—¡Ya te dije que me dejes en paz!¡CRASH!Un florero que había estado en la mesa junto a Liliana se estrelló en la pared después de que Héctor lo esquivara.—¡Me importa un carajo lo que quieras! ¡No vas a salir así, como así!Liliana estaba tan furiosa que apretaba los puños y dientes llena de rabia. Desde ese día, Héctor no se había ido un segundo, y cuando entraba al baño, Herminia se quedaba con ella sin dejarla hacer absolutamente nada.Ya habían pasado cerca de tres semanas y él no parecía conforme con nada. Según Armando, ya estaban estables ambos, el lazo estaba en perfectas condiciones, tanto, que cualquier rechazo de Liliana era un terrible dolor e incomodidad para ambos por alguna razón.Héctor poco a poco se dio cuenta de la gran resistencia al dolor que tenía. Su boca se sentía amarga y cada que quería hablar con ella todo se volvía un caos. Tras pasar lo que le pareció una vida en las sombras y siguiendo masoquistamente el fantasma de una persona que le había causado tan
Héctor que no podía negar parte de sus palabras, solo lo miro inexpresivamente unos segundos. Ya estaba todo casi listo, por lo que podría dejar a Liliana unas horas para poner todo en orden y volver, así que lo que necesitaba en ese momento solo era hacer que se fuera y lo dejaría despotricar como quisiera lejos de ella. Se despeinó con cansancio y lo miró nuevamente.—Debo arreglar algo, en cuanto esté libre iré a casa, no tienes de qué preocuparte.Extrañamente, Ethan con una sonrisa asintió y dándole un cariñoso beso, se fue sin más. Héctor sintió que era algo extraño, pero estaba tan cansado que solo se dio la media vuelta para volver a subir, y al recordar que había pasado tanto tiempo se estremeció y subió rápidamente.No sin antes ordenarle a Herminia que hiciera algo que le gustara a Liliana, para aligerar su estado de ánimo. Mientras subía, comenzó a prepararse mentalmente para una nueva rabieta, pero la voz de la ama de llaves se escuchó.—S... Seño...—No quiero escuchar r
Esa área del hospital como siempre, era el mismo. Era espaciosa, limpia y solitaria. El personal era escaso, pero todo el lugar estaba monitoreado por cámaras de circuito cerrado, con las cámaras y micrófonos la seguridad estaba asegurada.El personal siempre que se encontraba con ella era cortés y ahora respetuoso. No era de extrañar, debido a que, así como eran eficientes para el trabajo, lo eran para hacer circular la información.¿Por qué las personas cambiaban tanto y tan fácil?Ella habría hecho hasta lo imposible por sentarse en ese lugar con orgullo y ahora no lo quería. Esa gente se burlaba de ella como si fuera una simple basura desechable que en cualquier momento podrían pisotear como se les diera la gana.Y ahora... Bueno, no hacía falta decir lo que pasaba.Mientras divagaba, voluntariamente a propósito para no pensar en lo que venía, llegó a la habitación. Se mordió la parte interna de la boca, y tragando al último minuto entró.—Señor, recuerde que debe guardar reposo,
Aaron se giró para ver al hombre en la cama y se disculpó.—Lo siento mucho señor. Son órdenes del señor Héctor, solo cumplo con ellas.No mucho tiempo después, los pasos apresurados y los gritos de Héctor se escucharon a la distancia.—¡¿En dónde está?!—Gire aquí señor, en la habitación 2032.Mientras los pasos acelerados se escuchaban cada vez más cerca, Liliana casi quería llorar. Sin darse cuenta dio dos pasos hacia atrás mientras buscaba a su alrededor un lugar para esconderse. En su desesperación olvidó las esposas por una segundo y corrió hacia el baño, el tirón fue tan fuerte que hasta Aaron frunció el ceño.—Liliana.Héctor que entró rápidamente, la vio y su mirada se ilumino. Aaron estaba por quitar las esposas, pero la expresión horrorizada de Liliana lo sorprendió. Sin darse cuenta, miró hacia Héctor y se le erizo la piel hasta a él.Estaba hecho un completo desastre, su ropa era la que usaba en casa, estaba despeinado y su expresión casi distorsionada lo hacían parecer u
Desafortunadamente uno de los ignorados no era tan tolerante. —¿Qué diablos haces aquí? Interrumpió la voz de Héctor el momentáneo silencio. Oliver hizo una mueca y Liliana trago saliva nerviosa. Recordando lo que había pasado el ultimo día que se encontraron, dio un paso frente a Héctor y le sonrió. —Tengo hambre, hay que ir a casa. Héctor sintió un terrible sabor agrio en la boca, pero asintió y mientras ella tomaba su mano para irse, le dio un último vistazo a Oliver. Este tenía los puños fuertemente apretados y la mandíbula tensa. Sonrió con suficiencia y le dio un leve asentimiento. Mientras Liliana con los ojos fuertemente cerrados, se disculpaba millones de veces con él. Oliver se quedó de pie solo en medio del maravilloso paisaje, el cual había perdido completamente el brillo y color por la ausencia de quien se lo otorgaba. —Regresarás mis brazos... Estoy seguro. Miro hacia donde ella había visto y también noto la belleza del lugar. Tomo nota y se fue en silencio. ****
Una fuerte bofetada sonó en el silencioso pasillo.—¡¿Cómo te atreves?!Gritó Bárbara furiosa. En cuanto se le dio aviso a Armando que Liliana estaba en camino al hospital de nuevo se preocupó, debido a que Armando le había mencionado que debido a que ambos habían estado todo el tiempo juntos, tenían muchas probabilidades de que no tardara en llegar un heredero.Pero en lo que nadie había pensado, era en que Héctor era una auténtica bestia con ella, ¿Habría algo capaz de hacerlo cambiar? ¡Hump! ¡Por supuesto que no!Bárbara por primera vez en todo ese tiempo, se sintió muy culpable por Liliana.—¡No tienes permitido acercarte a ella hasta que se recupere!Había esperado muchas cosas de su hijo, pero nunca nada a esa magnitud. Por lo que al escuchar lo que el médico había dicho y las observaciones de Armando. Si estaba embarazada, estaba dispuesta a cumplir con su palabra y respetar su decisión si quería divorciarse.—¡Madre! ¡Ella es mi esposa!Barbara se masajeó el puente de la nari
Al abrir la puerta de la habitación de Liliana, la fragancia dulce y débil proveniente de ella, emocionó y preocupo a Oliver. Vio como su hermoso rostro se veía aún más pálido que de costumbre y sus mejillas estaban más hundidas.Sin quererlo, sus feromonas comenzaron a dispersarse, haciendo que Liliana abriera los ojos abruptamente y comenzara a soltar arcadas con mucho esfuerzo.Armando palideció y se dio la media vuelta para empujar a Oliver afuera.—Olvídalo, esto fue una mala idea...—No, espera. Lo siento, solo déjame...—No está a discusión, ya tratamos de forzarla mucho estos días...—¿Quién está... Ahí?La débil voz de Liliana se escuchó, haciendo que Armando se quedara rígido en dónde estaba. Había pasado una semana y no había reaccionado salvo para vomitar. Casi quería llorar.Inmediatamente y olvidándose de todo lo demás, se acercó a ella.—¿Cómo se encuentra? ¿Siente dolor?Ella negó y se sentó sobre la cama mientras se sostenía la cabeza. Pero al sentir esa fragancia...
Treinta minutos después, varios hombres llegaron a la oficina de Armando, dejaron las bolsas perfectamente selladas y salieron sin decir nada.Armando miró la torre de mantas y ropa atónito. Se puso de pie y con curiosidad de inclinó para verlas, las sábanas se veían de excelente calidad y las pijamas igual. Un sentimiento agrio de envidia de la buena lo hizo sonreír con impotencia ante esos dos.Un momento después, sacó lo que se necesitaba y envió a una enfermera a llevarle todo. Desde que las feromonas fueron llevadas, Liliana se recuperaba esplendorosamente. Cosa que emocionaba y enorgullecía a Armando de sí mismo.Y, para su sorpresa, debido a su constante exposición (o eso quiso creer), estaba mostrando o desarrollando cierta sensibilidad hacia las personas con casta. Como científico estaba más que emocionado, pero como ser humano, estaba comenzando a desarrollar cierto miedo hacia ello.*******—Señora, le he traído las mantas de hoy, ¿No es su esposo alguien muy atento? Jejeje