La noche comenzaba a cubrir el mundo con su manto estrellado, salpicando la cúpula azul de pequeños diamantes que resplandecían con la fuerza del mismísimo dios del fuego.Lyra llevaba allí horas, sentada en el suelo, contemplando el reino ante ella. Un reino al que ahora pertenecía.Había visto a Rhaegal marcharse, salir del castillo hacía unas cuantas horas atrás. Sin embargo, no había hecho absolutamente nada para detenerlo.Miles de ideas navegaban el turbulento mar de su mente, sometiéndose a las tempestades e imponiéndose. Su corazón se encontraba exactamente igual, incapaz de saber que decisión tomar. Ella estaba varada, sin saber qué hacer con exactitud.Por eso, ella se había quedado en el balcón, lejos de la corte de pesadillas y de cualquier posible distracción.Aun así, ella no estaría sola durante mucho tiempo más, puesto que más pronto que tarde, Hades finalmente llegó hasta ella.Cuando el rey ingresó al balcón, ambos se miraron mutuamente durante algunos instantes. Si
El bosque estaba oscuro, sin embargo la luna brillaba con ferocidad en el cielo, iluminando su camino sin mayor dificultad.Lyra había salido del castillo luego de su plática con Hades, cuando finalmente comprendió que era lo que existía en su corazón… una emoción, un sentimiento que ella misma había estado ocultándose, negándose, por miedo. Miedo a sentirse una traidora. Pero ahora las cosas eran diferentes, todo el mundo había cambiado, incluso ella misma había cambiado.Aunque le dolía admitirlo, su romance con Hades estaba condenado a morir. Fuego y hielo, opuestos perfectos que se habían atraído el uno al otro.Como magnetos, ambos habían encontrado un equilibrio en su equilibrio. Pero ahora ella ya no era mortal. Lyra había cambiado en su totalidad, toda su existencia se había rehecho y aquel delicado equilibro que los mantenía unidos se había desvanecido.Ahora, Lyra contemplaba el mundo a través de otra mirada, otra visión, una que le daba la seguridad de seguir por el cami
♥ Una esposa para Hades, proximamente en físico ♥Ella corría, desesperada, con su palpitante corazón frenético en medio de su pecho, amenazandola con salir a toda prisa de su lugar en el próximo paso que diera. Pero no lo hizo, por lo que ella siguió corriendo entre los frondosos árboles del bosque, sintiendo los pulmones ardiendo por el aire que ingresaba en estos de forma abrupta.Llevaba varios minutos corriendo, minutos que para ella eran eternos, sin embargo no lograba escapar de ellos, de él.El sonido de las voces crecía más y más, conforme sus fuerzas flaqueaban, rindiéndose al agotamiento que ponía a temblar sus débiles piernas producto de la escasa alimentación que llegaba a la mesa de su casa.Aunque su corazón doliera ante la verdad, ella sabía que no aguantaría mucho tiempo más corriendo, no con sus escasas fuerzas y su calzado hecho añicos por el trabajo forzado al que estaba expuesta día tras día.Era inútil correr, él tenía dominio
Forcejeando y luchando para soltarse del agarre de sus captores, ella fue llevada por el bosque, en momentos a la fuerza y otros aceptaba caminar, sobre todo cuando los brutales empujes del capitán y sus hombres se volvían demasiado bruscos.—¿Cuánto falta?—escupió ella con los dientes apretados, evitando hacer contacto visual con el hombre.—¿Preguntas porque estás ansiosa de conocerlo o porque quieres saber cuánto tiempo aún te queda para escapar?—ronroneo el hombre con arrogancia.—Pregunto porque se me da la jodida gana, perro faldero—siseo ella con sus azules ojos de centro dorado inyectados de rabia y veneno.El capitán la observó, su rostro volviéndose aún más rojizo debido a la rabia que luchaba por contener dentro suyo.La correa de autocontrol que aún extendía sobre sí mismo volviéndose débil, casi inexistente.—Tienes valor, mujer—ronroneo el hombre sin dejar de caminar—. Solo espero que esté te abandone antes de entrar al castillo, de lo contrario no duraras mucho.—¿Inten
Cuando el hermoso y sensual teniente Peter extendió su mano derecha hacia ella, ofreciéndole ayuda para montar el caballo, Lyra retrocedió una paso por instinto.Esto hizo que las oscuras cejas del chico de mirada esmeralda se alzarán en un gesto de sorpresa.—¿Le temes a los caballos?—preguntó el teniente con amabilidad, mientras el grupo de hombres se aproximaban aún más, cerrando el paso de ella, como si temiesen que pudiera intentar escapar.—No, no me dan miedo—respondió ella manteniendo su mirada azul fija en él—, ¿Pero porque debo ir contigo y no con ellos?Aquella respuesta sorprendió aún más al grupo de hombres que la rodeaban, incluso al propio teniente, quienes permanecieron callados durante unos segundos antes de responder.Para cualquier mente lógica, si un hombre apuesto te ofrece montar con él en su hermoso caballo, en lugar de caminar varios kilómetros con las fuerzas escaseando cada vez más, cualquiera aceptaría de inmediato… pero no Lyra.Aún montado sobre su hermoso
Lyra cabalgó durante varias horas, envuelta entre los fuertes y cálidos brazos del teniente Peter, durante todo el trayecto luchó contra el agotador cansancio que parecía poner pesas de plomo sobre sus párpados conforme los minutos avanzaban.Sin embargo, cuando finalmente recostó levemente su cabeza contra el amplio y sabe pecho del hombre, el sueño la reclamó casi al instante, envolviendola entre sus tranquilas brumas de humo que rápidamente cerraron sus ojos volviendo el mundo de oscuridad.Pero muy en contra de las pesadillas que deberían haber abordado su mente tras los hechos ocurridos durante ese día, fue una calma serena en compañía de un vasto mar lo que inundó su imaginación.La playa de cálida arena blanquecina estaba vacía, sin embargo en esa soledad no se sentía tan sola como uno podría imaginarse, de alguna manera y con la llegada de una ola que rompía contra la costa, el inconfundible aroma dulzón del jazmín llegaba hasta ella, colmando su alma de una extraña sensación
Aterrada.Esa palabra podía describir a la perfección el estado en el que se encontraba Lyra; con cada una de las fibras musculares de su cuerpo entumecidas y el corazón latiendo tan fuerte en el centro de su pecho, que parecía el incesante golpe de un martillo.Nunca había visto una quimera, su pequeña y aislada aldea estaba lo suficientemente apartada del bosque como para no toparse con ningún tipo de criatura desagradable como la que ahora se aproximaba a ellos a gran velocidad.Sin embargo, ella solía escuchar las historias de su padre alrededor del fuego, historias que él solía decir mientras comían para engañar los hambrientos estómagos de sus hijos y llenarlos con palabras y un poco de comida.Aún así, la mente de Lyra no dejaba de viajar una y otra vez a esas historias que su padre una vez le contó, con la luz de una hoguera iluminando su rostro: "Veloces, letales y muy peligrosas. Capaces de devorar hombres en el tiempo que uno demora en parpadear"La hermosa chica de cabello
Igual que la quimera, el cuerpo del hermoso teniente Peter cayó rígido, igual que una piedra.Sin embargo, a diferencia de aquella vil bestia, el corazón del hermoso hombre aún latía, mientras que su pecho se hinchaba y desinchaba regularmente gracias al oxígeno que los llenaba.Lyra se quedó quieta, estática en su lugar, con la mirada clavada en el desvanecido teniente de mirada esmeralda.Se había desmayado, pronto el veneno comenzaría a destrozar todos y cada uno de sus órganos vitales arrebatándole la vida lenta y tortuosamente.Tragando duro y mordisqueando su labio inferior con nerviosismo, la hermosa chica de mirada azul con iris dorado pensar y repenso una y otra vez qué decisión tomar.Por un lado estaba su tan ansiada libertad, con solo susurrarle una palabra al oído de aquel hermoso animal, ella podría llegar al confín del mundo si lo deseaba, comenzando una nueva vida desde cero.Sin embargo, si decidía tomar aquella decisión, la muerte del teniente Peter mancharia sus man