EmilyEl alivio que siento al ver a Connor es inmenso, pues al menos con él tengo un rostro amigable cerca.—Emily, ¿qué ha pasado? ¿Qué haces aquí?El rubio se acerca a mí con el rostro pintado de preocupación, pues él más que nadie sabe que estuve casi toda la noche pasada dentro de una de estas habitaciones. Sin embargo, en esta ocasión no estoy en calidad de visitante.—Mi mano— digo en un susurro lastimero, porque lo cierto es que el efecto de la crema se ha empezado a ir y el dolor ha despertado con fuerza.Los ojos de Connor van de inmediato a la mano que estoy acunando contra mi pecho y con mucha delicadeza intenta tomarla, pero yo de inmediato dejo salir un alarido de dolor, porque ha atinado a tocar justo la quemadura.—Lo siento, lo siento— me dice y extiende una mano en mi dirección indicando que coloque la mía encima.Con mucho cuidado hago lo que me dice y veo como el rostro del rubio se transforma en una mueca de preocupación completa, lo que me hace saber que no es alg
ALEXANDROFinalmente cayó la noche y lo que llevo tanto tiempo esperando ha llegado: Voy a verme con Amapola. Una sonrisa se pinta en mi labios de solo pensarlo y viendo la hora en mi reloj de mano camino directo hacia el club.Mis pasos resuenan en el oscuro pasillo del club nocturno, mi corazón late con una ansiedad creciente. La anticipación de lo que está por venir me llena de emoción. Al entrar al club, la penumbra y la música envolvente me sumergen en un mundo de tentación y deseo. Pregunto por Amapola apenas cruzo la entrada. Mi pulso se acelera ante la idea de finalmente tenerla solo para mí.Lo primero que veo al entrar es al dueño del bar que parece estar esperándome, porque nada más verme me dice:—¡Señor Kostas! Bienvenido. Ya me he enterado que nuestra chica accedió a darle el baile privado, si gusta puede ir cancelando conmigo.Las palabras del hombre consiguen que arrugue el ceño, porque lo cierto es que pensaba darle el dinero directamente a ella, no dejarlo en el club
Emily¡Es sábado finalmente! Los últimos dos días de la semana Alexandro no se presentó en la oficina, según estaba resolviendo cosas con su hermano, aunque sí me dejó al menos unas cien tareas pendientes y debo decir que el hecho de que yo fuera quien trabajara desde la oficina de presidencia no tenía contento a nadie. Sin embargo, debo admitir que no haberlo visto fue un alivio, pues después de lo ocurrido en el club. Ese beso… Dios no he podido dejar de pensar en eso.Voy llegando a casa desde el mercadillo de la esquina, pues con los 2000 dólares que me dio el griego y para mi sorpresa, los 500 que me pagó mi jefe, según por el baile privado, pude pagar los dos meses atrasados de la renta, los servicios que tenía cortados y comprar al menos un poco de comida para lo que me resta del mes.Estoy a punto de enfrentarme a la puerta de mi casita cuando mis pasos se detienen abruptamente al ver una enorme camioneta parqueada en la entrada. Una camioneta muy parecida a la de mi jefe, pe
EmilyLos faros del auto iluminan la oscuridad de la noche mientras avanzamos por las calles de la ciudad. Puedo sentir la intensidad de la mirada de Alexandro sobre mí, como si sus ojos fueran imanes que se aferraban a cada gesto, a cada movimiento. Me siento incómoda bajo esa atención persistente, pero también recuerdo las palabras de Giorgio y no peudo evitar sonreír intenamente.El karma es una perra, jefe.—¿Pasa algo, señor Kostas? —pregunto con inocencia,Él me mira de reojo y resolpla, como si estuviera luchando con sus propios pensamientos, y finalmente responde: —Solo me recordaste a alguien, me imagino que el cambio es cortesía de mi hermano, hay que agradecerle. Y por favor no me digas señor Kostas o nadie va a creer que somos pareja.La mención de esa "alguien" hace que mi corazón de un vuelco. ¿Sería posible que me hubiera reconocido como Amapola? Descarto rápidamente la idea, diciéndome que si ese fuera el caso, ya habría estallado en un ataque de ira. Opto por guarda
AlexadroEl salón está iluminado por la tenue luz de los candelabros, y la expectación flota en el aire mientras me preparo para dar mi discurso. La multitud expectante, la élite empresarial de la ciudad, espera escuchar las palabras del nuevo líder de la empresa. Pero mi atención no está completamente enfocada en los papeles y carpetas frente a mí. Mi mirada busca algo más.Emily.Mis ojos buscan a Emily entre la multitud, pero no la encuentro de inmediato. La necesito a mi lado, si vamos a hacer que esta farza funcione, debemos hacerlo bien, entonces ¿Dónde demoniosn está?Finalmente, la veo caminar hacia mí, acompañada por Giorgio y no puedo evitar que mi ceño se frunza.Algo no parece estar bien. ¿Qué ha pasado? Mi mirada instintivamente se dirige hacia Giorgio, y su gesto de negación confirma mis sospechas. Algo ha sucedido.Emily llega a mi lado, y tomo nota de cómo todos los hombres presentes la observan con deseo. Como las mujeres cuchichean entre ellas y sinceramente ahora m
Hola bellezas!! primero que nada quiero disculparme, porque ha pasado un año desde que no seguí esta novela, pero había perdido todas mis cuentas porque me hackearon mis dispositivos electrónicos, fueron meses de angustía, pues no solo fue la cuenta de la plataforma sino todo lo que tenía en el computador, me cambiaron los accesos, simplemente por hacer un mal. Cuándo pude recuperarlo, casi seis meses después, estuve muy desmotivada y por eso había abandonado la escritura, pero hace poco la editora de la app me ha contactado y he conseguido la motivación pata seguir. Espero que me den una segunda oportunidad, me encataría leerlas y juntas terminar esta historia :) Muchas gracias por todo el apoyo que siempre me dieron.Besos y abrazos, ShadiSaad.
EmilyVeo a la mujer acercarse a donde estoy con Alexandro y por alguna razón que no termino de comprender mi cuerpo se tensa, es como si anticipara algo que aún no he entendido.Entonces ella se detiene justo detrás de él, sin siquiera darme una mirada, y lo llama.—Alexandros.La voz femenina resuena en el salón con una dulzura peligrosa. Mi atención se fija en la mujer que se planta con seguridad detrás de él.Alta, esbelta, de rasgos exquisitos y mirada intensa. Hay algo en su expresión que me dice que no es una desconocida. Y por el acento lo confirmo: es griega.Alexandros se queda inmóvil, lo que me sorprende. No suele ser un hombre que pierda la compostura, lentamente se gira hasta quedar cara a cara con la desconocida. Pero en el momento en que sus labios se separan y suelta un nombre, lo confirmo.—Kira —dice con un tono que no logro descifrar del todo—. ¿Qué estás haciendo aquí?La mujer sonríe con la confianza de alguien que sabe exactamente el efecto que causa.—Estoy aqu
Emily—Emily, ¡¿cómo que estás comprometida?!El alma se me cae a los pies. Mi respiración se detiene por un instante y siento un escalofrío recorrerme la espalda. ¿Cómo demonios se enteró? Lentamente, muevo los ojos hacia la esquina de la habitación y ahí está Connor, con una expresión de disculpa grabada en el rostro. Me mira y, sin abrir la boca, articula un silencioso "lo siento, pensé que sabía".Cierro los ojos y exhalo despacio. No puedo culparlo. Niego con la cabeza y le digo en voz baja:—Está bien, no es tu culpa.Pero mi madre no parece opinar lo mismo.—¡Por supuesto que no es su culpa! ¿Cómo es posible que mi médico sepa más de la vida de mi hija que yo misma?Me remuevo incómoda en el lugar, sintiendo que su mirada inquisitiva me perfora.Desde la esquina Connor vuelve a mirarme con pena y cuando pasa por mi lado para salir de la habitación, aprieta levemente mi mano en un gesto reconfortante que lamentablemente no me ayuda en nada.Dejando salir un suspiro, miro a mi ma