Esa área del hospital como siempre, era el mismo. Era espaciosa, limpia y solitaria. El personal era escaso, pero todo el lugar estaba monitoreado por cámaras de circuito cerrado, con las cámaras y micrófonos la seguridad estaba asegurada.El personal siempre que se encontraba con ella era cortés y ahora respetuoso. No era de extrañar, debido a que, así como eran eficientes para el trabajo, lo eran para hacer circular la información.¿Por qué las personas cambiaban tanto y tan fácil?Ella habría hecho hasta lo imposible por sentarse en ese lugar con orgullo y ahora no lo quería. Esa gente se burlaba de ella como si fuera una simple basura desechable que en cualquier momento podrían pisotear como se les diera la gana.Y ahora... Bueno, no hacía falta decir lo que pasaba.Mientras divagaba, voluntariamente a propósito para no pensar en lo que venía, llegó a la habitación. Se mordió la parte interna de la boca, y tragando al último minuto entró.—Señor, recuerde que debe guardar reposo,
Aaron se giró para ver al hombre en la cama y se disculpó.—Lo siento mucho señor. Son órdenes del señor Héctor, solo cumplo con ellas.No mucho tiempo después, los pasos apresurados y los gritos de Héctor se escucharon a la distancia.—¡¿En dónde está?!—Gire aquí señor, en la habitación 2032.Mientras los pasos acelerados se escuchaban cada vez más cerca, Liliana casi quería llorar. Sin darse cuenta dio dos pasos hacia atrás mientras buscaba a su alrededor un lugar para esconderse. En su desesperación olvidó las esposas por una segundo y corrió hacia el baño, el tirón fue tan fuerte que hasta Aaron frunció el ceño.—Liliana.Héctor que entró rápidamente, la vio y su mirada se ilumino. Aaron estaba por quitar las esposas, pero la expresión horrorizada de Liliana lo sorprendió. Sin darse cuenta, miró hacia Héctor y se le erizo la piel hasta a él.Estaba hecho un completo desastre, su ropa era la que usaba en casa, estaba despeinado y su expresión casi distorsionada lo hacían parecer u
Desafortunadamente uno de los ignorados no era tan tolerante. —¿Qué diablos haces aquí? Interrumpió la voz de Héctor el momentáneo silencio. Oliver hizo una mueca y Liliana trago saliva nerviosa. Recordando lo que había pasado el ultimo día que se encontraron, dio un paso frente a Héctor y le sonrió. —Tengo hambre, hay que ir a casa. Héctor sintió un terrible sabor agrio en la boca, pero asintió y mientras ella tomaba su mano para irse, le dio un último vistazo a Oliver. Este tenía los puños fuertemente apretados y la mandíbula tensa. Sonrió con suficiencia y le dio un leve asentimiento. Mientras Liliana con los ojos fuertemente cerrados, se disculpaba millones de veces con él. Oliver se quedó de pie solo en medio del maravilloso paisaje, el cual había perdido completamente el brillo y color por la ausencia de quien se lo otorgaba. —Regresarás mis brazos... Estoy seguro. Miro hacia donde ella había visto y también noto la belleza del lugar. Tomo nota y se fue en silencio. ****
Una fuerte bofetada sonó en el silencioso pasillo.—¡¿Cómo te atreves?!Gritó Bárbara furiosa. En cuanto se le dio aviso a Armando que Liliana estaba en camino al hospital de nuevo se preocupó, debido a que Armando le había mencionado que debido a que ambos habían estado todo el tiempo juntos, tenían muchas probabilidades de que no tardara en llegar un heredero.Pero en lo que nadie había pensado, era en que Héctor era una auténtica bestia con ella, ¿Habría algo capaz de hacerlo cambiar? ¡Hump! ¡Por supuesto que no!Bárbara por primera vez en todo ese tiempo, se sintió muy culpable por Liliana.—¡No tienes permitido acercarte a ella hasta que se recupere!Había esperado muchas cosas de su hijo, pero nunca nada a esa magnitud. Por lo que al escuchar lo que el médico había dicho y las observaciones de Armando. Si estaba embarazada, estaba dispuesta a cumplir con su palabra y respetar su decisión si quería divorciarse.—¡Madre! ¡Ella es mi esposa!Barbara se masajeó el puente de la nari
Al abrir la puerta de la habitación de Liliana, la fragancia dulce y débil proveniente de ella, emocionó y preocupo a Oliver. Vio como su hermoso rostro se veía aún más pálido que de costumbre y sus mejillas estaban más hundidas.Sin quererlo, sus feromonas comenzaron a dispersarse, haciendo que Liliana abriera los ojos abruptamente y comenzara a soltar arcadas con mucho esfuerzo.Armando palideció y se dio la media vuelta para empujar a Oliver afuera.—Olvídalo, esto fue una mala idea...—No, espera. Lo siento, solo déjame...—No está a discusión, ya tratamos de forzarla mucho estos días...—¿Quién está... Ahí?La débil voz de Liliana se escuchó, haciendo que Armando se quedara rígido en dónde estaba. Había pasado una semana y no había reaccionado salvo para vomitar. Casi quería llorar.Inmediatamente y olvidándose de todo lo demás, se acercó a ella.—¿Cómo se encuentra? ¿Siente dolor?Ella negó y se sentó sobre la cama mientras se sostenía la cabeza. Pero al sentir esa fragancia...
Treinta minutos después, varios hombres llegaron a la oficina de Armando, dejaron las bolsas perfectamente selladas y salieron sin decir nada.Armando miró la torre de mantas y ropa atónito. Se puso de pie y con curiosidad de inclinó para verlas, las sábanas se veían de excelente calidad y las pijamas igual. Un sentimiento agrio de envidia de la buena lo hizo sonreír con impotencia ante esos dos.Un momento después, sacó lo que se necesitaba y envió a una enfermera a llevarle todo. Desde que las feromonas fueron llevadas, Liliana se recuperaba esplendorosamente. Cosa que emocionaba y enorgullecía a Armando de sí mismo.Y, para su sorpresa, debido a su constante exposición (o eso quiso creer), estaba mostrando o desarrollando cierta sensibilidad hacia las personas con casta. Como científico estaba más que emocionado, pero como ser humano, estaba comenzando a desarrollar cierto miedo hacia ello.*******—Señora, le he traído las mantas de hoy, ¿No es su esposo alguien muy atento? Jejeje
El ambiente en los alrededores, bajó unos grados. Liliana que ignoraba todo lo que pasaba a su alrededor, se aferró a Oliver inundándose en su aroma. Él sin perder su cariñosa sonrisa, quería ver su rostro, pero ella se aferró tanto a él, que debió rendirse o la lastimaría.Al instante, sus feromonas se volvieron agresivas y miró a Héctor.—¿Qué le...?Sintió como sus brazos comenzaban a temblar y las retrajo de inmediato. La abrazó con más fuerza y su melodiosa voz se escuchó cargada de mucho cariño.—¿Sucedió algo? ¿Estás bien?Ella que parecía un poco lucida, hablo, aunque su voz fue levemente opacada debido a que estaba firmemente prendida a su pecho.—Tenía miedo.Para Héctor, fue como si el mundo entero le hubiera caído de lleno en el cuerpo. Jadeo sin palabras y no supo que más hacer.Poco tiempo después, Armando llegó corriendo acompañado de uno de sus internos alfa siguiéndolos.—¡Ufff! Se alejaron mucho, ¿En dónde...? Ah.Por un segundo se sorprendió al ver a Oliver, pero al
—¿Qué está pasando?Preguntó Héctor mientras se acercaba. Armando le dio los inhibidores y revisó a Liliana.—No puedo hacer nada aquí, debemos llevarla al hospital. Héctor se acercó a los internos y los inyecto también.Varios curiosos se acercaron a ver el alboroto y Armando se mordió el labio, ninguno de los chicos estaba en condiciones de moverse y las ambulancias eran malditamente lentas. Lo peor era que Liliana parecía tener fiebre, Héctor se estaba moviendo más por instinto que por consciencia y Oliver estaba completamente inconsciente.—Oigan, ustedes.Los tres chicos se miraron entre sí y algo dudosos lo miraron. Rechinó los dientes y molesto volvió a hablar.—¿Quieren ganarse quinientos dólares...?Los chicos inmediatamente se acercaron. Con su ayuda, llegaron al hospital. Después de pagar a regañadientes, ordeno que llevaran a Liliana y Oliver a emergencias.—Señor, su habitación ya está lista. En cuanto tenga noticias lo buscaré...—Me quedaré con ella.Dijo Héctor sin de