Capítulo 46

Sergio no quería usar la palabra “asqueroso” para referirse a la vivienda de alguien, pero ese era el apelativo más cercano. La casa estaba abandonada desde que Rosalin había desaparecido, eso era obvio, pero esas manchas de humedad en la pared, el tejado defectuoso y los muebles que olían a moho, seguramente por mojarse durante el invierno, no eran una novedad, la construcción estaba demasiado deteriorada.

Aun así, fue fácil identificar la habitación de Rosalin; la cama era pequeña, pero estaba llena de peluches de ositos, gatitas y cachorritos. Sergio se rio al recordar cómo se comportaba con Candy, como si fuera una niña más. En las paredes había un montón de dibujos infantiles cubriendo las manchas, seguramente obsequios de sus alumnos, así que era el lugar más cuidado de la casa, en completo orden.

Allí, bajo la cama, Sergio encontró en una caja de cartón una colección de diarios y en la rápida ojeada que le dio, pudo concluir que no solo la casa era una porquería, la vida de la
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