Lorena estaba contenta con su trabajo, desde el primer día se le daba fenomenal, a parte que Marta había tenido mucha paciencia y le había enseñado muy bien.
Por otro lado, la convivencia era impecable y, aunque cada una tenía sus pequeñas manías, se llevaban fenomenal.
Un día, hablando sobre lo que significa ser mujer y los retos que se deben superar, Lorena descubrió algo de Marta que la sorprendió.
—Es duro ser mujer y empresaria, tienes que luchar contra muchas cosa, pero en mi caso es aún más difícil —dijo Marta.
—¿Por qué dices eso? —le preguntó Lorena.
—Soy bisexual y lo tengo que ocultar, pero no te preocupes, porque sé que no te gustan las mujeres, eso lo voy a respetar —respondió Marta.
—No te preocupes, siempre me has respetado y yo también lo haré contigo.
La floristería iba muy bien e incluso estaban pensando en ampliarla. Desde que Lorena había entrado a trabajar había aumentado muchísimo la clientela, ya que tenía un don especial, conectaba muy bien con la gente y hacía unos centros y ramos personalizados que eran impresionantes, siendo su especialidad los ramos de novias y las decoraciones para bodas, donde siempre acertaba con la psicología de los novios, sobretodo de las novias.
Un día apareció Luis, el enfermero del campamento para pedirles trabajo.
—Me lo tengo que pensar, recuerdo lo que pasó en el campamento y tengo mucho invertido —comentó Marta
—Mañana te damos una respuesta, pero yo te creo —dijo Lorena que no quería contradecir a Marta.
Durante la cena, estuvieron hablando del tema de Luis. Marta no estaba por darle el trabajo, pero Lorena quería darle una oportunidad, por lo que decidieron darle unos días de prueba.
Al día siguiente, cuando fue Luis, Marta le dijo que le darían una oportunidad, para trabajar como repartidor.
Parecía que en verdad Luis había cambiado y era totalmente responsable, por lo que le hicieron un contrato fijo.
Muchos días, Lorena tenía que ir con Luis para decorar las iglesias y los locales de las bodas, por lo que entre ellos se estableció una relación muy especial que acabó en noviazgo.
Luis era cariñoso con ella, pero había algo que no le gustaba, pues era un poco egoísta.
Un día, durante una decoración de un restaurante, Lorena se llevó una decepción.
—Luis, ¿me puedes hacer un favor? —preguntó Lorena.
—Sí, si está en mi mano —contestó Luis.
La muchacha se quedó un momento callada, esperaba otra respuesta, pero pensó que eran cosas suyas.
—Necesito que me ayudes a colocar estas guirnaldas en esta arco —comentó la chica.
—No me pagáis para eso y a parte tampoco lo sé hacer. Pídeselo a uno de los de mantenimiento —dijo levantando un poco la voz Luis.
—Gracias por tu sinceridad y no te preocupes, lo hago sola —refutó Lorena con un tono mezcla de rabia y desánimo. Algo dentro de sí la decía que Iker la hubiera ayudado.
Terminó de colocar la guirnalda de arriba y volvieron a la floristería.
—Vete a casa. No hace falta que te quedes —ordenó Lorena.
—¿Dónde va Luis? Todavía no ha acabado su turno —preguntó Marta nada mas verla entrar por la puerta.
—Le he dicho que se fuera. Le pedí ayuda y la contestación no me gustó. Durante la cena te lo cuento todo —le respondió Lorena.
La muchacha estaba decepcionada y se empezaba a plantear muchas cosas.
Durante la cena, le contó a Marta todo lo ocurrido y le dijo: «Se merece una lección».
—No te preocupes, se la daré y como amiga te digo, ni te merece ni te quiere. —La tranquilizó Marta, dándole un abrazo de esos que significan te amo, aunque sabía que era un amor imposible.
A la mañana siguiente, llegó un agente de la policía para hacerles unas preguntas sobre el repartidor.
—Agente, ¿qué es lo que pasa? —preguntó Marta.
—Se han producido una serie de robos y lo que tenían en común las víctimas era que habían recibido flores de esta floristería —respondió el agente.
—Nosotros somos personas legales y sólo tenemos un repartidor que todavía no ha llegado —comentó Marta.
—No se preocupe señora, posiblemente no sea nada, si me facilitara los datos del repartidor, nos pondremos en contacto con él —dijo el agente.
Marta fue a buscar los datos de Luis y se los dió al agente.
Cuando se fue el agente, estuvieron hablando Marta y Lorena y decidieron despedirle.
Cuando llegó Luis, Marta le comunicó la decisión de despedirle y lo de los robos.
—No he hecho nada, pero acepto vuestra decisión —dijo Luis.
—Ya no sé que creer y necesito tiempo para pensar en lo nuestro —le comentó Lorena.
A Luis eso no le importó mucho y como todos los viernes tuvo su cita con Lady Electra, una experta en sado maso, cuya especialidad era el látigo eléctrico. A Luis le encantaba ese mundo, cosa que había ocultado a Lorena.
Lorena estaba hecha un lío, quería a Luis, pero había cosas que no le convencían y tampoco podía olvidar a su desconocido, pero decidió darle una oportunidad más.
Un día, que habían quedado para salir, Luis le dijo que se cambiara, pues no le gustaba como estaba vestida.
Lorena accedió por miedo, ya que el tono era el de su padre.
El renacer del amor, que creía Lorena, era un amor envenenado, pero ella lo veía normal, debido a lo que había vivido, al final decidió comprometerse y casarse con Luis, a pesar de todo.
Luis tenía muchos secretos y efectivamente los robos los había cometido él con un colega suyo.
Estaban acostumbrados a hacer pequeños robos para sobrevivir.
Un día, durante la cena, Lorena tuvo una conversación de lo mas reveladora con Marta.
—Perdón que no te dé la enhorabuena, pero lo de Luis es falso amor y tu decisión tiene que ver con la decisión de mi primo de casarse —dijo Marta.
—Quiero a Luis y aunque Iker no se casara, me casaría igual —respondió Lorena, aunque su voz decía lo contrario.
—Creo que si mi primo te dijera que te quiere no te casarías.
—Pienso que sí, a parte eso es imposible —dijo Lorena, tras lanzar un suspiro.
Luis fue a Torrevieja para celebrar su despedida de soltero. No solo hicieron lo típico de cualquier despedida de soltero, sino que paso algo más.
Luis con su colega, entraron a robar en un piso, creyendo que estaba vacío, pero no lo estaba, había una chica.
La cogieron y la amordazaron mientras robaban. Antes de irse, Luis esposó sus manos a una silla y le cortó la camiseta con unas tijeras y la empezó a dar golpes con el cinturón, mientras decía: «Seguro que te gusta».
La chica gritaba y decía que parara, hasta que cayó desmayada.
Después de eso, Luis le arrancó las bragas, se puso un preservativo y la penetró sin piedad, mientras le rodeaba el cuello con el cinturón, apretando cada vez más fuerte según se iba excitando, hasta que llegó al orgasmo, momento en que le partió el cuello.
Limpiaron todo y se fueron.
Luis era una mala bestia, pero se había cuidado mucho porque no se enterara Lorena, ya que sabía lo de su padre.
De vuelta, en Madrid, hicieron como si nunca hubiera pasado nada.
Cuando salió la noticia de la chica muerta, Luis parecía indignado, el muy hipócrita.
Aunque Lorena aún no lo sabía, iba a vivir otro infierno, igual o peor que el de cuando era niña.
Después de la noticia del robo y el asesinato, Lorena tenía muchas más dudas sobre Luis y decidió hablarlo con él.—Luis, tengo dudas con todo lo que ha pasado, a parte que la relación feliz del todo nunca ha sido —dijo la muchacha.—Ya, pero te quiero como nunca he querido a nadie, desde lo del campamento no he hecho nada malo, dame la oportunidad de demostrar que te quiero —le replicó el hombre dándola un abrazo.—Vale, seguimos adelante con la boda —respondió Lorena.Algo dentro de ella decía que no siguiera adelante, pero aún así, siguió con los planes de boda.Poco a poco, iba llevando sus cosas a la casa de su prometido, para que cuando volvieran de su luna de miel, ya tener allí sus cosas.La noche antes de su boda, estaba muy nerviosa y decidió darse un relajante baño, donde estuvo meditando muchas cosas, pero lo que más sorprendente es que aparecía en su mente aquel desconocido, a pesar que se casaba al día siguiente.No tení
La noche después de la última paliza, Lorena la pasó en vela en observación, ya que los médicos no le permitían dormir por si tenía algún daño cerebral.El dolor físico lo sobrellevaba con calmantes, pero el del alma no se le calmaba con nada y para colmo la sorpresa de su embarazo, no lo esperaba.Por el tiempo que le dijeron, unas cuatro semanas, era del día que ella había nombrado a Iker en sueños, preferiría recordar eso que lo que había pasado.Ella no podía tomar la píldora por la medicación que tomaba por la ansiedad y su marido siempre usaba preservativo, menos ese día, aunque ella no se preocupó mucho porque fue al día siguiente de haber terminado con la regla, pero pasó.Se encontraba en una encrucijada, más moral o ética que mental. No estaba a favor del aborto, pero ese bebe no era fruto del amor, aunque no era capaz de matar a esa célula que era suya, por lo que pensó que lo mejor era darlo en adopción y así una pareja que no pudiera tener hi
Mientras Lorena estaba de camino al hospital, debatiéndose entre la vida y la muerte, Iker estaba dejando constancia de lo sucedido a la Inspectora Julia Murillo, que había sido trasladada a Madrid.—¿Cómo es que tiene ese revolver? —le preguntó Julia.—Me lo compré cuando mataron a mi novia durante un robo en su casa —contestó Iker con cierto nerviosismo, ya que quería estar al lado de Lorena, aunque sabía que poco podía hacer.—Tranquilo, que enseguida acabo —intentó tranquilizarle Julia.—Es que quiero estar junto a ella —dijo Iker.—No puedes hacer mucho de momento, pero cuando terminemos, un agente te acercará al hospital. Cuéntame lo ocurrido —le instó la inspectora.Iker relató con sumo detalle lo que había ocurrido, por su tono de voz y sus gestos se denotaba rabia, cosa de lo que la inspectora se dio cuenta.—¿Es la primera vez que ves a la víctima? —le preguntó la inspectora.—Si se refiere a este hombre, es la segund
El de la editorial echó un vistazo a los poemas de Iker y dijo: «Los miraré y te diré algo, pero creo que son estupendos».—Cuando puedas, voy a estar aquí varios días y para mí eso ahora es lo menos relevante —dijo Iker mientras sujetaba la mano de Lorena, la cual la apretó como muestra de cariño y apoyo.—Veo que tienes claro lo que es lo importante y eso dice mucho de ti —le contestó el de la editorial.Iker se puso a llorar y Lorena con esfuerzo se levantó y le dio un abrazo.—Eres muy buena conmigo y no me lo merezco —dijo Iker.—¿Por qué dices eso? —le preguntó Lorena mientras le daba una tierna palmada en la espalda.—Si yo me hubiera decidido antes y te hubiera buscado no habrías pasado por lo que has pasado —le contestó Iker cabizbajo.—Iker, eres un amor y no quiero que pienses así. Piensa que si no llegas a estar o estaría muerta o siguiendo con mi pesadilla con Luis —respondió Lorena para tranquilizarle.La conversa
Después de unos meses complicados, la calma parecía instalarse en las vidas de Iker y Lorena, por fin iban a poder saber lo que sentían realmente y si lo que llevaban sintiendo hacía años, desde que se conocieron en las fiestas de Illescas, era amor de verdad o simplemente una ilusión provocada por todo lo que habían vivido, pero en sus corazones no había sitio para otra persona.Lorena cada día se despertaba con un bello poema que le daba fuerzas para afrontar su día, pero sentía que Iker era muy bueno para estar con ella y tener que demostrarle el doble que a cualquier otra mujer, pero al mismo tiempo se sentía alagada y emocionada por ello, así que se dejaba querer y dejaba fluir lo que su corazón sentía.Por su parte, Iker se había trasladado a Madrid a una casa que tenía su padre y hacía ese reparto en la floristería, no había dejado de escribirla poemas desde que le escribió el primero en la UCI. Para él, Lorena era estupenda y maravillosa, se merecía lo mejor y
Lorena se había despertado algo despistada, tenía mil cosas en la cabeza y, si a eso le unimos los nervios de conocer a los padres de Iker, concentrarse era casi imposible. Marta ya se había levantado y estaba desayunando. Lorena se sirvió un café y se sentó junto a Marta.—Buenos días, si hoy cometo algún error dímelo —dijo Lorena.—Buenos días, con treinta y ocho años y estás como una adolescente, como cambia la cosa de un día para otro —le contestó Marta.—Tienes razón, pero es tu primo, que me hace sentir que soy una mujer diferente y muy hermosa, me ama como nunca nadie lo ha hecho, pero hoy estoy nerviosa también porque voy a conocer a tus tíos —le respondió Lorena.—Por mis tíos no te preocupes, son encantadores y de Iker ya te dije que porque era mi primo, que sino habría tenido algo con él —dijo Marta.Terminaron de desayunar, se arreglaron y fueron a la floristería. Hoy sólo abrirían hasta la hora de comer para tener tiempo para a
Iker se despertó y entrelazó su mano con la de Lorena, que todavía estaba dormida. Lo hizo con sumo cuidado porque no quería despertarla, ya que sabía que había muchas noches que no dormía, pero aquella si durmió como un bebé, gracias a la sorpresa de él.Estaba rememorando mentalmente los detalles de lo que había ocurrido el día anterior, cuando entre suspiros Lorena pronunció su nombre, mientras colocaba sus manos sobre el estomago, haciendo que Iker sintiera el tacto de su piel, como si supiera que él se la estaba cogiendo. Él sintió como si una corriente eléctrica recorriera su cuerpo al sentir la fina y suave piel de su amada.Lorena se empezó a mover y a entreabrir los ojos, al sentir la suave caricia de la fina seda sobre su piel desnuda y la mano de Iker apretando la suya, tuvo una sensación de libertad total, de seguridad y de no tener que huir de donde estaba, por lo que no pudo evitar darle un apasionado beso.Se acababa de dar cuenta que no sólo huía
Lorena se despertó sin hacer mucho ruido, ya que no quería despertar a nadie, aunque quería que Iker le acompañara. Era pronto y quería dejarle dormir, pues debería estar agotado después de dos días tan frenéticos.Se preparó un café soluble con leche y cogió unas valencianas que había en el armario.Mientras guardaba el paquete de magdalenas, nota que Iker la abraza por la espalda, le da un beso en la nuca y le susurra al oído: «Te quiero y te amo». Ella gira la cabeza y le da un beso en los labios.—Buenos días, mi héroe, ¿cómo es que te has levantando? —preguntó Lorena a Iker.—No iba a dejar que fueras sola al médico, quiero saberlo todo para poder ayudarte en todo lo posible —respondió Iker.—Pero estarás cansado después de estos dos días y te podría informar yo después —dijo Lorena mientras le daba un abrazo.—No iba a poder dormir y estaría muy nervioso, pensando lo que te dirían, a parte ya había pensado acompañarte durante todo el p