—¡Andrew, escúchame, esto no puede seguir así! ¿De verdad crees que es normal? ¿No te has puesto a pensar cómo han cambiado las cosas estos meses entre nosotros?
Andrew, al volante de su auto, resopló frustrado y le restó importancia al asunto. A su lado, en el asiento del acompañante, la mujer que habló chascó con la lengua. Ella tenía la cara enrojecida y los ojos vidriosos, parecía consternada.
—No es nada del otro mundo, cariño, quizá solo se comporta así porque piensa que será desplazada de alguna manera. ¿No te has puesto a pensar en eso, en sus sentimientos? No todo gira en torno a ti, ¿recuerdas? Ni tú ni yo somos el centro del mundo.
Iban por una carretera rápida a las afueras, conocida porque muchos vehículos de carga traían mercancía a la ciudad o la llevaban a distintos lugares del país y de otros países, por lo que Andrew intentó mantenerse concentrado en el camino.
Pero aquella mujer no estaba de acuerdo.
—¡No, maldición! ¡¿Por qué nunca me escuchas?! ¡¿Qué te pasa?! ¡Tú no eras así! ¿Por qué últimamente parece que no te importo?
El varón frunció el ceño y la miró. Un atisbo de ira chispeaba en la profundidad de sus ojos, lo que alertó a la mujer, indicándole que quizá había ido demasiado lejos con sus palabras.
—¿De qué demonios hablas? ¿Qué no me importas? ¡¿Acaso te volviste loca?!
Por primera vez, él alzó la voz, y ella se sobresaltó tanto que lo vio con los ojos bien abiertos; pero no estaba dispuesta a ceder, no una vez llegados a este punto.
—¡Pues sí, m*****a sea, quizá me volví loca! ¡Estoy cansada de esto! ¡Todo lo que haces es trabajar, actúas con indiferencia e ignoras lo que te digo! ¡Mírate! ¡Hoy es el primer día en mucho tiempo que podemos salir, y te comportas como si yo no te importara! ¡¿Qué demonios te pasa a ti, Andrew?!
El corazón de la mujer latía desbocado, en tanto la furia de su sentir reprimido por semanas bullía desde dentro como una aplanadora. Ella jadeaba y tenía los ojos inyectados en sangre, pero no hizo más que provocar a la bestia.
—¡Ya cállate, maldición! ¡¿Crees que está siendo fácil para mí?! —Él quitó su vista del camino y se fijó en ella—. ¡He pasado todos estos días partiéndome el lomo porque la empresa lo está pasando mal, así que perdón, pero no quiero que envejezcamos en la miseria!
—¡No me importa el dinero, Andrew! ¿No soy yo más importante que eso?
En ese momento, los ojos de aquella muchacha se llenaron de ardientes lágrimas, un retrato compungido de miles de emociones que llevaban semanas retenidas en su interior por mera consideración a su amado.
Andrew quiso decir algo; sin embargo, cuando apenas abría la boca, vio un vehículo grande aparecer a un costado a toda velocidad, y apenas tuvo tiempo de abrir de más los ojos cuando un golpazo sacudió el auto, enviándolo hacia el guardarriel, y de ahí a dar vueltas por el aire hasta estrellarse al otro lado de la carretera.
Lo siguiente solo fue miedo, terror, y una pregunta que flotó en su mente.
«¿Otra vez?».
¿Otra vez?
Volver a casa de tus padres después de los treinta no era sencillo, y mucho menos tras haber estado casada y tener una hija de seis años, ¿pero quién le decía eso al maldito de Eddie, que la dejó por una muchachita que quizá ni siquiera había salido de la preparatoria y ni sabía lavarse los dientes?Las frustraciones trajeron hoy a Hannah al primer día del resto de su vida. Tenía una entrevista de trabajo en el prestigioso Grupo Seele con la esperanza de convertirse en la nueva secretaria personal del CEO. ¿Experiencia? La tenía. ¿Capacidad de trabajar bajo presión? Por supuesto que sí; sin embargo…—Mami, ¿aquí es donde vas a tabajar ahora?La infantil vocecita resonó a su lado, y volteó a ver a su pequeña con una sonrisa.Ella, Alisson, era su mundo y, sin embargo, lo último que quería era que estuviera aquí acompañándola en un momento tan importante, pero… ¿qué se le podía hacer? Sus padres no estaban en casa, no tenía clases y tampoco podía dejarla sola.Entonces, se agachó a su a
Tras varios días largos en crisis y casi sin poder ir a casa, luego de que la situación por fin se asentara, lo último que esperaba Andrew Cook al ver abrirse las puertas del ascensor en su planta era que apareciera una pequeña niña castaña con enormes ojos marrones e indirectamente lo llamara papá. Y es que, ¿quién demonios se esperaría algo así?Por eso no fue sorpresa que la impresión bañara su rostro y se quedara en blanco. Las puertas procedieron a cerrarse, y de no ser por Finn, su asistente, que metió las manos, se habría perdido aquellos chispeantes ojitos que lo veían con auténtico anhelo.—¿Tu padre? —preguntó despacio al ver que la pequeña salía de la cabina y se paraba junto a ellos.Finn se lo quedó viendo conmocionado, y en su mente se destaparon mil conjeturas en un simple segundo.La nena sonrió y asintió con la cabeza.—Eres mi papi, ¿verdad? —volvió a preguntar, atizando un nuevo golpe a la comprensión de un Andrew que ya ni sabía dónde estaba parado.Apretó los labi
«¿Por qué falló en su entrevista? Porque mi hija llamó “papá” a mi posible futuro jefe». Ya lo veía, lo veía por todas partes en su cabeza, y la mente de Hannah se llenó de terror, frustración y cansancio.¿Cómo había terminado esto así?La entrevista salió bien, y solo al terminar se dieron cuenta de que Alisson no estaba; corrió a buscarla por toda la planta y no la encontró, por eso fue desesperada al elevador, y la encontró, Dios, la encontró y la calma volvió a reinar en su interior, aunque solo por unos segundos.Estaba jodida. ¿De qué servía obtener el visto bueno del asistente, si su querida hija no dejaba de referirse a su futuro jefe como su padre?La muchacha se llevó una mano a la cara y suspiró resignada por un segundo.—Así es —contestó Andrew como si nada—. Soy Andrew Cook, e imagino que usted es Hannah Roth.—¿Cómo sa…?—Ella lo mencionó. —Señaló a una Alisson que ahora guardaba silencio, como todo un angelito, tras haber finalizado con éxito su travesura.Hannah abrió
El corazón de Hannah latía a diez mil por hora, tan fuerte que podía escuchar cada palpitación en sus oídos con la fuerza de un bombo de batería.Vio al hombre caminar con la gracia que le daban años en la industria hacia su escritorio, y no pudo evitar echar un vistazo alrededor.Este lugar era inmenso, con ventanales que daban al exterior y le proporcionaban un aire de libertad y plenitud que contrastaba por completo con el aura que aquel sujeto desprendía: solitario, como si estuviera encogido en sí mismo.Prensó los labios, e inconscientemente puso las manos delante del pecho en un gesto suplicante porque sintió miedo, cosa rara, pero las bajó en cuanto él le dirigió la mirada..—Adelante, tome asiento.Hannah tragó entero, se guardó sus emociones y caminó hasta la silla frente al escritorio, donde se sentó con toda la calma que pudo.—Entonces… perdone si soy demasiado indiscreto, pero me veo obligado a preguntar dados los hechos. —Aquellas palabras despertaron la curiosidad de l
Una pequeña búsqueda en internet le bastó a Hannah para comprender la envergadura del evento al que su ahora jefe, tras firmar el contrato, pretendía llevarla como su primer trabajo de asistente.El Grupo Grenze era un conglomerado tecnológico pionero en el país y en todo el continente, y sus productos de primera calidad no se limitaban solo al usuario de a pie, sino que abastecían a otras grandes empresas. Como compañía sólida en el desarrollo de software, el Grupo Seele era de los principales socios de Grenze, y la amistad entre sus CEOs era conocida en el país y el mundo.Vaya forma de ponerle presión.La gala era formal en toda regla, con los peces gordos de la tecnología del continente y el mundo presentes para darle la enhorabuena a su anfitrión, Dominik Engel.Tras recibir un adelanto de su suelto para prepararse como era debido, Hannah compró ropa, zapatos y accesorios, y cerca de las siete de la noche tomó un taxi, rumbo al salón del hotel donde se realizaba el evento.Le env
Los dos hombres se dieron un afectuoso apretón de manos seguido de un medio abrazo, y el alto pelirrojo soltó una risita.—He estado fuera mucho, ¿verdad? Las cosas van avanzando, ya sabes. Pero hoy es el momento culmen.—Claro… tienes a todos aquí reunidos.Hannah permaneció tranquila a un lado, a la espera, como buena asistente en entrenamiento.—Hemos trabajado duro. Lo de hoy es el resultado de más de un año de investigación, desarrollo y paciencia. Y tú y tu empresa también forman parte de esto, hombre. —El pelirrojo tiró la vista al costado y se fijó en la muchacha, que le dio una sonrisa cortés—. ¿Y puedo saber quién es esta señorita?—Oh… ¿Recuerdas que Finn comenzará en el organigrama?—Sí… me dijiste que lo querías como CEO adjunto, ¿aceptó?—Aceptó iniciar el camino, así que tuve que buscar un nuevo asistente. Ella es mi nueva asistente; estará en entrenamiento por Finn por tres meses antes de tomar el cargo de manera oficial.Los orbes del pelirrojo, de un turquesa claro,
Hannah frunció el ceño, pero Emma se metió, riendo burlona.—Espera que Andrew la vea. Él odia el desorden… seguro la despide el primer día.Los murmullos y el chisme empezó a correr, y Hannah se preguntó por qué hablan así de su jefe, pues no le pareció una persona dura.De pronto, la multitud se abrió, y aparecieron Andrew y Dominik. El primero, con gesto adusto, se acercó de inmediato a la muchacha, y todos alrededor creyeron que la regañaría por causar alboroto ya que, de hecho, Andrew Cook era conocido por su seriedad y distanciamiento, por su afán por el orden y su desprecio por las indiscreciones.Sin embargo, lo que hizo los dejó a todos helados.Él se quitó el saco de su traje, se agachó y lo pasó por los hombros de Hannah, cubriéndola hasta el frente.—Vamos, tranquila, esto te ayudará. Levántate.La sorpresa bañó a la muchacha, junto a una palpitación cálida al encontrarlo tuteándola, y le hizo caso de manera inconsciente.—Creo que es momento de irnos —murmuró él.Ella se
El trabajo era mucho, pero Hannah lo llevaba bien y, tras unos primeros días agotadores, llegó el sábado y por fin tuvo tiempo libre, más o menos.—¡Mami, mira, es enorme!El chillido de Alisson al contemplar la imponente estructura del centro comercial MyZeil le sacó una sonrisa a su madre, que no dudó en darle una palmadita cariñosa en la cabeza.—¿Verdad que es hermoso?—¡Lo es!—Y espera verlo por dentro. Te va a encantar.Pasaron del imponente exterior de vidrio a un interior de ensueño, y la curiosidad de Alisson la hizo ver a todas partes, ansiosa, aunque tenían un itinerario más o menos bien establecido.—Bien, primero vamos a buscar el bolso, la ropa y los zapatos que necesitas.En su nueva escuela, Ali escogió practicar taekwondo, así que había que comprarle el equipo de uso personal. Fueron a una tienda especializada, y salieron al cabo de una hora con lo que necesitaban. Luego fueron por un kit de arte, y se dispusieron a hacer la compra más grande, un iPad de última gener