—¿Quién eres exactamente?La pregunta lo recibió apenas sentarse en el sillón junto a la cama, y los ojos cansados pero decididos de Hannah lo estudiaron.Él la miró, también visiblemente agotado, pero sabiendo que no tendría sentido darle largas.—Debes saber que fui a un programa de alto rendimiento cuando era niño. —Hannah asintió con la cabeza—. Fue alrededor de los siete años, un amigo de mi padre fue a casa a visitarlo y nos conoció a Tony y a mí, y le propuso la idea a mis padres de que fuéramos a Islandia al programa de alto rendimiento de su escuela.Al nombrar Islandia, Hannah pensó en que algunas veces Andrew hablaba en un idioma que ella no entendía, pero que luego identificó como islandés, y algunas cosas cuadraron en su mente.—Tony y yo le pedimos a nuestros padres que nos dejaran, y al final lo hicieron. El programa requería mucho estudio, pero era divertido, y tenía una parte física. Aprendíamos artes marciales y también inteligencia y muchas cosas que para unos niños
Sus labios eran como agua de Mayo. Suaves, tersos, cálidos, revitalizantes, y no quería separarse de ellos.Sin embargo, tenía y, aunque a regañadientes, Andrew se separó de ella y la miró a los ojos, esos que tanto amaba, y sonrió.—¿Quieres dormir conmigo? Solo estoy golpeada, no creo que sea un problema si nos acostamos juntos.La propuesta de Hannah no cayó en saco roto, y Andrew no dudó en quitarse los zapatos, apagar las luces y recostarse a su lado tras cerrar las persianas, y ella se abrazó a su pecho, deleitándose con el repiqueteo de su corazón.—Andy… eres como un soldado. Creo que si lo veo así puedo entenderlo mejor —murmuró quedo.Él empezó a jugar con sus cabellos y suspiró.—Es lo que soy, a fin de cuentas, solo que, en lugar de estar afiliado al ejército alemán, lo estoy a una organización privada que es utilizada por muchos gobiernos del mundo.—¿Has viajado mucho gracias a eso?—Bastante, he ido a lugares en guerra y visto muchos desastres, pero también estuve en lu
—Señora… un escuadrón especial vino y se los llevó a todos. Ellos bebían aquí en el bar, pero simplemente vinieron y los sacaron. Pensé en llamar a la policía, pero… al salir me di cuenta de que la policía los acompañaba, así que no tiene caso.Las quejas de aquel hombre no hicieron más que hacer crecer las frustraciones de una Lenna que chascó con la lengua y, sin perder el tiempo, colgó. Se levantó de la cama y tomó la maleta. Si la gente que lo organizó todo estaba bajo custodia, no tardarían mucho en soltar la sopa, y entonces ya no tendría escapatoria.Había comprado un boleto a Dinamarca y otro a Rusia, pero optaría por esta última, y luego desaparecería por un tiempo en algún país asiático que no tuviera tratado de extradición con Alemania. Guardó bastante dinero, el suficiente para tener una buena vida sin preocupaciones, por lo que tampoco importaba terminar en alguna isla paradisíaca tomando el sol por el resto de sus días con un guapo moreno.¿Marlon? ¿Emma? ¿Edward Jones?
Le dolía la cabeza, pues hacía días que no pegaba ojo como era debido, pero también tenía una cierta satisfacción recorriéndolo al saber que, de alguna manera, todo estaba por terminar.—Señor, la información ha sido filtrada a los principales miembros del país y la policía ya terminó de estudiar las escenas. Esté tranquilo, todo está bajo control.—De acuerdo… no tengo cabeza para ver las noticias ni nada de eso, pero mantenme al tanto de cualquier novedad —murmuró con voz queda al celular.—Claro, señor. Lo mantendré al tanto —contestó Tyler y se despidió.Norman seguía en el hospital con una conmoción cerebral moderada, así que Harold lo llevaba hoy. Iba camino a la casa de su madre, a quien llamó temprano para informarla de todo y decirle que no alistara a Justin para la escuela.Dominik y Ulrik se fueron a dormir a sus hoteles. Llevaban más tiempo en la ciudad de lo que planificaron en un principio, pero los notaba satisfechos. Después de todo, esta no era solo su lucha, y lo ten
A lo largo de su vida, Hannah tuvo diferentes amores hasta que pensó haber encontrado al hombre correcto y, haciendo sacrificios, decidió atar su vida a la de él. Eso no había salido del todo mal; es decir, aunque Edward no era el padre de su hija, el hecho de que su existencia a su lado era una de las razones del nacimiento de Alisson resultaba innegable.Sin embargo, Edward era el pasado, y hacía bastante que ya no surcaba los caminos del mundo de los vivos.Hoy se encontraba en el imponente y hermoso Castillo de Eltz, una obra arquitectónica que venía de las antiguas generaciones de la familia Kuir, que en Alemania por fallas de registro terminó acuñada como «Cook», y que fue legada de generación en generación hasta ser propiedad de Alana, quien lo administraba con mimo.Sería fantasioso aquello de decir que el cielo estaba sin una nube, que las flores se hallaban en su punto, y que los pájaros cantaban, que todo era hermoso, pero… así era.Al menos así era a ojos de Hannah, pues h
El tiempo no perdonaba, y ellos eran la auténtica prueba de ello. Estuvieron juntos toda su vida desde el primer momento. Cuando la célula se dividió en el interior de sus madres, crecieron uno junto al otro, se formaron, se sintieron, y desde entonces, aunque pudiera sonar extraño, y aunque pasaran algunos días de por medio, lo hicieron todo juntos.El día que lo perdió, fue como perderse a sí mismo.Bajaron de la camioneta y encontraron a una Alana sonriente a la espera; junto a ella se encontraba su asistente, que tenía un ramo de flores entre manos.—Mamá, buenos días —murmuró Andrew y sonrió.—Feliz cumpleaños, mi niño —saludó ella y le dio un pequeño abrazo, cuidando no incomodar al pequeñito que él traía entre brazos.Hoy era el cumpleaños de Andrew, lo que quería decir que era el cumpleaños de Antony.Alisson y Justin llevaban pequeños ramos en una de sus manos, y sostenían las de Hannah con la otra. Todos se reunían esa mañana en el cementerio para hacer una visita al cumplea
La adolescencia, la frontera final para cualquier padre antes de la línea del matrimonio, sobre todo si se trataba de un padre amoroso con su única princesa.Tras un año lleno de actividad, llegó el momento de poner una pausa, y esa vez la familia decidió saltar el charco hacia una familia que, aunque en el árbol genealógico era lejana, cada día estaban más unidos.¿Quién le diría a Andrew que terminaría siendo así de unido con el chico al que rescató aquella vez hacía tantos años, y de quien resultó ser un primo lejano? Prácticamente viajaba a Hiraeth seis o siete veces al año entre visitas de negocios y familiares, y mentiría si dijera que no sentía esa ciudad como una segunda casa.Tras un día ajetreado de él con negocios y su familia paseando por ahí con los Kuir y otros amigos, todos los adultos se encontraban sentados en la terraza, en tanto los niños, Antony, de diez años, y los hijos de Cameron y Gianna, Cameron Junior, Laurice y los gemelos, jugaban en el jardín.Mientras habl
—¡Andrew, escúchame, esto no puede seguir así! ¿De verdad crees que es normal? ¿No te has puesto a pensar cómo han cambiado las cosas estos meses entre nosotros?Andrew, al volante de su auto, resopló frustrado y le restó importancia al asunto. A su lado, en el asiento del acompañante, la mujer que habló chascó con la lengua. Ella tenía la cara enrojecida y los ojos vidriosos, parecía consternada.—No es nada del otro mundo, cariño, quizá solo se comporta así porque piensa que será desplazada de alguna manera. ¿No te has puesto a pensar en eso, en sus sentimientos? No todo gira en torno a ti, ¿recuerdas? Ni tú ni yo somos el centro del mundo.Iban por una carretera rápida a las afueras, conocida porque muchos vehículos de carga traían mercancía a la ciudad o la llevaban a distintos lugares del país y de otros países, por lo que Andrew intentó mantenerse concentrado en el camino.Pero aquella mujer no estaba de acuerdo.—¡No, maldición! ¡¿Por qué nunca me escuchas?! ¡¿Qué te pasa?! ¡Tú