Cleo respiró el aire frio e incómodo dentro de la oficina de la directora de las viudas silenciosas, había estado ahí cientos de veces, era una chica rebelde que siempre se metía en problemas. — Toda una vida de sacrificios para convertirte en lo que eres y ahora vienes de nuevo a casa para amenazar a tus hermanas — le comentó la mujer mientras caminaba con paso lento hacia el escritorio y Cleo apretó los dientes. — ¿Sacrificios? — dijo con rabia — ustedes prácticamente me secuestraron para entrenarme, recuerdo que me dijeron que si huía matarían a Maiken — la mujer negó. — Como sabíamos que él era importate para ti lo protegimos durante todos los años en que estuviste entrenando — le comentó la mujer — lo que te dijimos era que si te ibas ya no garantizaríamos su seguridad. — Era una amenaza — le dijo Cleo — eso es lo que haces ustedes, traicionan, sobornan y amenazan. — Somos espías, es lo que hacemos, es lo que haces — la mujer la miró con suficiencia — ¿o acaso no espiabas a l
Kaeira tenía apretado el pergamino en la mano, había observado como grillo se había ido volando después de dejarle el mensaje y ella se quedó mirando por donde había aparecido el vencejo.Releyó la carta un par de veces más, tenía el emblema de su hermana, pero no era su letra, era un letra fuerte, marcada, pero al mismo tiempo agradable «ni siquiera se tomó el tiempo para escribirla ella » pensó. Vikro estaba a su lado y ambos miraban el camino por donde marchaba el ejército. El sol brillaba alto, ya no avanzaban de noche, no importaba ya que los vieran.— ¿Qué hará, majestad? — le preguntó el hombre y ella lanzó al papel al suelo, le estaba comenzando a hartar ver la serpiente enredada en la rosa con espinas.— Creo que debemos ir — dijo ella — un careo siempre es necesario entes de una batalla, así la gente del primer mundo verá que intenté negociar con mi hermana, y la podrán culpar cuando invadamos la ciudad y los matemos a todos. Mi hijo es el Lévesque que debe gobernar, y ahora
Los hombres estaban frente a Kaeira, de rodillas, y ella apretaba los puños con rabia, ¿qué clase de juego era ese por parte de Rahyra?— ¿Por qué los dejó libres, así como así? — les preguntó. Los hombres se miraron entre ellos, pero ninguno dijo nada en un buen rato hasta que uno de ellos abrió la boca, luego la cerró — dilo — lo presionó Kaeira y él pasó saliva.— Ella nos dejó ir con la única condición de que le preguntáramos algo — Kaeira apretó el entrecejo y Vikro, que estaba de pie junto a la puerta de la tienda, estiró el cuello para escuchar mejor — ella nos pidió que le preguntáramos por qué mató el rey Valyor — Kaeira sintió que las rodillas le temblaron, y un calor grande le subió a la cara, pro ella era experta en manipular sus emociones, así que únicamente ladeó la cabeza ante la atenta mirada de todos los hombres. Sabía qué juego quería jugar Rahyra y ella lo cortaría de raíz.— Enciérrenlos — dijo y los guardias que estaban ahí la miraron extrañados, y no se movieron
Rahyra observó al horizonte, estaba de pie ante la tarima del balcón de la torre del rey, donde dos enormes torres se alzaban a los lados y una enorme plaza dentro del anillo principal dejaba espacio para miles. En ese lugar era donde el rey daba anuncios a la ciudad, estaba diseñado para amplificar el sonido miles de veces y solo un susurro bastaría para que la mitad de la ciudad que vivía dentro del primer anillo oyera, era igual que el balcón que usaba su padre en Belmonte, pero allí era diez veces más. A lo lejos, donde terminaba la eterna pradera, se lograba ver el fuego de las antorchas del ejército Zorbano que ya había llegado a la capital, les quedaba unas dos o tres horas para llegar a la ciudad, pero Rahyra estaba segura que no atacarían hasta el amanecer, en la noche las huestes del primer mundo tendrían más oportunidades de ganar detrás de los muros. Todo estaba preparado, el caos que había reinado en el castillo la última semana se había detenido de forma abrupta, ya no
La roca lanzada por la primera catapulta cruzó los cielos a una velocidad vertiginosa y se chocó contra las casas ya abandonadas que estaban entre el primer anillo y el segundo.Rahyra vio como las paredes colapsaron y las casas cayeron como viejas piezas de un juego que jugaba con su hermano de pequeños.Levantó la catana en el aire y un grito unísono se escuchó por todo Emorne, y las catapultas que estaban bien dispuestas alrededor del anillo dispararon las rocas enormes hacia la multitud de soldados zorbanos que corrían hacia los muros.La batalla comenzó con un sinfín de piedras, grandes o pequeñas, pero a todas velocidades que se estrellaban en la pradera, en el muro o en las casas de la ciudad y los civiles corrían hacia el centro para refugiarse de los golpes.Rahyra miró hacia atrás, donde la mitad del ejército estaba escondido detrás del segundo anillo y la otra mitad detrás de la ciudad para esperar a acorralar al ejército de Kaeira.La mancha borrosa del ejercito Zorbano se
Rahyra bajó con los demás hasta las puertas del primer anillo, y estas comenzaron cerrarse poco a poco. Vio como el ejercito Zorbano comenzó a entrar pro el agujero que dejó la explosión en el primer muro, y según los vigilantes, que estaban apostados bien Arriba para observar todo, traían consigo tres cajas, cada una más grande que la primera. La puerta se detuvo a la mitad, se suponía que era para que los zorbanos creyeran que las estaban cerrando y se abalanzaran a intentar llegar antes de eso, pero ya no importaba, ellos no llegarían por la puerta así que Rahyra ordenó que la abrieran de nuevo y se quedó ahí con los suyos, con todo el ejército detrás de ella y el resto rodeando la ciudad para poder alcanzarlos. Los zorbanos habían recorrido ya la mitad del trayecto hacia el muro cuando ella levantó la mano para indicar que debían atacar. Eliver la detuvo. — Tengo una idea —dijo el guarida y Rahyra lo miró — deme dos minutos, majestad — Rahyra lo miró, no tenían dos minutos, pero
Un par de zorbanos habían roto las filas del ejército del primer mundo, y Rahyra los observó, caminaron hacia el agujero que había dejado la nueva explosión y entre ellos estaba Vikro, que le dio una mirada fugaz a la petrificada Rahyra y desapareció entre el polvo.No tuvo tiempo de pensar en lo raro que aquello había sido, ellos estaban ahí para matarla, ¿Por qué la ignoraría de esa forma? Pero aquella pregunta quedó volando en la cabeza de Rahyra, no le importaba, lo único que quería saber era qué hacía Cleo ahí, y sin sus bebés, así que se puso de pie con la catana en la mano y corrió hacia ella con las rodillas temblorosas.— Cleo — le dijo y la dama de compañía a la miró con los ojos brillosos — mis hijos.— El príncipe Maximiliano está a salvo, pero a Neiyla la tiene Kaeira y está en la habitación del rey — Rahyra la abrazó, la mujer estaba temblorosa — lo siento, me acorralaron, no pude hacer nada…— Todo está bien — le dijo — Kaeira no le hará nada porque quiere que yo vea co
— Toma tú mi corazón, te lo regalo, te lo entrego y te lo da mi propia mano — Rahyra sintió un escalofrío al escuchar esas palabras, y apretó a su hijo contra el pecho y lo observó. El príncipe dormía pacíficamente. Después de la muerte de Kaeira todo había terminado, Maxwell usó la corona de piedra e hizo que los pocos sobrevivientes del ejercito Zorbano, que resultaron ser unos cuatro mil, le juraran eterna lealtad y después los dejó regresar a Zorba. Una decisión polémica, pero Maxwell apeló a la misericordia de la diosa y nadie más lo molestó. Su hijo llegó un rato después en los brazos de una doncella y Rahyra le regaló la bolsilla de diamantes que la muchacha le trató de regresar. Nunca se había sentido tan completa como cuando tuvo a sus dos hijos en sus brazos y a su esposo a su lado. Cleo y Eliver estaban sobre el altar, atados con cadenas de oro y plata y la muchacha lucía tan hermosa y feliz que Rahyra se sintió feliz por ella. Se le hizo gracioso ver a Eliver nervioso, er