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UNA EXPERIENCIA ENRIQUECEDORA

A las siete de la mañana sonó el despertador y Lorena saltó de la cama, pues ya estaba despierta hacía rato, pero no se había levantado por no despertar a Marta. Estaba muy nerviosa, tenía una gran emoción y unas ganas enormes de empezar a trabajar.

Se duchó, se peinó cogiéndose el pelo con una goma haciéndose una coleta, como decían las normas, y se puso el uniforme.

Al verse en el espejo le vino la imagen de cuando su madre la preparaba para ir al colegio, ya que el uniforme era muy parecido al que ella llevaba de pequeña. Esperó a que Marta se terminara de vestir y fueron juntas a desayunar.

—Hola, hoy empieza una nueva temporada del "Campamento de la Esperanza". Va a ser una experiencia muy hermosa para todos. A los nuevos, os quiero decir que cuando termine vuestra estancia aquí veréis la vida de otra manera, y para los que repetís espero de vosotros lo de siempre y que ayudéis a los nuevos. Ante cualquier duda podéis preguntar a Carmen o a mí misma que me llamo Teresa —dijo a todos la psicóloga de Lorena, que era una de las directoras.

—Cada domingo se os asignarán las tareas de la semana y todos pasareis por todas. Serán siempre en parejas y firmadas por un novato y un veterano —dijo Carmen.

Marta llamó a Teresa y le dijo: «yo quiero estar con Lorena. Gracias por haberme puesto con ella».

Llegaron los niños y todos los monitores se pusieron en línea, uno al lado del otro, para recibirlos.

Les llevaron al comedor y ahí les pusieron un video donde se les explicaban las normas de forma divertida.

A Lorena y Marta esa semana les tocaba comedor y los juegos en la piscina, cosa que a Lorena mucho no le agradó, todavía le daba apuro mostrar su cuerpo en bañador.

—¿Puedo hablar contigo? —preguntó la chica a Marta.

—Por supuesto, cuéntame —respondió ésta.

—Me da vergüenza mostrar mi cuerpo en bañador, pienso que la gente va a notar lo que me pasó de pequeña, a parte no tengo buen cuerpo —dijo Lorena.

—Hoy haremos salto de la rana en el río y esta noche te demuestro que no es así.

Mientras hablaban, llegó una niña diciéndoles que quería ir al baño y se ofreció a acompañarla Lorena.

Cuando la limpió, notó que se quejaba como si le doliera, luego se fijó un poco más y vio la zona de la vulva muy enrojecida. La muchacha se quedó paralizada, le vinieron muchos fantasmas otra vez, pero se repuso y llevó a la niña a la enfermería. No estaba la doctora, pero estaba Luis, un enfermero muy simpático y amable con los niños.

—¿Qué le pasa a esta preciosidad? —preguntó Luis.

La niña sonrió y dijo: «No me pasa nada».

—Prefiero esperar a la doctora —respondió Lorena.

Llegó la doctora y pidió a Luis que se saliera, ya que conocía la historia de esa niña.

La doctora contó la historia de la niña a Lorena y esta le dijo que había sufrido lo mismo y que la ayudaría.

Después de acostar a los niños y cenar, Marta y Lorena fueron a su cabaña.

Marta se quitó el uniforme y se quedó en ropa interior frente a Lorena.

—¿Qué es lo que ves? —preguntó la muchacha.

—Una chica hermosa, con un cuerpo espectacular y perfecto —respondió Lorena.

—Con diez años se me quemó el 80 % de mi cuerpo en un incendió, donde murieron mis padres y ahora no se nota nada —le dijo Marta.

—Lo siento de corazón, yo sufrí abusos por parte de mi padre y mi zona íntima quedó muy dañada —le contestó Lorena.

—Si no me lo llegas a decir no noto nada, así que no tengas miedo a que la gente se de cuenta.

Se dieron un abrazo y se prepararon para irse a dormir.

A la mañana siguiente, Lorena se puso el bañador debajo del uniforme. Al ver eso, Marta le dio una palmadita en la espalda.

Después de desayunar, decidieron enseñar a los niños a jugar al waterpolo.

Se lo pasaron fenomenal y Lorena se dio cuenta que sus miedos eran infundados.

Entre Marta y Lorena, la relación era muy especial y la una a la otra se ayudaban mucho.

Lorena estaba súper feliz con aquella experiencia y por primera vez en su vida se sentía útil y encima, tanto niños como monitores estaban encantados con ella.

Un día, Luis, el enfermero, se puso a hablar con ella y tuvieron una agradable conversación, pero no sentía esa confianza que tenía con Marta o con aquel desconocido, al que si hubiera tenido más tiempo le habría contado todo lo que había sufrido.

Una semana les tocó dar clases a chicas de trece años y una de ellas preguntó: «¿Es mala la masturbación?».

Marta y Lorena se miraron asombradas porque una chica tan joven les preguntara eso, pero aún así sacaron el valor para contestar a la pregunta. Casi todo el peso lo llevó Marta, ya que Lorena no tenía experiencia, pues nunca se había atrevido por miedo a sentir dolor.

—No es mala, al contrario, tiene muchos aspectos positivos, aunque siempre nos han hecho creer que es nefasto y ha sido un tema tabú. Te permite conocerte a ti misma, conocer tus puntos más sensibles y donde obtengas placer, siendo el clítoris el más sensible y el que causa más placer. También te sirve para relajarte y cuando tengas relaciones puedas indicar a tu chico lo que te gusta y así disfrutar también tú plenamente. Somos dueñas de nuestro cuerpo y nuestra sexualidad. Quien nos ame de verdad debe respetarnos y valorarnos en todos los sentidos —explicó Marta a toda la clase.

—No he tenido una infancia fácil y cuando tenía vuestra edad, ya me sentía fatal, sin autoestima y sintiéndome propiedad de mi padre y ahora todavía tengo secuelas, por lo que nunca lo permitáis —dijo Lorena.

Después de esa clase, fue a hablar con Teresa y le contó lo que había sentido en esa clase.

—Has dado un paso adelante más con lo que has contado y has ayudado mucho a esas chicas y a la pequeña del primer día también. Por cierto, hablas mucho con Luis, por favor, cuidado —le dijo Teresa

—Sí, parece majo, pero es un desconocido, no tengo esa confianza y exactamente no sé lo que siento, tan sólo sé que no es él —le respondió Lorena.

Lo que le dijo la doctora le dio mucho que pensar.

Esa noche estaba sola en la cabaña, ya que Marta estaba durmiendo con las niñas, porque le tocaba por turno, así que aprovecho para poner en práctica lo que había dicho Marta y mientras se duchaba se acariciaba el cuerpo empezando por el pecho, sentía como sus pezones se iban endureciendo y en su mente imaginaba que la acariciaba su Iker.

Poco a poco, fue bajando y se entretuvo en su ombligo.

Su excitación iba subiendo y empezó a suspirar y jadear.

Por fin, llego hasta su sexo, empezó a jugar con sus labios que estaban húmedos, comenzó a acariciar su clítoris, fantaseaba que estaba en otro lugar junto a Iker, que la hacía disfrutar como nunca había hecho. De repente, metió un dedo en su vagina, su tacto era suave y estaba muy húmeda.

El ritmo en que metía y sacaba el dedo iba aumentando, su mano rozaba su hinchado y excitado clítoris, empezó a gemir, no podía controlar lo que sentía y tuvo su primer orgasmo.

Se terminó de duchar y se fue a dormir, durmió como un bebé.

A la mañana siguiente, vino la guardia civil y se llevo a Luis.

Teresa les dijo a los monitores que se le había descubierto robando material médico.

Lorena pensó que no había hombres buenos y el único era su Iker.

Al día siguiente, acababa el campamento y había quedado para irse con Marta a Madrid.

Era una nueva Lorena en todos los sentidos y estaba preparada para empezar una nueva vida.

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