Tras varios días largos en crisis y casi sin poder ir a casa, luego de que la situación por fin se asentara, lo último que esperaba Andrew Cook al ver abrirse las puertas del ascensor en su planta era que apareciera una pequeña niña castaña con enormes ojos marrones e indirectamente lo llamara papá. Y es que, ¿quién demonios se esperaría algo así?
Por eso no fue sorpresa que la impresión bañara su rostro y se quedara en blanco. Las puertas procedieron a cerrarse, y de no ser por Finn, su asistente, que metió las manos, se habría perdido aquellos chispeantes ojitos que lo veían con auténtico anhelo.
—¿Tu padre? —preguntó despacio al ver que la pequeña salía de la cabina y se paraba junto a ellos.
Finn se lo quedó viendo conmocionado, y en su mente se destaparon mil conjeturas en un simple segundo.
La nena sonrió y asintió con la cabeza.
—Eres mi papi, ¿verdad? —volvió a preguntar, atizando un nuevo golpe a la comprensión de un Andrew que ya ni sabía dónde estaba parado.
Apretó los labios e hizo memoria. La última vez que se había acostado con alguien fue… ¡No! Esta nena tenía…
—¿Cuántos años tienes, pequeña? —preguntó quedo, expectante.
La chiquilla sonrió y marcó la edad con sus dedos, aunque también lo dijo en voz alta.
—¡Seis años, dos meses y cuatro días!
Era impresionante cómo los niños disponían del tiempo suficiente como para llevar la cuenta de su edad de esa forma; sin embargo, eso no tenía sentido.
La presión se le bajó del pecho a Andrew, quien respiró hondo, se serenó y se agachó frente a ella, mostrando su perenne expresión imperturbable y distante.
—Niña, lo siento mucho, pero yo no soy tu padre. —Recordó que la caja del ascensor solo tenía a la nena y añadió—: ¿Cómo entraste aquí? ¿Estás perdida? De ser así, puedo pedirle a Finn que te lleve a la salida.
Pero la chiquilla miró al tal Finn, un joven alto y rubio, y negó con la cabeza.
—¡No estoy pedida! Vine con mi mami, a ella la están entevistando abajo. El señor dijo que me quedara fueda porque le iba a hacer peguntas, y yo salí a explorar —espetó ella con gran orgullo y una enorme sonrisa en los labios y estiró la mano con galantería—. ¡Soy Alisson Roth! Mi mami es Hannah Roth, ella vino hoy porque quiere ser da asistente del Pesidente de este dificio.
Aunque las palabras se le pegaban un poco, Andrew fue muy capaz de entender el escueto alemán de la niña, quien seguía mostrándose altiva y audaz, firme y para nada asustada tras haberse encontrado con dos perfectos desconocidos. El varón no sabía decir si eso era bueno o preocupante, dadas las circunstancias.
—¿Está en el departamento de Recursos Humanos? —preguntó él curioso y la nena asintió—. Bueno, ¿qué te parece si vamos para allá? Estoy seguro de que a tu madre no le hará mucha gracia que estés paseando por ahí, debe estar preocupada.
—Hmmm. —Alisson se llevó un dedo a la boca y frunció los labios. En ese momento, Andrew se percató, por el cambio en su cara, de que se daba cuenta de que había metido la pata—. ¡Está bien!
Una tímida sonrisa en los labios de aquel castaño precedió que pidieran de nuevo el ascensor, y tanto él como su asistente subieron. Cuando las puertas se cerraron, la mano de Andrew a su costado se vio de repente asediada por la de la pequeña, que la tomó y apretó, haciéndolo estremecerse sin poder evitarlo y mirarla.
Pero ella seguía fija al frente.
¿Quizá estaba asustada pero lo disimulaba mostrándose altiva y alegre? Era una niña, pensó Andrew, así que eso debía ser normal, y solo por eso no la soltó y, bajo la escrutadora y curiosa mirada de Finn, bajaron hasta la planta donde se encontraba el departamento de Recursos Humanos.
La castaña empezó a tararear algo que Andrew no pudo descifrar, pero enseguida sus pensamientos se vieron interrumpidos por el timbre del ascensor que anunciaba su llegada a destino.
Las puertas se abrieron, pero, antes de que pudiera dar un paso afuera, una cara desesperada apareció, y en el momento en el que sus orbes aguamarina encontraron los claros de la nena, sobre ella pareció caer el peso del alivio y una crisis existencial.
—¡Mami! —chilló la nena, emocionada, se soltó de la mano de Andrew y salió de la caja.
La crisis de Hannah se disipó cuando avanzó y la abrazó con todas sus fuerzas contra su pecho.
—¡Ali, me asustaste! ¿Por qué desapareciste de repente? Te dije que te quedaras afuera, sentada y tranquila.
—¡Es que quedía explorar! —espetó la nena tras separarse; sus ojitos brillando delataban sus verdaderas intenciones—. Estaba buscando a mi papi, y lo encontré cuando salí del ascensor. —Volteó al elevador, de donde Andrew y Finn ya habían salido—. ¡Él es mi papi, mami! ¿Verdad que es muy guapo?
Le excitación de la muchachita caló en la atmósfera y contrastó con el silencio sepulcral que se instauró entre los adultos: el asesor de recursos humanos, Finn, Andrew y la misma Hannah, quien al final soltó un suspiro resignado.
—Ali, sabes dónde está tu padre, ¿por qué insistes con eso?
—¡No! ¡Tengo que buscad un papi que me quieda! ¡Él es mi papi! —Señaló a Andrew con la mirada.
El varón tan solo las observaba, entre impresionado e inquieto, con un gesto ausente, como si se preguntara qué demonios pasaba, pero al mismo tiempo le fuera imposible gesticular en consecuencia.
—¿Señor Cook?
De repente, la voz del asistente de recursos humanos cortó el ambiente, y un baldazo de agua helada le cayó a la pobre Hanna, y el balde le pegó de lleno en la cabeza.
Ella alzó la vista con evidente susto e inquirió:
—¿Usted es el CEO de esta empresa?
M****a, Dios mío… estaba jodida.
«¿Por qué falló en su entrevista? Porque mi hija llamó “papá” a mi posible futuro jefe». Ya lo veía, lo veía por todas partes en su cabeza, y la mente de Hannah se llenó de terror, frustración y cansancio.¿Cómo había terminado esto así?La entrevista salió bien, y solo al terminar se dieron cuenta de que Alisson no estaba; corrió a buscarla por toda la planta y no la encontró, por eso fue desesperada al elevador, y la encontró, Dios, la encontró y la calma volvió a reinar en su interior, aunque solo por unos segundos.Estaba jodida. ¿De qué servía obtener el visto bueno del asistente, si su querida hija no dejaba de referirse a su futuro jefe como su padre?La muchacha se llevó una mano a la cara y suspiró resignada por un segundo.—Así es —contestó Andrew como si nada—. Soy Andrew Cook, e imagino que usted es Hannah Roth.—¿Cómo sa…?—Ella lo mencionó. —Señaló a una Alisson que ahora guardaba silencio, como todo un angelito, tras haber finalizado con éxito su travesura.Hannah abrió
El corazón de Hannah latía a diez mil por hora, tan fuerte que podía escuchar cada palpitación en sus oídos con la fuerza de un bombo de batería.Vio al hombre caminar con la gracia que le daban años en la industria hacia su escritorio, y no pudo evitar echar un vistazo alrededor.Este lugar era inmenso, con ventanales que daban al exterior y le proporcionaban un aire de libertad y plenitud que contrastaba por completo con el aura que aquel sujeto desprendía: solitario, como si estuviera encogido en sí mismo.Prensó los labios, e inconscientemente puso las manos delante del pecho en un gesto suplicante porque sintió miedo, cosa rara, pero las bajó en cuanto él le dirigió la mirada..—Adelante, tome asiento.Hannah tragó entero, se guardó sus emociones y caminó hasta la silla frente al escritorio, donde se sentó con toda la calma que pudo.—Entonces… perdone si soy demasiado indiscreto, pero me veo obligado a preguntar dados los hechos. —Aquellas palabras despertaron la curiosidad de l
Una pequeña búsqueda en internet le bastó a Hannah para comprender la envergadura del evento al que su ahora jefe, tras firmar el contrato, pretendía llevarla como su primer trabajo de asistente.El Grupo Grenze era un conglomerado tecnológico pionero en el país y en todo el continente, y sus productos de primera calidad no se limitaban solo al usuario de a pie, sino que abastecían a otras grandes empresas. Como compañía sólida en el desarrollo de software, el Grupo Seele era de los principales socios de Grenze, y la amistad entre sus CEOs era conocida en el país y el mundo.Vaya forma de ponerle presión.La gala era formal en toda regla, con los peces gordos de la tecnología del continente y el mundo presentes para darle la enhorabuena a su anfitrión, Dominik Engel.Tras recibir un adelanto de su suelto para prepararse como era debido, Hannah compró ropa, zapatos y accesorios, y cerca de las siete de la noche tomó un taxi, rumbo al salón del hotel donde se realizaba el evento.Le env
Los dos hombres se dieron un afectuoso apretón de manos seguido de un medio abrazo, y el alto pelirrojo soltó una risita.—He estado fuera mucho, ¿verdad? Las cosas van avanzando, ya sabes. Pero hoy es el momento culmen.—Claro… tienes a todos aquí reunidos.Hannah permaneció tranquila a un lado, a la espera, como buena asistente en entrenamiento.—Hemos trabajado duro. Lo de hoy es el resultado de más de un año de investigación, desarrollo y paciencia. Y tú y tu empresa también forman parte de esto, hombre. —El pelirrojo tiró la vista al costado y se fijó en la muchacha, que le dio una sonrisa cortés—. ¿Y puedo saber quién es esta señorita?—Oh… ¿Recuerdas que Finn comenzará en el organigrama?—Sí… me dijiste que lo querías como CEO adjunto, ¿aceptó?—Aceptó iniciar el camino, así que tuve que buscar un nuevo asistente. Ella es mi nueva asistente; estará en entrenamiento por Finn por tres meses antes de tomar el cargo de manera oficial.Los orbes del pelirrojo, de un turquesa claro,
Hannah frunció el ceño, pero Emma se metió, riendo burlona.—Espera que Andrew la vea. Él odia el desorden… seguro la despide el primer día.Los murmullos y el chisme empezó a correr, y Hannah se preguntó por qué hablan así de su jefe, pues no le pareció una persona dura.De pronto, la multitud se abrió, y aparecieron Andrew y Dominik. El primero, con gesto adusto, se acercó de inmediato a la muchacha, y todos alrededor creyeron que la regañaría por causar alboroto ya que, de hecho, Andrew Cook era conocido por su seriedad y distanciamiento, por su afán por el orden y su desprecio por las indiscreciones.Sin embargo, lo que hizo los dejó a todos helados.Él se quitó el saco de su traje, se agachó y lo pasó por los hombros de Hannah, cubriéndola hasta el frente.—Vamos, tranquila, esto te ayudará. Levántate.La sorpresa bañó a la muchacha, junto a una palpitación cálida al encontrarlo tuteándola, y le hizo caso de manera inconsciente.—Creo que es momento de irnos —murmuró él.Ella se
El trabajo era mucho, pero Hannah lo llevaba bien y, tras unos primeros días agotadores, llegó el sábado y por fin tuvo tiempo libre, más o menos.—¡Mami, mira, es enorme!El chillido de Alisson al contemplar la imponente estructura del centro comercial MyZeil le sacó una sonrisa a su madre, que no dudó en darle una palmadita cariñosa en la cabeza.—¿Verdad que es hermoso?—¡Lo es!—Y espera verlo por dentro. Te va a encantar.Pasaron del imponente exterior de vidrio a un interior de ensueño, y la curiosidad de Alisson la hizo ver a todas partes, ansiosa, aunque tenían un itinerario más o menos bien establecido.—Bien, primero vamos a buscar el bolso, la ropa y los zapatos que necesitas.En su nueva escuela, Ali escogió practicar taekwondo, así que había que comprarle el equipo de uso personal. Fueron a una tienda especializada, y salieron al cabo de una hora con lo que necesitaban. Luego fueron por un kit de arte, y se dispusieron a hacer la compra más grande, un iPad de última gener
Una risita resonó en el local, y la impresionada Hannah volteó hacia la fuente, un Andrew que, al saberse descubierto, se llevó la mano a la boca e hizo un gesto que a la muchacha le pareció gracioso, mirando a otro lado.—Papi, ¿verdad que Iron Man es muy guapo y rico? —sonó la vocecita de Alisson, quien se dirigió al varón con una enorme sonrisa.El muchacho soltó un resoplido y asintió a medias con la cabeza.—Lo de rico puedo admitirlo… ya más allá lo de guapo, la verdad que no es mi tipo. —Se encogió de hombros.—Hmm… —Alisson se llevó el dedo a la boca—, ¿acaso estás celoso, papi? —Aquello tomó por sorpresa, no solo a Andrew, sino a Hannah—. Per
—¡Andrew, escúchame, esto no puede seguir así! ¿De verdad crees que es normal? ¿No te has puesto a pensar cómo han cambiado las cosas estos meses entre nosotros?Andrew, al volante de su auto, resopló frustrado y le restó importancia al asunto. A su lado, en el asiento del acompañante, la mujer que habló chascó con la lengua. Ella tenía la cara enrojecida y los ojos vidriosos, parecía consternada.—No es nada del otro mundo, cariño, quizá solo se comporta así porque piensa que será desplazada de alguna manera. ¿No te has puesto a pensar en eso, en sus sentimientos? No todo gira en torno a ti, ¿recuerdas? Ni tú ni yo somos el centro del mundo.Iban por una carretera rápida a las afueras, conocida porque muchos vehículos de carga traían mercancía a la ciudad o la llevaban a distintos lugares del país y de otros países, por lo que Andrew intentó mantenerse concentrado en el camino.Pero aquella mujer no estaba de acuerdo.—¡No, maldición! ¡¿Por qué nunca me escuchas?! ¡¿Qué te pasa?! ¡Tú