Los Crusher eran una familia unida. Cada nacimiento de un nieto los convocaba a todos y nada iba a detenerlos. De a poco fueron ocupando la sala de espera; primo Charles con Camila, luego Harry y Amanda y finalmente llegaron Philippa y la abuela. A Leonard tendrían que sacarlo de ahí a punta de pistola, porque ya le había dicho a Susan que no se movería.- ¿Qué tal si bajamos a tomar algo y nacen? No me lo voy perder por un café – Declaró firme.-No creo que nazcan tan rápido, Leonard. Además, si esperamos aquí o en la cafetería es lo mismo – Trató de convencerlo Susan.Pero no había caso. Cada tanto cruzaban miradas con Camila, aún con un poco de descontento y es que no se quedaba quieto y los estaba enloqueciendo a todos. Para el viejo Reed todo lo que estaba ocurriendo a su alrededor lo abrumaba y apenas se controlaba. De pronto un día se convirtió en padre de una mujer; luego se la llevó por el mundo para que cantara; después convenció al bobo exmarido de que actuara de una vez o
Susan los esperó con el coche de Leonard, era el último año de Ethan y comenzaría la universidad. Cuando la vieron ahí parada, se extrañaron.- Tía ¿Cómo estás? – La saludó Naomi.- Hola, pequeños… -- ¿Qué haces aquí? – Le preguntó Ethan.- Vine por ustedes porque Daniel y Deanna están en el hospital, van a nacer sus hermanas –¡El grito descontrolado de Naomi! Prácticamente arrastró a todos al coche.- Cálmate, Naomi, aún falta. No te pongas nerviosa – Quiso calmarla Susan.- ¡Vienen mis hermanas! ¡Quiero llegar! –Por algún motivo, de los tres hermanos, ella era la más ansiosa. Y es que finalmente tendría hermanas; si, se llevarían unos cuantos años, pero no estaría sola. Fue quien durante todo el embarazo le hizo gastar una pequeña fortuna a Daniel eligiendo pequeños vestidos, cintas para el cabello, zapatitos diminutos y todo por partida doble. La emoción que ella guardaba era enorme.Ethan, por otro lado, no sabía bien que sentir. Estaba feliz y contento, como cuando habían naci
A medida que las horas pasaban se hacía más difícil. No podía estar de pie, no podía estar sentada, no podía estar acostada. Su cara iba de una sonrisa a una mueca de dolor; Daniel la sostenía, la acariciaba, la masajeaba, hacía cuanto podía, pero sabía que era todo trabajo de Deanna.Hasta que el dolor ya no se pudo soportar más; él médico hizo un último chequeo y les anunció que estaban listos para comenzar.-¡Quiero a mi mamá! – Le gritó a Daniel.Parecía una niña asustada y por supuesto, Daniel se asomó e hizo entrar a Philippa. Ella la tomó de la mano, mientras le acariciaba la cara y le daba palabras de aliento.-Ahí llega la primera, Deanna, puja… - La incitó el médico.Daniel la sostenía de la otra mano, estaba asombrado como poco. La cara de su esposa se contorsionaba y los resoplidos eran fuertes. Intercambiaban miradas, él le besaba la frente; el esfuerzo era tan grande, se le comenzaron a caer las lágrimas a Deanna.-Eres maravillosa, lo estás haciendo genial… Te amo – Le
Los tres cruzaron la puerta de la habitación ansiosos, expectantes. Pero lo que vieron los dejó congelados. Sus pequeñas hermanitas los estaban esperando para conocerlos y era muy diminutas.La primera en acercarse fue Naomi, se acercó a Deanna. La cara se la transformaba con cada paso, a medida que más cerca estaba y finalmente, parada al lado de la cama se largó a llorar como ella lo hacía: como una desquiciada. Deanna sonreía y la tomaba de la mano.- No llores, muñeca… -- ¡Es tan pequeñita! – Fue lo que dijo y continuó con su llanto.En cambio, Ethan se aproximó a Daniel. Él, como su padre, no necesitaba de muchas palabras para expresarse, lo hacía a través de sus ojos. Miró a su nueva hermana y luego directo a la cara de Daniel y la comunicación fue instantánea. Ambos sonrieron, orgullosos. Pero, aunque él también quería conocerlas, la principal preocupación de Jonathan era su mamá. Le pidió a Naomi que lo subiera junto a Deanna y se quedó mirándola un rato largo, como buscand
Volver a casa con sus hijas representó otro desafío para Deanna, si no fuera porque Daniel ya tenía experiencia seguramente perdería la cabeza.- No entiendo que tantas dudas tienes, nena –- Quiero hacerlo bien –- Y lo harás, siempre lo haces. Entiendo que es natural en las mujeres atender a los bebés… Aunque no sé cómo funciona – Le dijo, mientras se inclinaba sobre la cuna de una de las niñas.- No ayudas, Leonard –- Pero puedo aprender y si yo puedo, tú también. Además, el imbécil ese sabe mucho más que nosotros –Deanna observó un poco a su padre, la expresión de maravilla en su rostro.- Pareciera que nunca viste un bebé – Le dijo.- He visto, pero no así de bonitas. Es… increíble –- ¿Has pensado en tener hijos con Susan? –- ¿Eh? ¿A mi edad? No… Susan me dijo que no quiere tener hijos y es respetable… La verdad, no sé si sería un buen padre… No sé si seré un buen esposo –- ¿Y qué pasa si un día cambia de parecer? –- Pues… Supongo que tendrás un hermano… No lo sé… Le daría
Ethan Crusher se acercó a ella despacio, la miró primero desde la puerta mientras mecía a su hermanita y le cantaba para que durmiera. Deanna levantó la vista y vio su mirada curiosa y luminosa, siempre la había tenido. Un joven caballero; y estaba tan grande ahora.Él entró alentado por su sonrisa. Para él no era su mamá, como para Jonathan, era su amiga. Emily seguía presente siempre en su memoria y en su corazón. Y de ella había heredado los ojos y la sonrisa, el cabello y los modos elegantes. Su estructura y la expresión severa, eran de Daniel.- ¿Cómo están? – Le preguntó susurrando.- Están bien… -- ¿Y tú? –- También –Se sentó cerca, tomando uno de los conejitos rosas en sus manos.- Dime que sucede – Le dijo Deanna.- Tengo dudas… con respecto a la universidad –- ¿Qué pasa? –- Tendré que irme lejos… Es emocionante, pero también me da algo de miedo, no quiero decepcionar a papá –- Dudo que puedas hacer algo para decepcionarlo, eres su orgullo –- Si, y eso pesa un poco ¿sa
Ethan se fue con todas esas dudas, pero encontró su camino y a Ruth, una jovencita risueña de cabello corto que lo flechó en poco tiempo.Las niñas dijeron su primera palabra: “Papá”, para indignación de Deanna. Fue una reacción en cadena; Audrey seguía siendo apenas más pequeña que Grace, pero tenía una energía imparable, era la más curiosa, la más activa, la más inquieta.Así como Deanna se había alejado del teatro para dedicarse a tiempo completo a su hogar y su familia, Daniel espaciaba las visitas a la empresa, delegando más en Harry y algunos socios. Pasaba más tiempo en su casa, quizá trabajando desde su oficina, parecía que no quería perderse de nada. Y justamente, ese día, lo estaba haciendo con ambas niñas dentro de su corral de juegos.Era fácil, era relajante y a él le encantaba levantar la vista de todos esos balances para observarlas moverse, escucharlas balbucear y a veces conversaba con ellas, aunque no recibiera respuesta. Ambas lo oían atentas y agitaban manos y pies
Harry también disfrutaba de su nueva vida, cada vez más. Emma estaba creciendo para parecerse cada vez más a Laura, pero su ímpetu, su energía y su dulzura eran suyos propios. A pesar de esos primeros años difíciles, la niña tenía una resiliencia increíble y un enamoramiento infantil por su padrino.Al principio las pequeñas mellizas les había parecido muy bonitas, como muñecas. Pero a medida que veía a Daniel sostenerlas, besarlas y cargarlas; ya no les caía tan bien. Muchas veces había reaccionado con berrinches y llanto descontrolado cuando sentía que su padrino no le prestaba la misma atención.- ¡Ni siquiera a mí me hace esto con Ryan! – Dijo Harry ofendido.- Es que Daniel es su primer amor, Harry. Eso no quiere decir que no te ama – Le explicaba Amanda.- Soy más guapo – Echaba leña al fuego, Daniel.- ¡Claro que no le eres! ¡Eres más viejo! – Respondió Harry.- Sigo siendo más guapo que tú –Y es que Daniel la pasaba genial rodeado de “todas sus mujeres”; Deanna, sus hijas, Em