Todo en esta empresa es un maldito desastre. No puedo creer que el abuelo haya dejado que una de las sedes de la empresa cayera tan bajo. Es que por Dios, se supone que somos los líderes mundiales en Tecnología, tenemos un apellido que cuidar. Los Kostas tenemos renombre mundial.
Y mejor ni hablar del nivel tan bajo de los empleados que hacen parte de la InnovaTech, la m*****a junta directiva parece sacada de un circo y si a eso le sumamos la inutil chica de archivo que me llevó los documentos, entonces puedo decir que estaba jodido
Mis ojos se mueven con rapidez por los archivos que me llevaron mientras que la rabia se dispara en mi interior como si de un interruptor se tratara. No puedo creer que esta gente me crea tan estupido como para pensar que no se daría cuenta de los vacíos en el dinero..
Hecho una furia camino hacia el maldito archivo, enfurecido por las innumerables incongruencias que he encontrado en los documentos financieros de la empresa, y dispuesto a buscar las cifras de meses anteriores. Estoy decidido a encontrar al responsable de este desastre, y si alguien tiene que pagar por ello, no voy a dudar en tomar medidas drásticas.
Sin embargo, lo que no me esperaba es que al llegar al archivo, me iba a encontrar viendo una mesa llena de papeles y de espaldas a mí la misma jovencita mal vestida que había llevado los papeles a mi oficina.
Estoy a punto de pedirle que se pusiera a trabajar, cuando escucho a la chica hablar acerca de las cuentas, cosa que de inmediato consiguió toda mi atención.
—¡Lo sabía! Las cuentas están erradas.
Esas palabras, esas malditas palabras consiguieron atrapar toda mi atención, porque si la cuatro ojos sabía que había algo mal en las cuentas y aún así se las había llevado, entonces su cabeza iba a salir rodando de esta empresa.
—¿De qué cuentas estás hablando?—Mi voz es acero puro, toda la rabia se dispara en cada palabra y no me interesa disimularlo.
La muchachita da un respingo al escucharme y cuando se gira y me ve de pie detrás de ella su rostro se pune más blanco que el papel que estaba sosteniendo, pero eso me importa bien poco. Lo único que quiero es que ella abra la boca y empiece a darme explicaciones.
—Acabo de hacerte una pregunta y si no quieres llevarte el premio de la primera empleada despedida por el nuevo CEO, entonces te recomiendo que empieces a hablar.
La chica parece un conejito tembloroso y asustado, lo cuál solo me hace enojar más de lo que estoy, pues no hay cosa que me irrite más que las mujeres como ella. Veo cómo se arregla las grandes monturas cuadradas y luego aclarándose la garganta me dice:
—Yo… Yo creo que he encontrado unas incongruencias en los libros contables, señor.
Entrecerrando los ojos avanzo un paso hacia la chica llevando mis ojos al gafete donde llevaba su nombre: Emily Williams.
—¿Cuál es tu cargo en esta empresa, Emily?—le pregunto y de inmediato la veo apartar la mirada brevemente antes de decir.
—Soy… Soy la encargada del archivo, señor Kostas.— estaba a punto de hablar nuevamente cuando, tomandome por sorpresa la muchacha eleva los ojos y viéndome por primera vez de frente me dice—Pero le puedo asegurar que no estoy equivocada, hay algo mal en los números.
Ciertamente, yo ya sabía que los números estaban mal, pero me genera curiosidad cómo es que una simple encargada del archivo lo pudo notar y sus superiores no.
Sin pedir permiso, acorto la distancia que nos separa y tomo las anotaciones que ella tiene en sus manos. Mis ojos se van a cada cifra, cada ejercicio y me quedo pasmado al darme cuenta que sus conclusiones son exactamente las mismas que las mías.
Con lentitud vuelvo a elevar la mirada y la miro con más atención, dándome cuenta de cómo ella rehuye mi mirada como si no quisiera que la viera y bueno tampoco es que tenga muchas ganas de hacerlo, con esa ropa horrenda que parece de su abuela y esas enormes monturas de aumento que ni siquiera le permiten verle bien los ojos, no hay mucha motivación.
Lo único destacable de la chica podrían ser sus labios, esos labios que se ven rosados y carnosos, pero en conjunto ella no era más que un cero a la izquierda.
—Explicame cómo descubriste esto— le exijo pues sigo sin entender como lo hizo si no es nadie.
Sus ojos se encontraron con los míos, y me sorprendo cuando abre la boca y comienza a darme un balance completo de las finanzas, señalando las mismas incongruencias que yo había anotado. Para mi completa sorpresa, la chica a pesar de su apariencia sosa y desaliñada, parece tener el conocimiento que le falta a sus superiores.
—Pero le juro que yo no tengo nada que ver— termina diciendo Emily y yo solo puedo poner los ojos en blanco al oírla, pues ya había deducido que ella no estaba detrás de nada.
Sintiéndome enojado por la situación y al mismo tiempo impresionado por su capacidad, le espeté,
—Más te vale que seas eficiente, niña, porque de ahora en adelante te vas a olvidar del archivo y vas a trabajar conmigo. ¿Está claro?
La muchacha parecía que en lugar de haber recibido un ascenso hubiese escuchado una sentencia de muerte, pues se puso mucho más pálida y lo estaba viendo como si él fuera un maldito asesino en serie, lo que hizo que un gruñido desesperado saliera de él, consiguiendo que ella reaccionara:
—Pe-pero mi jefa… Yo tengo…
—De tu jefa me encargo yo, por algo soy el dueño de la m*****a empresa, asi que te repito ¿Está claro?
—Está claro, señor.
—Muy bien, termina lo que sea que hagas aquí, a partir de mañana te quiero en presidencia, pero ni una palabra esto a nadie, ya me encargaré yo de informar.
Sin esperar una respuesta de la muchacha y con la rabia hirviendo en mis venas al confirmar que me quieren ver la cara de estupido, regreso a mi oficina, una furia arde en mi interior.
Nada más entrar tomo el celular y marco el número del encargado de recursos humanos.
—Señor Kostas, en qué puedo…
— Emily Williams, necesito el expediente completo de la muchacha para ya.— Y sin decir más cuelgo el teléfono.
Tres minutos después un mensaje llega a mi bandeja de entrada con lo solicitado.
Mientras reviso el expediente de la chica, Emily, me doy cuenta de que ha estudiado finanzas en una muy buena universidad, lo cual explicaba su habilidad con los núemros, sin embargo no se ha graduado, al parecer congeló los estudios.
Antes de cerrar el documento me doy cuenta que también hay una nota en Recursos Humanos que indica que la muchachita tiene a su madre con cáncer y que ha solicitado adelanto de sueldo en dos ocasiones. Antes de poder procesar cualquier cosa el celular sobre el escritorio suena y al ver el remitente un gruñido sale de mi.
El maldito abogado del testamento de mi abuelo acaba de mandar un mensaje , recordando que me quedan 4 meses para llevar a mi “esposa ante él” pues me tomó ds meses dejar organizada la empresa en Grecia antes de venir, y sobra decir que esa esposa obviamente no la tengo todavía, ni la quiero tener.
—Maldito testamento de mierda— gruño desesperado, pues no pienso perder todo por lo que he trabajado por el capricho de mi abuelo.
Entonces, en medio de mi desesperación y con la fecha límite del testamento de mi abuelo acercándose peligrosamente, una idea cruza mi mente mientras que mis ojos van nuevamente al expediente de Emily en mis manos.
Es más que lógico que ella necesita dinero desesperadamente, pues por su ropa y su aspecto se nota que no lo tiene y el tratamiento de cáncer es muy costoso y bueno, yo tengo más de lo que puedo gastar.
Por otro lado, yo necesito una esposa, no tiene que ser una real, solo para el papel y llevar frente al abogado. Si todo sale como quiero puedo ofrecerle un trato.
Con rapidez tomo el celular y llamo a mi mejor amigo, Giorgio, quien también es mi abogado de confianza.
—Vaya, ¿Qué tanto extrañas Grecia que ya me estás llamando?— Su voz jovial y alegre solo empeora mi humor.
Yo debería ser quien estuviera disfrutando, en cambio estoy en este país de m****a, arreglando una empresa hundida y buscando una esposa de mentira.
—Deja de decir estupideces, más bien apresúrate y hazme un contrato y acuerdo de confidencialidad de inmediato.
La voz de Giorgio en el teléfono se silencia antes de que con cautela me pregunte:
—¿Y puede el abogado preguntar para qué lo necesitas?
Mi respuesta lo dejó sin palabras:
—Es para mi futura esposa, por supuesto.
Uno, dos, tres segundos pasaron antes de que su amigo explotara:
—¿QUÉ CARAJO ESTÁS DICIENDO? ¿CUÁL ESPOSA?
—La que voy a contratar para no perder mi herencia— contesto en un gruñido bajo, pues lo último que necesito es que algún chismoso se entere—Ahora ¿puedes o no hacer el maldito contrato?
—Amigo, quiero que sepas que bajo ningún escenario esto puede salir bien. ¿De donde vas a sacar una mujer para esto que al final no quiera tirarte a los tiburones?
—Ese es el punto, que a la mujer ya la encontré y no va a hacerme nada, porque yo voy a ser la solución a sus problemas así como ella es la solución a los míos. Ahora haz lo que te pido.
Muy bien Emily Williams, si todo sale bien serás la carta secreta para todos mis problemas.
Poniéndose de pie recogió su saco y su maletín, antes de caminar fuera de la oficina, lo único que quería era llegar a su casa cambiarse de ropa e ir en busca de su Amapola.
Pues casado o no, esa mujer misteriosa iba a ser suya.
El trayecto hasta el club se me ha hecho eterno, lo único que quiero es llegar y verla a ella. Es que no sé qué fue lo que esa endemoniada mujer me hizo, pero no he podido sacarmela de la cabeza.Ni siquiera con todos los problemas que tengo en la empresa, la amenaza del abogado y mi herencia tambaleando de un hilo, puedo dejar de pensar en Amapola. En la forma altiva y altanera en que me retó ni mucho menos en el hecho de que rechazó mi oferta.Por Dios, en Grecia las mujeres hacen fila para estar conmigo y aquí vengo y me encuentro con una mocosa oculta tras un antifaz que se atreve a decirme que no.Sin embargo, esa noche voy decidido a tenerla, pues tengo en mente una propuesta que sé que no va a poder rechazar.Al llegar camino entre el mar de hombres trajeados que ya están instalados viendo el espectáculo frente a sus ojos, hasta que consigo llegar a la mesa que he reservado con anticipación, justo enfrente de la tarima. Observo sin mucho interés a la rubia de grandes pechos que
Sucia. Así es como me siento mientras llego a casa. No puedo creer que haya siquiera considerado aceptar la oferta del prepotente y patán de mi jefe. Estoy segura que si él supiera que se trata de mi, ni siquiera me diera una segunda mirada. Dejando salir un suspiro ahogado, término de quitar mi maquillaje, luego desato la peluca de mi cabeza y finalmente me saco el pequeño vestuario que llevo puesto ese día y mientras hago cada una de estas cosas en lo único que puedo pensar es en todo lo que solucionaría con esos 2000 dolares. —No Emily, no pienses en eso— me digo, mientras me pongo de pie—Tú tienes principios, tú madre se moriría si se entera que te dejas comprar por un hombre— me repito. Sin embargo, el pensamiento no abandona mi mente durante la hora y medía que demoro en llegar a mi casa desde la prestigiosa zona norte donde se encuentra el club. Esa noche, tal como el resto en la última semana, la casita se siente sola y miserable, pues mi madre se encuentra internada en el
Toda la noche estuve pensando en dos cosas, la primera es que mi Amapola finalmente aceptó hacer el baile privado, yo sabía que ninguna mujer podía resistirse al dinero. Todas tienen un precio y decir que estoy emocionado y excitado de solo pensarlo es poco. Y la segunda es Emily Williams. Estuve debatiéndome entre si es o no es una buena idea hacerle la propuesta y al final me di cuenta que ese no es el punto. Lo importante aquí es que me estoy quedando sin tiempo. Tengo cuatro meses para presentarme en Grecia con una esposa o todo se habrá ido a la m****a. Por lo que en lugar de darle vueltas al asunto, me dediqué a estudiar de lleno el informe de la chica, ahí descubrí varias cosas interesantes. Para empezar que es más joven que yo, por seis años para ser exactos, pues yo tengo 29, pronto 30, y ella acaba de cumplir 23. Lo otro es que fue la mejor de su clase mientras estuvo en la universidad y luego abandonó el semestre cuando solo le faltaba poco más de medio año para termin
Estoy en Shock. La propuesta es tan inesperada que por un momento creo que Alexandros ha perdido la razón. —¿Casarme contigo? ¿Por un año? ¡Estás loco! —exclamo, mi voz temblorosa. Pero él no se inmuta. Sus ojos, inexpresivos, parecen buscar algo en los míos. Es entonces cuando menciona a mi madre, y la realidad golpea con fuerza. El dinero, la salud de mi madre... él sabe exactamente dónde duele. —No puedes... no puedo hacer eso. Es ridículo —respondo, pero la desesperación en mi interior me hace titubear. —Lo sé, Emily. Pero también sé que necesitas el dinero, y yo puedo dártelo. ¿Vas a dejar que tu orgullo te impida ayudar a tu madre? —me cuestiona, y sus palabras me golpean en lo más profundo. Mis manos tiemblan mientras intento procesar lo que está sucediendo. Esta oferta es como una cuerda en mi cuello, una que no puedo ignorar. —Si… Si llego a aceptar yo tendría condiciones y deben quedar por escritas en un contrato —digo, luchando por recuperar algo de control. Al escuch
Pero ¿qué mierda está haciendo Giorgio aquí? eso es lo primero que pasa por mi mente cuando veo la sonrisa burlona y la mirada curiosa de mi hermano puesta en la mujer enfrente mio, lo que hizo que él también fijara su vista en la chica, que parecía embelesada con el idiota y eso fue suficiente para sacarme de mis pensamientos y dejar salir un gruñido:—¿Qué carajo haces aquí, Giorgio? Se supone que debes estar cuidando las empresas en Grecia.Mi hermano pone los ojos en blanco al escucharme y con paso decidido comienza a caminar hacia donde me encuentro, sin embargo sus ojos no se han despegado es de la chiquilla sosa que parece haber quedado paralizada.—La empresa está bien, adelfós, todo en Grecia lo está—me dice, usando nuestra lengua madre para llamarme hermano—Además, soy tu abogado, si vas a cometer una locura de tal magnitud, lo más responsable es que me encuentre aquí.El gruñido que salió de mí fue toda la respuesta que pude darle, porque aunque si, era cierto que me alegr
Ese fue el primer día que estuve trabajando codo a codo con el pomposo del griego, y aunque suele ser un idiota la mayor parte del tiempo, no puedo negar que en temas de negocios es todo un tiburón y este no está nada contento con los números rojos.Estoy bastante segura que en el instante en que descubramos quienes son los causantes de los fallos, no solo van a salir despedidos de aquí, sino que dudo que alguna vez en la vida puedan volver a encontrar algún empleo.Para cuando se hace el mediodía ya la cabeza me duele horrores y el estómago me está rugiendo por comida. Comida que no tengo, pues todo lo que tenía lo he abonado a la deuda del hospital, esperando que hoy, con lo que recoja del maldito baile del demonio, pueda costear el arriendo, los servicios y con suerte algo de comida. Supongo que tener para transportarme en bus de mi casa hasta aquí estará casi imposible.Justo cuando dejo salir un suspiro agotado, la puerta de la oficina se abre y la silueta imponente de Giorgio se
Estoy en el maldito parqueadero, 10 pisos por debajo de la oficina, cuando me doy cuenta que, con el afán de Giorgio porque saliéramos a comer, se me quedó la cartera y las llaves del auto en la oficina. Ahora, con hambre y un genio del demonio me encuentro subiendo para recoger todo, porque el estupido de mi hermano se había negado a pagar o a que nos fuéramos en taxi, es un maldito dolor en el culo. Sin embargo, no voy a negar que tenerlo ahí con él no le había dado gusto. Joder, no llevo ni un mes lejos de Grecia y ya siento que se estoy enloqueciendo de a poco. Si no es por la empresa, que es un maldito desastre, ni una sombra de lo que es la de Grecia o la de Georgia, es todo el tema del maldito matrimonio de mentira. Lo único medianamente bueno que me ha pasado es haber visto a mi bailarina misteriosa, pues Amapola ha conseguido captar mi mente desde el primer momento, lo que es una suerte pues con toda la m****a que traigo encima, sin una distracción voy a terminar tirando
No puedo creer que realmente esté yendo a almorzar con Alexandro Kostas y no lo digo solo porque sea el dueño de la empresa en que trabajo, sino porque es el hombre que ha intentado comprarme en más de una ocasión.Pero claro, eso es algo que él no sabe, pues para él Amapola y Emily son dos personas totalmente diferentes. Escucho el sonido del ascensor anunciando que hemos llegado al sótano y dejo salir un suspiro mientras camino fuera de la caja metálica, simplemente siguiendo los pasos del hombre que mira a cada dos segundos hacia atrás como si quisiera cerciorarse que no me he escapado.Al llegar al auto lo primero que veo es la figura de Giorgo recostado al lujoso BMW y cuando me ve noto como su ceño se frunce, antes de que una casi imperceptible sonrisa se forme en sus labios, haciendo que esta vez sea yo la que frunza el ceño.—¡Cuñada! Me alegra que hayas decidido unirte a nosostros.— me dice haciendo mucho más grande su sonrisa.Por un instante no puedo hacer más que parpadear