¡Esto no es normal!
—¡Ya te dije que me dejes en paz!

¡CRASH!

Un florero que había estado en la mesa junto a Liliana se estrelló en la pared después de que Héctor lo esquivara.

—¡Me importa un carajo lo que quieras! ¡No vas a salir así, como así!

Liliana estaba tan furiosa que apretaba los puños y dientes llena de rabia. Desde ese día, Héctor no se había ido un segundo, y cuando entraba al baño, Herminia se quedaba con ella sin dejarla hacer absolutamente nada.

Ya habían pasado cerca de tres semanas y él no parecía conforme con nada. Según Armando, ya estaban estables ambos, el lazo estaba en perfectas condiciones, tanto, que cualquier rechazo de Liliana era un terrible dolor e incomodidad para ambos por alguna razón.

Héctor poco a poco se dio cuenta de la gran resistencia al dolor que tenía. Su boca se sentía amarga y cada que quería hablar con ella todo se volvía un caos.

Tras pasar lo que le pareció una vida en las sombras y siguiendo masoquistamente el fantasma de una persona que le había causado tan
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