♥ Una esposa para Hades, proximamente en físico ♥
Ella corría, desesperada, con su palpitante corazón frenético en medio de su pecho, amenazandola con salir a toda prisa de su lugar en el próximo paso que diera.
Pero no lo hizo, por lo que ella siguió corriendo entre los frondosos árboles del bosque, sintiendo los pulmones ardiendo por el aire que ingresaba en estos de forma abrupta.
Llevaba varios minutos corriendo, minutos que para ella eran eternos, sin embargo no lograba escapar de ellos, de él.
El sonido de las voces crecía más y más, conforme sus fuerzas flaqueaban, rindiéndose al agotamiento que ponía a temblar sus débiles piernas producto de la escasa alimentación que llegaba a la mesa de su casa.
Aunque su corazón doliera ante la verdad, ella sabía que no aguantaría mucho tiempo más corriendo, no con sus escasas fuerzas y su calzado hecho añicos por el trabajo forzado al que estaba expuesta día tras día.
Era inútil correr, él tenía dominio total sobre esas tierras, y si lo deseaba podría encontrarla en menos de lo que ella tardaba en pestañear.
Todo su desesperado esfuerzo por escapar de su cruel destino era un famélico intento por aferrarse a su desdichada vida actual, una que finalizó en el preciso instante en que los guardias reales tocaron la puerta de su casa.
Con el corazón desbocado, haciendo su último esfuerzo por seguir dando batalla y mantener su cuerpo en movimiento, la hermosa chica de cabello dorado demasiado sucio, cayó de rodillas sobre la fría y húmeda tierra, sin importarle en lo más mínimo el feroz dolor del impacto sobre sus raquíticos huesos.
De estar mejor alimentada habría podido seguir corriendo durante mucho más tiempo, incluso escapar de ellos; pero no era así, el alimento en su casa era escaso, al igual que en el resto de la aldea, sin embargo en su casa parecía faltar más, esto debido a su numerosa familia compuesta por ambos padres y sus cuatro hermanos.
De rodillas, en el interior del hermoso y majestuoso bosque, apartada de todos, ella se permitió llorar, mientras en su mente se dibujaba por última vez el rostro de sus seres amados.
Sus padres, sus pequeños hermanos y… él.
El hermoso y atractivo chico que solía acompañarla a recoger frutas silvestre mientras él jugaba a cazar presas o talar árboles para obtener leña.
Eran excusas, ambos lo sabían con claridad, sin embargo ambos disfrutaban decirlas y buscarlas, con el único fin de permanecer juntos unos minutos más.
Pero todo eso formaría parte del pasado, de su pasado, de un vago recuerdo olvidado en el confín del tiempo.
Conforme los años pasarán él se olvidaría de ella y su rostro se desdibujaron de su mente, al igual que el grato recuerdo de su sonrisa contagiosa.
Los pasos, veloces y pesados se aproximaron hasta el lugar donde ella se hallaba, y sin apartar sus ojos llorosos del inmenso bosque, sintió como los soldados reales se acercaban a ella con grandes zancadas.
—Por órdenes del rey Hades, debe acompañarnos—dijo uno de los hombres, de voz gruesa y autoritaria, llegando a su lado para tomarla de un brazo e incorporarla.
—¿Puedes decirle al rey que se meta sus órdenes en el trasero?—siseo ella con las lágrimas desbordando sus preciosos ojos azules con un iris dorado en el centro.
Rabia, irá y desesperación, todo mezclado en un perfecto ciclón de emociones, producido por el repentino arrebatamiento de su vida, su futuro. Incluso su pasado le sería arrancado de sí.
—¡Esa no es forma de referirte a tu rey!—escupió el hombre, el cual aparentaba ser el capitán por la reluciente banda dorada que envolvía su traje. Sin embargo todo intento por observar al hombre fue sometido, tras la bofetada que este le propició en la mejilla derecha—. Tienes suerte de ser una de las elegidas para formar parte de las candidatas… aunque viéndote de cerca es evidente que no te escogerá.
Los demás hombres comenzaron a reírse, burlándose de ella, mientras sujetaban sus robustos vientres en un intento por contenerlas.
La preciosa chica de cabello dorado y mirada azul no sabía que era peor, la humillación de la burla de aquellos asquerosos cerdos o el picor de la bofetada que aún ardía en su mejilla.
—Bueno, cariño, podemos hacer esto por las buenas o por las malas… tu escoges—ronroneo el hombre con una sonrisa arrogante en sus labios.
Ella podía ser inmensamente pobre, pero no era ninguna estúpida, sabía que su tiempo de correr e intentar escapar había concluido con sus últimas y escasas fuerzas que aún conservaba; los hombres a su alrededor la superaban en fuerza, tamaño y velocidad, sin mencionar que la última comida que ellos habían probado aún se conservaba en sus estómagos.
Si ella optaba por escapar, y hacer aquello por las malas, traía las de perder.
—Está bien, haré lo que piden los perros del rey—siseo ella con su lengua de plata.
Aquello no sentó para nada bien al hombre, que borró de su rostro aquella arrogantemente espantosa sonrisa, mientras se aproximaba a ella un paso más, permitiendo que su aliento impregnara sus fosas nasales.
—Ríe e intenta burlarte de nosotros ahora, pero cuando lo conozcas y entiendas que todas las palabrerías que rumoran son reales, nosotros nos reiremos—ronroneo el hombre, deslizando un mechón de cabello de ella detrás de su oreja, mientras exponía una sonrisa asquerosa en sus labios.
Para su suerte, ella no tembló ni se volvió a echar a llorar; aún estaba muy enojada como para temerle a las palabras que él había dicho.
Sin embargo pronto lo conocería, y su final comenzaría.
Forcejeando y luchando para soltarse del agarre de sus captores, ella fue llevada por el bosque, en momentos a la fuerza y otros aceptaba caminar, sobre todo cuando los brutales empujes del capitán y sus hombres se volvían demasiado bruscos.—¿Cuánto falta?—escupió ella con los dientes apretados, evitando hacer contacto visual con el hombre.—¿Preguntas porque estás ansiosa de conocerlo o porque quieres saber cuánto tiempo aún te queda para escapar?—ronroneo el hombre con arrogancia.—Pregunto porque se me da la jodida gana, perro faldero—siseo ella con sus azules ojos de centro dorado inyectados de rabia y veneno.El capitán la observó, su rostro volviéndose aún más rojizo debido a la rabia que luchaba por contener dentro suyo.La correa de autocontrol que aún extendía sobre sí mismo volviéndose débil, casi inexistente.—Tienes valor, mujer—ronroneo el hombre sin dejar de caminar—. Solo espero que esté te abandone antes de entrar al castillo, de lo contrario no duraras mucho.—¿Inten
Cuando el hermoso y sensual teniente Peter extendió su mano derecha hacia ella, ofreciéndole ayuda para montar el caballo, Lyra retrocedió una paso por instinto.Esto hizo que las oscuras cejas del chico de mirada esmeralda se alzarán en un gesto de sorpresa.—¿Le temes a los caballos?—preguntó el teniente con amabilidad, mientras el grupo de hombres se aproximaban aún más, cerrando el paso de ella, como si temiesen que pudiera intentar escapar.—No, no me dan miedo—respondió ella manteniendo su mirada azul fija en él—, ¿Pero porque debo ir contigo y no con ellos?Aquella respuesta sorprendió aún más al grupo de hombres que la rodeaban, incluso al propio teniente, quienes permanecieron callados durante unos segundos antes de responder.Para cualquier mente lógica, si un hombre apuesto te ofrece montar con él en su hermoso caballo, en lugar de caminar varios kilómetros con las fuerzas escaseando cada vez más, cualquiera aceptaría de inmediato… pero no Lyra.Aún montado sobre su hermoso
Lyra cabalgó durante varias horas, envuelta entre los fuertes y cálidos brazos del teniente Peter, durante todo el trayecto luchó contra el agotador cansancio que parecía poner pesas de plomo sobre sus párpados conforme los minutos avanzaban.Sin embargo, cuando finalmente recostó levemente su cabeza contra el amplio y sabe pecho del hombre, el sueño la reclamó casi al instante, envolviendola entre sus tranquilas brumas de humo que rápidamente cerraron sus ojos volviendo el mundo de oscuridad.Pero muy en contra de las pesadillas que deberían haber abordado su mente tras los hechos ocurridos durante ese día, fue una calma serena en compañía de un vasto mar lo que inundó su imaginación.La playa de cálida arena blanquecina estaba vacía, sin embargo en esa soledad no se sentía tan sola como uno podría imaginarse, de alguna manera y con la llegada de una ola que rompía contra la costa, el inconfundible aroma dulzón del jazmín llegaba hasta ella, colmando su alma de una extraña sensación
Aterrada.Esa palabra podía describir a la perfección el estado en el que se encontraba Lyra; con cada una de las fibras musculares de su cuerpo entumecidas y el corazón latiendo tan fuerte en el centro de su pecho, que parecía el incesante golpe de un martillo.Nunca había visto una quimera, su pequeña y aislada aldea estaba lo suficientemente apartada del bosque como para no toparse con ningún tipo de criatura desagradable como la que ahora se aproximaba a ellos a gran velocidad.Sin embargo, ella solía escuchar las historias de su padre alrededor del fuego, historias que él solía decir mientras comían para engañar los hambrientos estómagos de sus hijos y llenarlos con palabras y un poco de comida.Aún así, la mente de Lyra no dejaba de viajar una y otra vez a esas historias que su padre una vez le contó, con la luz de una hoguera iluminando su rostro: "Veloces, letales y muy peligrosas. Capaces de devorar hombres en el tiempo que uno demora en parpadear"La hermosa chica de cabello
Igual que la quimera, el cuerpo del hermoso teniente Peter cayó rígido, igual que una piedra.Sin embargo, a diferencia de aquella vil bestia, el corazón del hermoso hombre aún latía, mientras que su pecho se hinchaba y desinchaba regularmente gracias al oxígeno que los llenaba.Lyra se quedó quieta, estática en su lugar, con la mirada clavada en el desvanecido teniente de mirada esmeralda.Se había desmayado, pronto el veneno comenzaría a destrozar todos y cada uno de sus órganos vitales arrebatándole la vida lenta y tortuosamente.Tragando duro y mordisqueando su labio inferior con nerviosismo, la hermosa chica de mirada azul con iris dorado pensar y repenso una y otra vez qué decisión tomar.Por un lado estaba su tan ansiada libertad, con solo susurrarle una palabra al oído de aquel hermoso animal, ella podría llegar al confín del mundo si lo deseaba, comenzando una nueva vida desde cero.Sin embargo, si decidía tomar aquella decisión, la muerte del teniente Peter mancharia sus man
Del tamaño de la palma de una mano, la pequeña personita de cuerpo blanco y algo luminoso, flotaba a unos pasos de ella, con sus enormes y redondos ojos almendrados fijos en ella.—¿Cómo sabes mi nombre?—respondió la chica de cabello color oro con notable terror.El espectro blanquecino ladeó un poco la cabeza, como si intentase observar algo más allá de lo que sus propios ojos le permitían ver.—Tus lágrimas, ellas me dijeron quien eres, Lyra—respondio el hermoso ser con vos colmada de paz, una que lograba tranquilizar los huesos de la hermosa chica—. Se a que viniste aquí, y te puedo ayudar, la flor que buscas está hacia allá.El extraño y precioso ser levanto una pequeña mano, señalando con la punta de su dedo el lugar mencionado.Durante varios segundos, la hermosa chica de cabello color oro dudo si era correcto hacer caso de las indicaciones de un extraño ser que acababa de conocer.Sin embargo dudaba de tener otra opción, aparte de que si la hubiera querido atacar ya lo habría h
La cabeza de la hermosa mujer de mirada azul con iris dorado daba vueltas, todas las sensaciones habían tomado control de su cuerpo, de sus músculos y huesos, de cada una de sus terminales nerviosas, generándole un gratificante cosquilleo electrizante sobre la superficie de su piel.Estaba jadeando, con la cabeza hechada hacia atrás y los ojos bien apretados, cuando Peter, en una muestra de poder y autocontrol, se apartó de forma abrupta de ella, volviendo a arrancar un gemido de sus labios.Al instante, sintiendo que el calor abandonaba su cuerpo, en conjunto con el festín lujurioso de emociones, Lyra se acurrucó contra el cuerpo del teniente, volviéndose un ovillo de lana sobre si misma.Cómo acto reflejo, el la acobijo entre sus fuertes brazos, rodeándola e impregnando su menudo cuerpo de calor con aquel inconfundible aroma a jazmín.—Lo lamento, no debí hacerlo—susurro Peter con su voz áspera y algo agitada— ¿Te lastimé?—¿Si me lastimaste?—pregunto ella incrédula apartandose leve
El cielo, pintado de un azul oscuro, tan profundo como las inmensidades del océano, se había salpicado por un sinfín de estrellas, las cuales coronaban en su trono más alto una luna llena que iluminaba todo el bosque con su pálida luz blanca.La hermosa chica de mirada azul con iris dorado observaba fascinada cada pedacito de aquella hermosa y perfecta cúpula de cristal que cubría su cabeza.Rara vez podía salir de noche de su casa, sobre todo con los problemas de hambruna y hurtos que azotaban su pequeña aldea.Tanto sus padres como sus hermanos, optaban por quedarse dentro de su humilde refugio, a la espera de que el nuevo día llegará, desplazando las sombras de la noche con su penetrante luz.Lyra no recordaba la última vez que había podido alzar su mentón al cielo para devorar con admiración aquella hermosa pintura, por lo que en esa ocasión, se tomó un increíblemente largo tiempo para ver aquello de lo que se había estado perdiendo.Al principio intento contar las estrellas, una