Entonces, esa mañana, un nuevo Crusher llegó al mundo. Amanda estaba dejando a Emma en la guardería cuando tuvo los primeros indicios de que su hijo estaba en camino. Justo cuando dejó a la pequeña de la mano de su maestra, el charco transparente le mojó los pies.Harry bajó disparado de su oficina cuando lo llamaron, hizo tal alboroto que hasta Daniel corrió con ellos. Pero Amanda estaba bien, al parecer Ryan se iba a tomar su tiempo. Eso no impidió que ambos hombres entraran en pánico, que Daniel ladrara órdenes para que le trajeran el coche a la puerta, para que Harry entrara en desesperación.- Estoy bien… ¡Harry cálmate! Las contracciones no son tan fuertes – Trataba de aplacarlo Amanda.- ¿Estás bien? ¿Estás segura? ¿Qué te duele? ¡Daniel debemos ir al hospital! –- ¡Ya lo sé! ¡Están trayendo el coche! ¿Puedes caminar, Amanda? –- Si – Y se puso de pie.- ¡Yo te cargo! –- ¡Ya cálmate Harry! Estoy perfecta… -Amanda caminó despacio, pero segura hasta la puerta. La escena era chi
Deanna cruzó el pasillo y se acercó a la puerta de la habitación; suspiró, pero no entró, caminó un poco más hasta la banca que daba a una ventana y se sentó a esperar. Ni siquiera sabía para que había ido; hacía tres días que no veía a Leonard. La condición de Alice había empeorado y Susan le contó que su padre no estaba bien, que, aunque ella lo acompañara, la situación con su exesposa y sus hijas era terrible.Por teléfono él le aseguraba que todo estaba bien, que si bien Alice no mostraba mejoría no era tan grave. Mentía para no preocuparla, pero Susan no se pudo guardar las cosas. La puerta de la habitación se abrió y las dos hijas mayores de Reed salieron, claramente molestas. La vieron sentada pero no dijeron nada, una mueca de desagrado en ambas caras.Alguna vez Deanna había incitado a su padre para que intentara reparar todo el mal que les había hecho, pero Leonard no pudo obtener el perdón de sus hijas. No las culpaba ¿Quién podría? Tal vez guardaba la esperanza de que, así
Así como Leonard luchaba con los recuerdos amargos, a Daniel le estaba por ocurrir lo mismo. Se acercaba otro aniversario de Emily y cuando eso sucedía, los días previos solían ser muy silenciosos; ahora su memoria no era motivo de tristezas, sin embargo, la añoranza se hacía presente.Daniel iba con sus hijos a visitarla y dejarle flores; ya no iba tanto como los primeros meses, en los que se pasaba el día sentado frente a su tumba, hablándole en sus pensamientos y llorando. Fue una etapa muy difícil de superar porque se sentía abandonado y asustado, aunque no lo reconociera.Desde que Deanna se incorporó a su familia el ritual solo cambió un poco, era ella quien buscaba las flores más bonitas para dárselas a los niños y que las llevaran a su madre. Era una manera de agradecerle, en el corazón, por los hijos hermosos que le había dado a Daniel y porque fueron su fuerza en muchos momentos difíciles.Lisianthus azules y rosas, un ramo enorme. Son flores tan bonitas, parecen de papel y
Quien también estaba agradecida, pero por otro motivo, era la abuela de Deanna. Llegaría a conocer a sus dos bisnietas. Sus visitas a casa de su nieta se incrementaron con los meses, decía que ella no podía moverse tanto y que era mejor ir a verla. Se escapaba de Philippa y se aparecía con alguna tarta, hecha con sus manos, a pasar la tarde con Deanna.Aprovechaba también para hablar con Ethan, el muchacho se parecía cada vez más a Daniel y ella tenía una debilidad especial por él. Desde el primer día solo repetía que “su nieto era guapo”.- A veces creo que estás enamorada de Daniel en secreto – Le decía Deanna.- Me recuerda a tu abuelo, todo guapo y elegante –- ¿Cómo era? –- ¿Tu abuelo? Era todo un caballero, vestía impecable y tenía el rostro serio, pero era siempre tan dulce… Él también me llevaba algunos años, como Daniel te los lleva a ti, pero eso no impidió que me enamorase de él locamente… ¡Aaaaaah! Lo extraño –Deanna se veía reflejada en ella; su abuela había enviudado m
Daniel tenía el corazón en la boca y el pecho apretado. El elevador no llegaba y en su desesperación corrió los 15 pisos hasta la planta baja por la escalera; el coche lo esperaba en la puerta, con el motor encendido como había pedido a los gritos desde su oficina.Hizo el trayecto a una velocidad inhumana, se iba a matar. Les pedía a los cielos que por favor todos estuvieran bien, le pedía a Emily que los protegiera; nunca había sentido tanto miedo en su vida. Un miedo helado, cortante que le estaba consumiendo el alma. Algo lo presionaba desde dentro y le cerraba la garganta, dificultándole respirar. Había comenzado a sudar.Naomi lo había llamado llorando a los gritos, no entendía que le estaba diciendo, se ahogaba tratando de explicarle y las palabras no le salían. Solo escucharla hizo que se le pusieran los pelos de punta; intentó calmarla, hablarle suave, pero su hija solo gritaba oraciones incoherentes. Tuvo que dar un grito él mismo, porque lo estaba enloqueciendo.No llegó a
La secretaria de Daniel fue a golpear a la oficina de Harry; no sabía que había sucedido pero la manera en que salió corriendo la alarmó. Y él llamó a Daniel, sin respuesta; llamó a Deanna y tampoco respondió. Así que llamó a la casa y de nuevo Naomi tuvo que relatar todo y de nuevo en una crisis de nervios.No tenía noticias de nadie, solo sabía el nombre del hospital. Harry también salió a toda velocidad; avisándole a Amanda en el camino. Se suponía que esa noche Leonard iría a cenar con Susan, para despejarlo un poco de todo el problema de Alice. Y Naomi lo llamó también.El primero en llegar fue Harry, se alivió un poco de ver a Ethan sentado sin más que un vendaje.- ¿Y Deanna? –- No sabemos nada aún, la enfermera dice que está con los médicos, pero ya pasó casi una hora… -- ¿Ethan estás bien? –- Si, no fue nada… - Respondió mostrándole el brazo.- ¿Qué pasó? –- Un idiota se cruzó en rojo – Daniel tenía la voz cargada de ira.- ¿Dónde está el infeliz? –- Se fugó… -- ¡Maldit
- ¿Por qué me haces esto? – Le preguntó y las lágrimas ya se le habían escapado.- ¿Para qué te infartes y heredar tu dinero? – Le respondió con apenas una sonrisa.Deanna abrió grande los brazos y él se despegó de la pared de manera automática. Caminó hasta que ella pudo abrazarlo y ahí, sintiéndola de nuevo, sintiéndola cálida y respirando; Daniel por fin pudo liberar todo el miedo. No había llorado así desde que se despidió de Emily por última vez; solo con ella en el cuarto de un hospital, sin el sonido de las maquinas.-Estamos bien… - Le susurró al oído.Pero él tenía la cara escondida en su cuello, la mano sobre su vientre y una desesperación que lo estaba dejando sin aire. Lloraba de alivio, pero también de miedo y de impotencia. Así, como una brisa, alguien pudo haberle arrebatado todo en un segundo y él no hubiese podido hacer nada.Deanna le besó la parte de la cara que alcanzó y sintió como le temblaba el cuerpo y más se aferró.-Mírame, Daniel… Mírame, estamos bien… Estam
Deanna no permaneció mucho tiempo en el hospital, cuando todos los exámenes extra que Daniel le pidió al médico le demostraron otra vez que ella y las niñas estaban más que bien, regresó a casa.Quien más sintió su corta ausencia fue Jonathan. Aun entre sus dudas, la extrañó terriblemente; quizá por eso cuando la vio entrar se desesperó tanto. Deanna ya no podía cargarlo, pero Daniel si y lo hizo para que pudiese abrazarla del cuello y besarla.La calidez de su pequeño saltamontes la necesitaba siempre, durante un momento se había enfriado, pero ahora parecía que el niño ya había tomado una decisión. Aun sabiéndolo por su esposo, ella permaneció en silencio, no lo apuró, no le preguntó; entendió que Jonathan tenía que procesar muchas cosas y reconciliarse con su propia madre.Regresar a casa se sintió como un alivio, allí estaba segura y tranquila. Oír los ruidos de los niños ir y venir, la voz de Daniel y los aromas conocidos la daban paz. Esa mañana se sentó en la habitación de sus