Rahyra no entendió lo que sucedió después, el hombre envenenado había sido retirado del banquete, el rey había comido de la fruta para averiguar qué clase de veneno era, luego la había amenazado y todo seguía como si nada hubiera pasado.
Agradeció que los violines tocaran los vientos cálidos para ponerse de pie y caminar con decisión hacia la mesa de los Leroy donde su hermano la interceptó antes de que llegara y la arrastró hasta la pista de baile.
— En esto te metiste — le dijo él — así que no te quejes.
— Lo sé — le contestó Rahyra, su hermano Raeyron era alto y atractivo, tenía el cabello rojo de los Leroy un poco más oscuro y era un hábil peleador, ella lo había visto derrotar a hombres el doble de grandes que él — solo que no pensé que me envenenarían antes de ser coronada.
— Con la corona de piedra, querrás decir, porque ya te coronaron — bromeó y Rahyra lo golpeó en el brazo — ¿Cómo estuvo? — ella miró alrededor, las personas que bailaban a su lado parecían inmersas en sus propias charlas.
— No debería hablar de esto con un hombre, mucho menos con mi hermano —Raeyron blanqueó los ojos — pero dolió menos de lo esperado —miró de nuevo alrededor —¿será tan difícil como lo imaginé? — él asintió, luego negó.
— Será peor, hermanita. Con esta boda los Leroy afirmamos que apoyaremos el reclamo al trono de Maxwell, te convertirás en la reina y principal objetivo de Valyor. Él cree que tiene derecho a la corona y por eso comenzó la guerra — Rahyra respiró, un profundo miedo la invadió, pero agradeció el haber salvado a su hermana de todo eso, de no ser así, tal vez ya estuviera muerta, solo bastaba con que Kaeira hubiera mordido la fruta antes de que el rey lo impidiera y habría sido el reinado más corto. Miró alrededor, cualquier persona ahí podría ser un aliado de Valyor e intentar matarla.
— Salvé a Kaeira de esto — le dijo y su hermano se pasó los dedos por el cobrizo cabello.
— Estoy seguro que te matará, ¿qué hiciste con ella? — Rahyra le contó como la había drogado para reemplazarla, pero no le contó como el rey la amenazó por eso — estaba muy ilusionada.
— Yo la salvé de esto.
— Ella lo entenderá, lo sé, Kaeira no sobreviviría a ser la reina, pero ella hora no me preocupa, me preocupas tu — Rahyra miró hacia la mesa del rey, el hombre la miraba fijamente, como si aún no creyera que era su esposa.
—Maxwell me protegerá, si el rey no es capaz de proteger a su reina no será capaz de ganar esta guerra.
— En eso tienes razón, hermanita — le dijo él — la mitad de una guerra son las apariencias, así que aparenta.
La canción terminó y cuando Rahyra caminó de nuevo hacia la mesa se topó con el rey, la armadura brillante reflejó la luz de la velas. La tomó de la mano sin decirle nada y la arrastró. La canción que sonó era suave y lenta, como un vals.
Comenzaron a bailar, la pista estaba completamente sola y ella se dejó llevar por los fuertes brazos del rey que la movían al son de los violines. A pesar de la armadura, Rahyra logró sentir el calor que desprendía el hombre.
— Siento haber reemplazado a mi hermana — le comentó — ¿Cómo se dio cuenta? — él se tomó un momento en contestar.
— Nada pasa en mi palacio sin que yo lo sepa — le dijo y Rahyra asintió con la cabeza, el hombre bailaba con una destreza inusual.
— ¿Qué me hará por eso? — fue la primera vez que los ojos claros de él se pusieron sobre los suyos. Ella sintió que le temblaron las rodillas, el hombre tenía un aire fuerte e intimidante y de no ser porque estaba bien agarrada de su cuello hubiera resbalado de los zapatos altos.
—¿Por qué lo hizo? — le preguntó — ¿sabe que puedo mandar a ejecutar a su padre por esto, me prometió a una y tengo a otra — los nervios que tenía Rahyra fueron reemplazados con una oleada de rabia.
— No puede — le dijo ella, él apretó el entrecejo.
— Soy el rey, yo hago lo que quiero — Rahyra se acercó , para que él pudiera escucharla mejor.
—No puede — repitió — si mata a mi padre el ejército de los Leroy se irá, al igual que los de todos nuestros aliados y ahora más que nunca necesita hombres que peleen en su nombre —él la apretó con fuerza y rabia.
— Esta guerra no es por mi — le dijo — es por el primer mundo, Valyor no puede reinar y quien pelee lo hará por salvar su propio pellejo — Rahyra no contestó, no quería hacerlo enojar más, ya tenía la cara roja. La soltó de mala gana y levantó la voz para que todo el mundo lo escuchara —¡Se acabó el banquete! ¡Lárguense! — el salón comenzó a desocuparse poco a poco. La gran mayoría de las familias habían viajado de todas partes del país para estar en la boda más importante del reino. Se marcharon a sus habitaciones.
Un par de doncellas se llevaron a Rahyra a la habitación del rey, y le ayudaron a deshacerse del vestido de novia.
Ella se metió en la cama y despachó a las doncellas, se cubrió hasta la nariz. El rey llegó una media hora después y Rahyra fingió estar dormida, pero con la luz de la única vela que había lo observó desnudarse.
Era de espalda ancha y pelo en pecho, con brazos fuertes y piernas torneadas, todo un adonis, pero tenía en el semblante una pesadez contagiosa, como si el estrés le pesara en los hombros como una carga real. Rahyra recordó la frase que se decía entre las estirpes “Pesada es la corona de piedra”
El hombre se metió entre las sábanas desnudo y cuando sopló la vela todo se sumió en una intensa oscuridad. Rahyra lo escuchó suspirar un par de veces, luego le habló .
— Puede que sobrevivas — le dijo y luego y le dio la espalda.
A Rahyra le fue imposible dormir esa noche.
Una doncella de cabello rubio de una edad parecida a Rahyra llegó en la mañana y la despertó.
— El desayuno, mi reina — le dijo. Rahyra se había dormido apenas en las dos últimas horas de la madrugada y cuando despertó el rey ya no estaba — hay mucho qué hacer — le dijo la doncella, Rahyra la miró parecía más vivás que las demás, así que lo entendió.
—No eres solo una doncella — la muchacha negó con la cabeza.
— Soy su dama de compañía, mi reina, mi nombre es Cleo — Rahyra sonrió, la dama de compañía que tenía en el palacio de los Leroy era una mujer anciana y regañona.
Cuando ya estaba vestida y lista para salir a la corte esa mañana, alguien tocó a la puerta y cuando Cleo la abrió, Kaeira, la hermana menor de Rahyra, apareció. Tenía la cara roja y entró empujando a Cleo, cuando llegó con Rahyra le dio una bofetada que la lanzó al suelo.
—¡Esto era lo que querías? — le gritó — ¿quedarte con mi esposo y mi corona? — intentó tomar el cabello de Rahyra para jalarlo, pero Cleo, la dama de compañía, la tomó con un hábil movimiento y la lanzó a la cama inmovilizándola — ¡Suéltame m*****a criada! — le gritó la menor y Rahyra se puso de pie mirando la dama de compañía, se notaba que tenía entrenamiento, tal vez era una espía.
— El rey me escogió en persona, mi reina — le dijo — Mis habilidades la protegerán — Rahyra asintió, luego señaló la puerta.
— Dejame a solas con mi hermana Kaeira, tengo mucho que hablar con ella — la mujer soltó a la menor y salió de la habitación cerrando la puerta.
Rahyra se acarició la mejilla mientras esperaba que su dama de compañía cerrara bien la puerta, miró a Kaeira, su hermana parecía encolerizada y ella la entendió, se había ilusionado realmente por ser la reina y Rahyra se lo había arrebatado de la peor manera, pero lo había hecho por salvarla.— No pediré disculpas por lo que hice — le dijo.— Lo sé — le contestó la menor — nunca lo haces — Rahyra negó con la cabeza repetidas veces.— No lo entiendes, lo hago para protegerte, justo ayer intentaron envenenarme, si hubieras sido tu…— ¿Sabes cuál es tu problema, hermana? — le dijo Kaeira acercados a ella, estaba más calmada pero su tono era igual de amenazante — siempre me has subestimado, siempre. No finjas que haces esto por alguien más que no seas tu.— Yo lo hice por protegerte — le insistió y la menor negó con la cabeza.— No te mientas. Esto no se va a quedar así, me lo pagarás, hermana — dio la vuelta y salió de la habitación cerrando de golpe.Rahyra se dejó caer en la cama, ni
Continuaron las felicitaciones, pero Rahyra ya estaba harta, le dolía la cara de tanto sonreír y tener que fingir que conocía y apreciaba a cada persona que se le acercaba, y resultó que los grandes lideres de las estirpes y las personas más importantes del primer mundo no eran más que aduladores y lame suelas que querían hacerse el favor de la nueva reina con collares caros y obsequios representativos de cada una de las grandes familias. Al final no era capaz de reconocer los rostros que se le cercaban y tenía la mano babeada de todos los besos que le dejaban sobre ella. Los hombres la miraban con deseo y las mujeres con envidia, de verdad que se había metido en un nido de víboras y eso la asustó, pero ver el rostro apretado de su hermana en la mesa de los Leroy la reconfortaba. Kaeira era una chica frágil y volátil que siempre actuaba según sus emociones y le era complicado controlarse, siendo la reina no hubiera durado ni un día. Rahyra sabía que tardaría en perdonarla, pero lo ha
Rahyra sintió la piel del rey junto a la suya por toda la noche. Intentó entender las intenciones del hombre, pero no pudo hacerlo, la noche de la boda él había llegado directamente a lo que tenían que hacer, pero esa noche le había pedido que tambien lo tocara, y no había podido hacerlo, ¿Por qué? Se preguntó por varias horas.No lo hizo porque no hubiera podido, Rahyra lo había visto, vio como creció y se puso grande y rígido y cuando estaba en su entrada lo sintió aún más duro, no había sido por el alcohol que les impedía a algunos hombres llegar a estar listos.«Es porque me veía a la cara» se dijo después de mirar por horas a la oscuridad. Cuando consumaron la boda, él la había volteado de espaldas para no verla, de seguro la veía fea o poco excitante. Él era el rey, Rahyra no se imaginó todas las mujeres con las que él debía de haber estado, cientos. Era un hombre en sobre manera atractivo, todo aun adonis millonario y rey, ella debería de ser un simple bagazo para él, de seguro
Rahyra se puso de pie con ayuda del rey, aún seguía viendo oscuro y la luz de las velas de la habitación le impedía poder ver con claridad, pero tenía que verlo por ella misma. Se agarró a los anchos hombros de Maxwell que la ayudó a sostenerse de pie, Rahyra intentó verle la cara, pero las lágrimas se lo impedían. Con pasos trémulos se alejó del cálido cuerpo del hombre y caminó hasta le ventana donde el vencejo esperaba atento a que le dieran de comer para regresar. Rahyra retiró el pergamino delgado que estaba sobre el pequeño gancho sobre el lomo y evitó mirar el emblema de su familia en el pecho del animalito que chilló pidiendo su recompensa. Maxwell sacó de un frasco un par de insectos y se los puso el el alfeizar de la ventana y Rahyra se sentó en una silla, abrió la carta rompiendo el sello, era la letra de su madre. «Rahyra, tengo una noticia importante, mi vida» comenzó diciendo la carta «tu hermana Kaeira dejó la caravana sin que nos diésemos cuenta, tomó al caballo vie
Rahyra ya había movido sus piezas, y esperó con todas las fuerzas de su corazón que el rey no se hubiera dado cuenta, y la esperanza subió cuando esa noche el hombre llegó y apenas si le prestó atención. Se denudó en silencio y se acostó desnudo al lado de Rahyra en la oscuridad. Ella esperó que en cualquier momento los brazos del rey la atrajeran para terminar de consumar la coronación, pero no lo hizo. Consumar el matrimonio era una obligación, pero consumar la coronación nada más una tradición. Rahyra recordó como le costó estar con ella la primera vez y luego una duda se instauró en se pecho «¿y si no le gustan las mujeres? » se preguntó en medio de la noche.Antes, aquella inclinación era castigada con la muerte, pero con el paso de los años el reino se ablandó lo suficiente, y ahora esa comunidad era tan libre como cualquier otra, incluso el mismísimo rey firmó el decreto hacía varios años que indicaba que dos hombres y dos mujeres podían casarse siempre y cuando lograran cont
Rahyra prácticamente corrió por los pasillos del castillo, evitando las miradas que se posaban sobre ella, se encontró con guardias reales que insistieron en que la acompañarían y decenas de lame suelas que intentaron averiguar a donde se dirigía con tanto afán.A Rahyra no le importó que los espías del rey le informaran que corrió hacia el nido de los vencejos, por eso abrió la puerta de golpe y entró bajo la atenta mirada del maestro de los vencejos que dejó caer al suelo el valde lleno de insectos con los que alimentaba a los pequeños mensajeros.—Majestad — le dijo el hombre — me ha asustado —Rahyra caminó hacia la mesa y tomó un pergamino, luego untó la punta de una pluma suave de ganso.—Lo siento, maestro, tengo que enviar un mensaje — el anciano caminó con pasos lentos hacia ella.— Puedo hacerlo por usted, mi reina, para eso estoy — ella negó y se sentó en la incómoda butaca.—No, maestro Lin, yo lo haré — habló con firmeza, era ley que el maestro de los vencejos de cada fami
Rahyra limpió ella misma la sangre del rey de la pared de la habitación, y cuando terminó se sentó en la cama a contemplar la mancha húmeda sobre la roca gris hasta que se secó por completo. Se preguntó cómo podría afrontar al consejo del rey y salir victoriosa y no pudo encontrar la solución. Ante aquellos hombres, miembros importantes del reino, su palabra no valía más que la de cualquiera de sus esposas, ni siquiera el ser la reina les importaría, para ellos, según lo que había escuchado, únicamente la palabra del rey era su palabra, así que no podía llegar con ese argumento, tenía que convencerlos de verdad. Se acostó en la cama mirando el techo adornado con runas extrañas talladas a mano. Las acciones de su hermana no tenían de verdad una explicación que pudiera librarla de un castigo enorme, ya era adulta ante la ley y la carta que le había dejado a su madre era una prueba suficiente para culparla. Rahyra sabía que Kaeira no podía librarse del castigo, pero lo único que quería
Rahyra salió de la habitación del concejo y se cruzó apenas con los demás miembros, Cleo la estaba esperando unos metros en un discreto segundo plano y cuando llegó con ella se le colgó del brazo.De una cosa estaba segura, según por lo que había escuchado, Maxwell era un rey que escuchaba mucho a su concejo, y Rahyra estaba segura que ellos escogerían asesinar a su hermana. Dario, haría lo que dijera Sr Donly y el comandante de la guardia quería la cabeza de Rahyra, entonces a su mente le llegaron las palabras que le había dicho Máximo aquella mañana “afuera es el rey, pero dentro de ese cuarto, ahí adentro es tuyo, aprovechalo”—¿Qué sabes de complacer a un hombre? — le preguntó Rahyra a su dama de compañía y la menor la miró con los ojos abiertos.— Bueno, majestad — le dijo la muchacha — no sé mucho, la verdad, pero mamá me ha hablado bastante, y las amigas con las que entrené aún más.—¿Qué me aconsejas para hacer feliz al rey? — a Rahyra no le agradaba mucho esa idea, pero esa n