En Illescas, un pequeño pueblo de la provincia de Toledo, vivía un matrimonio que tenía dos hijos.
La madre se llamaba María y amaba con locura a sus hijos. Era muy bondadosa y trabajadora, y todo el mundo en el pueblo la quería.
Durante años había trabajado en una empresa de la zona, dedicada a la fábrica de dulces navideños, pero lo dejó cuando se casó, pues casi fue una exigencia de Juan, su marido. Siempre estaba dispuesta a ayudar a todo el mundo y, a pesar de que su vida era muy dura, siempre iba con una sonrisa en el rostro, disimulando lo que estaba viviendo en casa. La pobre sufría malos tratos por parte de su esposo, que de cara a los demás parecía un hombre ejemplar, pero era el mismo demonio cuando cerraba la puerta de su casa.
Juan despreciaba a las mujeres y creía que eran seres inferiores, trataba a María como si fuera de su propiedad y tuviera que hacer lo que él quisiera, pero solo cuando estaba en casa, pues cuando los demás podían verle se comportaba como un respetable padre de familia. Era capaz de ir a misa todos los domingos por la mañana y por la tarde, cuando estaba en casa, se le cruzaba un cable y daba una paliza a su mujer.
El matrimonio tenía una hija que se llamaba Lorena y un hijo que se llamaba Alberto, ambos testigos silenciosos de lo que pasaba en casa y sin poder decir nada a nadie, pues su madre se lo había pedido.
Alberto era el menor de los dos y el que menos sufría las consecuencias del comportamiento de su padre. No era un niño mimado, pero sí que estaba muy protegido por su madre, que no quería que fuera como su padre, y por su hermana mayor, Lorena, que le defendía de cualquier daño que le podía causar Juan. Era un chico callado e intentaba pasar desapercibido, pero era capaz de hacer cualquier cosa por su hermana y por su madre.
Lorena, la hija mayor del matrimonio, era muy alegre y pizpireta y se caracterizaba por su nobleza y su sentido de la justicia. La pequeña no entendía porqué debía ocultar que no eran la familia perfecta, no comprendía cómo podían ir a la iglesia y a la escuela parroquial como si fueran una familia feliz, mientras en casa todo era dolor y sufrimiento. La niña sufrió los desprecios, humillaciones y abusos del padre, como María, lo cual la marcaría profundamente, de tal forma que nunca conseguiría superarlo del todo, pero, aún así, siempre miraba para adelante, intentando huir de esa infancia y adolescencia difícil que vivió, que la convirtieron en la mujer que es hoy.
Esta es la familia de Lorena que, como han podido comprobar, tiene dos caras: la alegre y amable ante los vecinos, y de dolor, tristeza y sufrimiento cuando entraban en casa.
Aquí arranca la historia de ese huir hacia adelante de esa chica, que estaba dispuesta a impedir que lo que había vivido cambiara su esencia y, aunque fuera al final de su vida, quería ser la mujer que siempre había soñado ser.
Nunca fue fácil la infancia de Lorena, pues desde muy pequeña sintió miedo por la actitud de su padre.La primera discusión que recuerda entre sus padres, fue cuando apenas tenía cuatro años y su hermano acababa de nacer, prácticamente.—Haz que el niño se calle, que no puedo dormir la siesta —dijo Juan, el padre de Lorena.—Ten paciencia, que al niño le están saliendo los dientes y le duele —respondió María, la madre de Lorena.—¡¡No me pongas excusas!! Si no puedes callarle te vas al parque con los niños y me dejas dormir —gritó Juan, lo cual asustó a los pequeños.María se fue llorando, debido a la humillación de Juan. Cogió a Lorena y a Alberto y se fue al parque. El hombre estaba disfrutando de ese momento, se sentía fuerte, pues había conseguido su objetivo y se echó tranquilamente.—Mami, no llores, me encanta tu sonrisa, eres maravillosa —dijo Lorena, tratando de tranquilizar a su madre.—Con el tiempo lo entenderás, pero tu p
Tras la peor noche de su vida, Lorena empezó a tener unas horribles pesadillas que le provocaban una gran angustia y se despertaba empapada en sudor. Tenía miedo a irse a dormir, pues sabía que iban a volver las pesadillas, por lo que decidió buscar una solución.La solución que encontró para dejar de tener esas pesadillas fue escribirlas en un diario, pues no quería que nadie se enterase. Escribió cosas como lo siguiente:"Quiero dejar de tener esta pesadilla, que se me repite una y otra vez, me gustaría volver a sentirme como antes de que mi padre me robara la inocencia, la paz y hasta el alma.Sueño que el demonio juega conmigo, que hace lo que quiere y al final se mete dentro de mí, convirtiéndome en alguien como él.Que Dios me perdone si llamo Demonio a mi padre, pero es lo que siento por todo lo que me ha hecho sentir."Las cosas en casa fueron
Lorena se levantó con la tranquilidad de que su pesadilla había acabado y el Demonio se había ido para siempre.Se puso a hacer el desayuno, como tantas veces había hecho para su hermano, pero con un ánimo y una alegría diferente.—¿Cómo estás, cariño? —dijo María a su hija, mientras le daba un beso en la cabeza.—Mejor , mami, ya estoy más tranquila al ver que papá no va a hacernos daño —respondió Lorena.—¿Cómo es que nunca me has dicho nada? —preguntó su madre, mientras terminaba de hacer las tostadas.—Por miedo a que os hiciera daño, ya viste lo que pasó cuando llamó el psicólogo de mi colegio —contestó la chica.Después de esto, madre e hija se fundieron en un tierno abrazo.Llegó Alberto a desayunar y se unió al abrazo. —Hermana, creo que no deberías a ir a declarar. Mamá y yo nos bastamos —comentó el chico.—Quiero ir y así ayudar a mamá. Contarlo me va a venir bien —replicó Lorena.—Eres muy generosa, hi
Habían pasado ya tres meses y Lorena no había olvidado esos dos días que había pasado con Iker, nombre que había puesto a ese desconocido. Cuando pensaba en él tenía una extraña conjunción de sentimientos y sensaciones que no lograba entender.La chica tenía miedo, pues era la primera vez que no podía controlar sus emociones. Ninguna de las técnicas que había aprendido le servían, es como si su corazón tuviera vida propia y quisiera decirla algo.Decidió explicar lo que le pasaba a la psicóloga, para que le ayudara a comprenderlo o le diera técnicas para dejar de sentirlo y volver a controlar sus sentimientos y emociones.—Hola, Lorena, hace tiempo que no te veía. ¿Te pasa algo? —dijo la psicóloga a Lorena.—Es cierto que hace un tiempo que no venía, estaba más o menos bien, pero tengo últimamente una sensación muy extraña y que no entiendo —respondió Lorena.—Enhorabuena porque ya has conseguido expresar lo que sientes. Por favor, cuéntame.
A las siete de la mañana sonó el despertador y Lorena saltó de la cama, pues ya estaba despierta hacía rato, pero no se había levantado por no despertar a Marta. Estaba muy nerviosa, tenía una gran emoción y unas ganas enormes de empezar a trabajar.Se duchó, se peinó cogiéndose el pelo con una goma haciéndose una coleta, como decían las normas, y se puso el uniforme.Al verse en el espejo le vino la imagen de cuando su madre la preparaba para ir al colegio, ya que el uniforme era muy parecido al que ella llevaba de pequeña. Esperó a que Marta se terminara de vestir y fueron juntas a desayunar.—Hola, hoy empieza una nueva temporada del "Campamento de la Esperanza". Va a ser una experiencia muy hermosa para todos. A los nuevos, os quiero decir que cuando termine vuestra estancia aquí veréis la vida de otra manera, y para los que repetís es
Era el último día del campamento y había un desayuno especial de despedida formado por: Bizcochos de varios tipos, galletas rellenas con chocolate y todo el chocolate que se quisiera.Todos los niños comían menos la niña que había sufrido abusos.—¿No tienes hambre, princesa? —preguntó Lorena a la pequeña, dándole un beso en la cabeza.—No mucha, estoy triste porque no te volveré a ver y ahora nadie me va a entender —respondió la niña entre sollozos.Lorena le secó las lágrimas, la cogió en brazos y la llevó junto al río.—Desde el primer día te cogí un cariño muy especial y sentí que eras una niña maravillosa, pero sabes, ¿qué es lo que más me gusta de ti? —comentó la chica.La pequeña negó con la cabeza, mientras Lorena la limpiaba la nariz.—Lo fuerte y valiente que eres, por lo que podrás superar ese miedo que tienes ahora —le contestó Lorena mientras la daba una piruleta.La niña le dio un abrazo y ella se emocionó.
Lorena estaba contenta con su trabajo, desde el primer día se le daba fenomenal, a parte que Marta había tenido mucha paciencia y le había enseñado muy bien.Por otro lado, la convivencia era impecable y, aunque cada una tenía sus pequeñas manías, se llevaban fenomenal.Un día, hablando sobre lo que significa ser mujer y los retos que se deben superar, Lorena descubrió algo de Marta que la sorprendió.—Es duro ser mujer y empresaria, tienes que luchar contra muchas cosa, pero en mi caso es aún más difícil —dijo Marta.—¿Por qué dices eso? —le preguntó Lorena.—Soy bisexual y lo tengo que ocultar, pero no te preocupes, porque sé que no te gustan las mujeres, eso lo voy a respetar —respondió Marta.—No te preocupes, siempre me has respetado y yo también lo haré contigo.La floristería iba muy bien e incluso estaban pensando en ampliarla. Desde que Lorena había entrado a trabajar había aumentado muchísimo la clientela, ya que tenía un do
Después de la noticia del robo y el asesinato, Lorena tenía muchas más dudas sobre Luis y decidió hablarlo con él.—Luis, tengo dudas con todo lo que ha pasado, a parte que la relación feliz del todo nunca ha sido —dijo la muchacha.—Ya, pero te quiero como nunca he querido a nadie, desde lo del campamento no he hecho nada malo, dame la oportunidad de demostrar que te quiero —le replicó el hombre dándola un abrazo.—Vale, seguimos adelante con la boda —respondió Lorena.Algo dentro de ella decía que no siguiera adelante, pero aún así, siguió con los planes de boda.Poco a poco, iba llevando sus cosas a la casa de su prometido, para que cuando volvieran de su luna de miel, ya tener allí sus cosas.La noche antes de su boda, estaba muy nerviosa y decidió darse un relajante baño, donde estuvo meditando muchas cosas, pero lo que más sorprendente es que aparecía en su mente aquel desconocido, a pesar que se casaba al día siguiente.No tení