Epílogo.

Estar embarazada ya no es un sentimiento desconocido para mí, pero siempre es difícil, me siento enorme y mis piernas se hinchan, y aunque me sigo sintiendo hermosa y plena por tener un nuevo bebé, los últimos meses siempre son terribles y me hacen sentir muy incómoda.

—Hola Joe, ¿Adan está en su oficina? —pregunto entrando en el edificio principal de la manada al lado de mis dos hijos.

Desde que Adan y yo nos casamos, hemos hecho muchos cambios positivos dentro de la manada, entre ellos pusimos a cargo a un beta, que es algo así como “el segundo al mando” después del alfa, algo que tenían los demás líderes alfa en las demás manadas, pero que Adan nunca había tenido ya que él no confiaba en nadie. Pero gracias a mi intervención, y el hecho de que lo necesito más tiempo a mi lado para criar a nuestros hijos, logré convencerlo de tener un beta que lo ayude con la manada.

—Si Luna, el alfa está en su oficina —responde Joe, tan amable como siempre.

—¿Puedes quedarte con los niños un momen
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