porque la confianza era plena, fue de esa manera que entre risas y bromas descubrieron que las tres jovencitas habían tenido una noche alocada con los tres hombres mayores, las chicas estaban muy impresionadas por los guapos hombres que habían conocido, cada uno era el sueño hecho realidad de ellas y compartieron cada detalle que lograban recordar, porque todas habían estado demasiado ebrias como para tener una imagen completamente clara de esa noche, que sin duda, se convirtió en un momento icónico de sus vidas y que fue la cereza del pastel de lo que habían sido sus desenfrenadas vacaciones en Las Vegas.
Sin embargo, la vida real continuaba y pronto se sumergieron de lleno en sus actividades, dejando atrás esos bonitos recuerdos y a esos apuestos caballeros que ellas sabían perfectamente que nunca volverían a ver en sus vidas.
Al otro lado de la ciudad, donde los empresarios también habían continuado con sus vidas, el cielo comenzaba a oscurecerse anunciando la llegada de una fuerte tormenta. Era una buena metáfora de lo que estaba a punto de suceder.
—Tenemos un problema grave, Charles. —Un alterado Julian irrumpió en la oficina de Charles sobresaltándolo.
—Diablos, Julian, no hagas eso, casi me da un infarto.
—Pues si no te ha dado, con lo que tengo que decirte de seguro te va a dar, llama a Ryan, lo necesitamos.
—¿Qué pasa, Julian? Me estas preocupando.
—Y es preocupante, por eso necesitamos a Ryan aquí.
Charles llamó a su otro amigo mientras ofrecía un trago a Julian, era evidente que lo necesitaba, le preocupaba lo que pudiera alterar de esa manera a su siempre ecuánime abogado.
—Bueno, ya estamos los tres, dinos qué te pasa, Julian. ¿Por qué estás tan alterado?
—No me pasa a mí, te pasa a ti, Charles, pero es culpa nuestra así que debemos asumir la responsabilidad y ayudarte a salir de este problema.
—¿Qué pasa, Julian? Habla de una vez que me tienes nervioso.
—Estaba organizando los documentos requeridos para la fusión con la filial en China, ya sabes, cosas de rutina, pero de pronto mi secretaria no pudo conseguir el documento de Libertad Patrimonial, no aceptaban expedirlo, así que hice mis averiguaciones porque era muy raro que un trámite de rutina se complicara. —Julian veía a su amigo rubio con total angustia en la cara sin saber cómo proceder.
—¿Y bien? —Charles ya se encontraba muy ansioso, los rodeos de su amigo no le ayudaban.
—Resulta que la causa del problema es que no tienes libertad patrimonial, Charles.
—¿Cómo que no? Todos mis bienes están a mi nombre y la junta de accionistas tiene participación mínima, eso nunca ha sido un problema antes.
—No sé cómo decirte esto, así que solo voy a soltar la bomba —Julian suspiró profundo y continúo—: Estás casado, Charles.
Un profundo silencio se extendió por la amplia oficina, parecía que ninguno de los presentes era capaz de respirar mientras procesaban las palabras dichas por Julian.—¡¿Qué dijiste?! —Ryan, que se había mantenido expectante, escupió su trago.—Pensé que era algo serio, Julian, esa broma es de muy mal gusto.—No es una broma, Charles. Cuando me enteré empecé a hacer las investigaciones del caso porque no lo podía entender, hasta que recordé nuestras vacaciones en las vegas de hace dos meses.Tanto Ryan como Charles palidecieron al ver el rumbo que tomaba la conversación. Julian mantenía su rostro angustiado, pero siguió con su explicación.—Resulta que ese matrimonio oficiado por Elvis en esa iglesia ficticia es completamente válido y legal; tanto que la misma Oficina de Registro de Las Vegas se encargó de enviar copia del Certificado de Matrimonio a la embajada de Corea, y ellos, a su vez, legalizaron el documento en el Registro Civil de aquí. Legalmente estás casado con esa chica, y
Ya estaba anocheciendo cuando Julian se acercó a la cafetería en la que trabajaba Rebecca, consideró que era un lugar más apropiado para hablar que en la universidad, pero tan pronto como ingresó, se encontró con su conquista de esa noche, no recordaba su nombre, pero sí tenía muy claro el recuerdo de su cuerpo desnudo y todo lo que habían hecho; así que tan pronto la vio, no pudo evitar sonreírle de manera coqueta.La pelinegra, por su parte, quedó congelada cuando lo vio y cuando pudo reaccionar corrió a esconderse en la cocina, buscando a sus amigas para que la cubrieran, lo reconoció de inmediato y la vergüenza la abrumó, no esperaba volver a verlo, no sabía si era algo bueno o malo, y la verdad, no quería averiguarlo. Pero, cuando estaba por contarles, su supervisor se acercó llamando a Rebecca, diciéndole que un cliente la solicitaba directamente a ella y que se tomara su tiempo, al parecer era algo importante.Julian le había ofrecido al jefe del lugar una suma equivalente a la
Charles estaba a punto de empezar a comerse las uñas, había estado llamando a Julian sin obtener respuesta y su mente se imaginaba los peores escenarios. El alma le volvió al cuerpo cuando su amigo se presentó.—Qué bueno que llegas, estaba preocupado. ¿Qué pasó? —exclamó tan pronto como Julian atravesó la puerta de su oficina.—Todo salió mejor de lo que esperaba, Rebecca firmó sin problemas. —respondió Julian con una gran sonrisa de satisfacción.—¿De verdad? ¡Eso es estupendo! Imagino que esa suma de dinero es más de lo que ha visto en su vida.—Tal vez, pero no lo aceptó. —Julian hizo mala cara, no le gustaba la actitud de Charles con la chica.—¿Qué quieres decir? ¿No dijiste que había firmado? —Charles se tensó y frunció el ceño, la idea de tener líos legales con esa mujer lo estresaba mucho.—Sí, ella firmó, pero no aceptó el dinero, incluso me pidió que te dijera que lo sentía mucho, que nunca fue su intención ocasionarte problemas, ella también estaba ebria; aunque sí recuerd
Mientras que Julian intentaba lidiar con un Charles furioso, Ryan llegó tras escuchar los gritos que lo inquietaron y se sorprendió al ver a su amigo caminar de un lado a otro como una fiera enjaulada. Julian le resumió el terrible panorama y él se sintió más culpable que nunca.—Tranquilo, Charlie —Ryan estaba realmente preocupado, pocas veces había visto a su amigo tan descontrolado y nada bueno quedaba de eso—. Buscaremos la forma de que funcione, tendremos que hablar con la chica y explicarle, por lo que ha dicho Julian, es alguien bastante razonable, tal vez puedan llegar a un acuerdo para fingir el matrimonio por un año, solo tienen que vivir bajo el mismo techo y superar las visitas, nadie los obliga a relacionarse de ninguna otra manera.—¡Esto es una mierda! ¿Cómo diablos voy a vivir con ella? Ni siquiera la conozco, me piden que lleve a una completa extraña a vivir en mi casa. ¡Mi casa! No quiero ni volverla a ver por el resto de mi vida, mucho menos quiero compartir mi espa
Todos los escenarios posibles aparecieron a toda velocidad en la cabeza de Charles. ¿Rebecca estaba enferma? ¿Le había pasado algo? O peor, ¿estaba embarazada? Esa última duda lo hizo palidecer y se clavó como una espina en su corazón, él sí quería un hijo, más que nada en el mundo, pero no así, no con ella, no en esas circunstancias.Mientras hacían el recorrido se dedicó a observarla, en esa condición parecía un ángel dormido, él veía su cabello desordenado, la perfecta forma de su cara, su blanca piel de porcelana, sus ojos cerrados adornados de esas largas y oscuras pestañas, su nariz pequeñita, su boca entreabierta con esos labios rosados tan jugosos que le provocaba besar en ese mismo instante.Ella era absolutamente perfecta y ese pensamiento lo asustó demasiado, la chica irradiaba inocencia, pureza y ternura, el último de los sentimientos que él debería experimentar hacia ella, era el deseo, pero ahí estaba, contemplándola y deleitándose con la idea de que esa preciosa mujer h
—Deja de disculparte, no es necesario, en todo caso, soy yo quien debería disculparse contigo, evidentemente yo soy mayor que tú y debí comportarme de una manera más sensata, lo lamento, Rebecca; pero en este momento me parece más importante que hablemos de la situación en la que estamos involucrados.—Tiene razón, lo sien... Lo escucho.—Hay varias cosas que quiero aclarar contigo, la primera de ellas es que me gustaría presentarme, algo me dice que ni siquiera sabes quién soy —la chica asintió suavemente—. Bien, mi nombre es Charles Taylor, soy el dueño de Taylor Corp., tengo cuarenta años y también estaba en Las Vegas celebrando mi cumpleaños, aunque la fecha ya había pasado. Como podrás deducir, soy un hombre de negocios y tengo bastante dinero, es por eso que necesito que hablemos muy claro y con total honestidad respecto a este asunto.La cara sorprendida de la chica le hizo darse cuenta de que Julian tenía razón, no era alguien que lo hubiera buscado con intenciones ocultas, to
Las tres amigas salieron del hospital y caminaron hacia la estación de autobuses en el mismo silencio, una vez dentro del autobús Rebecca empezó a llorar de nuevo, y esta vez, fue acompañada por Johanna que no podía contenerse más, Donna también quería llorar, pero alguna de las tres debía ser fuerte en ese momento y le había correspondido el turno de serlo a ella.El recorrido hasta su hogar se les hizo eterno, cada una iba sumergida en sus propios pensamientos. Cuando llegaron a su pequeño departamento, se sentaron las tres en el diminuto sofá de la sala y Rebecca hizo la pregunta más difícil del mundo en ese momento.—¿Qué voy a hacer? —Ella tenía la mirada fija en la alfombra, ya había calmado su llanto, pero el desastre en su interior seguía como un huracán que arrasaba con todo a su paso.—¿Qué quieres hacer, Becca? Vamos a estar contigo en lo que sea que decidas, cariño, cualquier cosa ¿entiendes? Si quieres terminar con el embarazo, te vamos a acompañar y te vamos a apoyar en
Charles necesitaba tener las cosas muy claras, cerrar cualquier posibilidad de que la situación se le fuera de las manos, todavía más, y la única persona que podía ayudarle con eso, era Julian.—¿Qué pasa, Charlie? ¿Para qué me necesitas?—Necesito varias cosas, Julian, para empezar, que prepares los documentos para Rebecca, el poder para realizar todos los movimientos que yo necesite sin requerir su firma y un acuerdo donde se establezca que vamos a convivir por lo que resta del año y las condiciones que sean necesarias para que al finalizar, ella firme el divorcio sin trabas y sin hacer reclamaciones sobre mi dinero. Quiero que establezcas una recompensa generosa para ella, algunas propiedades, acciones, dinero, lo que consideres pertinente, incluso un diez por ciento de mis bienes, creo que eso sería un pago más que adecuado por un año de su vida.—Me sorprende que seas tan generoso, voy a alistar todo, pero no sé qué tan fácil sea que ella acepte, tendría que dejar a sus amigas, t