Hades observó a Rhaegal con el ceño fruncido, intentando comprender lo que había ocurrido. Ambos se encontraban solos, en uno de los balcones del castillo, lejos de cualquier oído espía que quisiera entrometerse entre ellos.—¿Dices que Lyra sigue siendo tu compañera?—preguntó el rey intentando asimilar todo—... pero eso es imposible, yo puedo sentirla a través de nuestro vínculo.El hijo de la luna pasó una mano por su cabello oscuro, mientras liberaba un profundo suspiro. Con pasos pesados y algo cansados, él se aproximó a la baranda del balcón, y observó durante algunos segundos las inmensidades de aquel hermoso castillo.—La sientes, porque el vínculo que los une es igual al que me unía a ella… tienen un vínculo de sangre de por medio—soltó Rhaegal con tono cansado.Hades camino, hasta ponerse junto a él. Durante algunos instantes ambos hermanos permanecieron en silencio, mirando el castillo, su castillo. Un reino que les pertenecía a ambos por igual.—Felicitaciones, debes de est
Cuando Lyra Sardinton volvió a abrir los ojos, la sed desmedida se había sometido al letargo temporal, permitiéndole experimentar otras cosas. Todo era percibido de distinta manera, los colores y aromas se habían intensificado, tanto así que incluso llegaban a lastimarla.Sintiendo como las sábanas de seda blanca acariciaban su piel por última vez, Lyra las apartó de ella, mientras salía de la cama.No tenía un rumbo muy claro en mente, solo sabía con certeza que deseaba irse de allí, a otro lugar, otro sitio. Con Hades o Rhaegal, con cualquiera de los dos. Ella necesitaba respuestas con urgencia. Respuestas a preguntas que le habían sido negadas hace tiempo atrás.La chica de cabello dorado como el sol estaba a punto de llegar a la puerta del cuarto, cuando alguien tocó al otro lado. Un par de segundos más tarde y el teniente Peter ingresaba campante a la habitación.—Despertaste—dijo el chico de tierna mirada verde como esmeralda, forzando una sonrisa en sus labios mientras cerraba
—¿Ahora usas corona?—escupió Lyra varios minutos más tarde, con los brazos colgando fuera del balcón, frustrada ante la falta de respuesta de Rhaegal.El hijo de la luna hizo el ademán de esbozar una media sonrisa, mientras miraba de reojo a la chica de hermosa melena dorada.—No te preocupes, él aún conserva la suya… si es lo que tanto te preocupa—bufo Rhaegal, mientras estiraba los brazos por encima de su cabeza.—No me importa—gruñó Lyra. Sin embargo le resultaba casi imposible ocultar la paz y tranquilidad de saber que Hades seguía siendo rey.Pero… ¿Qué había ocurrido durante esos días en que el sueño la había transportado muy lejos de aquel mundo?>—Dijiste que querías hablar… ¿Lo vas a hacer?—sus palabras tan filosas y agudas como dagas de acero crudo.Una mueca ladeada se dibujó en los labios del hijo de la luna, mientras se volvía completamente hacia Lyra para confrontarla. Durante algunos instantes la respiración de ella se congeló igual que el agua de los lagos en pleno inv
Las palabras de Rhaegal flotaron en el aire hasta deslizarse dentro de la mente de Lyra. Por algunos instantes ella se quedó paralizada, estática, como si no hubiera sido capaz de comprender lo que aquello significaba realmente.—No fue por pura coincidencia que me encontrara esa noche en el bosque… en realidad te estaba rastreando—comenzó a decir él, intentando mantener su tono de voz monótona—. Veras, tenía una aliada dentro del castillo… una mujer dispuesta a hacer cualquier cosa para deshacerse de la humana que amenazaba con arrebatarle el puesto en la corte.—No—fue lo único que dijo Lyra con cierto dolor, mirando de lleno al hijo de la luna.Una emoción extraña atravesó las facciones de Rhaegal de manera fugaz, antes de que este volviera a reunir el valor suficiente para continuar con su relato.—Edith te detestaba, pero era inteligente… ella sabía muy bien que no podía atacarte sin arriesgarse a morir—continuó él, intentando mantener sus emociones a raya—. Es entonces cuando re
La noche comenzaba a cubrir el mundo con su manto estrellado, salpicando la cúpula azul de pequeños diamantes que resplandecían con la fuerza del mismísimo dios del fuego.Lyra llevaba allí horas, sentada en el suelo, contemplando el reino ante ella. Un reino al que ahora pertenecía.Había visto a Rhaegal marcharse, salir del castillo hacía unas cuantas horas atrás. Sin embargo, no había hecho absolutamente nada para detenerlo.Miles de ideas navegaban el turbulento mar de su mente, sometiéndose a las tempestades e imponiéndose. Su corazón se encontraba exactamente igual, incapaz de saber que decisión tomar. Ella estaba varada, sin saber qué hacer con exactitud.Por eso, ella se había quedado en el balcón, lejos de la corte de pesadillas y de cualquier posible distracción.Aun así, ella no estaría sola durante mucho tiempo más, puesto que más pronto que tarde, Hades finalmente llegó hasta ella.Cuando el rey ingresó al balcón, ambos se miraron mutuamente durante algunos instantes. Si
El bosque estaba oscuro, sin embargo la luna brillaba con ferocidad en el cielo, iluminando su camino sin mayor dificultad.Lyra había salido del castillo luego de su plática con Hades, cuando finalmente comprendió que era lo que existía en su corazón… una emoción, un sentimiento que ella misma había estado ocultándose, negándose, por miedo. Miedo a sentirse una traidora. Pero ahora las cosas eran diferentes, todo el mundo había cambiado, incluso ella misma había cambiado.Aunque le dolía admitirlo, su romance con Hades estaba condenado a morir. Fuego y hielo, opuestos perfectos que se habían atraído el uno al otro.Como magnetos, ambos habían encontrado un equilibrio en su equilibrio. Pero ahora ella ya no era mortal. Lyra había cambiado en su totalidad, toda su existencia se había rehecho y aquel delicado equilibro que los mantenía unidos se había desvanecido.Ahora, Lyra contemplaba el mundo a través de otra mirada, otra visión, una que le daba la seguridad de seguir por el cami
♥ Una esposa para Hades, proximamente en físico ♥Ella corría, desesperada, con su palpitante corazón frenético en medio de su pecho, amenazandola con salir a toda prisa de su lugar en el próximo paso que diera. Pero no lo hizo, por lo que ella siguió corriendo entre los frondosos árboles del bosque, sintiendo los pulmones ardiendo por el aire que ingresaba en estos de forma abrupta.Llevaba varios minutos corriendo, minutos que para ella eran eternos, sin embargo no lograba escapar de ellos, de él.El sonido de las voces crecía más y más, conforme sus fuerzas flaqueaban, rindiéndose al agotamiento que ponía a temblar sus débiles piernas producto de la escasa alimentación que llegaba a la mesa de su casa.Aunque su corazón doliera ante la verdad, ella sabía que no aguantaría mucho tiempo más corriendo, no con sus escasas fuerzas y su calzado hecho añicos por el trabajo forzado al que estaba expuesta día tras día.Era inútil correr, él tenía dominio
Forcejeando y luchando para soltarse del agarre de sus captores, ella fue llevada por el bosque, en momentos a la fuerza y otros aceptaba caminar, sobre todo cuando los brutales empujes del capitán y sus hombres se volvían demasiado bruscos.—¿Cuánto falta?—escupió ella con los dientes apretados, evitando hacer contacto visual con el hombre.—¿Preguntas porque estás ansiosa de conocerlo o porque quieres saber cuánto tiempo aún te queda para escapar?—ronroneo el hombre con arrogancia.—Pregunto porque se me da la jodida gana, perro faldero—siseo ella con sus azules ojos de centro dorado inyectados de rabia y veneno.El capitán la observó, su rostro volviéndose aún más rojizo debido a la rabia que luchaba por contener dentro suyo.La correa de autocontrol que aún extendía sobre sí mismo volviéndose débil, casi inexistente.—Tienes valor, mujer—ronroneo el hombre sin dejar de caminar—. Solo espero que esté te abandone antes de entrar al castillo, de lo contrario no duraras mucho.—¿Inten