Hola hola! Como les dije nos queda un par de semanas de capítulos :) Los leo! Kika
— Doctor Wagner... estábamos esperando por usted— dice la doctora Grant en cuanto me ve en los espacios cercanos al quirófano. — Doctora Grant... no tengo palabras para agradecer todo lo que hn hecho por este caso— digo yo mientras la saludo. —Es curioso... la madre de la niña me ha dicho exactamente lo mismo— me dice ella con una sonrisa, sin sospechar la relación entre Lisa y yo, supongo que se debe haber presentado como Lisa Jones. Solo de pensar que ella está aquí, quizás a unos metros. Preocupada con los nervios de punta, angustiada.... y yo sin poder decirle nada ni consolarla de ninguna forma. — Sé que ha sido un pedido muy extraño, pero estoy realmente entusiasmado de que hayamos podido juntar a un equipo tan fantástico— digo yo. Ella suspira y echa un vistazo a todos los del equipo médico que ya se van preparando. —Ufff sí, la verdad que creo que nunca había tenido tantas estrellas en mi quirófano— dice a modo de broma. Mientras vamos caminando a unas de las salas pa
— Me han dicho que está respondiendo muy bien la pequeña, que ha sido muy fuerte y se ha comportado maravillosamente— me comenta el director Edwards. —Así es... y muchas gracias, director por toda la ayuda. Que se haya ofrecido a transportarla para la operación y luego traerla aquí... para que estemos cerca de ella... ha sido increíblemente amable y generoso de su parte— le contesto yo. —Por nada Lisa... como lo he dicho, eres una parte fundamental de este hospital. Sin contar que los médicos y enfermeras te adoran, y por supuesto a tu hija. Todos querían que la pequeña estuviera aquí para atenderla y cuidarla— dice él. Yo sonrío. —Han sigo todos maravillosos... — digo viendo a todos los que se han acercado a esta pequeña habitación en el área infantil. Las enfermeras, especialmente, han estado observando a mi pequeña con cariño y dulzura. —Por favor, no se diga nada más. Todos somos familia— y cuando está por irse el director voltea a agregar algo más. —Ahhh y por favor cuan
—Doctor Wagner... ¿Cómo se siente?— pregunto de forma nerviosa mientras me asomo a la puerta de su habitación. Es una de las habitaciones más grandes, similar a donde yo había sido atendida innumerable cantidad de veces. Estaba bien acomodadas y sin duda las enfermeras y enfermeros lo habían atendido muy bien. Había cerca una bandeja con comida y bebida, así que suponía que tenía ya un rato despierto. Se veía cansado, y de repente había envejecido bastante de un solo golpe. Sin embargo, se podía ver en su expresión... que había algo diferente. —Lisa... pasa, pasa… por favor— dice haciendo un gesto suave con la mano. Yo me aproximo aún con cierto nerviosismo, dejando la puerta abierta. Por un momento nos quedamos en silencio, él pareciera que ve a la pared hasta que vuelva otra vez a posar su mirada de mí. —Estoy bien... solo quería hablar contigo un momento. Por favor, si quieres puedes sentarte— señala una silla. Yo la tomo casi en modo automático, cuando la realidad es que
—Doctor Wagner... quizás usted… ya debe saber que su hijo y yo... nos estamos separando...— digo y él me interrumpe inmediatamente. —Fue mi culpa... él no quería... yo lo obligué a que hiciera lo que yo creía que era lo correcto. Yo quería que él se casara con otra mujer y que tuviera un hijo... de él. Cuando, él solo quería estar contigo, cuando... él te amaba y no quería estar con otra mujer que no fueras tú— dice y yo pienso que él simplemente está divagando. Hans suspira y se queda cabizbajo. —Le dije que rechazara la adopción, que se alejara de ti... y yo no me interpondría, no me interpondría en el proceso — dice y yo no puedo creer lo que escucho. —No, no no, no... eso no puede ser él... dijo que no me amaba. Que nunca me amó... que que se arrepentía… que él desde el inicio sabía que esto... que nosotros no íbamos para ningún lado, que no íbamos a durar. Nos casamos porque ambos lo necesitábamos y... él... me confesó que si no era así no me elegiría— digo temblando sacudi
Voy en el taxi con el alma en las manos pensando en que tengo que encontrarlo. No podía creer que todo lo que había sucedido había sido simplemente mala intención de mi suegro, por incomprensión y falta de comunicación entre ambos. También estaba la promesa entre nosotros, y que él había cumplido de tal manera que ahora lo alejaba de mí. Haciendo que él perdiera preciosos instantes de nuestra nueva familia. —¿Hay alguna forma de que lleguemos antes? ¿De que vayamos más rápido? — preguntaba yo de forma acelerada, sentía que el taxi no podía ir más lento, pero el tráfico nos agobiaba y no parecíamos encontrar un espacio vacío para dónde ir. —Lo siento mucho, realmente estamos atascados— me contestaba el conductor. A mí me provocaba levantarme e ir saliendo corriendo como en las películas, correr por la calle hasta poder encontrarlo. Pero no me quedaba otra cosa que tener paciencia pensando en que lo vería a lo lejos y le diría que todo fue un error y que me espere. Casi una hora
La espera en el aeropuerto parece eterna. No sé si es que es mi impresión o si de verdad ya han pasado horas y no tenemos aviso de abordar. No tengo nada más que hacer que ver a la gente ir y venir por los pasillos. Mi celular se ha perdido, no sé si lo dejé en el departamento o qué sucedió, podía devolverme, pero… ya era muy tarde. Sin embargo, no logré ni una cosa ni la otra. Veo a las parejas enamoradas, tomándose de la mano, recostando las cabezas en los hombros del otro, hablando tranquilamente. Otros, con sus hijos dormidos en sus brazos... y pienso en ellas, en lo que me encantaría realmente estar con ellas. Me pregunto si estaré haciendo lo correcto. ¿Qué demonios voy a hacer en Alemania? Si desde el momento en que me alejo, mi mente se va a ellas, ¿cómo voy a pasar días, meses, y años... anhelándolas? Preguntándome qué será de ellas. —Disculpe señor... el vuelo finalmente se ha atrasado... aún quedan un par de horas para saber cuando será la salida...— dice una de las s
Cuando me levanto por un momento, me pregunto en dónde estoy. Veo mi mesa, mis cosas, a lo lejos mi ropa. Estoy en la casa de mi abuela, de mi infancia, mi hogar. Al lado hay un espacio vacío de unas sábanas revueltas, y más allá la cuna de Olivia. Oliver había insistido en que debida ser movida acá, lo cual tiene toda la lógica del mundo. Mi Oliver. Había vuelto. Cuando yo había regresado del aeropuerto... me había sentido derrotada. Yo, ilusamente, había pensado que iba a tener uno de esos reencuentros de película. Yo lo vería en el medio de muchísima gente y lo reconocería, por supuesto. Su cabello muy rubio, él alto, precioso, destacando entre los meros hombres comunes. Pero, en cambio, él había venido hasta aquí, justo en el momento exacto, cuando yo más lo necesitaba. Como siempre. Él se había quedado con la pequeña en sus brazos, observándola con detenimiento como si ella fuera a desaparecer de un momento a otro. Él observaba la cicatriz de la operación, revisaba cada pe
Después de todo lo que había pasado, aún no podía creer que estaba aquí. Yo había sido un hombre con una idea muy fija y estructurada de que era lo que quería con mi vida. Y de repente me encontraba viviendo una vida muy diferente. Lisa y yo nos habíamos tomado un par de días para organizarnos y acoplarnos en la nueva vida y rutina familiar. Ya me había comunicado con el Hospital en Alemania y había comentado mi cambio de decisión debido a motivos personales. Por supuesto que tenía que encontrar a alguien que me reemplazara lo antes posible, pero ya tendría tiempo para dedicarme a eso. En cambio, yo... pasaba las últimas horas acurrucando a una niña pequeña en mis brazos, dándole de comer, y la mayoría de las veces... simplemente viéndola, ahí en la cuna. Es como si fuese un pequeño y sorpresivo regalo que nos había caído de repente, cosa que así era. Me deleitaba en los pequeños momentos en que Olivia me veía, hacía suaves sonidos, en tocar su cabello, en como ya parecía reconoce