Capítulo 5:

Aterrada.

Esa palabra podía describir a la perfección el estado en el que se encontraba Lyra; con cada una de las fibras musculares de su cuerpo entumecidas y el corazón latiendo tan fuerte en el centro de su pecho, que parecía el incesante golpe de un martillo.

Nunca había visto una quimera, su pequeña y aislada aldea estaba lo suficientemente apartada del bosque como para no toparse con ningún tipo de criatura desagradable como la que ahora se aproximaba a ellos a gran velocidad.

Sin embargo, ella solía escuchar las historias de su padre alrededor del fuego, historias que él solía decir mientras comían para engañar los hambrientos estómagos de sus hijos y llenarlos con palabras y un poco de comida.

Aún así, la mente de Lyra no dejaba de viajar una y otra vez a esas historias que su padre una vez le contó, con la luz de una hoguera iluminando su rostro: "Veloces, letales y muy peligrosas. Capaces de devorar hombres en el tiempo que uno demora en parpadear"

La hermosa chica de cabello color oro tragó duro, mientras su entumecido cuerpo se quedaba fijo, clavado en su lugar como si la planta de sus pies hubieran echado raíces en el suelo de aquel bosque.

—Lyra, escúchame con atención—susurro la voz de Peter en su oído, mientras ella se preguntaba ¿Cuándo demonios había llegado hasta su lado?—, muévete despacio hacia Tristán y montalo. Si algo me sucede escapa con él susurrando en su oreja "Alazán".

Aquellas palabras, muy lejos de infundir tranquilidad en el cuerpo de la hermosa chica, lleno de terror su mirada color azul.

El sonido de pasos comenzó a escucharlos en el bosque, aproximándose más y más hacia ellos.

Lyra intentó seguir el sonido de los movimientos con su mirada, sin embargo una gentil mano tomó su rostro con firmeza.

—Necesito que me prometas que te irás si caigo en combate—susurro el hermoso chico de rasgos angulares y mirada esmeralda.

Ella lo observó durante varios segundos, analizando cada fracción de su rostro, en busca de la más mínima señal de temor o nervios, pero solo encontró preocupación, no por su posible muerte, si no por ella.

Fue entonces cuando Lyra asintió suavemente con su cabeza, arrancando así un suspiro de alivio de los labios del teniente.

—Ve ahora hasta Tristán y montalo—susurro él liberando el gentil agarre de su rostro y deslizando la mano en uno de sus costados para extenderle una daga—. Toma, ¿Sabes cómo usarla?

Si, ella había aprendido a utilizar dagas, cuchillos, arcos y muchas cosas más en su desesperada carrera por sobrevivir día a día.

Pero no le diría eso a él, entonces simplemente se limitó a asentir con la cabeza en confirmación.

—Genial, es un préstamo, me la devolverás cuando la cabeza de la bestia ruede por el suelo—ronroneó él, mientras indicaba a Lyra con la cabeza que se marchara.

Enmudecida, como si las palabras se hubieran borrado de su memoria, la hermosa chica de cabello color oro y mirada azul con iris dorado, se apartó del teniente, caminando con pasos dubitativos y temerosos hacia Tristán.

Con cada paso que daba, nuevos pensamientos ocupaban su mente, llenando de ideas su cerebro; poco a poco y a medida que avanzaba más, comprendió porque Peter le había dado la daga.

Dudaba que llegara a utilizarla, sin embargo era una forma de infundir tranquilidad en el corazón de la chica, de alguna manera él buscaba consolar el alma aterrada de ella.

Y lo consiguió, puesto que sosteniendo la daga con fuerza en un apretado puño cerrado, ella comenzó a caminar con mayor soltura, mientras los músculos de su cuerpo se volvían más ligeros.

Cuando finalmente logró llegar hasta el animal, hizo lo indicado.

Dando un pequeño y algo torpe salto, ella montó al hermoso caballo de pelaje blanco como la nieve y esperó con paciencia, mientras los segundos se escurría en el reloj del tiempo.

Al cabo de veinte segundos, el rugido de la bestia atravesó el cuerpo de ellos y llenó la mente de Lyra.

Por primera vez podía asegurar que aquello era el sonido más aterrador que jamás hubiera oído.

Sin embargo, un instante después, cuando la enorme bestia de dos cabezas, cuerpo de león, pico de Halcón y cola de serpiente, emergió de las profundas sombras que envolvían los troncos de los árboles unos metros más apartados de ellos, Lyra se quedó paralizado nuevamente, sintiendo que el sudor de las palmas de sus manos se incrementaba, volviendo dificultosa la tarea de sostener la daga.

Con las piernas temblorosas, vio pasar a su lado, veloz como un rato, al teniente mientras esté sostenía en lo alto aquella espada.

La criatura rugió, en un intento por acobardar el valiente corazón del atractivo hombre, pero este no aminoró su paso, y un instante después, hombre y bestia chocaron el uno contra el otro en una batalla de músculos, garras y sangre.

El estómago de la hermosa chica estaba revuelto, como si un nido de serpientes habitará en su interior, el pánico crecía más y más conforme los segundos pasaban, la criatura seguía en pie y Peter lucía más y más agotado, bañado en una fina capa de sudor y sangre.

Las esperanzas habían comenzado a menguar en el pecho de la chica de mirada azul, estaba preparada para susurrar en el oído del animal la palabra "alazán", cuando de la nada y de forma inesperada, el teniente dió una vuelta extraña sobre sí mismo, logrando confundir a la bestia el tiempo suficiente como para atravesar el lado izquierdo de la criatura, hundiendo tan profundamente la espada que llegó al corazón de la bestia.

La quimera lanzó un agonizante grito de dolor antes de desplomarse sobre sus cuatro patas, siendo arrastrada al sueño eterno.

Cansado, agitado y con la respiración acelerada, Peter observó el cuerpo inerte de la bestia durante varios segundos, temeroso de que está se incorporase en cualquier instante.

Pero la quimera no se volvió a poner en pie y sus ojos permanecieron cerrados, ajenos a la sed de sangre que los invadian instantes atrás.

Lentamente, él se volvió hacia Lyra, obsequiandole una sonrisa autosuficiente y llena de gratificación.

Cuando la hermosa chica de cabello color oro notó finalmente el cuerpo de la bestia inerte unos pasos detrás del hermoso teniente de cabello color noche, su corazón se relajó, mientras le devolvía una sonrisa tranquila y amable.

Sin embargo, duró muy poco tiempo en sus labios, esfumándose de forma abrupta cuando vio la profunda herida sobre el lado izquierdo del teniente.

Las afiladas garras del animal habían logrado destrozar la armadura y atravesar la carne, sin embargo para su suerte no lograron llegar al músculo.

Pero para su desgracia, mezclada con la oscura sangre que fluía de la herida, emergía un líquido verde algo viscoso.

Veneno.

Al instante ella recordó la peor parte de la historias que solía contar su padre, aquella criatura portaba un veneno agonizantemente doloroso, el cual causaba la muerte si no lograba contrarrestarse a tiempo.

Al parecer, Peter notó la mirada colmada de pánico y terror que se apoderó de las facciones de Lyra, puesto que dirigió su propia mirada esmeralda al lugar donde la chica estaba observando.

—¡Mierda!—gruñó él en voz alta, apretando los dientes con fuerza cuando observó el profundo corte verdoso sobre sus costillas.

De manera veloz él volvió su mirada hacia ella, con la clara intención de decir algo, de pedirle algo.

Sin embargo, veloz como una estrella fugaz, sus ojos se cerraron en el preciso instante que él daba un paso hacia adelante, hacia ella.

Igual que cae un árbol, el hermoso y sensual teniente se desplomó sobre el frío césped del bosque.

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