Las familias o estirpes más importantes del reino se habían reunido para la ceremonia, por eso, cuando las enormes puertas del salón se abrieron, los cuellos de los presentes se estiraron para ver a la querida afortunada.
Rahyra caminaba sola, arrastrando el blanco vestido de novia y apretando la rosa en la mano cuando se encontró con su padre, el hombre palideció al verla y abrió la boca para gritarle algo, pero todo el reino estaba ahí así que se quedó callado.
Cuando ella llegó con él el sonido de los violines inundó el lugar, se colgó del brazo de su padre y comenzaron a avanzar por la fina alfombra de ceda dorada hacia donde el rey la esperaba para hacerla su esposa.
— ¿Qué hiciste, Rahyra? — le preguntó su padre, de seguro tenía la cara roja de la rabia.
—Una hija Leroy debía casarse con el rey — le dijo ella — y no permitiré que mi hermanita Kaeira tenga que pasar por esto — las personas los miraban con asombro, admiración y envidia.
—Nunca pudiste comportarte como una mujer de la alta cuna, la alta sociedad te devorará como un sapo a una mosca —ella levantó la cabeza.
—Seré la reina entonces, quien me cuestione lo enviaré a la horca — su padre la miró asustado, pero ella continuó caminando recta. No le importaba la corona ni el poder que le podía traer, salvar a su hermana era todo lo que quería, después enfrentaría las consecuencias de su decisión.
Al final de la larga caminata la esperaba el rey, Rahyra nunca lo había visto en persona y le sorprendió lo joven que se veía, no más de treinta o treinta y dos. Tenía el cabello largo brillante que le llegaba hasta los hombros, de un color castaño claro que combinaban con los ojos azules que se clavaron en ella.
Tenía un porte altivo y fuerte, era alto y musculoso y tremendamente intimidante, tanto, que Rahyra tuvo el impulso de detenerse y salir corriendo.
Cuando llegaron su padre apoyó una rodilla frente al rey y bajó la cabeza.
—Majestad — le dijo — Lo prometido es deuda, mi hija Rahyra se unirá a usted bajo la bendición de la diosa — el rey permaneció en silencio un momento mirando fijamente a los ojos de Rahyra hasta que ella se vio obligada a apartarle la mirada.
—Pensé que su nombre era Kaeira — dijo el rey, su padre se tensó y ella pensó que se desplomaría en cualquier momento, y quiso hablar, pero no podía. Su padre se puso de pie y encaró al rey.
—Rahyra es más fuerte, majestad, será la digna reina del primer mundo y la gente se doblegará ante su nombre — el rey estiró la mano y su padre depositó la mano de ella sobre la de el y Rahyra no pudo evitar pensar que la estaban vendiendo, luego apretó la mandíbula, claro que la estaban vendiendo, era una moneda de cambio, ahora la familia Leroy tendría herederos con sangre real y eso valdría más que el oro.
El rey jaló a Rahyra con poca delicadeza y la dejó a su lado sobre el altar. La sacerdotisa, con los labios vendados, comenzó la ceremonia de unión matrimonial amarrándolos con fuertes y pesadas cadenas de plata y oro.
La ceremonia fue larga, tanto que Rahyra sentía que las rodillas le temblaban y el peso de las cadenas no ayudaban, y cuando los vasallos se las quitaron supo que había llegado el momento. El rey le ungió la frente con el dedo pulgar y luego la besó ahí, en la frente y sobre el líquido. Rahyra hizo lo mismo, con el ungüento color sangre hecho de frutas y especias y le besó la frente manchándose los labios.
— Ahora digan las palabras — les dijo la sacerdotisa a través del pañuelo, era la promesa de matrimonio, sacado de un libro del mundo antiguo. Rahyra y el rey recitaron al mismo tiempo.
— Toma tú mi corazón, te lo regalo, te lo entrego y te lo da mi propia mano, tuyo es, y también te doy derecho
en hacerlo pedazos en mi pecho. Que no duele el dolor cuando se entrega el corazón por amor y no se niega, que negarse a uno mismo un sentimiento… es marchitarse el alma en un momento.
Cuando la plegaria terminó el salón entero estalló en vítores, aclamando a su nueva reina, pero Rahyra sabía que aún quedaban dos cosas para convertirla en la reina del primer mundo, la ceremonia de coronación y consumar el matrimonio, y supo que el momento había llegado cuando la mano cálida del rey envolvió la suya y la arrastró por el salón.
La última mirada que le dedicó su padre antes de salir fue un claro, «Hazlo feliz»
Rahyra subió a la litera, donde cuatro porteadores a cada lado sostenían para acarrearlos hasta los aposentos del rey, y cuando el hombre subió cerró la puerta de golpe y los hombres se los llevaron.
Atrás quedaron los vítores y aplausos, y dentro de la litera se formó un silencio aterrador. Rahyra miró al rey, la corona de piedra encajaba perfecto en su largo cabello, de una piedra pulida que parecía vidrio.
Los ojos azules se posaron sobre Rahyra y ella dio un salto «¿Cómo se llama? » se preguntó. El rey tenía otro hermano, su apellido era Lévesque, pero Rahyra no recordaba si él era Maxwell o Máximo.
— Majestad — le dijo después de un momento, tenía el pulso acelerado — ¿consumaremos ya el matrimonio? — le preguntó y el hombre la miró de los pies a la cabeza.
— Eso ya debías haberlo sabido — la voz del hombre era fuerte, como un temblor. Rahyra susurró, no quería que los porteadores la escucharan.
— Pensé que podría…
— Saldremos de esto lo antes posible — le dijo él y se acercó para mirarla muy de cerca — esto no es más que un acto social, ni siquiera tenemos que vernos si no queremos, siempre y cuando engendres mis hijos y el apellido Lévesque crezca con el linaje real — regresó de nuevo a su asiento y miró por la pequeña maya hacia el pasillo del palacio — hoy mismo será el banquete y mañana la coronación, así saldremos de esto lo antes posible — la litera se detuvo y el rey bajó de una zancada.
Rahyra bajó tras él, las rodillas le temblaban mientras lo seguía hacia el aposento y cuando entró se quedó asombrada con la ostentosidad del lugar, ni siquiera la habitación de su padre era tan exuberante, pero no tuvo tiempo de detallar nada, el rey cerró la puerta con un golpe seco y se volvió hacia ella, la tomó por los hombros y la giró bruscamente para poder tenerla de espaldas, luego comenzó a soltar los botones del vestido.
Cuando estaba completamente desnuda la empujó sobre la cama y Rahyra se cubrió el rostro, no quería que la viera llorar.
El hombre se desnudó, tenía un cuerpo musculoso y fuerte, un poco pálido por la falta de sol y varias cicatrices que ella no logró identificar.
Sobre la mesita junto a la cama había un aceite que el rey utilizó para consumar el acto, no fue rudo, pero tampoco dulce, parecía que estaba desesperado por acabar con aquello tanto como Rahyra.
Los movimientos de él hacían crujir la cama y el ardor produjo en Rahyra una mueca de dolor que cubrió con sus manos, y al parecer al rey le molestó aquello, la volteó de espaldas y después de un rato acabó con una última fuerte estocada y cuando se alejó el dolor punzó en el vientre de la muchacha.
— No será agradable, lo sé — le dijo él sentado a la orilla de la cama, la espalda ancha subía y bajaba con una fuerte respiración — solo será una vez al mes, y cuando te embaraces menos que eso —se puso de pie y comenzó a ponerse la ropa que tenía debajo de la armadura de oro y plata — Vístete, hay que regresar el banquete — Rahyra intentó moverse, pero tenía el cuerpo entumecido. Los deseos de su padre se habían consumado, las estirpes de la serpiente y la rosa estaban unidas por sangre, la misma sangre que manchaba las sábanas impolutamente bancas de la habitación del rey.
El rey salió de la habitación después de ponerse la armadura dorada, miró a Rahyra como si quisiera decirle algo, pero cerró la boca y Salió.Un par de doncellas entraron a la habitación y tomaron el vestido de novia que reposaba en el suelo. La sangre sobre el edredón eran apenas un par de gotas, pero significaban toda una vida de castidad y pureza que se habían ido esa noche.Miles, millones de mujeres, hubieran dado lo que fuera para que su primera vez fuera con el rey del primer mundo, pero ella no, y por la actitud del hombre notó que él lo había detestado tanto como ella, eso la hizo sentir un poco mejor, ambos habían sido obligados por el deber de sus estirpes.Se vistió en silencio mientras las mujeres le ayudaban y luego salió, con la cabeza alta y respiró profundo antes de entrar al cubículo que los llevaría al banquete. Se preguntó por qué no podrían ir a pie si estaba tan cerca.El rey no la miró durante el trayecto, casi como si se sintiera avergonzado, pero nunca perdió
Rahyra no entendió lo que sucedió después, el hombre envenenado había sido retirado del banquete, el rey había comido de la fruta para averiguar qué clase de veneno era, luego la había amenazado y todo seguía como si nada hubiera pasado.Agradeció que los violines tocaran los vientos cálidos para ponerse de pie y caminar con decisión hacia la mesa de los Leroy donde su hermano la interceptó antes de que llegara y la arrastró hasta la pista de baile.— En esto te metiste — le dijo él — así que no te quejes.— Lo sé — le contestó Rahyra, su hermano Raeyron era alto y atractivo, tenía el cabello rojo de los Leroy un poco más oscuro y era un hábil peleador, ella lo había visto derrotar a hombres el doble de grandes que él — solo que no pensé que me envenenarían antes de ser coronada.— Con la corona de piedra, querrás decir, porque ya te coronaron — bromeó y Rahyra lo golpeó en el brazo — ¿Cómo estuvo? — ella miró alrededor, las personas que bailaban a su lado parecían inmersas en sus pro
Rahyra se acarició la mejilla mientras esperaba que su dama de compañía cerrara bien la puerta, miró a Kaeira, su hermana parecía encolerizada y ella la entendió, se había ilusionado realmente por ser la reina y Rahyra se lo había arrebatado de la peor manera, pero lo había hecho por salvarla.— No pediré disculpas por lo que hice — le dijo.— Lo sé — le contestó la menor — nunca lo haces — Rahyra negó con la cabeza repetidas veces.— No lo entiendes, lo hago para protegerte, justo ayer intentaron envenenarme, si hubieras sido tu…— ¿Sabes cuál es tu problema, hermana? — le dijo Kaeira acercados a ella, estaba más calmada pero su tono era igual de amenazante — siempre me has subestimado, siempre. No finjas que haces esto por alguien más que no seas tu.— Yo lo hice por protegerte — le insistió y la menor negó con la cabeza.— No te mientas. Esto no se va a quedar así, me lo pagarás, hermana — dio la vuelta y salió de la habitación cerrando de golpe.Rahyra se dejó caer en la cama, ni
Continuaron las felicitaciones, pero Rahyra ya estaba harta, le dolía la cara de tanto sonreír y tener que fingir que conocía y apreciaba a cada persona que se le acercaba, y resultó que los grandes lideres de las estirpes y las personas más importantes del primer mundo no eran más que aduladores y lame suelas que querían hacerse el favor de la nueva reina con collares caros y obsequios representativos de cada una de las grandes familias. Al final no era capaz de reconocer los rostros que se le cercaban y tenía la mano babeada de todos los besos que le dejaban sobre ella. Los hombres la miraban con deseo y las mujeres con envidia, de verdad que se había metido en un nido de víboras y eso la asustó, pero ver el rostro apretado de su hermana en la mesa de los Leroy la reconfortaba. Kaeira era una chica frágil y volátil que siempre actuaba según sus emociones y le era complicado controlarse, siendo la reina no hubiera durado ni un día. Rahyra sabía que tardaría en perdonarla, pero lo ha
Rahyra sintió la piel del rey junto a la suya por toda la noche. Intentó entender las intenciones del hombre, pero no pudo hacerlo, la noche de la boda él había llegado directamente a lo que tenían que hacer, pero esa noche le había pedido que tambien lo tocara, y no había podido hacerlo, ¿Por qué? Se preguntó por varias horas.No lo hizo porque no hubiera podido, Rahyra lo había visto, vio como creció y se puso grande y rígido y cuando estaba en su entrada lo sintió aún más duro, no había sido por el alcohol que les impedía a algunos hombres llegar a estar listos.«Es porque me veía a la cara» se dijo después de mirar por horas a la oscuridad. Cuando consumaron la boda, él la había volteado de espaldas para no verla, de seguro la veía fea o poco excitante. Él era el rey, Rahyra no se imaginó todas las mujeres con las que él debía de haber estado, cientos. Era un hombre en sobre manera atractivo, todo aun adonis millonario y rey, ella debería de ser un simple bagazo para él, de seguro
Rahyra se puso de pie con ayuda del rey, aún seguía viendo oscuro y la luz de las velas de la habitación le impedía poder ver con claridad, pero tenía que verlo por ella misma. Se agarró a los anchos hombros de Maxwell que la ayudó a sostenerse de pie, Rahyra intentó verle la cara, pero las lágrimas se lo impedían. Con pasos trémulos se alejó del cálido cuerpo del hombre y caminó hasta le ventana donde el vencejo esperaba atento a que le dieran de comer para regresar. Rahyra retiró el pergamino delgado que estaba sobre el pequeño gancho sobre el lomo y evitó mirar el emblema de su familia en el pecho del animalito que chilló pidiendo su recompensa. Maxwell sacó de un frasco un par de insectos y se los puso el el alfeizar de la ventana y Rahyra se sentó en una silla, abrió la carta rompiendo el sello, era la letra de su madre. «Rahyra, tengo una noticia importante, mi vida» comenzó diciendo la carta «tu hermana Kaeira dejó la caravana sin que nos diésemos cuenta, tomó al caballo vie
Rahyra ya había movido sus piezas, y esperó con todas las fuerzas de su corazón que el rey no se hubiera dado cuenta, y la esperanza subió cuando esa noche el hombre llegó y apenas si le prestó atención. Se denudó en silencio y se acostó desnudo al lado de Rahyra en la oscuridad. Ella esperó que en cualquier momento los brazos del rey la atrajeran para terminar de consumar la coronación, pero no lo hizo. Consumar el matrimonio era una obligación, pero consumar la coronación nada más una tradición. Rahyra recordó como le costó estar con ella la primera vez y luego una duda se instauró en se pecho «¿y si no le gustan las mujeres? » se preguntó en medio de la noche.Antes, aquella inclinación era castigada con la muerte, pero con el paso de los años el reino se ablandó lo suficiente, y ahora esa comunidad era tan libre como cualquier otra, incluso el mismísimo rey firmó el decreto hacía varios años que indicaba que dos hombres y dos mujeres podían casarse siempre y cuando lograran cont
Rahyra prácticamente corrió por los pasillos del castillo, evitando las miradas que se posaban sobre ella, se encontró con guardias reales que insistieron en que la acompañarían y decenas de lame suelas que intentaron averiguar a donde se dirigía con tanto afán.A Rahyra no le importó que los espías del rey le informaran que corrió hacia el nido de los vencejos, por eso abrió la puerta de golpe y entró bajo la atenta mirada del maestro de los vencejos que dejó caer al suelo el valde lleno de insectos con los que alimentaba a los pequeños mensajeros.—Majestad — le dijo el hombre — me ha asustado —Rahyra caminó hacia la mesa y tomó un pergamino, luego untó la punta de una pluma suave de ganso.—Lo siento, maestro, tengo que enviar un mensaje — el anciano caminó con pasos lentos hacia ella.— Puedo hacerlo por usted, mi reina, para eso estoy — ella negó y se sentó en la incómoda butaca.—No, maestro Lin, yo lo haré — habló con firmeza, era ley que el maestro de los vencejos de cada fami