Forcejeando y luchando para soltarse del agarre de sus captores, ella fue llevada por el bosque, en momentos a la fuerza y otros aceptaba caminar, sobre todo cuando los brutales empujes del capitán y sus hombres se volvían demasiado bruscos.
—¿Cuánto falta?—escupió ella con los dientes apretados, evitando hacer contacto visual con el hombre.
—¿Preguntas porque estás ansiosa de conocerlo o porque quieres saber cuánto tiempo aún te queda para escapar?—ronroneo el hombre con arrogancia.
—Pregunto porque se me da la jodida gana, perro faldero—siseo ella con sus azules ojos de centro dorado inyectados de rabia y veneno.
El capitán la observó, su rostro volviéndose aún más rojizo debido a la rabia que luchaba por contener dentro suyo.
La correa de autocontrol que aún extendía sobre sí mismo volviéndose débil, casi inexistente.
—Tienes valor, mujer—ronroneo el hombre sin dejar de caminar—. Solo espero que esté te abandone antes de entrar al castillo, de lo contrario no duraras mucho.
—¿Intentas asustarme?—respondió ella intentando mantener el ritmo de los hombres, pero sus fuerzas comenzaban a flaquear.
—No. Solo trato de advertirte… eres la primera mujer que tiene el valor y coraje suficiente como para intentar escapar, yo valoro eso—respondió el capitán pasando una mano por su cabello castaño.
La hermosa mujer de cabello dorado y mirada azul con iris color oro lo observó durante varios segundos, antes de obsequiarla una media sonrisa ladeada.
—¿En algún momento me dirán sus nombres o simplemente debo imaginarme uno?—preguntó ella intentando trotar a su lado, pero ninguno de los hombres respondió—, que maleducados, mi nombre es…
—No nos digas tu nombre. No queremos saberlo—advirtió uno de los soldados que la escoltaba de forma hosca y algo hostil.
Los ojos de la hermosa chica se expandieron ante la sorpresa y el peso de autoridad que colgaba de aquel tono de voz.
Sin embargo no protestó, ella se dió cuenta que había intentado transgredir una delgada e invisible línea que separaba sus mundos; está era una barrera tan delgada que cualquier intento de amabilidad podía llegar a estar mal interpretado.
En silencio y con la vista fija en el suelo del bosque, ellos avanzaron varios metros, antes de que el capítulo hablara en tono demasiado bajo.
—Ya sabemos tu nombre, Lyra, nuestros superiores nos lo informaron cuando nos asignaron la misión de escoltarte durante el primer trayecto del viaje—comenzó a explicar el hombre evitando hacer contacto visual con ella—. Mi equipo y yo decidimos hace tiempo evitar cualquier tipo de relación, incluso amistosa, con los objetivos.
Conforme las palabras salían de los labios del hombre, ella comenzaba a comprender cada vez menos al respecto.
—¿Porque? No está prohibido que las elegidas se relacionen con otras personas e incluso hombres… siempre y cuando su virginidad se mantenga intacta, claro—respondió Lyra con sorpresa.
Durante muchos años, ella había asumido que la diferencia de sus clases sociales era lo que marcaba aquella barrera invisible que los separaba; sin embargo en aquel momento se dió cuenta que había otro motivo, uno que ella desconocía por completo.
El hombre a su lado pasó una mano por su cabello, mientras mordisqueaba un poco su labio inferior, en su mente se debatía la idea de abrir la boca y revelar cierta información, o simplemente callar, dejando aquel ser de alma libre a merced de su suerte.
—Escucha, niña, él tiene mil años en esta tierra… mil años sin esposa ni compañera—susurro él, dejando las palabras colgando entre ellos con la esperanza de que ella comprendiera el mensaje encriptado.
—¿Él es gay?—respondió ella.
Al instante todos los hombres que la rodeaban estallaron en una carcajada de risas que atravesaron su delgado y delicado cuerpo.
Sintiendo algo de vergüenza, se encogió un poco, mientras mordía nerviosa su labio inferior.
—No, niña, estamos seguros de que él no es gay—continuó hablando el capitán, lanzando miradas lascivas llenas de odio a sus compañeros, antes de volver la vista hacia ella—. Sin embargo hay un motivo por el cual él sigue solo.
Lyra espero, observando con paciencia y algo de ansiedad el rostro anguloso de su escolta.
»—El ve a las mujeres como juguetes, objetos—las mejillas del capitán se volvieron algo rosadas mientras volvía la vista al frente—, y como tales, las desecha cuando se aburre. Por eso evitamos entablar cualquier tipo de relación.
»—Todos los años llevamos veinticinco chicas para que él escoja una esposa, y sin embargo año tras año el trono a su lado sigue vacío.
Si nos hiciéramos amigos de cada una de las chicas que llevamos a ese castillo, a estas alturas nuestros corazones no serían capaces de resistir la labor.
Por primera vez, desde que había escapado de ellos y se los había vuelto a topar en el bosque, ella los observaba con otros ojos, unos llenos de admiración, tristeza y compasión.
Sin embargo, una duda insistente surco su mente.
—¿A qué te refieres con eso de que desecha a las mujeres?—susurro ella temerosa de escuchar la respuesta.
El murmullo bajo que emergia del grupo de hombres a su alrededor se sometió ante el terror de sus palabras, mientras que el silencio reinaba entre ellos.
—Nadie está seguro de lo que ocurre en aquella corte de pesadillas—comenzó a explicar el capítulo con la voz afectada—, solo sabemos que las mujeres que entran allí, al poco tiempo desaparecen. No sé las vuelve a ver en el reino, ni siquiera dentro del palacio, como si la tierra se las tragara.
Uno de los hombres, el mismo que la había interrumpido al intentar decir su nombre río de forma abrupta y forzosamente, atrayendo la atención de todos ellos.
—No le mientas, sabemos que le ocurre a las doncellas que entran al castillo—siseo el soldado con asco—. El las débora, bebe cada gota de su sangre arrebatandoles la fuerza vital, es así como logra vivir durante tantos años.
Las palabras golpearon la mente de Lyra igual que un feroz y brutal terremoto conmocionó la tierra, colmado de miedo todo su ser y poniendo a temblar cada músculo de su cuerpo.
—¿Qué es lo que él quiere realmente?—susurro ella con la voz ronca y las lágrimas empañando su campo de visión mientras detenía su paso.
Los hombres a su alrededor no respondieron, se limitaron a observarla con pena.
—Algo que comer o algo que amar—respondió una voz masculina diferente, completamente desconocida para ella, proveniente de sus espaldas.
Por instinto, ella volteó, solo para hallar a un atractivo joven montando un hermoso corcel blanco.
Los símbolos que recubrían la armadura eran gemelos a los de los hombres que la escoltaban, por lo que ella dedujo que se trataba de otro miembro del equipo.
—Teniente Peter—dijo con tono firme el hombre junto a ella, enderezando la columna de forma casi imperceptible—. No esperábamos encontrarlo hasta el cruce del puente.
El atractivo hombre sobre el caballo no desmontó ni hizo ningún ademán de intentar hacerlo, simplemente le dió una pequeña orden al astuto animal para que avanzará unos cuantos pasos más.
—Decidí prestar mi ayuda luego de ser informado de que teníamos a la primera escapista—ronroneo el hermoso chico de cabello oscuro y mirada esmeralda sin soltar las riendas de su caballo, mientras escaneaba a Lyra de piez a cabeza—. Aunque debo decir que me llevo una gran decepción… la imaginé al menos un poco más rellena o tan siquiera con cuerpo de mujer.
El hermoso y atractivo chico del caballo estaba hablando de ella, se estaba burlando de ella y su deplorable estado físico.
Por primera vez, después de escuchar todos los horrores que salían de los labios de sus escoltas, la rabia y el enojo volvieron a apoderarse de su cuerpo.
—¿Sabes que? Idiota, así como estoy, puedo asegurarte que estoy en condiciones de rellenar tu trasero a patadas—escupio ella—. Lo lamento, perdón mis modales… señor teniente idiota.
Los hombres a su alrededor guardaron silencio, mientras miraban con pavor el rostro rígido como la muerte de Peter.
Sin embargo, cuando la rabia comenzó a abandonar el cuerpo de Lyra, llevándose consigo aquella descarga de adrenalina, dándole lugar al pensamiento lógico, el atractivo chico sobre el caballo comenzó a reír a carcajadas.
—Joder, si que tienes una lengua de plata chica—dijo el teniente de mirada esmeralda, mientras intentaba recuperarse del ataque de risas—. Bueno señores, a partir de ahora los liberó de este demonio, desde ahora en más yo seré tu escolta.
Cuando el hermoso y sensual teniente Peter extendió su mano derecha hacia ella, ofreciéndole ayuda para montar el caballo, Lyra retrocedió una paso por instinto.Esto hizo que las oscuras cejas del chico de mirada esmeralda se alzarán en un gesto de sorpresa.—¿Le temes a los caballos?—preguntó el teniente con amabilidad, mientras el grupo de hombres se aproximaban aún más, cerrando el paso de ella, como si temiesen que pudiera intentar escapar.—No, no me dan miedo—respondió ella manteniendo su mirada azul fija en él—, ¿Pero porque debo ir contigo y no con ellos?Aquella respuesta sorprendió aún más al grupo de hombres que la rodeaban, incluso al propio teniente, quienes permanecieron callados durante unos segundos antes de responder.Para cualquier mente lógica, si un hombre apuesto te ofrece montar con él en su hermoso caballo, en lugar de caminar varios kilómetros con las fuerzas escaseando cada vez más, cualquiera aceptaría de inmediato… pero no Lyra.Aún montado sobre su hermoso
Lyra cabalgó durante varias horas, envuelta entre los fuertes y cálidos brazos del teniente Peter, durante todo el trayecto luchó contra el agotador cansancio que parecía poner pesas de plomo sobre sus párpados conforme los minutos avanzaban.Sin embargo, cuando finalmente recostó levemente su cabeza contra el amplio y sabe pecho del hombre, el sueño la reclamó casi al instante, envolviendola entre sus tranquilas brumas de humo que rápidamente cerraron sus ojos volviendo el mundo de oscuridad.Pero muy en contra de las pesadillas que deberían haber abordado su mente tras los hechos ocurridos durante ese día, fue una calma serena en compañía de un vasto mar lo que inundó su imaginación.La playa de cálida arena blanquecina estaba vacía, sin embargo en esa soledad no se sentía tan sola como uno podría imaginarse, de alguna manera y con la llegada de una ola que rompía contra la costa, el inconfundible aroma dulzón del jazmín llegaba hasta ella, colmando su alma de una extraña sensación
Aterrada.Esa palabra podía describir a la perfección el estado en el que se encontraba Lyra; con cada una de las fibras musculares de su cuerpo entumecidas y el corazón latiendo tan fuerte en el centro de su pecho, que parecía el incesante golpe de un martillo.Nunca había visto una quimera, su pequeña y aislada aldea estaba lo suficientemente apartada del bosque como para no toparse con ningún tipo de criatura desagradable como la que ahora se aproximaba a ellos a gran velocidad.Sin embargo, ella solía escuchar las historias de su padre alrededor del fuego, historias que él solía decir mientras comían para engañar los hambrientos estómagos de sus hijos y llenarlos con palabras y un poco de comida.Aún así, la mente de Lyra no dejaba de viajar una y otra vez a esas historias que su padre una vez le contó, con la luz de una hoguera iluminando su rostro: "Veloces, letales y muy peligrosas. Capaces de devorar hombres en el tiempo que uno demora en parpadear"La hermosa chica de cabello
Igual que la quimera, el cuerpo del hermoso teniente Peter cayó rígido, igual que una piedra.Sin embargo, a diferencia de aquella vil bestia, el corazón del hermoso hombre aún latía, mientras que su pecho se hinchaba y desinchaba regularmente gracias al oxígeno que los llenaba.Lyra se quedó quieta, estática en su lugar, con la mirada clavada en el desvanecido teniente de mirada esmeralda.Se había desmayado, pronto el veneno comenzaría a destrozar todos y cada uno de sus órganos vitales arrebatándole la vida lenta y tortuosamente.Tragando duro y mordisqueando su labio inferior con nerviosismo, la hermosa chica de mirada azul con iris dorado pensar y repenso una y otra vez qué decisión tomar.Por un lado estaba su tan ansiada libertad, con solo susurrarle una palabra al oído de aquel hermoso animal, ella podría llegar al confín del mundo si lo deseaba, comenzando una nueva vida desde cero.Sin embargo, si decidía tomar aquella decisión, la muerte del teniente Peter mancharia sus man
Del tamaño de la palma de una mano, la pequeña personita de cuerpo blanco y algo luminoso, flotaba a unos pasos de ella, con sus enormes y redondos ojos almendrados fijos en ella.—¿Cómo sabes mi nombre?—respondió la chica de cabello color oro con notable terror.El espectro blanquecino ladeó un poco la cabeza, como si intentase observar algo más allá de lo que sus propios ojos le permitían ver.—Tus lágrimas, ellas me dijeron quien eres, Lyra—respondio el hermoso ser con vos colmada de paz, una que lograba tranquilizar los huesos de la hermosa chica—. Se a que viniste aquí, y te puedo ayudar, la flor que buscas está hacia allá.El extraño y precioso ser levanto una pequeña mano, señalando con la punta de su dedo el lugar mencionado.Durante varios segundos, la hermosa chica de cabello color oro dudo si era correcto hacer caso de las indicaciones de un extraño ser que acababa de conocer.Sin embargo dudaba de tener otra opción, aparte de que si la hubiera querido atacar ya lo habría h
La cabeza de la hermosa mujer de mirada azul con iris dorado daba vueltas, todas las sensaciones habían tomado control de su cuerpo, de sus músculos y huesos, de cada una de sus terminales nerviosas, generándole un gratificante cosquilleo electrizante sobre la superficie de su piel.Estaba jadeando, con la cabeza hechada hacia atrás y los ojos bien apretados, cuando Peter, en una muestra de poder y autocontrol, se apartó de forma abrupta de ella, volviendo a arrancar un gemido de sus labios.Al instante, sintiendo que el calor abandonaba su cuerpo, en conjunto con el festín lujurioso de emociones, Lyra se acurrucó contra el cuerpo del teniente, volviéndose un ovillo de lana sobre si misma.Cómo acto reflejo, el la acobijo entre sus fuertes brazos, rodeándola e impregnando su menudo cuerpo de calor con aquel inconfundible aroma a jazmín.—Lo lamento, no debí hacerlo—susurro Peter con su voz áspera y algo agitada— ¿Te lastimé?—¿Si me lastimaste?—pregunto ella incrédula apartandose leve
El cielo, pintado de un azul oscuro, tan profundo como las inmensidades del océano, se había salpicado por un sinfín de estrellas, las cuales coronaban en su trono más alto una luna llena que iluminaba todo el bosque con su pálida luz blanca.La hermosa chica de mirada azul con iris dorado observaba fascinada cada pedacito de aquella hermosa y perfecta cúpula de cristal que cubría su cabeza.Rara vez podía salir de noche de su casa, sobre todo con los problemas de hambruna y hurtos que azotaban su pequeña aldea.Tanto sus padres como sus hermanos, optaban por quedarse dentro de su humilde refugio, a la espera de que el nuevo día llegará, desplazando las sombras de la noche con su penetrante luz.Lyra no recordaba la última vez que había podido alzar su mentón al cielo para devorar con admiración aquella hermosa pintura, por lo que en esa ocasión, se tomó un increíblemente largo tiempo para ver aquello de lo que se había estado perdiendo.Al principio intento contar las estrellas, una
Los dos jóvenes se quedaron hablando y comiendo hasta que el fuego comenzó a consumirse y decidieron ir a dormir.Cómo el riesgo de ser atacados por una criatura cuando el fuego finalmente se extinguiera aumentaría, optaron por dormir juntos entre las raíces del Álamo de plateadas hojas.Sin embargo, una vez enredados entre la rígida madera y los cálidos cuerpos del otro, el sueño no los reclamo tan rápido como ellos hubieran deseado.Al cabo de varios minutos de oír el tranquilo y relajante latir del corazón del teniente a su lado, Lyra logró conciliar el sueño.Aún así, Peter tardó varios minutos más en lograr cerrar sus ojos de forma decisiva, solo cuando la última brasa dejo de arder el sueño lo reclamó.Ninguna bestia los atacó aquella noche, por lo que ambos se dejaron enredar entre los brazos del sueño hasta que los primeros rayos de un sol vespertino beso sus rostros, dejando una cálida y agradable sensación a su paso.Cuando la hermosa chica abrió sus ojos color azul y oro, l