Vine por mi esposa

—¡Nadie va a llevársela! ¡¿No lo entiendes?! ¡Ella es la única para mí!

—¡Lo sé! ¡Pero ella no puede quedarse!

Oliver que discutía con su madre, entró rechinando los dientes a la habitación, Liliana ya estaba sentada sobre la cama, él se sorprendió al verla con una expresión desorientada y como sus hermosos ojos lo veían directamente un poco húmedos.

Parecía una hermosa y delicada muñeca de porcelana.

Se puso un poco nervioso, debido a que sus interacciones eran en completa ebriedad por las feromonas y, salvo por “eso” no había interactuado más con ella, se aclaró la garganta y se quedó de pie, frente a ella mientras la miraba con mucho afecto.

Ella que poco a poco fue recordando lo que había sucedido, comenzó a marearse por la vergüenza, se puso tan roja que parecía que saldría humo de sus orejas y casi quería llorar. Sus hermosos ojos se pusieron aún más cristalinos, haciendo que Oliver por alguna razón entrara en pánico.

—No, no, no, no, no llores, no llores. He.… Mi nombre es Oliv
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