Capítulo 4:

Lyra cabalgó durante varias horas, envuelta entre los fuertes y cálidos brazos del teniente Peter, durante todo el trayecto luchó contra el agotador cansancio que parecía poner pesas de plomo sobre sus párpados conforme los minutos avanzaban.

Sin embargo, cuando finalmente recostó levemente su cabeza contra el amplio y sabe pecho del hombre, el sueño la reclamó casi al instante, envolviendola entre sus tranquilas brumas de humo que rápidamente cerraron sus ojos volviendo el mundo de oscuridad.

Pero muy en contra de las pesadillas que deberían haber abordado su mente tras los hechos ocurridos durante ese día, fue una calma serena en compañía de un vasto mar lo que inundó su imaginación.

La playa de cálida arena blanquecina estaba vacía, sin embargo en esa soledad no se sentía tan sola como uno podría imaginarse, de alguna manera y con la llegada de una ola que rompía contra la costa, el inconfundible aroma dulzón del jazmín llegaba hasta ella, colmando su alma de una extraña sensación que jamás había sentido.

Seguridad.

Allí, sola, en compañía de aquella fantasmal brisa con aroma a jazmín, Lyra se sentía en completa calma, paz y tranquilidad, segura de que nada malo le ocurriría siempre que el aroma de aquella dulce flor estuviera a su alrededor.

Sin embargo, aquello no era más que un sueño, una fantasía onírica a la que intentaba aferrarse con desesperación, luchando con todo su ser para que fuera real.

Pero no lo era.

De forma abrupta y repentina, sin lograr espabilar por completo su mente de aquel magnífico sueño, los azules ojos de Lyra se abrieron, revelando un mundo en dónde para nada estaba segura, y el aroma a jazmín la había abandonado, llevándose consigo la paz y tranquilidad.

La hermosa chica de cabello color oro se restregó sus ojos, ayudando a sus pupilas a adaptarse a la luz del sol.

Su primer instinto fue intentar moverse lo menos posible para evitar caer del caballo; sin embargo rápidamente notó que no se encontraba sobre el animal.

Recostada contra las enormes raíces de un Álamo plateado y con su cuerpo cubierto por una enorme capa de color azul oscuro, Lyra comenzó a recordar lentamente lo que había ocurrido.

Su último recuerdo fue el de recostarse contra el pecho de Peter y cerrar sus ojos.

Ante aquel pensamiento, sus afiladas mejillas se sonrojaron, mientras comenzaba a incorporarse lentamente de su lugar entre la tierra y las raíces.

Si bien, aquel no era el lugar más cómodo del mundo para dormir, ella había descansado en lugares mucho peores que ese.

De pie junto al Álamo de plateadas hojas, la hermosa chica de cabello color oro notó que el hermoso caballo blanco se encontraba amarrado a una rama a varios metros de ella, refugiado en la sombra de las copas de los árboles que rodeaban el valle de verde césped.

Con pasos ligeros como el aire, Lyra se aproximó al majestuoso animal, para hacer lo que había deseado desde que observó aquel brillante pelaje bien cuidado.

Suavemente, con la misma delicadeza que una gota de rocío besa los pétalos de una flor, la hermosa chica deslizó su mano por el lomo del caballo.

—Hola precioso ¿Cómo te llamas?—susurro ella al caballo, obsequiandole una sonrisa.

—Tristan—respondió una profunda voz masculina a sus espaldas.

Al oírla, dió un respingo, apartándose del animal y dando un paso más lejos del lugar, mientras volteaba rápidamente en aquella dirección.

Peter se encontraba de pie a sus espaldas, sujetaba entre sus brazos una pequeña pila de ramas mientras que su cabeza se encontraba algo ladeada con una encantadora sonrisa en sus labios.

Cuando Lyra comprendió que era la voz del teniente la que había provocado aquel ataque de miedo, relajo su cuerpo, mientras su corazón comenzaba a retomar su ritmo habitual con lentitud.

—¿Tristán?—preguntó ella algo extrañada. Cuando el teniente de mirada esmeralda respondió con una afirmación de cabeza, ella continuó— Es un pésimo nombre para un caballo tan hermoso.

La hermosa chica de cabello color oro se dió media vuelta para observar nuevamente al animal con notable admiración, ignorando el dificultado esfuerzo que debía hacer el atractivo teniente para llevar la leña hasta el lugar deseado.

—Según la señorita lengua de plata ¿Cuál es un nombre apropiado para este caballo?—ronroneó Peter una vez que logró dejar el montón de leña en un lugar cerca de las raíces dónde Lyra había dormido.

Al instante, él tomó unos trozos de madera y hojas secas que extrajo de uno de sus bolsillos y comenzó a intentar prender fuego. Pero era muy malo en eso.

—Siendo honesta, no estoy segura, pero Tristán no es un nombre adecuado—respondió ella, aproximándose al teniente y tomando un poco de las hojas secas.

Con ayuda de una pequeña ramita, la hermosa chica de cabello color oro encendió el fuego en la mitad del tiempo que el teniente demoró en seleccionar las ramas que utilizaría.

—¿Cómo lo hiciste tan rápido?—preguntó el chico de mirada esmeralda observando a Lyra con notable admiración en sus facciones.

—¿Porque me dejaste sola con el caballo?...¿Acaso era una especie de prueba o no te diste cuenta que podía escapar?—respondió de forma veloz ella, evitando la pregunta hecha por el teniente.

No sé encontraba de humor para explicarle que desde que tenía seis años había aprendido a encender fuego, cazar e incluso hacer ropa con la piel de los animales que ella misma asesinaba, todo por ganar la desesperada carrera que era el intentar sobrevivir en una familia donde era la única mujer y, según muchos, una desgracia para ellos.

Sin embargo, al parecer, Peter no notó el descarado intento por desviar el sentido de la conversación, por lo que respondió a la pregunta de ella sin rodeos.

—Tristan es mi más fiel compañero, confío más en el que en la mayoría de mis hombros, por no decir todos—comenzó a decir él tomando asiento en una raíz algo torcida, sin apartar su profunda mirada del rostro de ella—. Lo tengo desde que era muy pequeño, yo mismo lo crié y entrené, es por eso que si tú intentabas escapar con él, no habrías tenido mucha suerte, dudo que tan siquiera te dejara montarlo.

—Podría haber escapado a pie—ronroneo ella, sintiéndose incapaz de dejarle vencer aquella discusión.

Sin embargo, el rostro del teniente estaba muy lejos de aparentar cansancio, enojo o frustración, puesto que sus brillantes ojos destellan de buen humor, al igual que su rostro se colmaba de jovialidad.

—Claro que sí, pero luego de ver lo cansada que estabas, dudo que lograras llegar muy lejos—respondió él con una sonrisa arrogante tirando de sus comisuras—. ¿Sabes que babeas al dormir? Ensuciaste todo mi uniforme.

—Pobre de tí y tu esposa, quien de seguro deberá lavar tu uniforme a la vez que tus calzones y soportar tu compañía—se burló ella.

La sorpresa invadió el rostro de Peter, mientras que una de sus oscuras cejas se elevaba en lo alto de su frente.

—¿Esposa?—dijo él antes de reír a carcajadas, solo cuando su estómago dolió de tanto reír él se detuvo y continuó hablando—. No estoy casado, soy muy joven para eso… bueno en realidad no soy tan joven gracias a mi linaje, pero aún así no tengo planeado casarme, menos hacer que una dama deba soportar mi compañía.

Lyra mordisqueó su labio inferior algo nerviosa ante el atrevimiento de las palabras que estaba por decir, sin embargo no podía guardarlas y contenerlas en su interior.

—Muy considerado de tu parte, teniente—comenzó a decir ella antes de reunir el valor suficiente para continuar hablando—. Tus padres…¿quién de ellos era humano y quién un sangre pura?

Aquella pregunta sorprendió realmente al atractivo chico frente a ella, quien deslizó rápidamente su mirada color esmeralda hacia otro punto del paisaje, encontrando demasiado interesante un aburrido hongo gris que crecía de manera perezosa junto al tronco de un árbol.

—Mi madre era una sangre pura y mi padre humano—soltó Peter luego de que el silencio que cayó sobre ellos se volvió casi tan insoportable como caminar sobre brasas ardientes.

—¿Era?—susurró Lyra, tomando asiento frente a la pequeña hoguera que había encendido, mientras soplaba suavemente para avivar las llamas.

Finalmente, los brillantes ojos color esmeralda del teniente se posaron sobre ella, mientras una profunda tristeza los inundaban.

—Era, tiempo pasado… ellos murieron hace mucho tiempo atrás, asesinados por su relación entre razas—explicó él con una media sonrisa ladeada.

La hermosa chica de mirada azul con iris dorado observó a Peter durante largos segundos que parecieron eternos.

Lentamente, los recuerdos de las historias que su padre solía contar, sobre los asesinatos masivos de humanos y sangres puras que decidían tener relaciones románticas con seres de otras razas, comenzaron a inundar su mente.

Aquello formaba parte del pasado, de la historia de aquel reino, un pasado manchado de sangre hacía quinientos años atrás.

Sin embargo, en la actualidad aquel pensamiento retrógrado había sido casi eliminado, cuando descubrieron que los hijos nacidos entre humanos y sangres puras solían ser más fuertes que los de una sola raza.

Era por ese motivo, también, por el que ella estaba allí.

Si tenía buena suerte moriría, si el destino no la favorecía, ella debería casarse con un cruel y despiadado rey sangre pura, y engendrar cuántos hijos le fuera posible.

Un escalofrío recorrió su columna vertebral, arrancándola de aquel aterrador ensueño en el que se había sumido.

—¿Es muy difícil? Ser alguien como tú me refiero—susurro Lyra, jugueteando con una rama en el fuego.

Peter la observó durante varios segundos, mientras sus pensamientos analizaban los pros y contras de su linaje.

—Si te refieres a las habilidades sangre pura, no, es muy simple controlarme gracias a mi humanidad—comenzó a decir él—, pero si te refieres a la pertenencia de un lugar ya es otra historia.

Lyra aguardo con paciencia, a la espera de que él continuará su explicación, y así lo hizo.

»—No pertenezco a los humanos ni a los sangre pura. Los humanos me temen por mi linaje materno—continuó diciendo él, abriendo la boca para señalar sus caninos afilados—, y los sangre pura me consideran inferior por no ser completamente como ellos… al parecer, la falta de orejas picudas los afecta mucho.

Algo de humor, al menos eso parecía envolver la última oración. Lyra respiró aliviada mientras le obsequiaba una media sonrisa algo forzada.

»—Tu fuiste la primera persona que me vio, no con temor o desdén, si no como una persona normal—explicó el con un brillo extraño iluminando sus ojos.

—Orejas picudas o no, dientes afilados, para mí una persona es una persona y ya—respondió la hermosa chica de cabello color oro elevando sus hombros.

El teniente de hermoso rostro la observó durante unos segundos, antes de ladear su cabeza y volver a hablar:

—¿Alguna vez conociste un sangre pura?—pregunto él sin apartar la mirada de ella.

—No—dijo ella sin rodeos con completa honestidad.

Peter sonrió, mientras negaba con la cabeza algo triste y pasaba una mano por su cabello negro como la noche.

—Bueno, Lyra, cuando conozcas a los monstruos que habitan este reino, quiero saber si seguirás pensando lo mismo que en este momento—ronroneo el hechando la cabeza hacia atrás para observar la aparición de las primeras estrellas en el firmamento.

La hermosa chica de mirada azul con iris dorado estuvo a punto de abrir la boca e insultarlo, o como mínimo defender sus creencias.

Sin embargo, un rugido aterrador irrumpió el vasto silencio que reinaba en el bosque, logrando erizar el vello del cuerpo de Lyra.

—¿Qué fue eso?—susurró ella con creciente terror, mientras observaba al teniente ponerse de pie y desenfundar una larga espada muy afilada.

Lyra tragó duro, mientras sentía como cada uno de los huesos de su cuerpo comenzaban a temblar.

—Es una quimera—murmuro él en un tono casi inaudible, mientras agudizaba su oído. Un instante después, sus ojos se ensancharon mientras observaba a la chica de cabello dorado—. ¡Corre hacia Tristán!

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