Me siento tan segura aquí

A Deanna el embarazo comenzó a complicarle bastante hasta las cosas más rutinarias y sencillas. La espalda la mataba, las piernas se le hinchaban y agacharse había dejado de ser una opción. Hasta algo tan sencillo como ponerse un par de zapatos había quedado en el pasado. Daniel la observaba preocupado; si bien los primeros meses transcurrieron sin problemas, su vientre crecía mucho.

Siempre había sido una mujer menuda, de cintura pequeña y apariencia frágil. Una cosa era un embarazo único y otra, uno doble; y aunque ella soportaba con esfuerzo, a veces lo dolores y las molestias la ponían de un humor horrible. Comenzó a sentirse inútil y frustrada.

La situación no era fácil. Cada día parecía traer un nuevo desafío con su embarazo, y las complicaciones no se limitaban solo a los aspectos físicos. La sensación de impotencia y frustr

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