Una pequeña búsqueda en internet le bastó a Hannah para comprender la envergadura del evento al que su ahora jefe, tras firmar el contrato, pretendía llevarla como su primer trabajo de asistente.
El Grupo Grenze era un conglomerado tecnológico pionero en el país y en todo el continente, y sus productos de primera calidad no se limitaban solo al usuario de a pie, sino que abastecían a otras grandes empresas. Como compañía sólida en el desarrollo de software, el Grupo Seele era de los principales socios de Grenze, y la amistad entre sus CEOs era conocida en el país y el mundo.
Vaya forma de ponerle presión.
La gala era formal en toda regla, con los peces gordos de la tecnología del continente y el mundo presentes para darle la enhorabuena a su anfitrión, Dominik Engel.
Tras recibir un adelanto de su suelto para prepararse como era debido, Hannah compró ropa, zapatos y accesorios, y cerca de las siete de la noche tomó un taxi, rumbo al salón del hotel donde se realizaba el evento.
Le envió un mensaje a Finn, el aún asistente de su jefe, anunciando que iba en camino, y recibió una confirmación de que ellos también estaban por llegar.
Cuando el taxi paró en el hotel, dio la casualidad de que vio a Andrew bajando de su auto, en tanto Finn se alejaba para aparcar.
En cuanto Andrew vio a su nueva empleada, ataviada con un hermoso vestido de tirantes verde jade con corpiño bordado ajustado que marcaba su esbelta figura, y falda larga, quedó embelesado, pasmado en ella, que caminaba con gracia en su dirección, aunque cierto miedo.
—Señor Cook, buenas noches —murmuró y miró a los lados. La opulencia del lugar era destacable, con mujeres y hombres vestidos de punta en blanco—. ¿Cree que este atuendo está bien para la ocasión?
Señaló su ropa, alejándose un paso, y Andrew, normalmente sereno, tragó entero y asintió con la cabeza.
Los aguamarinas de Hannah resaltaban gracias al color de su vestido, y el escaso maquillaje resaltaba bien sus atributos y semblante sincero. Se veía hermosa con el pelo suelto.
Él carraspeó y asintió con la cabeza.
—Está bien, señorita Roth.
Acto seguido, le ofreció su brazo, que Hannah tomó dudosa, y ambos ingresaron al lugar.
Este era el hotel más lujoso de Frankfurt, y su opulencia quedó manifiesta con cada paso en sus brillantes pisos, y las preciosas decoraciones.
Se pararon frente al ascensor, y solo entonces Hannah notó algo.
—¿Finn… el señor Wolf no viene?
—No. Hoy tiene la noche tranquila. Más tarde será un chofer quien nos recoja.
Ella frunció el ceño, sospechando, pero las puertas del elevador se abrieron y no tuvo más que pasar.
Cuando se cerraron, respiró hondo, consciente de que más arriba estaba su primera gran prueba.
—No te pongas nerviosa. En los eventos como este solo debes ser amable y saludar. Ya que serás mi asistente, te presentaré a algunos colegas para que te vayas familiarizando con ellos y con sus asistentes, pues tendrás que interactuar con ellos en el futuro.
—Entendido… —murmuró con simpleza y suspiró.
—¿La niña…?
—Oh, Alisson está con mis padres. Dentro de poco debería irse a dormir.
—Ya veo…
A Hannah le causaba curiosidad el que este hombre se preocupara por su hija desde el primer momento, pero lo interpretó como algo natural; después de todo, aunque raro, algunos hombres poseían cierta sensibilidad por los niños. ¿Qué edad tenía su jefe? ¿Veintiocho? Dios… era incluso menor que ella, pero de seguro querría formar una familia más adelante.
Era natural, sí…
Las puertas se abrieron y llegaron a su destino.
A la muchacha le saltó el corazón en el pecho cuando, tras comprobar la entrada, ingresaron al fastuoso salón, engalanado con arañas de cristal y mesas de bufete finamente decoradas.
De fondo se oía un cuarteto de cuerdas, en tanto las conversaciones se sucedían por acá y por allá.
Enseguida reconoció a algunos empresarios estadounidenses y canadienses y tragó entero.
Saludaron a algunas personas que se acercaban, y Andrew no tardó en presentarles a Hannah, quien midió sus reacciones con una grácil sonrisa. Sortearon a algunos más, hasta que un par de damas muy distintivas aparecieron frente a ambos.
Una era una rubia que parecía una modelo de pasarelas de alta costura, con un vestido ajustado que resaltaba su delgadez, y la otra era una pelirroja más voluptuosa y con mirar desafiante que no tardó en fruncirle el ceño a la muchacha apenas ver que iba del brazo de Andrew.
—Andrew, qué bueno que por fin llegas. Pensé que no vendrías —clamó la rubia con una contentura que rozaba lo teatral.
El nombrado se quedó quieto y suspiró.
—Algunos tenemos que trabajar, Lenna.
Hannah tuvo que morderse la lengua y apretar los dedos de los pies en sus sandalias para no soltar la risa, pero aquella mujer hizo oídos sordos a aquellas palabras y pasó la vista a ella.
—¿Y esta quién es?
Andrew suspiró y miró a Hannah con cierto soslayo.
—Esta es la señorita Roth, mi nueva asistente personal. Señorita Roth, esta es Lenna Peters, es la…
—Soy la esposa de su hermano —se apresuró a intervenir Lenna, haciendo que Hannah frunciera el ceño—. Yo…
—Era la esposa de mi hermano —corrigió Andrew con tono calmo, pero sus palabras parecieron tirar los trastos sobre la cabeza de Lenna, que arrugó la cara, visiblemente molesta.
—Andrew, seré la esposa de tu hermano por el resto de mi vida, ¿por qué me tratas así…? —inquirió, jugando el papel de la víctima.
Pero el muchacho solo tiró la vista a un lado, al a pelirroja, y le dijo a Hannah:
—Y esta es Emma Becker, su amiga, y la hija del presidente de una de las joyerías más grandes de Europa.
Hannah asintió en señal de comprensión y les dio una sonrisa.
—Buenas noches, señoritas, es un placer conocerlas.
—¿Por qué una nueva asistente, Andrew? ¿Acaso ya no tienes a Finn?
—Finn entrará al organigrama de la empresa, así que necesita un reemplazo, y la señorita Roth, con su experiencia en empresas del medio en Estados Unidos, me pareció perfecta para el cargo.
La mención del país generó sospecha en la pelirroja.
—¿Así que estadounidense? ¡Ja! Estados Unidos está lleno de mediocres. ¿Estás seguro de que no mintió en su currículo, Andrew? —espetó y dirigió un mirar desdeñoso a una Hannah que, para su sorpresa, se mantuvo serena.
—¿Estás dudando de mí y de mi equipo de recursos humanos, Emma? —La voz del varón sonó gélida, cortando tanto el ambiente que incluso las murmuraciones alrededor se detuvieron.
El desafío en los orbes del muchacho caló hondo en la pelirroja, que tragó entero y se apresuró a negar.
—¡No, no, para nada! ¡Es solo que…!
Emma se adelantó para decir algo; sin embargo, Andrew ya conducía a Hannah a otro lado para presentarle a más personas.
Sintiéndose un poco tímida, con las miradas de muchos sobre ella, Hannah murmuró:
—Gracias por eso, señor Cook.
—No te preocupes… solo me fastidia un poco la gente que cree saberlo todo.
Él no sonreía; de hecho, mantenía un gesto muy adusto, pero en sus palabras flotaba una calidez que reconfortó el corazón nervioso de la muchacha.
—¡Hey, Andy, qué bueno que te veo aquí!
En eso, se oyó una voz grave, pero animada, y la figura de un fortachón pelirrojo apareció ante ellos.
Una rara sonrisa pintó los labios de Andrew, que soltó el brazo de Hannah y se adelantó.
—Dom, qué bueno verte. Ha pasado un tiempo.
Los dos hombres se dieron un afectuoso apretón de manos seguido de un medio abrazo, y el alto pelirrojo soltó una risita.—He estado fuera mucho, ¿verdad? Las cosas van avanzando, ya sabes. Pero hoy es el momento culmen.—Claro… tienes a todos aquí reunidos.Hannah permaneció tranquila a un lado, a la espera, como buena asistente en entrenamiento.—Hemos trabajado duro. Lo de hoy es el resultado de más de un año de investigación, desarrollo y paciencia. Y tú y tu empresa también forman parte de esto, hombre. —El pelirrojo tiró la vista al costado y se fijó en la muchacha, que le dio una sonrisa cortés—. ¿Y puedo saber quién es esta señorita?—Oh… ¿Recuerdas que Finn comenzará en el organigrama?—Sí… me dijiste que lo querías como CEO adjunto, ¿aceptó?—Aceptó iniciar el camino, así que tuve que buscar un nuevo asistente. Ella es mi nueva asistente; estará en entrenamiento por Finn por tres meses antes de tomar el cargo de manera oficial.Los orbes del pelirrojo, de un turquesa claro,
Hannah frunció el ceño, pero Emma se metió, riendo burlona.—Espera que Andrew la vea. Él odia el desorden… seguro la despide el primer día.Los murmullos y el chisme empezó a correr, y Hannah se preguntó por qué hablan así de su jefe, pues no le pareció una persona dura.De pronto, la multitud se abrió, y aparecieron Andrew y Dominik. El primero, con gesto adusto, se acercó de inmediato a la muchacha, y todos alrededor creyeron que la regañaría por causar alboroto ya que, de hecho, Andrew Cook era conocido por su seriedad y distanciamiento, por su afán por el orden y su desprecio por las indiscreciones.Sin embargo, lo que hizo los dejó a todos helados.Él se quitó el saco de su traje, se agachó y lo pasó por los hombros de Hannah, cubriéndola hasta el frente.—Vamos, tranquila, esto te ayudará. Levántate.La sorpresa bañó a la muchacha, junto a una palpitación cálida al encontrarlo tuteándola, y le hizo caso de manera inconsciente.—Creo que es momento de irnos —murmuró él.Ella se
El trabajo era mucho, pero Hannah lo llevaba bien y, tras unos primeros días agotadores, llegó el sábado y por fin tuvo tiempo libre, más o menos.—¡Mami, mira, es enorme!El chillido de Alisson al contemplar la imponente estructura del centro comercial MyZeil le sacó una sonrisa a su madre, que no dudó en darle una palmadita cariñosa en la cabeza.—¿Verdad que es hermoso?—¡Lo es!—Y espera verlo por dentro. Te va a encantar.Pasaron del imponente exterior de vidrio a un interior de ensueño, y la curiosidad de Alisson la hizo ver a todas partes, ansiosa, aunque tenían un itinerario más o menos bien establecido.—Bien, primero vamos a buscar el bolso, la ropa y los zapatos que necesitas.En su nueva escuela, Ali escogió practicar taekwondo, así que había que comprarle el equipo de uso personal. Fueron a una tienda especializada, y salieron al cabo de una hora con lo que necesitaban. Luego fueron por un kit de arte, y se dispusieron a hacer la compra más grande, un iPad de última gener
Una risita resonó en el local, y la impresionada Hannah volteó hacia la fuente, un Andrew que, al saberse descubierto, se llevó la mano a la boca e hizo un gesto que a la muchacha le pareció gracioso, mirando a otro lado.—Papi, ¿verdad que Iron Man es muy guapo y rico? —sonó la vocecita de Alisson, quien se dirigió al varón con una enorme sonrisa.El muchacho soltó un resoplido y asintió a medias con la cabeza.—Lo de rico puedo admitirlo… ya más allá lo de guapo, la verdad que no es mi tipo. —Se encogió de hombros.—Hmm… —Alisson se llevó el dedo a la boca—, ¿acaso estás celoso, papi? —Aquello tomó por sorpresa, no solo a Andrew, sino a Hannah—. Per
—¡Andrew, escúchame, esto no puede seguir así! ¿De verdad crees que es normal? ¿No te has puesto a pensar cómo han cambiado las cosas estos meses entre nosotros?Andrew, al volante de su auto, resopló frustrado y le restó importancia al asunto. A su lado, en el asiento del acompañante, la mujer que habló chascó con la lengua. Ella tenía la cara enrojecida y los ojos vidriosos, parecía consternada.—No es nada del otro mundo, cariño, quizá solo se comporta así porque piensa que será desplazada de alguna manera. ¿No te has puesto a pensar en eso, en sus sentimientos? No todo gira en torno a ti, ¿recuerdas? Ni tú ni yo somos el centro del mundo.Iban por una carretera rápida a las afueras, conocida porque muchos vehículos de carga traían mercancía a la ciudad o la llevaban a distintos lugares del país y de otros países, por lo que Andrew intentó mantenerse concentrado en el camino.Pero aquella mujer no estaba de acuerdo.—¡No, maldición! ¡¿Por qué nunca me escuchas?! ¡¿Qué te pasa?! ¡Tú
Volver a casa de tus padres después de los treinta no era sencillo, y mucho menos tras haber estado casada y tener una hija de seis años, ¿pero quién le decía eso al maldito de Eddie, que la dejó por una muchachita que quizá ni siquiera había salido de la preparatoria y ni sabía lavarse los dientes?Las frustraciones trajeron hoy a Hannah al primer día del resto de su vida. Tenía una entrevista de trabajo en el prestigioso Grupo Seele con la esperanza de convertirse en la nueva secretaria personal del CEO. ¿Experiencia? La tenía. ¿Capacidad de trabajar bajo presión? Por supuesto que sí; sin embargo…—Mami, ¿aquí es donde vas a tabajar ahora?La infantil vocecita resonó a su lado, y volteó a ver a su pequeña con una sonrisa.Ella, Alisson, era su mundo y, sin embargo, lo último que quería era que estuviera aquí acompañándola en un momento tan importante, pero… ¿qué se le podía hacer? Sus padres no estaban en casa, no tenía clases y tampoco podía dejarla sola.Entonces, se agachó a su a
Tras varios días largos en crisis y casi sin poder ir a casa, luego de que la situación por fin se asentara, lo último que esperaba Andrew Cook al ver abrirse las puertas del ascensor en su planta era que apareciera una pequeña niña castaña con enormes ojos marrones e indirectamente lo llamara papá. Y es que, ¿quién demonios se esperaría algo así?Por eso no fue sorpresa que la impresión bañara su rostro y se quedara en blanco. Las puertas procedieron a cerrarse, y de no ser por Finn, su asistente, que metió las manos, se habría perdido aquellos chispeantes ojitos que lo veían con auténtico anhelo.—¿Tu padre? —preguntó despacio al ver que la pequeña salía de la cabina y se paraba junto a ellos.Finn se lo quedó viendo conmocionado, y en su mente se destaparon mil conjeturas en un simple segundo.La nena sonrió y asintió con la cabeza.—Eres mi papi, ¿verdad? —volvió a preguntar, atizando un nuevo golpe a la comprensión de un Andrew que ya ni sabía dónde estaba parado.Apretó los labi
«¿Por qué falló en su entrevista? Porque mi hija llamó “papá” a mi posible futuro jefe». Ya lo veía, lo veía por todas partes en su cabeza, y la mente de Hannah se llenó de terror, frustración y cansancio.¿Cómo había terminado esto así?La entrevista salió bien, y solo al terminar se dieron cuenta de que Alisson no estaba; corrió a buscarla por toda la planta y no la encontró, por eso fue desesperada al elevador, y la encontró, Dios, la encontró y la calma volvió a reinar en su interior, aunque solo por unos segundos.Estaba jodida. ¿De qué servía obtener el visto bueno del asistente, si su querida hija no dejaba de referirse a su futuro jefe como su padre?La muchacha se llevó una mano a la cara y suspiró resignada por un segundo.—Así es —contestó Andrew como si nada—. Soy Andrew Cook, e imagino que usted es Hannah Roth.—¿Cómo sa…?—Ella lo mencionó. —Señaló a una Alisson que ahora guardaba silencio, como todo un angelito, tras haber finalizado con éxito su travesura.Hannah abrió