Hola hola! ¿Qué piensan de lo que dijo Hans? ¡Hoy capitulo doble!
Voy en el taxi con el alma en las manos pensando en que tengo que encontrarlo. No podía creer que todo lo que había sucedido había sido simplemente mala intención de mi suegro, por incomprensión y falta de comunicación entre ambos. También estaba la promesa entre nosotros, y que él había cumplido de tal manera que ahora lo alejaba de mí. Haciendo que él perdiera preciosos instantes de nuestra nueva familia. —¿Hay alguna forma de que lleguemos antes? ¿De que vayamos más rápido? — preguntaba yo de forma acelerada, sentía que el taxi no podía ir más lento, pero el tráfico nos agobiaba y no parecíamos encontrar un espacio vacío para dónde ir. —Lo siento mucho, realmente estamos atascados— me contestaba el conductor. A mí me provocaba levantarme e ir saliendo corriendo como en las películas, correr por la calle hasta poder encontrarlo. Pero no me quedaba otra cosa que tener paciencia pensando en que lo vería a lo lejos y le diría que todo fue un error y que me espere. Casi una hora
La espera en el aeropuerto parece eterna. No sé si es que es mi impresión o si de verdad ya han pasado horas y no tenemos aviso de abordar. No tengo nada más que hacer que ver a la gente ir y venir por los pasillos. Mi celular se ha perdido, no sé si lo dejé en el departamento o qué sucedió, podía devolverme, pero… ya era muy tarde. Sin embargo, no logré ni una cosa ni la otra. Veo a las parejas enamoradas, tomándose de la mano, recostando las cabezas en los hombros del otro, hablando tranquilamente. Otros, con sus hijos dormidos en sus brazos... y pienso en ellas, en lo que me encantaría realmente estar con ellas. Me pregunto si estaré haciendo lo correcto. ¿Qué demonios voy a hacer en Alemania? Si desde el momento en que me alejo, mi mente se va a ellas, ¿cómo voy a pasar días, meses, y años... anhelándolas? Preguntándome qué será de ellas. —Disculpe señor... el vuelo finalmente se ha atrasado... aún quedan un par de horas para saber cuando será la salida...— dice una de las s
Cuando me levanto por un momento, me pregunto en dónde estoy. Veo mi mesa, mis cosas, a lo lejos mi ropa. Estoy en la casa de mi abuela, de mi infancia, mi hogar. Al lado hay un espacio vacío de unas sábanas revueltas, y más allá la cuna de Olivia. Oliver había insistido en que debida ser movida acá, lo cual tiene toda la lógica del mundo. Mi Oliver. Había vuelto. Cuando yo había regresado del aeropuerto... me había sentido derrotada. Yo, ilusamente, había pensado que iba a tener uno de esos reencuentros de película. Yo lo vería en el medio de muchísima gente y lo reconocería, por supuesto. Su cabello muy rubio, él alto, precioso, destacando entre los meros hombres comunes. Pero, en cambio, él había venido hasta aquí, justo en el momento exacto, cuando yo más lo necesitaba. Como siempre. Él se había quedado con la pequeña en sus brazos, observándola con detenimiento como si ella fuera a desaparecer de un momento a otro. Él observaba la cicatriz de la operación, revisaba cada pe
Después de todo lo que había pasado, aún no podía creer que estaba aquí. Yo había sido un hombre con una idea muy fija y estructurada de que era lo que quería con mi vida. Y de repente me encontraba viviendo una vida muy diferente. Lisa y yo nos habíamos tomado un par de días para organizarnos y acoplarnos en la nueva vida y rutina familiar. Ya me había comunicado con el Hospital en Alemania y había comentado mi cambio de decisión debido a motivos personales. Por supuesto que tenía que encontrar a alguien que me reemplazara lo antes posible, pero ya tendría tiempo para dedicarme a eso. En cambio, yo... pasaba las últimas horas acurrucando a una niña pequeña en mis brazos, dándole de comer, y la mayoría de las veces... simplemente viéndola, ahí en la cuna. Es como si fuese un pequeño y sorpresivo regalo que nos había caído de repente, cosa que así era. Me deleitaba en los pequeños momentos en que Olivia me veía, hacía suaves sonidos, en tocar su cabello, en como ya parecía reconoce
—¡Doctor Wagner, qué maravilla verlo para acá! Nos contenta tanto tenerlo de vuelta— me comenta una de las enfermeras al verme llegar. —Muchas gracias— digo yo con una sonrisa de oreja a oreja. —¡Y qué niña más encantadora! ¿Es su hija doctor?— me pregunta mientras se acerca a ver a mi pequeña que está contenta en mis brazos. Tengo una pequeña mochila con sus cosas mientras voy de camino a la guardería que está en el hospital. —Así es... le presento a la pequeña Olivia— digo y creo que nunca había estado tan orgulloso en toda mi vida. Literalmente el pecho se me infla solo de presentarla, y de que todos la ven con adoración. Mi hija se queda viendo, intrigada todo alrededor, con sus ojos adorables y curiosos. Cuando llegó a la guardería sucede exactamente lo mismo, todos están encantados con ella y debo decir que me cuesta terriblemente dejarla. Pero sé que es uno de los lugares más seguros del hospital, sin contar que Lisa y yo podemos venir en cualquier momento a visitarla, l
Había pasado sin duda alguna… las semanas más felices de mi vida. Todo había sido diferente desde que Oliver había aparecido, hace ya tiempo en la puerta del hospital, en esa reunión en la que prácticamente ni me saludó. Han sucedido tantas cosas desde ese momento, ya casi no lo reconozco, pero tampoco me reconozco a mí misma, ni a mi vida. Yo estaba por casarme con otro hombre, tenía un trabajo, una amiga soltera y solo me preocupaba por el tema de la adopción. Ahora estaba casada y feliz con mi bello doctor alemán. James estaba comprometido y aun sin casarse con Perla, la había embarazado de nuevo y yo no quería verlo ni en pintura. Yo no solo tenía un trabajo en el hospital Brown, sino también en el instituto Pascal. Mara estaba felizmente casada y tenía a mi pequeña Olivia. Si me hubiesen dicho que esto iba a suceder tiempo atrás... jamás lo hubiese creído, pero tengo fe de que la vida te da sorpresas que no esperabas y esas son las mejores. Afortunadamente, ya mi esposo no te
No sé si era por todo el tema de la herencia, de la realmente cuantiosa contribución que estamos dando al orfanato, o todos los proyectos que habían empezado a salir en el instituto Pascal, que ya estaba despuntando como uno de los mejores del país, y estamos recibiendo solicitudes a montones... pero mi esposo estaba bastante extraño. Es decir, seguía siendo el hombre cariñoso, apasionado, devoto y francamente perfecto que cualquier mujer podría desear. Pero a veces sentía que su cabeza estaba en otra parte. Llegaba tarde a casa, muchas veces se la pasaba al teléfono... y había momentos en que estaba tan ocupado que yo básicamente tenía que seducirlo. Por supuesto que en esos momentos ninguno de los dos se quejaba, y cuando él estaba en mis brazos era mío, completamente mío. Habíamos quedado en no tener secretos, así que cuando yo le preguntaba si sucedía algo él parecía tener siempre una explicación. Si no era todo lo anterior mencionado, pues me decía que estaba hablando con Wa
—Mara… ¿Estás segura de que estás bien?— le pregunto. Según ella, va a tener una cita especial con Eliot y quería elegir un buen vestido. Este par está viviendo su vida al máximo, viajan, salen y tienen fantásticas citas. Estoy tan feliz por ella. Pero en este momento me está desesperando, pareciera que quiere ver todas las tiendas y no se decide, y a la vez parece nerviosa. Le pregunté si iba todo bien con Eliot, pero me dijo que iba fantásticamente. Finalmente, se compra un par de vestidos muy elegantes, y nos dedicamos a tomar un café. Ella está hablando más de lo normal, como si intentara distraerme. —¿Los vestidos que me compré? ¿Te gustan?— me pregunta ella mientras vamos a mi casa. No sé qué ha sucedido, pero hay bastante tráfico y prácticamente no hay donde estacionar de la cantidad de autos en el lugar. Demonios, debe ser que uno de los vecinos tiene una reunión o algo. —Eh si... el de color rosa te queda realmente muy bien. Estoy segura de que Eliot va a caer a tus pi