UN NUEVO COMIENZO

Era el último día del campamento y había un desayuno especial de despedida formado por: Bizcochos de varios tipos, galletas rellenas con chocolate y todo el chocolate que se quisiera.

Todos los niños comían menos la niña que había sufrido abusos.

—¿No tienes hambre, princesa? —preguntó Lorena a la pequeña, dándole un beso en la cabeza.

—No mucha, estoy triste porque no te volveré a ver y ahora nadie me va a entender —respondió la niña entre sollozos.

Lorena le secó las lágrimas, la cogió en brazos y la llevó junto al río.

—Desde el primer día te cogí un cariño muy especial y sentí que eras una niña maravillosa, pero sabes, ¿qué es lo que más me gusta de ti? —comentó la chica.

La pequeña negó con la cabeza, mientras Lorena la limpiaba la nariz.

—Lo fuerte y valiente que eres, por lo que podrás superar ese miedo que tienes ahora —le contestó Lorena mientras la daba una piruleta.

La niña le dio un abrazo y ella se emocionó.

Al volver con los demás niños, la vio Teresa, que le comentó que quería hablar con ella antes de que se fuera.

A la hora prevista, llegaron los autobuses y en orden fueron montando a los niños. Antes de que salieran los autobuses, Lorena se despidió de la niña y le dio un papel con su teléfono para que la llamara cuando quisiera o lo necesitara.

La chica fue al despacho de Teresa mientras Marta preparaba el coche para el viaje.

Llamó a la puerta y entró. Estaban Carmen y Teresa esperándola.

—Gracias por el trabajo que has hecho y sobre todo por Paula. El año pasado tuvimos que llamar a su madre porque no quería quedarse y este año ha sido al contrario y gracias a como la has tratado, haciendo que estuviera cómoda —le dijo Carmen.

—He pasado por lo mismo y aunque era un poco mayor que ella, la sensación de dolor, lo que puede llegar a sentir, es lo mismo, así que no me ha resultado difícil —comentó la muchacha.

—No te quites mérito. Yo sé por lo que has pasado y no es nada fácil superar tus miedos y ayudar a los demás —le increpó Teresa, levantando un poco la voz.

—También he aprendido de los niños y Marta me ha ayudado muchísimo. ¿Qué ha hecho Luis exactamente? —preguntó Lorena.

Carmen y Teresa se miraron y al final fue Carmen quien lo dijo: «Le dimos una oportunidad para que saliera de su barrio y nos ha decepcionado. Sé que has hecho buenas migas con él, pero ten cuidado si te lo vuelves a encontrar».

Lorena les dio las gracias y se despidió de las dos.

Marta ya la estaba esperando en el coche, irían primero a Illescas para después ir a Madrid.

Estuvieron comentando lo que había pasado con Luis.

—No creo que haya hombres buenos y si los hay no son para mí —comentó Lorena.

—¿Y ese desconocido del que me has hablado? —preguntó Marta.

—Puede que sea una imagen o una idea que me haya forjado yo, aunque fuera bueno, no creo que vuelva a por mí —respondió Lorena.

—A veces pienso que eres esa chica por la que mi primo pidió tiempo a su novia para aclararse, aunque lo importante es que ha sido sincero con ella y por lo tanto hay hombres buenos —dijo Marta.

—Tienes razón, pero no creo que sea yo.

Dentro de su cabeza algo le decía que posiblemente fuera ella pero debía olvidarse de él, ya que si tenía novia a lo mejor seguía con ella al final, pero su corazón sentía que sus palabras fueron verdaderas.

Llegaron a casa de Lorena donde pasarían la noche y a la mañana siguiente saldrían para Madrid.

María y Alberto recibieron muy amablemente a Marta y fueron muy buenos con ella.

Marta y Lorena compartieron habitación y Lorena aprovechó para saber algo más del primo de Marta, no sabía lo que era, pero tenía una sensación extraña.

—¿Dónde vive tu primo? Y, ¿cuánto tiempo lleva con esa chica? —le preguntó a Marta.

—Vive en Benidorm y apenas llevan un año, pero se quieren mucho, aunque ahora mi primo tiene dudas.

—Marta, si yo fuera esa chica, ¿qué pensarías de mí? —le preguntó Lorena.

—Sinceramente, a la chica la conozco y es buena, pero es distinta a ti y si mi primo te elige me alegría por los dos.

Esas palabras hicieron que Lorena se emocionara, a pesar de no estar segura de que el primo de Marta fuera ese desconocido. Después de eso se fueron a dormir.

A la mañana siguiente, después de desayunar, partieron para Madrid.

Durante el viaje, Lorena confesó a Marta que la noche que durmió sola se había masturbado pensando en ese desconocido.

—Gracias por decírmelo, eso dice mucho de ti, pues piensas que puedes ser la desconocida de mi primo, pero eso no va a evitar que siga pensando que eres una chica maravillosa —comentó dijo Marta.

—Gracias a ti por verme así.

Llegaron a Madrid y, antes de ir a casa de Marta, tomaron algo en un restaurante que le gustaba a ella.

La cena estuvo bien y la conversación fue muy agradable, parecía que se conocían de toda la vida.

Llegaron a casa y Marta le mostró su habitación, mientras Lorena se instalaba, esta aprovechó para ducharse y así dejar que Lorena se duchara cuando terminase.

Lorena se instaló, se duchó y se fue a dormir, ya que estaba agotada, aunque no pudo dormir mucho pensando en las conversaciones con Marta.

La chica seguía con la costumbre de levantarse temprano, por lo que aprovechó para preparar el desayuno de las dos.

—Buenos días, gracias por preparar el desayuno, pero no hacía falta —saludó Marta a Lorena.

—Buenos días, es lo mínimo con lo amable que has sido conmigo.

—Eres encantadora, parece que no has sufrido nada de lo que me has contado.

—Me he tenido que hacer fuerte y gracias a ti y otras personas lo he conseguido. ¿Sabes una cosa? —dijo Lorena.

—Dime.

—Me gustaría que ese desconocido fuera tu primo, porque seguro que es encantador al igual que tú, por cierto aún no me has dicho su nombre —comentó Lorena.

—Gracias por verme así. Se llama Iker y es generoso, bondadoso, entrega todo por los suyos, además es completamente fiel y cuando ama, lo hace de verdad. Si no fuera mi primo lo habría intentado con él —respondió Marta.

—Vamos, el hombre ideal, pero si es ese desconocido, me tendré que olvidar de él, porque con lo que me has dicho, posiblemente vuelva con su chica —dijo Lorena con voz triste.

Marta le dio un abrazo y le dijo que le iba a enseñar la ciudad antes de que mañana empezara a trabajar.

Fueron a ver el museo del Prado, el Templo de Debot y también fueron de compras y a un bufet Wok muy bueno.

Ya en casa, y durante la cena, acordaron las condiciones del trabajo y las normas de la casa.

—Del sueldo te descontaré tu parte correspondiente de los gastos y el resto es para ti. La compra se hace una vez por semana y la que acabe una cosa debe reponerla. Siempre que se avise, se pueden traer amigas o amigos a casa y mientras que se respete la intimidad de la otra hay plena libertad y por supuesto, las tareas de la casa al 50 % —dijo Marta.

—Me parece estupendo —comentó Lorena.

Recogieron la cena y se fueron a dormir.

Lorena estaba empezando a pensar que el desconocido era Iker, demasiadas casualidades, se llamaba igual que su personaje favorito, era tal cual se había imaginado por esos dos días que estuvieron juntos y lo de la novia, lo cual también suponía una pequeña pega, por lo que decidió amarle en secreto, sería su amor platónico, pero siempre desearía que fuera a buscarla y estar juntos para siempre.

Efectivamente, Iker era su desconocido y le pasaba lo mismo que a ella, no quería engañar a su novia y no olvidaba a Lorena, pero pensaba si ella habría encontrado pareja, si le querría tanto como él y eso le hacía plantearse seguir con su novia.

Estaba claro que siempre se querrían, nunca se olvidarían, se amarían toda la vida, pero tenían miedo a no ser correspondidos, sin saber que sus almas se amaban desde ese primer encuentro.

Posiblemente, muchos pensaran que el amor puede con todo y es verdad, como se verá después, pero a veces hasta que te entregas a la otra persona cuesta, porque el amor verdadero es lo contrario a esa tormenta de sentimientos que a veces creemos que es el amor, ya que sientes de todo, pero con paz, calma y tranquilidad, es una sensación que se mantiene en el tiempo y, aunque no veas a esa persona, el cariño y el amor es infinito y se juntan; afecto, cariño y admiración, a partes iguales.

Mañana, Lorena empezará a trabajar, pero esa noche volverá a soñar con Iker deseando que aquellos sueños, algunos eróticos, se hagan algún dia realidad.

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