Tras la peor noche de su vida, Lorena empezó a tener unas horribles pesadillas que le provocaban una gran angustia y se despertaba empapada en sudor. Tenía miedo a irse a dormir, pues sabía que iban a volver las pesadillas, por lo que decidió buscar una solución.
La solución que encontró para dejar de tener esas pesadillas fue escribirlas en un diario, pues no quería que nadie se enterase. Escribió cosas como lo siguiente:
"Quiero dejar de tener esta pesadilla, que se me repite una y otra vez, me gustaría volver a sentirme como antes de que mi padre me robara la inocencia, la paz y hasta el alma.
Sueño que el demonio juega conmigo, que hace lo que quiere y al final se mete dentro de mí, convirtiéndome en alguien como él.
Que Dios me perdone si llamo Demonio a mi padre, pero es lo que siento por todo lo que me ha hecho sentir."
Las cosas en casa fueron a peor y cuando su padre no conseguía algo de su madre se lo pedía a la pobre Lorena, que si no obedecía recibía una paliza o una amenaza, lo que hizo que tuviera un miedo atroz a su padre. A Lorena no solo le dolía el cuerpo, sino mucho más el alma y el corazón.
Una vez, en el colegio, a la pequeña le hicieron dibujar a su familia y en el dibujo se representó a ella delante de su madre y su hermano y al padre frente a ellos, con dos cabezas, una de ángel y otra de demonio, que representaban los dos comportamientos de Juan dentro y fuera de casa. Al ver el dibujo, la profesora le preguntó si pasaba algo en casa y Lorena dijo que no.
La profesora le llevó el dibujo al psicólogo del colegio, pues intuía que algo no estaba bien.
—Debemos llamar a los padres de esta niña, está clarísimo que algo le pasa —dijo el Psicólogo.
—No te preocupes, mañana mismo hablamos con ellos —comentó la profesora.
Nada más dejar de hablar con la maestra, el psicólogo llamó a los padres de la niña.
Ese día, cuando Lorena volvió a casa del colegio, encontró a su madre en el suelo con la ropa rasgada y un ojo morado, llamó a la policía y se presentó el sargento Díaz, que tomó atestado de lo ocurrido y esperó a que llegara Juan.
—Señor agente, perdón por este mal entendido. Me puse nervioso y se me fue la mano, no lo volveré a hacer —dijo el hombre nada más ver al sargento.
—Eso espero, pero el atestado va a entrar en el sistema —contestó el policía que abandonó la casa.
Lorena indignada fue a ducharse para tranquilizarse, pero no pudo porque llegó su padre, que cerró la puerta con pestillo. La niña empezó a temblar, pues sabía lo que iba a pasar.
—Eres una niña muy mala, no eres capaz de mantener un secreto y mereces un castigo.
—Ponte mirando a la pared —ordenó su padre.
Lorena obedeció y, tras darle unos cuantos azotes con la zapatilla, la abrió las piernas, dejando su sexo a la vista y la penetró de un golpe, lo cual hizo que Lorena sintiera que se desgarraba por dentro. Los gritos de su hija excitaban aún más a Juan.
La muchacha estaba deseando que la tortura terminara, sentía las manos de su padre cogiendo su cintura y como disfrutaba del sufrimiento que le causaba.
De repente, oyó a su padre gritar: «YAAAAA», y sintió un liquido caliente dentro de ella, sentía que resbalaba por sus mojadas y temblorosas piernas.
Cuando el hombre salió del baño, ella se quedó acurrucada en la bañera. No sabía lo que era ese líquido, pues era pequeña, pero se sentía sucia y le dolía hasta el alma.
Juan llamó a la profesora de Lorena y dijo que no podían ir y que llamarían cuando pudieran hacerlo.
Esa noche, Lorena volvió a tener esa misma pesadilla recurrente, pero esta vez se quemaba antes de convertirse en Demonio.
La niña se pasaba muchas noches llorando, no tenía esperanza de que nada cambiase después de ver como la policía no hacía nada.
Un día, durante el recreo, la niña se sintió fatal, le dolía muchísimo la tripa y al ir al baño comprobó que sus braguitas estaban manchadas de sangre. Era su primera regla, pero como no sabía lo que era, se la vino a la cabeza aquella primera noche que su padre abusó de ella y se desmalló.
Una compañera la encontró tendida en el suelo y llamó a una profesora que la llevó enseguida a la enfermería.
Cuando la doctora examinó a Lorena supo que era su primera regla, pero al explorarla descubrió lo de los abusos, por lo que hizo parte de lesiones y llamó a la policía.
La policía fue a buscar a Juan y se lo llevó detenido.
Esa noche, Lorena durmió tranquila, sabiendo que el demonio no iba a atacarla.
Al día siguiente, Juan volvió a casa, le habían dejado libre, pues le había tocado un juez que era amigo suyo y le había convencido de que se pondría en tratamiento, cosa que por supuesto no hizo.
Lorena ya no creía en nada, se tuvo que concienciar que la pesadilla no iba a acabar nunca, por lo que aprendió a abstraerse y pensar en otra cosa cuando su padre abusaba de ella.
Al principio, cuando Lorena tenía la regla, el padre no hacía nada con ella, por lo que lo llamó sangrado divino, pues durante esos días el Demonio la dejaba tranquila, pero un día que su padre tenía ganas pasó lo que describió en su diario de la siguiente forma:
"Hoy ha venido el Demonio y me ha dicho que soy su esclava y tengo que hacer todo lo que él me diga o hará daño a quien más quiero.
Solamente obedezco como si fuera un robot y toco su lanza como él me pide y la muevo de arriba hacía abajo. De repente, siento que su garra me arrodilla y hace que su lanza se introduzca en mi boca, me atraganto y me dan arcadas, sabe a pescado podrido, pero le da igual y no para hasta que suelta su veneno dentro de ella y me siento morir.
Me suelta, me voy al baño, devuelvo y me lavo la boca para quitarme ese sabor a podrido."
Eran desgarradores los relatos de esos abusos, capaces de conmover al mas frío de los hombres, bueno a casi todos, como es de suponer.
Lorena fue creciendo y desarrollándose, se estaba convirtiendo en mujer.
El padre empezó a tratarla de otra manera, todavía más cruel y que a ella le hacía sentirse realmente mal.
—Mi putilla, ponte este precioso conjunto que traigo para ti —dijo Juan una tarde que se quedó solo en casa con Lorena, ya que María y Alberto se habían ido a visitar a un familiar.
—Vale, Demonio —contestó Lorena, con voz de resignación.
Era un conjunto de encaje blanco con medias a juego.
La chica se lo puso y con sus manos y brazos se tapaba como podía.
—No seas tímida, posa para mí, como si fueras una modelo —dijo el padre.
Cuando se cansó de mirarla y hacerle fotos, empezó a tocar sus pechos, primero sobre el sostén y luego por debajo, después lamió su cuerpo con su sucia lengua, le apartó las braguitas, puso sus piernas sobre los hombros y empezó a penetrarla sin atender a las súplicas de Lorena. La chica cerró los ojos, para no verle la cara y rezaba para que acabara cuanto antes.
Cuando estaba a punto de correrse, Juan sacó el pene y se corrió sobre el vientre de Lorena. Ya no lo hacía dentro para que no se quedara embarazada. Ella sintió el semen caliente de su padre sobre su vientre, se fue al baño y se duchó para quitarse esa sensación de suciedad que tenía.
Después de eso, Lorena ya no podía más y decidió acabar con su calvario, matando al Demonio y así dejar de ser su esclava.
Cogió un cuchillo de cocina y lo dejó bajo la almohada, para la próxima vez que su padre fuera a su cuarto.
—Alberto, veas lo que veas no te asustes, voy a terminar de una vez con nuestra pesadilla —dijo Lorena a su hermano
—Por favor, no hagas nada, no quiero perderte —le respondió Alberto.
—Mira, mi queridísimo hermano, no me vas a perder, estoy completamente segura de lo que estoy haciendo. —Le tranquilizó la chica, mientras le abrazaba.
La muchacha se puso uno de los conjuntos que le había regalado su padre y una bata. Se sentó sobre la cama y esperó a que llegara su padre.
Llegó Juan junto con Alberto, lo que hizo que ella cambiase de idea.
—Ves hijo como va vestida la zorra de tu hermana, así es como se visten cuando quieren divertirse —dijo Juan.
—Padre, respeta a tu hija, es una chica y no eso que has dicho —le increpó Alberto apretando los puños.
—Por fin te vas a hacer un hombre. Desnúdate y deja que tu hermano vea lo que eres de verdad —ordenó su padre mientras se tocaba su paquete.
Lorena obedeció, y Alberto fue a llamar a su madre.
La muchacha se desnudó, se tendió en la cama y abrió completamente sus piernas, dejando su sexo completamente a la vista, dejando el cuchillo al lado de la cama.
Juan se desnudó y se empezó a tocar su pene para dejarlo completamente erecto.
Entró María en la habitación y al ver a su hija tendida en la cama desnuda, con las piernas completamente abiertas y a su marido a punto de violarla, perdió la razón, cogió el cuchillo que asomaba bajo la almohada y mientras que gritaba CERDOOOO, se lo clavó en la espalda.
Este cayó desplomado al lado de Lorena, en su último aliento y mirándole a la cara dijo: «Puta».
La madre cogió la bata, tapó a su hija y le dio un fuertísimo abrazo, y Lorena rompió a llorar.
Alberto llamó a emergencias diciendo lo que había pasado.
Llegó el sargento Díaz que tomó declaración a María y la instó al día siguiente a ir a comisaría.
Esa noche durmieron todos juntos. Para Lorena se había muerto el Demonio, y María por fin había sacado valor para enfrentarse y acabar con Juan.
Lorena se levantó con la tranquilidad de que su pesadilla había acabado y el Demonio se había ido para siempre.Se puso a hacer el desayuno, como tantas veces había hecho para su hermano, pero con un ánimo y una alegría diferente.—¿Cómo estás, cariño? —dijo María a su hija, mientras le daba un beso en la cabeza.—Mejor , mami, ya estoy más tranquila al ver que papá no va a hacernos daño —respondió Lorena.—¿Cómo es que nunca me has dicho nada? —preguntó su madre, mientras terminaba de hacer las tostadas.—Por miedo a que os hiciera daño, ya viste lo que pasó cuando llamó el psicólogo de mi colegio —contestó la chica.Después de esto, madre e hija se fundieron en un tierno abrazo.Llegó Alberto a desayunar y se unió al abrazo. —Hermana, creo que no deberías a ir a declarar. Mamá y yo nos bastamos —comentó el chico.—Quiero ir y así ayudar a mamá. Contarlo me va a venir bien —replicó Lorena.—Eres muy generosa, hi
Habían pasado ya tres meses y Lorena no había olvidado esos dos días que había pasado con Iker, nombre que había puesto a ese desconocido. Cuando pensaba en él tenía una extraña conjunción de sentimientos y sensaciones que no lograba entender.La chica tenía miedo, pues era la primera vez que no podía controlar sus emociones. Ninguna de las técnicas que había aprendido le servían, es como si su corazón tuviera vida propia y quisiera decirla algo.Decidió explicar lo que le pasaba a la psicóloga, para que le ayudara a comprenderlo o le diera técnicas para dejar de sentirlo y volver a controlar sus sentimientos y emociones.—Hola, Lorena, hace tiempo que no te veía. ¿Te pasa algo? —dijo la psicóloga a Lorena.—Es cierto que hace un tiempo que no venía, estaba más o menos bien, pero tengo últimamente una sensación muy extraña y que no entiendo —respondió Lorena.—Enhorabuena porque ya has conseguido expresar lo que sientes. Por favor, cuéntame.
A las siete de la mañana sonó el despertador y Lorena saltó de la cama, pues ya estaba despierta hacía rato, pero no se había levantado por no despertar a Marta. Estaba muy nerviosa, tenía una gran emoción y unas ganas enormes de empezar a trabajar.Se duchó, se peinó cogiéndose el pelo con una goma haciéndose una coleta, como decían las normas, y se puso el uniforme.Al verse en el espejo le vino la imagen de cuando su madre la preparaba para ir al colegio, ya que el uniforme era muy parecido al que ella llevaba de pequeña. Esperó a que Marta se terminara de vestir y fueron juntas a desayunar.—Hola, hoy empieza una nueva temporada del "Campamento de la Esperanza". Va a ser una experiencia muy hermosa para todos. A los nuevos, os quiero decir que cuando termine vuestra estancia aquí veréis la vida de otra manera, y para los que repetís es
Era el último día del campamento y había un desayuno especial de despedida formado por: Bizcochos de varios tipos, galletas rellenas con chocolate y todo el chocolate que se quisiera.Todos los niños comían menos la niña que había sufrido abusos.—¿No tienes hambre, princesa? —preguntó Lorena a la pequeña, dándole un beso en la cabeza.—No mucha, estoy triste porque no te volveré a ver y ahora nadie me va a entender —respondió la niña entre sollozos.Lorena le secó las lágrimas, la cogió en brazos y la llevó junto al río.—Desde el primer día te cogí un cariño muy especial y sentí que eras una niña maravillosa, pero sabes, ¿qué es lo que más me gusta de ti? —comentó la chica.La pequeña negó con la cabeza, mientras Lorena la limpiaba la nariz.—Lo fuerte y valiente que eres, por lo que podrás superar ese miedo que tienes ahora —le contestó Lorena mientras la daba una piruleta.La niña le dio un abrazo y ella se emocionó.
Lorena estaba contenta con su trabajo, desde el primer día se le daba fenomenal, a parte que Marta había tenido mucha paciencia y le había enseñado muy bien.Por otro lado, la convivencia era impecable y, aunque cada una tenía sus pequeñas manías, se llevaban fenomenal.Un día, hablando sobre lo que significa ser mujer y los retos que se deben superar, Lorena descubrió algo de Marta que la sorprendió.—Es duro ser mujer y empresaria, tienes que luchar contra muchas cosa, pero en mi caso es aún más difícil —dijo Marta.—¿Por qué dices eso? —le preguntó Lorena.—Soy bisexual y lo tengo que ocultar, pero no te preocupes, porque sé que no te gustan las mujeres, eso lo voy a respetar —respondió Marta.—No te preocupes, siempre me has respetado y yo también lo haré contigo.La floristería iba muy bien e incluso estaban pensando en ampliarla. Desde que Lorena había entrado a trabajar había aumentado muchísimo la clientela, ya que tenía un do
Después de la noticia del robo y el asesinato, Lorena tenía muchas más dudas sobre Luis y decidió hablarlo con él.—Luis, tengo dudas con todo lo que ha pasado, a parte que la relación feliz del todo nunca ha sido —dijo la muchacha.—Ya, pero te quiero como nunca he querido a nadie, desde lo del campamento no he hecho nada malo, dame la oportunidad de demostrar que te quiero —le replicó el hombre dándola un abrazo.—Vale, seguimos adelante con la boda —respondió Lorena.Algo dentro de ella decía que no siguiera adelante, pero aún así, siguió con los planes de boda.Poco a poco, iba llevando sus cosas a la casa de su prometido, para que cuando volvieran de su luna de miel, ya tener allí sus cosas.La noche antes de su boda, estaba muy nerviosa y decidió darse un relajante baño, donde estuvo meditando muchas cosas, pero lo que más sorprendente es que aparecía en su mente aquel desconocido, a pesar que se casaba al día siguiente.No tení
La noche después de la última paliza, Lorena la pasó en vela en observación, ya que los médicos no le permitían dormir por si tenía algún daño cerebral.El dolor físico lo sobrellevaba con calmantes, pero el del alma no se le calmaba con nada y para colmo la sorpresa de su embarazo, no lo esperaba.Por el tiempo que le dijeron, unas cuatro semanas, era del día que ella había nombrado a Iker en sueños, preferiría recordar eso que lo que había pasado.Ella no podía tomar la píldora por la medicación que tomaba por la ansiedad y su marido siempre usaba preservativo, menos ese día, aunque ella no se preocupó mucho porque fue al día siguiente de haber terminado con la regla, pero pasó.Se encontraba en una encrucijada, más moral o ética que mental. No estaba a favor del aborto, pero ese bebe no era fruto del amor, aunque no era capaz de matar a esa célula que era suya, por lo que pensó que lo mejor era darlo en adopción y así una pareja que no pudiera tener hi
Mientras Lorena estaba de camino al hospital, debatiéndose entre la vida y la muerte, Iker estaba dejando constancia de lo sucedido a la Inspectora Julia Murillo, que había sido trasladada a Madrid.—¿Cómo es que tiene ese revolver? —le preguntó Julia.—Me lo compré cuando mataron a mi novia durante un robo en su casa —contestó Iker con cierto nerviosismo, ya que quería estar al lado de Lorena, aunque sabía que poco podía hacer.—Tranquilo, que enseguida acabo —intentó tranquilizarle Julia.—Es que quiero estar junto a ella —dijo Iker.—No puedes hacer mucho de momento, pero cuando terminemos, un agente te acercará al hospital. Cuéntame lo ocurrido —le instó la inspectora.Iker relató con sumo detalle lo que había ocurrido, por su tono de voz y sus gestos se denotaba rabia, cosa de lo que la inspectora se dio cuenta.—¿Es la primera vez que ves a la víctima? —le preguntó la inspectora.—Si se refiere a este hombre, es la segund