—Dale tu sangre—dijo con desesperación Rhaegal, mirando a Hades con euforia y frenética locura—. Su corazón está dañado, el juramento no la mantendrá viva, no por mucho tiempo.Hades observó a Rhaegal con detenimiento durante algunos instantes.—¿Sabes lo que eso implica para ti?—soltó Hades con cierta vacilación.Los ojos del hijo de la luna brillaban con una luz especial, mientras se encontraba con la mirada de su hermano. —Claro que lo se… no eres el único que la ama, Hades—fue lo último que el hijo de la luna dijo, antes de que Hades asintiera y decidiera su destino.o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o oOscuridad, el vacío mismo de la existencia la rodeaba y envolvía. Las corrientes de un viento cálido y gentil la arrullaban igual que lo había hecho su madre cuando era una bebe.Nada, no había absolutamente nada a su alrede
Los ojos de Lyra se abrieron al mundo, una mezcla de azul y oro se fundian en armonía dentro de su iris. Luego de parpadear reiteradas veces intentando alejar de su mente el recuerdo de todo lo vivido, comenzó a observar la habitación.Dos hombres hermosos estaban sobre ella, mientras un tercero atravesaba la puerta del cuarto, la mirada de los tres clavadas como dagas sobre ella.Lyra separó sus labios secos e intentó hablar, pero el primer sonido fue casi un quejido seco y lejano. Rhaegal se movió a su lado algo inquieto, mientras buscaba sujetarla con más fuerza, como si intentase hacerle notar su presencia.La chica de cabello dorado se volvió hacia él, ladeando la cabeza con suavidad, mientras sus ojos escudriñaban su rostro. Por un momento ella se sintió vacía, despojada de algo que le pertenecía, sin embargo, rápidamente aquel sentimiento torturador fue reemplazado por otro más fuerte e intenso. La sed.Aquella desesperada necesidad por beber jamás la había sentido, ni en su m
Hades observó a Rhaegal con el ceño fruncido, intentando comprender lo que había ocurrido. Ambos se encontraban solos, en uno de los balcones del castillo, lejos de cualquier oído espía que quisiera entrometerse entre ellos.—¿Dices que Lyra sigue siendo tu compañera?—preguntó el rey intentando asimilar todo—... pero eso es imposible, yo puedo sentirla a través de nuestro vínculo.El hijo de la luna pasó una mano por su cabello oscuro, mientras liberaba un profundo suspiro. Con pasos pesados y algo cansados, él se aproximó a la baranda del balcón, y observó durante algunos segundos las inmensidades de aquel hermoso castillo.—La sientes, porque el vínculo que los une es igual al que me unía a ella… tienen un vínculo de sangre de por medio—soltó Rhaegal con tono cansado.Hades camino, hasta ponerse junto a él. Durante algunos instantes ambos hermanos permanecieron en silencio, mirando el castillo, su castillo. Un reino que les pertenecía a ambos por igual.—Felicitaciones, debes de est
Cuando Lyra Sardinton volvió a abrir los ojos, la sed desmedida se había sometido al letargo temporal, permitiéndole experimentar otras cosas. Todo era percibido de distinta manera, los colores y aromas se habían intensificado, tanto así que incluso llegaban a lastimarla.Sintiendo como las sábanas de seda blanca acariciaban su piel por última vez, Lyra las apartó de ella, mientras salía de la cama.No tenía un rumbo muy claro en mente, solo sabía con certeza que deseaba irse de allí, a otro lugar, otro sitio. Con Hades o Rhaegal, con cualquiera de los dos. Ella necesitaba respuestas con urgencia. Respuestas a preguntas que le habían sido negadas hace tiempo atrás.La chica de cabello dorado como el sol estaba a punto de llegar a la puerta del cuarto, cuando alguien tocó al otro lado. Un par de segundos más tarde y el teniente Peter ingresaba campante a la habitación.—Despertaste—dijo el chico de tierna mirada verde como esmeralda, forzando una sonrisa en sus labios mientras cerraba
—¿Ahora usas corona?—escupió Lyra varios minutos más tarde, con los brazos colgando fuera del balcón, frustrada ante la falta de respuesta de Rhaegal.El hijo de la luna hizo el ademán de esbozar una media sonrisa, mientras miraba de reojo a la chica de hermosa melena dorada.—No te preocupes, él aún conserva la suya… si es lo que tanto te preocupa—bufo Rhaegal, mientras estiraba los brazos por encima de su cabeza.—No me importa—gruñó Lyra. Sin embargo le resultaba casi imposible ocultar la paz y tranquilidad de saber que Hades seguía siendo rey.Pero… ¿Qué había ocurrido durante esos días en que el sueño la había transportado muy lejos de aquel mundo?>—Dijiste que querías hablar… ¿Lo vas a hacer?—sus palabras tan filosas y agudas como dagas de acero crudo.Una mueca ladeada se dibujó en los labios del hijo de la luna, mientras se volvía completamente hacia Lyra para confrontarla. Durante algunos instantes la respiración de ella se congeló igual que el agua de los lagos en pleno inv
Las palabras de Rhaegal flotaron en el aire hasta deslizarse dentro de la mente de Lyra. Por algunos instantes ella se quedó paralizada, estática, como si no hubiera sido capaz de comprender lo que aquello significaba realmente.—No fue por pura coincidencia que me encontrara esa noche en el bosque… en realidad te estaba rastreando—comenzó a decir él, intentando mantener su tono de voz monótona—. Veras, tenía una aliada dentro del castillo… una mujer dispuesta a hacer cualquier cosa para deshacerse de la humana que amenazaba con arrebatarle el puesto en la corte.—No—fue lo único que dijo Lyra con cierto dolor, mirando de lleno al hijo de la luna.Una emoción extraña atravesó las facciones de Rhaegal de manera fugaz, antes de que este volviera a reunir el valor suficiente para continuar con su relato.—Edith te detestaba, pero era inteligente… ella sabía muy bien que no podía atacarte sin arriesgarse a morir—continuó él, intentando mantener sus emociones a raya—. Es entonces cuando re
La noche comenzaba a cubrir el mundo con su manto estrellado, salpicando la cúpula azul de pequeños diamantes que resplandecían con la fuerza del mismísimo dios del fuego.Lyra llevaba allí horas, sentada en el suelo, contemplando el reino ante ella. Un reino al que ahora pertenecía.Había visto a Rhaegal marcharse, salir del castillo hacía unas cuantas horas atrás. Sin embargo, no había hecho absolutamente nada para detenerlo.Miles de ideas navegaban el turbulento mar de su mente, sometiéndose a las tempestades e imponiéndose. Su corazón se encontraba exactamente igual, incapaz de saber que decisión tomar. Ella estaba varada, sin saber qué hacer con exactitud.Por eso, ella se había quedado en el balcón, lejos de la corte de pesadillas y de cualquier posible distracción.Aun así, ella no estaría sola durante mucho tiempo más, puesto que más pronto que tarde, Hades finalmente llegó hasta ella.Cuando el rey ingresó al balcón, ambos se miraron mutuamente durante algunos instantes. Si
El bosque estaba oscuro, sin embargo la luna brillaba con ferocidad en el cielo, iluminando su camino sin mayor dificultad.Lyra había salido del castillo luego de su plática con Hades, cuando finalmente comprendió que era lo que existía en su corazón… una emoción, un sentimiento que ella misma había estado ocultándose, negándose, por miedo. Miedo a sentirse una traidora. Pero ahora las cosas eran diferentes, todo el mundo había cambiado, incluso ella misma había cambiado.Aunque le dolía admitirlo, su romance con Hades estaba condenado a morir. Fuego y hielo, opuestos perfectos que se habían atraído el uno al otro.Como magnetos, ambos habían encontrado un equilibrio en su equilibrio. Pero ahora ella ya no era mortal. Lyra había cambiado en su totalidad, toda su existencia se había rehecho y aquel delicado equilibro que los mantenía unidos se había desvanecido.Ahora, Lyra contemplaba el mundo a través de otra mirada, otra visión, una que le daba la seguridad de seguir por el cami